Buscaba conocer mujeres en redes sociales mediante charlas, fotos, llamadas de vídeo y todo aquello que me lleve a tener sexo por un par de noches con alguna mujer.
Fue así como conocí a Mirna de 32 años, altura 1,65 cm, de contextura pequeña y pelo negro. Lindos labios, dotada de una cintura muy marcada y abdomen plano. De culo redondo como una manzana. Lo que se llama en la jerga un culito rendidor. Acorde a su altura pero bien formado. Busto pequeño, de pezones largos y siempre erectos pero con areolas chicas de color rosado. Oriunda de Paraguay, fogosa y con mucha apariencia de zorra. Se observaba una gran condición física debido al deporte y la buena alimentación. Actualmente trabajaba de niñera y hacía limpieza en hogares de familia. Viviendo en los suburbios de la ciudad con sus dos pequeños hijos.
Las primeras fotos que vi de Mirna fueron las que estaban publicadas en su Facebook. En las cuales se la veía abusando del pequeño largo de sus ajustados vestidos con poses sensuales y sexis. Así calentaba los penes de la parcialidad masculina que tenía como amigos. Jugando con una falda para hacer de colegiala o con gafas para hacer de secretaria. Siempre haciendo trompita. Además de su cara de puta, nos dejaba ver su cintura bien marcada y sus piernas con esas diminutas faldas. Con lo corto de sus vestiditos que dan la impresión de una cadera muy pronunciada que contiene su buen culo. Siguiendo con un escote amplio y profundo para una mujer casada. Mini shorts muy justos para ser considerada una madre digna de respeto y no una callejera.
Mensajes de Whatsapp: intercambio donde no fue difícil hacerla llegar al punto de mostrarme su culo, mediante fotos muy hot. Luego de los primeros 15 minutos de charla.
Duro poco tiempo vestida. Ya semidesnuda me enseñaba su potente cuerpo. Con el valor que da la confianza generada mostraba hasta el apellido sin necesidad de pedirlo, refugiándose luego en un falso discurso de moralidad con frases tales como: “yo o soy así” o “no debí mandar esa foto”. Siempre mandaba fotos desnuda, presumiendo su culo con diferentes conjuntos de ropa interior, lo cual hacía suponer que era una práctica habitual en el día a día con un macho que la calentara.
¿Cómo llegamos a esto?
Yo soltero y sin compromiso como siempre.
Lo que Mirna decía sobre su situación sentimental era: que el marido estaba en Asunción, ósea muy lejos. Él era el padre de sus 2 hijos con el cual tenía una relación a distancia. Era evidente que por cuestiones de plata y evasión de responsabilidades por parte de este, ella guardaba algún resentimiento.
Lo que creo es: lo hacía trabajar al fulano en Asunción y ella andaba saltando de pija en pija con total libertad por estos pagos. Pobre hombre desde la distancia, pagaba la educación de sus hijos, más los servicios e impuestos cumpliendo con todas sus obligaciones económicas requeridas por ley. Pero como se dice en el barrio era alto cornudo. En cambio ella regalaba su pesebre a cualquier tipo que le brindara un poco de atención. Calculo que sabía que su esposa era de abrir rápido las piernas cuando veía un buen trozo de carne sin hueso.
Primera impresión en la cita: la cita fue armada para vernos en una estación de tren con el fin de ir a almorzar un sábado al medio día. Ella llegó muy puntual. Bien producida quizá un poco mucho para solo un almuerzo y conocernos. Zapatos de taco bajo, short escocés corto muy ajustado dando lugar a ese buen culo que se avizoraba en las fotos de Whatsapp y que tanto prometía. Una blusa sin mangas blanca tipo musculosa de género símil seda. Sin corpiño dejando en evidencia el pequeño busto pero marcando mucho la elevación de sus largos pezones. Lo cual hacia que mi mirada se enfoque directamente sin disimulo sobre estas puntas salientes.
No fue difícil después de una tanda de besos y a 30 minutos de conocernos terminar en un hotel. Fuimos al hotel más barato en el cual iba a consumir a mí antojo su cuerpo por tres horas. No quería dejar orificio sin penetrar y hacerla entregar todo su ser en esa barata habitación. Comenzó con un buen primer acto dónde de rodillas y de los pelos saboreó el buen tamaño de mi pene. Mientras respondía con gusto a preguntas tales como:
-¿Te gusta el cabezón?, Chúpalo que es para vos (mientras lo hundía en su boca)
-mmm… ¡no pensé que era tan grande!, saboreaba con gran gusto.
-¡Seguí cabeceando que el paraguayo de tu marido no está!, le digo con una sonrisa
-me encanta tu pija (dice en modo ramera casada).
Mi mano sobre su nuca tomándola de los pelos con furia, al grito de:
-¡Toda putita! ¡tody! ¡Como una puta profesional, dale!, mientras empezaba a dar las primeras arcadas producto de la presión de mis manos las cuales empujaban su nuca contra mi pelvis.
Su rostro se transformaba con los ahogos y brillo de sus ojos producto de la falta de aire. Su garganta raspaba sin piedad toda mi verga.
-¡Chúpala y Lamela toda! le ordeno con voz fuerte.
Ella hacía sexo oral desesperadamente. Su lengua frotaba una y otra vez mi hinchado glande. Mientras hilos y cataratas de saliva adornaban la escena. Su succión era fuerte y su boca muy juguetona. Su garganta no era profunda pero se esmeraba mucho en tragar mi empinado sable. Realmente disfruté de la boca de Mirna en cada cabezazo. Ponía muy duro mi gran falo cuando me miraba a los ojos con mi miembro dentro de su boca.
Varios momentos de hacerla saltar sobre mí verga acompañado de lamer y estrujar sus senos. Para terminar jugando con sus pezones haciéndola rebotar a sentones sobre mí en un frenesí de descontrol sexual. En ese instante empiezo a sentir mis genitales completamente mojados mientras oigo sus gemidos desesperados. Mirna había acabado en un terrible charco que provenía de lo más interno de su ser. Sus fluidos habían mojado las sábanas, el colchón y todos mis genitales. Terrible acabada se había mandado. En un terrible orgasmo gestado por su éxtasis. Se observaba claramente que el marido no estaba hace tiempo por esa cueva y que mi pija la complacía de manera ideal.
Segundo acto: Mirna ya en 4 con el culito para arriba. Estaba claro que necesitaba que le hicieran sexo anal. Al ver que no le disgustó la idea de meterle un dedo en su ano. Le digo al oído:
-¡te voy a hacer bien pero bien el orto. ¿Me oíste?!
-¡despacito por favor!, ponete alguna crema que lo tenés enorme ¡me vas a reventar!
Unte con mucha vaselina la cabeza de mi verga y la apoyé en la puerta de su culito ya dilatado y deseoso de ser ensartado. La tomé de los hombros y con mucha suavidad comencé a hundirlo en su esfínter. Sentía cómo la cabeza de mi pene lo abría centímetro a centímetro. Disfrutaba como su colon era ensanchado por mi buen calce. Mi pija quedaba chica adentro de ese culo pero esto no iba a ser la excusa para no taladrarlo. Más se la empujaba por el orto, más me apretaba la chota. Más chota comía por el ano, más alaridos de placer daba. Mis brazos ayudaban con fuerza tomándola desde los hombros para que más de mi carne entre en ella. Esta gemía y pedía piedad ¡por favor!
Se apreciaba con claridad como ella contenía el aire con cada empujón fuerte de mi lubricado pistón. Mis manos en su cintura no dejaban de hacer presión hasta ver desaparecer mi estaca dentro de su estrecho agujero.
La mujer del paraguayo estaba poniendo la cola para la joda gratis. Para que con dureza le hagan sentir todo el cuero de una buena y larga verga. No me iba a detener hasta romperle bien la colita como se debe hacer a este tipo de mujerzuelas. Mi pene tieso como una piedra estiraba la circunferencia de su recto hasta llegar a tope mientras se podía oír:
-¡cómo me gusta esto! -dice Mirna con vos suave.
-¿te gusta que te rompa el orto? ¿No? ¿Te gusta putita?- respondo
-¡sí, me encanta! ¡Ser tu prostituta!, ¡tú pija enorme me está haciendo tu putita! confiesa sin escrúpulos.
-Se ve que el paraguayo tiene la pija chica, ¡ahora te voy a llenar el orto de leche! le grito con voz recia.
-¡sí, la tiene cortita mi marido! ¡Dame tu leche, dame tu leche por el orto! suplica
-¡ya sabía que eras bastante puta barata! exclamo
-¡la tenés muy grande! ¡Termina por favor! sigue suplicando
-¡Qué lindo que es tenerte ensartada haciéndote comer pija por el culo! ¡Esto se lo voy a dedicar al cornudo de tu marido! -digo con vos firme.
Unos instantes después sus ruegos se hicieron realidad. Mi enorme pene usó como depósito seminal ese culo dejando un tibio y cremoso regalo dentro de ella en no más de 3 eyaculaciones, que fueron de mayor a menor intensidad. Liberando todo el cargamento de líquido espeso que generó está cogida con cada mete saca. Seguido de varios sacudones para escupir todo el esperma y no privarla ni siquiera de las últimas gotas.
Conclusiones: buena aventura, no chupaba la chota como las mejores pero era muy servicial. Le gustaba la pija por todos lados y en todas las poses.
Dotada de un culo que se partía de lo fuerte que estaba que fue estrecho hasta ese sábado.
Dedicatoria: a vos cornudo que estás trabajando en Asunción. Acá la madre de tus hijos anda saltando arriba de varias pijas, solo que está vez se cruzó con una grande que no solo la hizo acabar de manera terrible, sino que le hizo tan fuerte sexo anal que la próxima vez que quieras meter tu pequeña verga en ella, no la va a sentir. Soy el macho alfa que usó a tu esposa por tres horas como su ramera gratuita y la hizo un depósito seminal andante.
A vos cornudo te dedico esta historia, atentamente el que le bajó el short a tu mujer y se la cogió.
Fue así como conocí a Mirna de 32 años, altura 1,65 cm, de contextura pequeña y pelo negro. Lindos labios, dotada de una cintura muy marcada y abdomen plano. De culo redondo como una manzana. Lo que se llama en la jerga un culito rendidor. Acorde a su altura pero bien formado. Busto pequeño, de pezones largos y siempre erectos pero con areolas chicas de color rosado. Oriunda de Paraguay, fogosa y con mucha apariencia de zorra. Se observaba una gran condición física debido al deporte y la buena alimentación. Actualmente trabajaba de niñera y hacía limpieza en hogares de familia. Viviendo en los suburbios de la ciudad con sus dos pequeños hijos.
Las primeras fotos que vi de Mirna fueron las que estaban publicadas en su Facebook. En las cuales se la veía abusando del pequeño largo de sus ajustados vestidos con poses sensuales y sexis. Así calentaba los penes de la parcialidad masculina que tenía como amigos. Jugando con una falda para hacer de colegiala o con gafas para hacer de secretaria. Siempre haciendo trompita. Además de su cara de puta, nos dejaba ver su cintura bien marcada y sus piernas con esas diminutas faldas. Con lo corto de sus vestiditos que dan la impresión de una cadera muy pronunciada que contiene su buen culo. Siguiendo con un escote amplio y profundo para una mujer casada. Mini shorts muy justos para ser considerada una madre digna de respeto y no una callejera.
Mensajes de Whatsapp: intercambio donde no fue difícil hacerla llegar al punto de mostrarme su culo, mediante fotos muy hot. Luego de los primeros 15 minutos de charla.
Duro poco tiempo vestida. Ya semidesnuda me enseñaba su potente cuerpo. Con el valor que da la confianza generada mostraba hasta el apellido sin necesidad de pedirlo, refugiándose luego en un falso discurso de moralidad con frases tales como: “yo o soy así” o “no debí mandar esa foto”. Siempre mandaba fotos desnuda, presumiendo su culo con diferentes conjuntos de ropa interior, lo cual hacía suponer que era una práctica habitual en el día a día con un macho que la calentara.
¿Cómo llegamos a esto?
Yo soltero y sin compromiso como siempre.
Lo que Mirna decía sobre su situación sentimental era: que el marido estaba en Asunción, ósea muy lejos. Él era el padre de sus 2 hijos con el cual tenía una relación a distancia. Era evidente que por cuestiones de plata y evasión de responsabilidades por parte de este, ella guardaba algún resentimiento.
Lo que creo es: lo hacía trabajar al fulano en Asunción y ella andaba saltando de pija en pija con total libertad por estos pagos. Pobre hombre desde la distancia, pagaba la educación de sus hijos, más los servicios e impuestos cumpliendo con todas sus obligaciones económicas requeridas por ley. Pero como se dice en el barrio era alto cornudo. En cambio ella regalaba su pesebre a cualquier tipo que le brindara un poco de atención. Calculo que sabía que su esposa era de abrir rápido las piernas cuando veía un buen trozo de carne sin hueso.
Primera impresión en la cita: la cita fue armada para vernos en una estación de tren con el fin de ir a almorzar un sábado al medio día. Ella llegó muy puntual. Bien producida quizá un poco mucho para solo un almuerzo y conocernos. Zapatos de taco bajo, short escocés corto muy ajustado dando lugar a ese buen culo que se avizoraba en las fotos de Whatsapp y que tanto prometía. Una blusa sin mangas blanca tipo musculosa de género símil seda. Sin corpiño dejando en evidencia el pequeño busto pero marcando mucho la elevación de sus largos pezones. Lo cual hacia que mi mirada se enfoque directamente sin disimulo sobre estas puntas salientes.
No fue difícil después de una tanda de besos y a 30 minutos de conocernos terminar en un hotel. Fuimos al hotel más barato en el cual iba a consumir a mí antojo su cuerpo por tres horas. No quería dejar orificio sin penetrar y hacerla entregar todo su ser en esa barata habitación. Comenzó con un buen primer acto dónde de rodillas y de los pelos saboreó el buen tamaño de mi pene. Mientras respondía con gusto a preguntas tales como:
-¿Te gusta el cabezón?, Chúpalo que es para vos (mientras lo hundía en su boca)
-mmm… ¡no pensé que era tan grande!, saboreaba con gran gusto.
-¡Seguí cabeceando que el paraguayo de tu marido no está!, le digo con una sonrisa
-me encanta tu pija (dice en modo ramera casada).
Mi mano sobre su nuca tomándola de los pelos con furia, al grito de:
-¡Toda putita! ¡tody! ¡Como una puta profesional, dale!, mientras empezaba a dar las primeras arcadas producto de la presión de mis manos las cuales empujaban su nuca contra mi pelvis.
Su rostro se transformaba con los ahogos y brillo de sus ojos producto de la falta de aire. Su garganta raspaba sin piedad toda mi verga.
-¡Chúpala y Lamela toda! le ordeno con voz fuerte.
Ella hacía sexo oral desesperadamente. Su lengua frotaba una y otra vez mi hinchado glande. Mientras hilos y cataratas de saliva adornaban la escena. Su succión era fuerte y su boca muy juguetona. Su garganta no era profunda pero se esmeraba mucho en tragar mi empinado sable. Realmente disfruté de la boca de Mirna en cada cabezazo. Ponía muy duro mi gran falo cuando me miraba a los ojos con mi miembro dentro de su boca.
Varios momentos de hacerla saltar sobre mí verga acompañado de lamer y estrujar sus senos. Para terminar jugando con sus pezones haciéndola rebotar a sentones sobre mí en un frenesí de descontrol sexual. En ese instante empiezo a sentir mis genitales completamente mojados mientras oigo sus gemidos desesperados. Mirna había acabado en un terrible charco que provenía de lo más interno de su ser. Sus fluidos habían mojado las sábanas, el colchón y todos mis genitales. Terrible acabada se había mandado. En un terrible orgasmo gestado por su éxtasis. Se observaba claramente que el marido no estaba hace tiempo por esa cueva y que mi pija la complacía de manera ideal.
Segundo acto: Mirna ya en 4 con el culito para arriba. Estaba claro que necesitaba que le hicieran sexo anal. Al ver que no le disgustó la idea de meterle un dedo en su ano. Le digo al oído:
-¡te voy a hacer bien pero bien el orto. ¿Me oíste?!
-¡despacito por favor!, ponete alguna crema que lo tenés enorme ¡me vas a reventar!
Unte con mucha vaselina la cabeza de mi verga y la apoyé en la puerta de su culito ya dilatado y deseoso de ser ensartado. La tomé de los hombros y con mucha suavidad comencé a hundirlo en su esfínter. Sentía cómo la cabeza de mi pene lo abría centímetro a centímetro. Disfrutaba como su colon era ensanchado por mi buen calce. Mi pija quedaba chica adentro de ese culo pero esto no iba a ser la excusa para no taladrarlo. Más se la empujaba por el orto, más me apretaba la chota. Más chota comía por el ano, más alaridos de placer daba. Mis brazos ayudaban con fuerza tomándola desde los hombros para que más de mi carne entre en ella. Esta gemía y pedía piedad ¡por favor!
Se apreciaba con claridad como ella contenía el aire con cada empujón fuerte de mi lubricado pistón. Mis manos en su cintura no dejaban de hacer presión hasta ver desaparecer mi estaca dentro de su estrecho agujero.
La mujer del paraguayo estaba poniendo la cola para la joda gratis. Para que con dureza le hagan sentir todo el cuero de una buena y larga verga. No me iba a detener hasta romperle bien la colita como se debe hacer a este tipo de mujerzuelas. Mi pene tieso como una piedra estiraba la circunferencia de su recto hasta llegar a tope mientras se podía oír:
-¡cómo me gusta esto! -dice Mirna con vos suave.
-¿te gusta que te rompa el orto? ¿No? ¿Te gusta putita?- respondo
-¡sí, me encanta! ¡Ser tu prostituta!, ¡tú pija enorme me está haciendo tu putita! confiesa sin escrúpulos.
-Se ve que el paraguayo tiene la pija chica, ¡ahora te voy a llenar el orto de leche! le grito con voz recia.
-¡sí, la tiene cortita mi marido! ¡Dame tu leche, dame tu leche por el orto! suplica
-¡ya sabía que eras bastante puta barata! exclamo
-¡la tenés muy grande! ¡Termina por favor! sigue suplicando
-¡Qué lindo que es tenerte ensartada haciéndote comer pija por el culo! ¡Esto se lo voy a dedicar al cornudo de tu marido! -digo con vos firme.
Unos instantes después sus ruegos se hicieron realidad. Mi enorme pene usó como depósito seminal ese culo dejando un tibio y cremoso regalo dentro de ella en no más de 3 eyaculaciones, que fueron de mayor a menor intensidad. Liberando todo el cargamento de líquido espeso que generó está cogida con cada mete saca. Seguido de varios sacudones para escupir todo el esperma y no privarla ni siquiera de las últimas gotas.
Conclusiones: buena aventura, no chupaba la chota como las mejores pero era muy servicial. Le gustaba la pija por todos lados y en todas las poses.
Dotada de un culo que se partía de lo fuerte que estaba que fue estrecho hasta ese sábado.
Dedicatoria: a vos cornudo que estás trabajando en Asunción. Acá la madre de tus hijos anda saltando arriba de varias pijas, solo que está vez se cruzó con una grande que no solo la hizo acabar de manera terrible, sino que le hizo tan fuerte sexo anal que la próxima vez que quieras meter tu pequeña verga en ella, no la va a sentir. Soy el macho alfa que usó a tu esposa por tres horas como su ramera gratuita y la hizo un depósito seminal andante.
A vos cornudo te dedico esta historia, atentamente el que le bajó el short a tu mujer y se la cogió.
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