Mi tía Mónica siempre fue una mujer misteriosa. Tenía treinta y nueve años, trabajaba como secretaria y vivía sola en un departamento pequeño pero elegante. Era una de esas personas que parecía tenerlo todo bajo control: su pelo rubio siempre impecable, su ropa siempre planchada y ese aire de confianza que te hacía pensar que sabía exactamente lo que quería. Aunque nunca hablaba mucho de su vida personal, todos en la familia sabíamos que era independiente y segura de sí misma.
Pero había algo más. Algo que no se veía a simple vista. Mónica tenía curvas que llamaban la atención dondequiera que iba: tetas enormes, un culo redondo y firme, y piernas que parecían no tener fin. Su cabello rubio y ondulado caía sobre sus hombros como una cascada dorada, y sus ojos verdes brillaban con una mezcla de picardía y seguridad. Era una de esas mujeres que podías mirar dos veces sin siquiera darte cuenta.
Un día, me pidió ayuda porque su notebook estaba lenta y sospechaba que tenía virus o malware. "Espero que puedas arreglarlo, nena", me dijo mientras me entregaba el dispositivo con una sonrisa despreocupada. Siempre fui la nerd de la familia, así que acepté sin dudarlo. Me senté frente a su computadora, abrí su sesión y empecé a revisar los archivos. Al principio, todo parecía normal: documentos de trabajo, facturas y algunas fotos familiares. Pero algo llamó mi atención: las notificaciones de Facebook e Instagram parpadeaban constantemente en la esquina de la pantalla. Por curiosidad, decidí echar un vistazo.
Lo que encontré fue impactante. Mi tía, esa mujer aparentemente correcta y dedicada a su trabajo, tenía una doble vida. Chateaba con hombres y mujeres de todo el país —y algunos del extranjero— compartiendo fotos sugerentes, videos cortos y mensajes cargados de erotismo. Entre las imágenes, había fotos de ella en lencería negra, otras completamente desnuda y hasta videos donde posaba frente a la cámara con una sonrisa provocativa. Sus tetas eran enormes, con pezones prominentes que parecían suplicar atención, y su entrepierna depilada invitaba a la fantasía. No podía creer que esta fuera la misma mujer que siempre vi como "mi tía responsable".

Mientras navegaba por sus conversaciones, comencé a sentir un calor extraño en mi vientre. Las palabras de esos hombres y mujeres, combinadas con las fotos y videos de mi tía, despertaron algo dentro de mí. Decidí seguir leyendo.
Chat 1: Diego (45 años, Rosario, Argentina)
Descripción física : En su foto de perfil, Diego aparecía sin camisa, mostrando un torso musculoso lleno de tatuajes. Tenía barba recortada y una mirada intensa que parecía atravesarte.
Chat:
Diego: "Vi tus fotos y casi me da un infarto. Esas tetas... ese culo... necesito verte en persona."
Tía Mónica: "Tranquilo, grandote. Todo a su tiempo 😉"
Diego: "No puedo esperar. Imagino atarte las manos y metértela hasta que grites mi nombre."
Tía Mónica: "Mmm... suena peligroso, pero me encanta el peligro 🖤"
Diego: "Quiero que te pongas a cuatro patas mientras te azoto ese culo perfecto."
Tía Mónica: "Oh, Dios... me estás poniendo tan caliente... ¿Qué más harías?"
Diego: "Te metería hasta el fondo, una y otra vez, mientras vos suplicás que no pare."
En este punto, Diego le envió una foto suya desnudo, mostrando su miembro erecto. Mi tía respondió con una selfie en lencería negra, sus tetas casi saltando del sostén y sus pezones sobresaliendo como si estuvieran suplicando atención. Mis ojos se desviaron hacia la imagen, y sentí un hormigueo entre mis piernas. Sin pensarlo demasiado, mi mano comenzó a moverse bajo la mesa, rozando mi muslo lentamente. La forma en que mi tía coqueteaba con él me hizo imaginarla en situaciones íntimas, y eso solo aumentó mi excitación. Sentí cómo mi respiración se aceleraba, y mis dedos se deslizaron hacia mi sexo, explorando suavemente.
Chat 2: Martín (38 años, Córdoba, Argentina)
Descripción física : Martín era calvo, con anteojos y una expresión seria en su foto de perfil. Parecía el típico contador aburrido, pero sus mensajes decían lo contrario.
Chat:
Martín: "Quiero que uses ese vestido negro ajustado que me enviaste. Imaginate que estoy detrás de vos, controlando cada movimiento."
Tía Mónica: "Oh, Martín... me pones tan caliente cuando hablás así 💦"
Martín: "Baja tu mano derecha ahora mismo. Quiero que te toques pensando en mí."
Tía Mónica: "Lo estoy haciendo... imagino que estás aquí conmigo..."
Martín: "¿Estás mojada? Dímelo."
Tía Mónica: "Sí... estoy empapada, Martín. Necesito que me cojas."
Martín: "Pronto, nena. Cuando nos veamos, voy a hacerte gritar."
Este chat venía acompañado de un video donde mi tía se grababa caminando en tacones altos, balanceando sus caderas exageradamente. Su trasero era hipnótico, y no pude evitar imaginar las escenas que estos hombres describían en sus mensajes. Mis dedos ya no podían quedarse quietos. Comencé a acariciar mi sexo por encima de la ropa, sintiendo cómo mi respiración se volvía más pesada. Cada palabra que leía me excitaba más, y mi mente empezó a llenarse de imágenes de mi tía follando con estos desconocidos. Mis dedos se deslizaron debajo de mis bragas, tocando mi clítoris con movimientos circulares. Gemí suavemente, imaginando que uno de ellos estaba conmigo.
Chat 3: Carlos (50 años, Ciudad de México, México)
Descripción física : Carlos era un empresario retirado, con cabello canoso y ojos verdes. En su foto de perfil, aparecía frente a un yate, luciendo elegante y seguro de sí mismo.
Chat:
Carlos: "Sé que querés que te coja como nadie lo ha hecho antes. ¿Te gustaría que te tome desde atrás?"
Tía Mónica: "Ufff... qué confiado sos. Tal vez tengas razón..."
Carlos: "Cuando estés debajo de mí, gimiendo mi nombre, sabrás que sí."
Tía Mónica: "Mmm... quiero que me llenes entera, Carlos. Hazme tuya."
Carlos: "Imaginate mi verga entrando en vos, lenta pero fuerte. Te voy a hacer gemir como nunca antes."
Carlos le envió una foto suya desnudo, con su miembro duro y listo. Mi tía respondió con un video donde se grababa masturbándose frente a la cámara. Estaba desnuda, con sus piernas abiertas y sus dedos moviéndose con rapidez sobre su clítoris. Gemía suavemente, mirando directamente a la cámara con una expresión de placer absoluto. Verla así fue demasiado para mí. Mis dedos ya estaban dentro de mis bragas, tocándome con urgencia. Sentía cómo mi humedad aumentaba, alimentada por las imágenes y las palabras que leía. Mis dedos se movieron más rápido, y un gemido escapó de mis labios. Estaba tan excitada que apenas podía contenerme.

Chat 4: Valeria (18 años, Buenos Aires, Argentina)
Nada me preparó para el chat que tenía con una chica de mi edad. Valeria era una adolescente de dieciocho años, con cabello castaño y ojos claros. En su foto de perfil, aparecía sonriendo tímidamente, pero sus mensajes revelaban otra cosa. Lo que siguió fue una conversación que me dejó sin aliento, donde mi tía tomó un rol dominante y Valeria se reveló como una sumisa total, dispuesta a obedecer cualquier orden.
Chat:
Valeria: "Hola, Mónica. Vi tus fotos y me volví loca. Quiero aprender de vos."
Tía Mónica: "Así que querés aprender, putita? 😈"
Valeria: "Sí... quiero que me enseñes cómo ser una verdadera mina sucia."
Tía Mónica: "Envíame una foto desnuda y te mostraré quién manda acá."
Valeria le envió una selfie desnuda, mostrando su cuerpo joven y fresco. Sus tetas eran pequeñas pero firmes, y su entrepierna depilada parecía inocente pero seductora. Mi tía respondió con una foto suya desnuda frente al espejo, sus tetas enormes y sus pezones prominentes contrastando con la juventud de Valeria. Luego, continuó el chat:
Tía Mónica: "Eres una putita obediente, ¿verdad? Imaginate que estoy encima de vos, usando mi cinturonga para metértela hasta que grites y llores."
Valeria: "Sí, Mónica... haceme lo que quieras."
Tía Mónica: "Quiero que te toques mientras me hablás. Decime cómo te sentís."
Valeria: "Estoy mojada... tanto que duele. Necesito que alguien me coja ya."
Tía Mónica: "Pobre putita... tan joven y tan desesperada. ¿Sabés lo que haría con vos si estuvieras acá?"
Valeria: "Decimelo... por favor."
Tía Mónica: "Te ataría las manos a la cama y te lamería hasta que supliques clemencia. Después usaría mi cinturonga para desgarrarte esa concha virgen."
Valeria: "Oh, Dios... me estás volviendo loca... quiero que me domines."
Tía Mónica: "Eso voy a hacer, zorrita. Vas a ser mi pequeña esclava sexual. Nadie te va a tocar sin mi permiso."
Valeria: "Sí, Mónica... soy tuya. Hacé lo que quieras conmigo."
Tía Mónica: "Bien dicho, zorrita. Ahora quiero que te metas dos dedos en tu concha mientras me hablás. Decime cómo te sentís."
Valeria: "Estoy tan mojada... puedo sentir cómo me abro para vos."
Tía Mónica: "Buena chica. Ahora imaginate que soy yo dándotela duro con mi cinturonga, mientras te agarro del pelo y te hago gemir como una perra."
Valeria: "Tu cinturonga sería enorme... me ahogaría tratando de complacerte."
Tía Mónica: "Exacto, zorrita. Y si te portás mal, te voy a dejar sin aire hasta que aprendas a obedecer."
Valeria: "Por favor... quiero que me cojas como a una piba desobediente."
Tía Mónica: "Lo voy a hacer, pero primero quiero que te humilles. Envíame un video masturbándote mientras me llamás 'Señora' y decís que sos mi puta personal."
Valeria: "Ahora mismo, Señora..."
Este chat fue el colmo. Ver las fotos de Valeria, tan joven y vulnerable, y las respuestas dominantes de mi tía me excitó como nunca antes. Mis dedos se movieron frenéticamente sobre mi clítoris, imaginando que yo era Valeria, siendo dominada por mi tía. Sentí cómo el orgasmo se construía dentro de mí, una ola gigantesca que amenazaba con arrasar con todo. Cuando llegó, fue devastador. Mis músculos internos se contrajeron violentamente, y un torrente de humedad brotó de mí. Grité sin contenerme, dejando que el sonido resonara en la habitación. Caí sobre la silla, exhausta pero completamente satisfecha.
Pero algo más pasó en ese momento. Mientras recuperaba el aliento, una idea cruzó mi mente: ¿qué se sentiría estar del otro lado? ¿Ser la dominante, la que controla, la que decide? Nunca antes había pensado en eso, pero ahora la idea me intrigaba. Me imaginé a mí misma con una cinturonga, follando a alguna pendeja sumisa, haciéndola gritar y llorar de placer. Guardé esa chispa en mi mente, sabiendo que algún día tal vez querría explorar ese lado de mí.
Después de horas revisando los chats y limpiando la computadora, finalmente terminé el trabajo. La notebook estaba como nueva, sin rastros de virus ni malware. La cerré cuidadosamente y se la llevé a mi tía. Cuando me vio entrar, me sonrió con esa mirada picarona que ya conocía tan bien.
"Gracias, nena. ¿Todo en orden?", preguntó mientras tomaba la notebook de mis manos. Asentí rápidamente, evitando su mirada. Sabía que ella sospechaba algo. O tal vez no solo lo sospechaba.
"Felicitas...", dijo con tono cómplice, "espero que hayas encontrado lo que buscabas allí adentro."
Sentí cómo mi cara se ponía roja de inmediato. Bajé la mirada, nerviosa, pero ella solo sonrió más ampliamente. "No te preocupes, nena. Todos tenemos nuestros secretos, ¿no? Si alguna vez querés hablar de algo... o probar algo nuevo, avisame. Podríamos divertirnos juntas."
Su tono no era de reproche, sino más bien de complicidad. Me dio un guiño antes de girarse y dejar la notebook sobre su escritorio.
Mientras salía de su departamento, no pude evitar pensar en lo que había descubierto. Mi tía no solo era una mujer con deseos ocultos, sino también alguien que sabía cómo manejarlos. Y tal vez, algún día, yo también aprendería a explorar los míos.
Pero había algo más. Algo que no se veía a simple vista. Mónica tenía curvas que llamaban la atención dondequiera que iba: tetas enormes, un culo redondo y firme, y piernas que parecían no tener fin. Su cabello rubio y ondulado caía sobre sus hombros como una cascada dorada, y sus ojos verdes brillaban con una mezcla de picardía y seguridad. Era una de esas mujeres que podías mirar dos veces sin siquiera darte cuenta.
Un día, me pidió ayuda porque su notebook estaba lenta y sospechaba que tenía virus o malware. "Espero que puedas arreglarlo, nena", me dijo mientras me entregaba el dispositivo con una sonrisa despreocupada. Siempre fui la nerd de la familia, así que acepté sin dudarlo. Me senté frente a su computadora, abrí su sesión y empecé a revisar los archivos. Al principio, todo parecía normal: documentos de trabajo, facturas y algunas fotos familiares. Pero algo llamó mi atención: las notificaciones de Facebook e Instagram parpadeaban constantemente en la esquina de la pantalla. Por curiosidad, decidí echar un vistazo.
Lo que encontré fue impactante. Mi tía, esa mujer aparentemente correcta y dedicada a su trabajo, tenía una doble vida. Chateaba con hombres y mujeres de todo el país —y algunos del extranjero— compartiendo fotos sugerentes, videos cortos y mensajes cargados de erotismo. Entre las imágenes, había fotos de ella en lencería negra, otras completamente desnuda y hasta videos donde posaba frente a la cámara con una sonrisa provocativa. Sus tetas eran enormes, con pezones prominentes que parecían suplicar atención, y su entrepierna depilada invitaba a la fantasía. No podía creer que esta fuera la misma mujer que siempre vi como "mi tía responsable".

Mientras navegaba por sus conversaciones, comencé a sentir un calor extraño en mi vientre. Las palabras de esos hombres y mujeres, combinadas con las fotos y videos de mi tía, despertaron algo dentro de mí. Decidí seguir leyendo.
Chat 1: Diego (45 años, Rosario, Argentina)
Descripción física : En su foto de perfil, Diego aparecía sin camisa, mostrando un torso musculoso lleno de tatuajes. Tenía barba recortada y una mirada intensa que parecía atravesarte.
Chat:
Diego: "Vi tus fotos y casi me da un infarto. Esas tetas... ese culo... necesito verte en persona."
Tía Mónica: "Tranquilo, grandote. Todo a su tiempo 😉"
Diego: "No puedo esperar. Imagino atarte las manos y metértela hasta que grites mi nombre."
Tía Mónica: "Mmm... suena peligroso, pero me encanta el peligro 🖤"
Diego: "Quiero que te pongas a cuatro patas mientras te azoto ese culo perfecto."
Tía Mónica: "Oh, Dios... me estás poniendo tan caliente... ¿Qué más harías?"
Diego: "Te metería hasta el fondo, una y otra vez, mientras vos suplicás que no pare."
En este punto, Diego le envió una foto suya desnudo, mostrando su miembro erecto. Mi tía respondió con una selfie en lencería negra, sus tetas casi saltando del sostén y sus pezones sobresaliendo como si estuvieran suplicando atención. Mis ojos se desviaron hacia la imagen, y sentí un hormigueo entre mis piernas. Sin pensarlo demasiado, mi mano comenzó a moverse bajo la mesa, rozando mi muslo lentamente. La forma en que mi tía coqueteaba con él me hizo imaginarla en situaciones íntimas, y eso solo aumentó mi excitación. Sentí cómo mi respiración se aceleraba, y mis dedos se deslizaron hacia mi sexo, explorando suavemente.
Chat 2: Martín (38 años, Córdoba, Argentina)
Descripción física : Martín era calvo, con anteojos y una expresión seria en su foto de perfil. Parecía el típico contador aburrido, pero sus mensajes decían lo contrario.
Chat:
Martín: "Quiero que uses ese vestido negro ajustado que me enviaste. Imaginate que estoy detrás de vos, controlando cada movimiento."
Tía Mónica: "Oh, Martín... me pones tan caliente cuando hablás así 💦"
Martín: "Baja tu mano derecha ahora mismo. Quiero que te toques pensando en mí."
Tía Mónica: "Lo estoy haciendo... imagino que estás aquí conmigo..."
Martín: "¿Estás mojada? Dímelo."
Tía Mónica: "Sí... estoy empapada, Martín. Necesito que me cojas."
Martín: "Pronto, nena. Cuando nos veamos, voy a hacerte gritar."
Este chat venía acompañado de un video donde mi tía se grababa caminando en tacones altos, balanceando sus caderas exageradamente. Su trasero era hipnótico, y no pude evitar imaginar las escenas que estos hombres describían en sus mensajes. Mis dedos ya no podían quedarse quietos. Comencé a acariciar mi sexo por encima de la ropa, sintiendo cómo mi respiración se volvía más pesada. Cada palabra que leía me excitaba más, y mi mente empezó a llenarse de imágenes de mi tía follando con estos desconocidos. Mis dedos se deslizaron debajo de mis bragas, tocando mi clítoris con movimientos circulares. Gemí suavemente, imaginando que uno de ellos estaba conmigo.
Chat 3: Carlos (50 años, Ciudad de México, México)
Descripción física : Carlos era un empresario retirado, con cabello canoso y ojos verdes. En su foto de perfil, aparecía frente a un yate, luciendo elegante y seguro de sí mismo.
Chat:
Carlos: "Sé que querés que te coja como nadie lo ha hecho antes. ¿Te gustaría que te tome desde atrás?"
Tía Mónica: "Ufff... qué confiado sos. Tal vez tengas razón..."
Carlos: "Cuando estés debajo de mí, gimiendo mi nombre, sabrás que sí."
Tía Mónica: "Mmm... quiero que me llenes entera, Carlos. Hazme tuya."
Carlos: "Imaginate mi verga entrando en vos, lenta pero fuerte. Te voy a hacer gemir como nunca antes."
Carlos le envió una foto suya desnudo, con su miembro duro y listo. Mi tía respondió con un video donde se grababa masturbándose frente a la cámara. Estaba desnuda, con sus piernas abiertas y sus dedos moviéndose con rapidez sobre su clítoris. Gemía suavemente, mirando directamente a la cámara con una expresión de placer absoluto. Verla así fue demasiado para mí. Mis dedos ya estaban dentro de mis bragas, tocándome con urgencia. Sentía cómo mi humedad aumentaba, alimentada por las imágenes y las palabras que leía. Mis dedos se movieron más rápido, y un gemido escapó de mis labios. Estaba tan excitada que apenas podía contenerme.

Chat 4: Valeria (18 años, Buenos Aires, Argentina)
Nada me preparó para el chat que tenía con una chica de mi edad. Valeria era una adolescente de dieciocho años, con cabello castaño y ojos claros. En su foto de perfil, aparecía sonriendo tímidamente, pero sus mensajes revelaban otra cosa. Lo que siguió fue una conversación que me dejó sin aliento, donde mi tía tomó un rol dominante y Valeria se reveló como una sumisa total, dispuesta a obedecer cualquier orden.
Chat:
Valeria: "Hola, Mónica. Vi tus fotos y me volví loca. Quiero aprender de vos."
Tía Mónica: "Así que querés aprender, putita? 😈"
Valeria: "Sí... quiero que me enseñes cómo ser una verdadera mina sucia."
Tía Mónica: "Envíame una foto desnuda y te mostraré quién manda acá."
Valeria le envió una selfie desnuda, mostrando su cuerpo joven y fresco. Sus tetas eran pequeñas pero firmes, y su entrepierna depilada parecía inocente pero seductora. Mi tía respondió con una foto suya desnuda frente al espejo, sus tetas enormes y sus pezones prominentes contrastando con la juventud de Valeria. Luego, continuó el chat:
Tía Mónica: "Eres una putita obediente, ¿verdad? Imaginate que estoy encima de vos, usando mi cinturonga para metértela hasta que grites y llores."
Valeria: "Sí, Mónica... haceme lo que quieras."
Tía Mónica: "Quiero que te toques mientras me hablás. Decime cómo te sentís."
Valeria: "Estoy mojada... tanto que duele. Necesito que alguien me coja ya."
Tía Mónica: "Pobre putita... tan joven y tan desesperada. ¿Sabés lo que haría con vos si estuvieras acá?"
Valeria: "Decimelo... por favor."
Tía Mónica: "Te ataría las manos a la cama y te lamería hasta que supliques clemencia. Después usaría mi cinturonga para desgarrarte esa concha virgen."
Valeria: "Oh, Dios... me estás volviendo loca... quiero que me domines."
Tía Mónica: "Eso voy a hacer, zorrita. Vas a ser mi pequeña esclava sexual. Nadie te va a tocar sin mi permiso."
Valeria: "Sí, Mónica... soy tuya. Hacé lo que quieras conmigo."
Tía Mónica: "Bien dicho, zorrita. Ahora quiero que te metas dos dedos en tu concha mientras me hablás. Decime cómo te sentís."
Valeria: "Estoy tan mojada... puedo sentir cómo me abro para vos."
Tía Mónica: "Buena chica. Ahora imaginate que soy yo dándotela duro con mi cinturonga, mientras te agarro del pelo y te hago gemir como una perra."
Valeria: "Tu cinturonga sería enorme... me ahogaría tratando de complacerte."
Tía Mónica: "Exacto, zorrita. Y si te portás mal, te voy a dejar sin aire hasta que aprendas a obedecer."
Valeria: "Por favor... quiero que me cojas como a una piba desobediente."
Tía Mónica: "Lo voy a hacer, pero primero quiero que te humilles. Envíame un video masturbándote mientras me llamás 'Señora' y decís que sos mi puta personal."
Valeria: "Ahora mismo, Señora..."
Este chat fue el colmo. Ver las fotos de Valeria, tan joven y vulnerable, y las respuestas dominantes de mi tía me excitó como nunca antes. Mis dedos se movieron frenéticamente sobre mi clítoris, imaginando que yo era Valeria, siendo dominada por mi tía. Sentí cómo el orgasmo se construía dentro de mí, una ola gigantesca que amenazaba con arrasar con todo. Cuando llegó, fue devastador. Mis músculos internos se contrajeron violentamente, y un torrente de humedad brotó de mí. Grité sin contenerme, dejando que el sonido resonara en la habitación. Caí sobre la silla, exhausta pero completamente satisfecha.
Pero algo más pasó en ese momento. Mientras recuperaba el aliento, una idea cruzó mi mente: ¿qué se sentiría estar del otro lado? ¿Ser la dominante, la que controla, la que decide? Nunca antes había pensado en eso, pero ahora la idea me intrigaba. Me imaginé a mí misma con una cinturonga, follando a alguna pendeja sumisa, haciéndola gritar y llorar de placer. Guardé esa chispa en mi mente, sabiendo que algún día tal vez querría explorar ese lado de mí.
Después de horas revisando los chats y limpiando la computadora, finalmente terminé el trabajo. La notebook estaba como nueva, sin rastros de virus ni malware. La cerré cuidadosamente y se la llevé a mi tía. Cuando me vio entrar, me sonrió con esa mirada picarona que ya conocía tan bien.
"Gracias, nena. ¿Todo en orden?", preguntó mientras tomaba la notebook de mis manos. Asentí rápidamente, evitando su mirada. Sabía que ella sospechaba algo. O tal vez no solo lo sospechaba.
"Felicitas...", dijo con tono cómplice, "espero que hayas encontrado lo que buscabas allí adentro."
Sentí cómo mi cara se ponía roja de inmediato. Bajé la mirada, nerviosa, pero ella solo sonrió más ampliamente. "No te preocupes, nena. Todos tenemos nuestros secretos, ¿no? Si alguna vez querés hablar de algo... o probar algo nuevo, avisame. Podríamos divertirnos juntas."
Su tono no era de reproche, sino más bien de complicidad. Me dio un guiño antes de girarse y dejar la notebook sobre su escritorio.
Mientras salía de su departamento, no pude evitar pensar en lo que había descubierto. Mi tía no solo era una mujer con deseos ocultos, sino también alguien que sabía cómo manejarlos. Y tal vez, algún día, yo también aprendería a explorar los míos.
4 comentarios - Mi tía resulto ser la más puta! (con FOTOS)