Esta es la historia de Ornella, una chica de 18 años que se siente atraída por el novio de su mejor amiga con quien tiene un pasado sin resolver y quien la busca constantemente, rozando lo prohibido y jugando con fuego. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
CAPITULO 1
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Capítulo 5: Terceros en discordia
Con Alejandro las cosas no quedaron para nada bien. Después de nuestra primera noche juntos, él se había puesto algo insistente y hasta llegó a pensar que yo quería algo más con él. Mientras nos encontrábamos desnudos en la habitación de Julia y él me tocaba, esas ideas seguramente se hicieron más fuertes. Es por eso que debió ser un golpe muy duro para él cuando me fui de la habitación, dejándolo con la pija dura y sugiriéndole que se haga una paja para calmar su calentura. Volvió al patio unos diez minutos después, con cara de pocos amigos y se fue a sentar al lado de Esteban que no paraba de reírse de los comentarios que hacía Lorena. No me dirigió la mirada en toda la noche, algo que para mí fue un alivio.
Al día siguiente me mandó un mensaje con el objetivo de hacerme sentir culpable, pero no consiguió lo que estaba buscando. “Me dejaste re mal anoche. Encima que te hice acabar” me escribió como si el hecho de que él me hiciera acabar me obligaba a mí a hacer lo mismo. A pesar de eso, decidí no batallar y le pedí disculpas y le mentí diciéndole que lo había hecho porque había tomado mucho. Le confesé que no sentía nada por él y que no quería arruinar la amistad que teníamos, aunque sabía que ese comentario iba a arruinarlo todo. Alejandro no se lo tomó muy bien y me dijo que había jugado con él y llegó hasta llamarme trola, algo que decidí ignorar pues no era mi objetivo pelearme con él.
Con Germán nos vimos de nuevo durante la semana y tras varios días de no haber tenido sexo, volvimos a hacerlo y yo acabé de una forma increíble, saciando toda mi calentura acumulada. No habíamos vuelto a hacer la posición esa en la que nos acostábamos frente a frente en la cama y nos mirábamos a los ojos, pues me sentía intimidada, pero si habíamos hecho otras cosas y me había dejado en claro que era un gran amante. Me besaba muy bien, me tocaba de una forma increíble y sabía como mover su cuerpo en cada momento. Sin embargo, cuando terminaba el sexo yo no tenía ganas de estar con él. Germán era muy agradable, simpático y buena persona, pero por alguna razón solo quería estar con él para coger y despedirme tras haber hecho lo nuestro. Eso fue lo que hice en esa oportunidad y claramente no se lo tomó muy bien.
- Tengo que irme a hacer unas cosas de la facu.- Le mentí pero no fui nada convincente.
Él no me dijo nada, pero yo me di cuenta que no me creía y que estaba enfadado por el hecho de que yo me fuera tan rápido. Germán no se animaba a decírmelo, pero se estaba enganchando conmigo y no sabía cómo demostrarlo. Yo no sentía lo mismo y eso me preocupaba, pues no quería lastimarlo y mucho menos arruinar lo que teníamos. El problema era que yo tenía a otro hombre en la cabeza y no podía sacármelo de ninguna manera. No dejaba de pensar en Esteban y parecía que el universo tratara de echármelo en la cara. Nos veíamos todos los días y nos hablábamos siempre en la facultad, pero también me escribía por privado para consultarme cosas y hasta sus historias de Instagram me salían siempre en primer lugar.
Carla y Natalia, mis nuevas amigas de la facultad se habían dado cuenta de ello pues las dos notaban la forma en la que yo me comportaba cuando él estaba alrededor. El problema era que mi ex compañera del colegio Valentina, también cursaba con nosotros y ella siempre había sido una de las principales defensoras de la pareja de Mariano y Esteban. Se había puesto súper contenta cuando concretaron y hasta había llegado a decir que nunca iba a haber una pareja más ideal que ellos dos. Era evidente que no podía enterarse de nada y se lo dejé bien en claro a Carla y a Natalia cuando hablamos sobre el tema. Mientras Esteba, Flavio y Nicolás hacían el trabajo en el comedor, nosotras acompañamos a Carla a fumar al balcón y hablamos del tema, aunque yo traté de quitarle importancia.
- Igual, para mí, la tercera en discordia acá es Mariana.- Dijo Natalia luego de que le volviera a contar la historia que había entre nosotros tres.
Es que en realidad, mi relación con Esteban había tenido muchísimos terceros en discordia, principalmente de mi lado. Antes de darnos nuestro primer beso, los dos nos habíamos dado celos con otras personas, él inclusive llegó a besarse con una ex amiga mía del club. Tras la aparición de Mariana, fui yo la que empezó a buscar otros chicos con la idea de darle celos al él, al principio pensando que su relación no iba a funcionar y luego esperando que algo más pasara. De hecho, Alejandro era un tercero en discordia entre nosotros dos, pues yo lo había hecho para hacerle saber a Esteban que había estado con uno de sus amigos. Germán, por el contrario, no lo era, pues mi relación con él permanecía ocultad del novio de mi amiga y no tenía intenciones de hablarle de él para celarlo.
Me di cuenta que algo tenía que hacer para cerrar ese tema, pues era evidente que lo mío con Esteban era algo más que utópico y que no iba a pasar nunca nada entre los dos. Pero el destino seguía jugándome malas pasadas y luego de que Natalia y Nicolás se fueran de la casa de Flavio, donde estábamos haciendo el trabajo, Carla convenció a este de salir a comprar algo. “Vamos todos” sugirió Esteban sin darse cuenta cual era la intención de ella, pero Carla insistió en que él y yo nos quedáramos terminando unas cosas del trabajo mientras que ellos dos iban a comprar algo para comer. La miré con cara de odio, pero la chica no me prestó atención y salió junto al dueño de casa, dejándome sola con el novio de mi mejor amiga.
- No vamos a terminar más esto.- Me dijo y volvió a la computadora para seguir editando el trabajo.
Yo no le respondí y me senté al lado de él para ver lo que estaba escribiendo. Rápidamente me preguntó que había pasado conmigo y con Alejandro la noche que fuimos a la casa de Julia y yo no dudé en decirle que nada había pasado. Le mentí diciéndole que en realidad él había buscado algo pero que yo le cerré la puerta en la cara y me sorprendí al enterarme que Alejandro no había contado nada, a diferencia de nuestro primer encuentro. “Claramente le da vergüenza decir que lo dejé con la pija dura” pensé yo y sonreí por un segundo. Esteban justo giró la cabeza y alcanzó a notar que yo me estaba riendo y me preguntó de qué se trataba. “Nada” le respondí pero su mirada intensa hizo que mi sonrisa se agrandara. Esteban dejó lo que estaba haciendo, giró su cuerpo hacia mí y me preguntó una vez más de qué me reía.
- Me resulta muy loco pensar que vos y yo estuvimos juntos y ahora vos salís con mi mejor amiga y yo… Bueno. Yo estuve con tu mejor amigo.- Le dije bajando un poco la mirada.
- Sí, bueno. Pero lo nuestro fue hace bastante.- Me respondió él riéndose tras mi comentario.
- Puede ser…- Le dije yo que no estaba tan segura de eso.
- Igual me acuerdo de ese beso.- Me contestó rápido Esteban que parecía interesado en que no se cortara el hilo de la conversación.- ¡Me gustó! Besás muy bien.- Agregó entre risas tratando de relajar.
- ¡Callate tarado!- Le respondí yo y amagué a pegarle un correctivo pero él me agarró la mano.
- Lo que sí… Las cosas nunca terminaron de cerrar entre nosotros dos.- Me dijo de golpe y las sonrisas desaparecieron y todo se puso serio.
- ¿Cómo?- Le pregunté yo que no terminaba de entender a qué se refería.
- Y… Digamos que…- Empezó él que no me soltaba la mano.- Yo tenía ganas de estar con vos, vos tenías ganas de estar conmigo y al final nunca estuvimos.
- Nunca estuvimos porque vos te pusiste de novio con mi amiga.- Le dije yo metiendo la pata.
- O sea que si yo no estaba con Mariana… ¿Vos hubieses estado conmigo?- Me preguntó él rápidamente dándose cuenta de mi error.
- No dije eso yo…- Le contesté tratando de soltar mi mano pero Esteban la sujetaba con fuerza.
- Yo creo que sí.- Me respondió él acercándose sutilmente hacia mí.
Volvimos a quedarnos helados, mirándonos fijo a los ojos, él con una suave sonrisa en los labios. Sus ojos color marrón oscuro me atraparon y no pude darme cuenta de que la boca de Esteban estaba cada vez más cerca. Yo estaba helada, no podía moverme y no podía creer lo que estaba por suceder. Se trataba del novio de mi mejor amiga, pero también se trataba del chico que me había tenido atrapada durante muchísimo tiempo. Sus labios estaban muy cerca, sentía su respiración frente a la mía y notaba como me miraba sin siquiera parpadear. Estábamos a punto de besarnos nuevamente, a punto de continuar con lo nuestro que había quedado en pausa desde hacía más de un año.
Todo sucedió tan de golpe que no llegué a entender lo que ocurría hasta que pasaron varios segundos. Escuchamos un ruido de la puerta y automáticamente Esteban me soltó la mano y volvió a mirar a la computadora, dejándome a mi helada y con ganas de probar sus labios. Carla y Flavio entraron de nuevo a la casa y en esa oportunidad acompañados por Valentina, que no dejaba de hacerle bromas al chico. Yo me quedé quieta, mirando al novio de mi mejor amiga por unos segundos y luego me levanté de forma brusca para alejarme de él y alegando que tenía ganas de ir al baño. Cerré la puerta con brusquedad, agarré mi celular y sin pensarlo le mandé un mensaje a la única persona que tenía ganas de ver en ese momento.
Nos tiramos en la cama de forma buscar mientras nos besábamos con ganas. Germán se montó sobre mi cuerpo y comiéndome la boca fue desvistiéndome con sus manos. Sentía sus labios tocar los míos y luego recorrer mi cuello, haciéndome imaginar cómo hubiese sido mi beso con Esteban. No podía sacármelo de la cabeza. La imagen de su rostro acercándose lentamente al mío y el calor de su respiración todavía estaba presente en mi mente. Tan solo había pasado una hora de ese momento y yo no había podido explicarles a mis compañeros de la facultad el hecho de haberme ido de golpe con un chico que ellos no conocían que pasó a buscarme por la casa de Flavio. Germán ya no era un desconocido para ellos, ahora sabían de su existencia y de que me estaba acostando con él. Germán se había convertido, ahora sí, en un tercero en discordia.
Cuando me sacó toda la ropa, fue bajando con sus labios por todo mi cuerpo hasta llegar a mi entrepierna. Besó mis muslos de la forma suave y cálida en la que él sabía besarme, para luego pasar su lengua por sobre mi conchita y hacerme temblar de los pies a la cabeza. “¡Como me gustás, nena!” me dijo al escuchar una risita pícara que no pude contener luego de que él volviera a pasar su lengua por mi cuerpo. Me encantaba como lo hacía, como me calentaba poco a poco y como me iba subiendo la temperatura hasta dejarme prendida fuego. Volvió a pasar su lengua por mi conchita, deteniéndola unos segundos sobre mi clítoris y haciéndome temblar la cintura, amagando a cerrar las piernas las cuales él mantuvo abiertas con sus manos.
El sexo oral siguió y fue aumentando mucho más. Germán me lamía los labios en forma de círculos y luego lo hacía de un lado al otro, subiendo y bajando su boca por toda mi entrepierna. Cuando llegaba a mi clítoris y lo chupaba con intensidad, yo no podía aguantarme las ganas de gemir y lo hacía haciéndole saber que estaba dando en el blanco. Mi cuerpo temblaba, sentía un cosquilleo por toda mi espalda y notaba como mis piernas amagaban a cerrarse una y otra vez, a pesar de que él las seguía abriendo con sus firmes manos. Una de estas, poco a poco, se fue trasladando al centro y cuando yo ya estuve toda empapada de jugos y saliva, metió uno de sus dedos adentro mío y empezó a cogerme con este. Sin dejar de lamerme el clítoris, sumó a la ola de placer el movimiento que hacía con su mano, metiendo y sacando uno de sus dedos de adentro de mi cuerpo.
- ¡Me encanta escucharte gemir así!- Me dijo cuando yo no pude contener un grito de placer y terminé llevándome las manos a la boca.
Cuando estuve toda empapada y mi calentura había llegado al máximo, le pedí a Germán que se acueste boca arriba en el centro de la cama y yo me acomodé entre sus piernas, cambiando de lugar. Sujeté su pija bien dura con mis dos manos y empecé a pajearlo lentamente mientras lo miraba fijo a los ojos. “¡Ufff sí! ¡Así!” decía él que se había llevado las manos a la nuca y me observaba con una sonrisa en el rostro. Bajé mi cabeza y le besé la cintura, las abdominales y los muslos, acercándome poco a poco a su verga que estaba muy al palo. Cuando ya no pude contenerme las ganas, saqué una de mis manos para darme lugar y sin dejar de pajearlo, abrí la boca para tragármela toda.
Empecé a chupársela con ganas, sin dar vueltas y moviendo mi cabeza hacia arriba y hacia abajo a toda velocidad. Los gemidos de placer de mi amante no tardaron en llegar y estos me motivaban a seguir haciendo lo que estaba haciendo. Le pasaba mi lengua por todos lados, la movía de un lado al otro y con mis labios subía y bajaba por su enorme pija, que latía entre mis dedos. De golpe Germán cerró los ojos color marrón claro y fue allí cuando la mayor diferencia que tenía con Esteban desapareció. El morbo se apoderó de mí, mi mente fue mucho más allá de lo que alguna vez había ido y sentí por unos segundos que le estaba comiendo la verga al novio de mi mejor amiga. Este pensamiento me motivó mucho más que sus gemidos y lo seguí haciendo como loca, probándola por todos lados, pasándole la lengua por los costados y saboreándola hasta el último lugar.
- ¡Ay sí, Orne!- Gimió él y su voz me hizo salir de mi fantasía.
Estaba muy caliente, muy excitada y con muchas ganas de coger. Antes de que pudiera hacer algo, me senté sobre la cintura de Germán y me clavé su gruesa pija en mi conchita totalmente mojada. Él apoyó sus manos en mi cadera en el mismo momento que yo empecé a moverme hacia adelante y hacia atrás, disfrutando de esa enorme pija bien gruesa. Pasaba mis manos por todo su cuerpo, disfrutando de sus músculos marcados y calentándome con ellos. Me encantaba, estaba buenísimo, pero sus ojos de diferente color me distraían y fue por eso que decidí cerrar los míos y dejarme llevar por mi cabeza. Fue tan solo un segundo, pero cuando lo hice, pude sentir que quien estaba debajo de mí era en realidad el chico con el que casi me había besado esa misma noche.
“¡Así, dale! ¡Me encanta!” volvió a hablar Germán cortándome de mi fantasía una vez más y cuando abrí los ojos tuve que parpadear varias veces para distinguir su sonrisa de la de Esteban. Eran tan parecidos que me costaba creer que no fuesen familia. Pero yo no podía dejar de cabalgarlo, de moverme como loca encima de él, de sentir su pija adentro de mi cuerpo. Me excitaba muchísimo su cuerpo y seguía recorriéndolo con mis manos al mismo tiempo que él hacía lo propio con las suyas. Mi cintura ahora subía y bajaba, provocando que su verga entrara y saliera de mi cuerpo con cada movimiento que daba. Yo gemía, lanzaba suspiros de placer que indicaban lo mucho que me gustaba estar cogiéndome a ese pibe que tenía ahí para mí.
Cambiamos de posición y yo me puse en cuatro y él se colocó detrás de mí. Me tomó de la cintura con ambas manos y tras meter su pija bien gruesa adentro de mi cuerpo, comenzó a embestirme una y otra vez, dejando de lado su fase tierna y dando lugar a su dureza. “¡Qué hermosa que sos pendeja! ¡Cómo me calentás!” me decía y a pesar de que esos comentarios me volvía loca, no era su voz la que quería escuchar en ese momento. Su pija entraba y salía de mi conchita una y otra vez y yo gemía como loca sintiendo el placer invadir todo mi cuerpo. Notaba como su cadera embestía contra mi cola y como sus dedos apretaban mi cuerpo haciéndome notar su presencia. Pero yo quería verlo, quería mirarlo y dejar que mi imaginación me llevara a estar con él, con el chico con el que de verdad quería estar.
Fue entonces cuando le propuse hacer la pose que a él tanto le gustaba y no pudo evitar una expresión de sorpresa luego de escuchar mi propuesta. “Pensé que no te gustaba” me dijo teniendo en cuenta que se la había rechazado las veces anteriores. Me acosté de lado en la cama y él hizo lo mismo en frente mío, mirándome fijo a los ojos. Pegó su cuerpo contra el mío y entrelazamos nuestras piernas, abriendo yo las mías para que él pudiera meter su verga en mi cuerpo. Cuando lo hizo, me abrazó fuertemente y me besó de una manera muy apasionada, metiendo su lengua en mi boca y jugando por unos segundos con la mía. Yo clavé una de mis manos en su pecho y con la otra envolví su cabeza, apoyándola sobre su oreja que estaba hacia arriba. Esta mano iba a ir moviéndose poco a poco hacia su rostro.
Germán comenzó a dar unos leves movimientos hacia adelante y hacia atrás, haciéndome sentir su pija en todo momento. La misma entraba y salía de mi cuerpo empapado y por alguna razón me encantaba. Pero seguía estando el mismo problema, nuestras miradas no dejaban de conectar y esos ojos color marrón me desconcentraban. Fue por eso que bajé mi mano y con esta tapé sus ojos, algo que a él le gustó por la sonrisa que dibujó segundos más tarde. Claramente no entendía porque lo hacía, seguro pensaba que era un morbo mío, pero en realidad era para poder imaginarme mejor al novio de mi amiga.
Su rostro estaba frente al mío, su boca era la que estaba besando y su cuerpo el que me penetraba una y otra vez, cada vez más rápido. Noté como mi morbo se engrandecía y como mi mente se dejaba llevar por lo que veía, haciéndome notar una calentura mucho mayor. Ese beso que no se había dado hacía una hora se estaba dando en ese momento, pues estaba convencida que eran los labios de Esteban los que estaba besando. Estaba convencida que era él quien me cogía cada vez más fuerte y más duro. Su cuerpo rozaba el mío con cada movimiento y nuestras caderas se unían en un vaivén de placer. El novio de mi mejor amiga me cogía como yo siempre había querido que lo hiciera y el placer de esa situación me había puesto a gemir como loca.
- ¡Ay sí! ¡Dale! ¡Cogeme! ¡Dale!- Gritaba envuelta en una ola de placer mientras le tapaba los ojos y le miraba el rostro.
Empecé a sentir como mis piernas temblaban, como mi cintura se movía en todas direcciones y como mis brazos se debilitaban. El orgasmo invadió todo mi ser y mis gritos se volvieron mucho más fuertes y se convirtieron en gemidos continuos que iban al mismo ritmo que la cintura de mi amante. ¡Era Esteban! Era él quien me estaba haciendo acabar de esa manera increíble y quien seguía metiéndome y sacándome la pija de mi concha totalmente empapada. El novio de mi mejor amiga me estaba haciendo acabar de una forma única y yo se lo hacía saber con gritos de placer y con movimientos eléctricos que parecían no detenerse.
Germán empezó a gemir y me hizo volver a la realidad. Le saqué la mano de los ojos y vi que estos estaban cerrados y que su rostro había cambiado. Segundos después de haberme hecho llegar al clímax de la noche, acabó adentro de mi cuerpo, llenándome la conchita de semen. Se detuvo lentamente y nos quedamos mirándonos a los ojos por unos segundos, haciéndome saber que siempre había estado con él y que en realidad Esteban solo había sido parte de mi mente. Me besó con ganas pero yo corté él beso y le dije que quería ir a bañarme para limpiarme un poco. Germán volvió a poner esa cara de decepción que había puesto la última vez que habíamos estado juntos, pero yo no le hice caso. Me levanté, fui al baño y seguí pensando en el novio de mi mejor amiga. No podía sacarme a Esteban de la cabeza.
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