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El sabor del claustro parte 2

Mi madre me había encontrado en una situación comprometedora con Susana. No hubo nada que decir yo tenía sus labios bajos en mi boca y la cabeza entre sus piernas mientras me masturbaba, así que ni siquiera intenté defenderme.

para mí madre que se única hija fuera una lesbiana era algo repugnante, y a juzgar por la reacción de papá el estaba de acuerdo, así que era un hecho que no vivirá en su casa más tiempo. aún así ellos no me abandonarían así como así no.pero según mi madre debía agradecer a su caridad Cristiana que no me dejará en la calle así que después de muchas discusiones termine enclaustrada en una escuela católica para señoritas como le decía mi madre con cierto grado de orgullo

Mi madre no me habló cuando me dejaron aquí mi padre por otro lado solo dijo pronto te sentirás mejor como si lo que tuviera fuera un maldito resfriado o algo así yo solo pude asentir mientras veía como se alejaban, poco sabía mi padre a la clase de sitio que me había traído..

A las puertas del claustro me recibió la superiora Clara,una mujer joven de cabello rojizo que se escapaba en mechones rebeldes de su velo negro. Ella era muy hermosa y esbelta aunque su cuerpo lo cubría por completo en ese habito negro que caía hasta sus tobillos. Mi uniforme por suerte era más cómodo una falda a cuadros azules larga hasta las rodillas y una camisa blanca con zapatos negros y calcetas blancas.

La superiora Clara me mostró los jardines y la cocina, también la capilla los corredores y los salones. me explicó que las tareas se turnaban entre las estudiantes y que a todas nos tocaría una parte ya fuera jardinería cocina o limpieza.

Después me llevó a mi habitación sin dirigirme la mirada y hablándome siempre en un tono solemne y serio que mataba las dulces expresiones de su rostro delicado.

En mi habitación me recibieron Esmeralda, una muchacha alta un par de años mayor que yo de cabello rizado y rojo que caía en rizos perfectos sobre su cabeza y Claudia una joven morena algo gordita que me saludo con una sonrisa.

En la habitación había otras díez chicas más o menos de mi edad, la mayoría mayores que yo. Aunque se limitaban a hacer sus tareas solo Claudia y Esmeralda me ayudaron a acoplarme.

Esa noche nos tocó a nosotras y otras cuatro chicas preparar los alimentos durante las charlas me di cuenta que ambas tanto Claudia como Esmeralda habían sido recluidas por sus padres por situaciones parecidas a la mía y según Esmeralda sabía de al menos tras ocho que tenían el mismo antecedente. yo simplemente estaba feliz de no ser la única en ese lugar.

Después de cocinar nos fuimos a la capilla para rezar antes de cenar.normalmente se ofrecía un servicio a cargo de padre Gustavo quien venía todas las tardes para la ocasión, pero debido a que Claudia Esmeralda y yo habíamos tardado más de la cuenta en nuestra tarea, se nos ordenó rezar a solas en la capilla. yo sabía algunos rezos y no me era difícil aprender algo nuevo, aunque Claudia y Esmeralda me ayudaron con algunas partes.

Estábamos terminando cuando escuchamos un silbido agudo que parecía repicar en el aire, Claudia y Esmeralda se miraron con complicidad mientras discutían en voz baja sobre su mostrarme algo o no.

La situación se zanjó con un está bien a ella le gusta no es como las otras Por parte de Claudia.

—Mira Adela este lugar tiene sus secretos y nosotras te vamos a enseñar pero tienes que jurar no decirle a nadie y quedarte calladita que dices— preguntó Esmeralda mirándome a los ojos mientras Claudia en silencio esperaba mi respuesta..

—Si. Esta bien — dije mirando a las dos algo sorprendida ya que no estaba segura de que me iban a enseñar.

—Ok quítate los zapatos y déjalos debajo de la banca— ordenó Esmeralda quitándose los suyos, cosa que Claudia hizo también.

—Ok sentí quitándome los míos..

— este lugar tiene mucho eco y los zapatos hacen mucho ruido— explicó Esmeralda

—siempre lleva calcetines gruesos— sugirió Claudia enseñándome sus calcetas blancas de algodón pesado

—Muy bien debes seguirnos en silencio y no decir nada de lo que vas a ver— ordeno Esmeralda.

—Y no te asustes— río Claudia tendiendome la mano.

Caminamos por los pasillo detrás de la capilla con suavidad felina, se suponía que todas las demás estaban en el comedor y nadie debería estar aquí a esta hora, sin embargo podía escuchar leves lamentos de una conversación lejana que se colaban como murmullos por las paredes de piedra que nos rodeaban.

—Shhh ya casi llegamos al confesionario— señaló Esmeralda mientras Claudia tiraba de mi mano con una anticipación casi eufórica haciendo que soltara un leve gemido.

—de aquí en adelante sin palabras no digas nada y no hagas ningún ruido
—sentenció Esmeralda mirándome con seriedad.

—Tu también Claudia calladita que siempre te emocionas— añadió abriendo lentamente la puerta del confesionario.

Entramos entonces a un cuarto estrecho completamente oscuro y casi vacío salvo por un banquito de madera, apenas cambiamos las tres muy apretadas en la habitación pero solo pudimos nos acomodarnos en silencio sobre el banquito que miraba a una pared de madera por la que se colaban unos haces de Luz roja .

De repente Esmeralda se estiró con suavidad y levantando lo que me pareció una trampilla levemente hizo que un rayo de luz iluminará a medias la habitacion.

Al instante Claudia se pegó a la trampilla tratando de ver al otro lado pero teniendo siempre cuidado de no abrir de más la trampilla, luego Esmeralda la siguió no sin antes señalarme con la cabeza para que las siguiera.

Entonces me incliné como ellas enfocando la mirada detrás de los dos trozos de madera desteñida que se separaban y la vi.

Estaba arrodillada en el suelo como un ángel de mármol casi desnuda de no ser por el vuelo negro que caía en un círculo solemne sobre su espalda pálida.

Era la superiora Clara con sus pechos suaves como uvas colgado suavemente como racimos maduros, pero eso no fue lo que me sorprendió, lo que me sorprendió fue el padre Gustavo con los pantalones en las rodillas y la verga curvada apuntando a los labios de la la superiora, esa verga ganchuda supuraba un líquido lechoso y claro que caía de sus labios.

La verga del padre Gustavo se curvaba cerca de la punta hacia arriba mientras la superiora la olfateaba lamiendo con vulgaridad su punta rosada. la boca de la superiora se abría y chupaba sin tapujos la verga punzante de la punta a la basé, haciendo que el padre Gustavo gimiera mientras daba suaves golpecitos sobre su cabeza, y empujaba a la superiora a llegar más y más profundo

Note entonces que mis compañeras habían empezado a tocarse mientras veían como esa verga ganchuda entraba y salia de la boca Dulce de la superiora Clara.

Yo empecé a masturbarme junto a ellas mirando los gestos obscenos que la superiora hacía mientras lamia y chupaba cada rincón de la entrepierna del padre Gustavo. vi como su garganta se hinchaba con la con la carne palpitante del padre Gustavo entrando esta vez lentamente en la garganta de la superiora, pero había algo diferente, algo que mis compañeras sabían a juzgar por sus gemidos y que yo descubrí poco después.

La superiora inclinó la cabeza hacia atrás dejando qué la verga del padre Gustavo entrará recta hasta el fondo más íntimo de su garganta y con gusto de placer y sacrificio dejó que reposará en el fondo mientras un par de lágrimas brillantes caían por sus mejillas rosadas

Recuerdo que pensé que hermosa puta cuando me vine mirando la escena

El sonido de arcadas agudas que salió de los labios de la superiora Clara fue nuestra señal de alerta para salir en silencio, aunque le di un último vistazo al rostro angelical de la superiora que estaba enrojecido y de cuya boca escurría una mezcla de saliva y semen que se pegaba a sus pechos como una telaraña espesa.

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