Anteriormente les relaté como y cuando comencé en el incesto con mi madre, desde su accidente hasta nuestra convivencia en el sexo. Llevábamos dos meses viviendo juntos, nuestra relación giraba en torno al sexo. Cogíamos cada vez que podíamos. Ella se estaba recuperando de la pierna y me gustaba masajearla, siempre terminaba esos masajes con ella acostada boca abajo en la cama y yo con la cabeza hundida en el culo, chupándolo por largo tiempo, era su forma de relajarse y el momento en que se le ocurrían las ideas más alocadas, de esas ideas surgió la propuesta de sumar a nuestro juego a Elena.
En uno de esos largos monólogos me sorprende con una idea.
-Tengo una idea que te va a gustar, pero todavía no sé cómo llevarla a cabo. Quiero que Elena tenga sexo con nosotros, que seamos tres en la cama. Somos amigas desde muy chicas y la conozco más que ella a sí misma. Sé que el sexo le parte la cabeza, pero está frustrada.
-Pero es muy seria, nunca la escuché hablar de sexo, ni insinuarlo.
-Sé lo que siempre quiso, pero después de casarse es como si se hubiese apagado, el marido es un estúpido, muy conservador y peor después de tener a sus mellizos.
-Yo veo que se llevan bien.
-Son todas apariencias, ella me cuenta todo, él quería casarse para tener hijos, para complacer a su madre, una vieja hija de puta, pero millonaria. Elena lo conoció desde muy joven, aunque sabía que era muy apegado a la madre y que ella lo manejaba, pensaba que después de casados todo iba a ser diferente, pero se equivocó.
-Pero que tiene que ver con el sexo, tal vez se llevaban bien en la cama, cogen bien.
-No, todo lo contrario, esa es su mayor frustración. Aunque no lo puedas creer, Elena es virgen del culo.
-jajaja ¿Cómo sabes?
-Es lo primero que le pregunte después que se casó, siempre me contaba que se lo guardaba para la noche de bodas, pero no tuvo suerte. Jorge es un estúpido, siempre le dice que ese agujero no se hizo para tener sexo.
-jajaja lo que se pierde.
-Tenés razón, lo que se pierde, tiene un culo hermoso y un agujero apretado, un día nos estábamos duchando en un vestuario y nos ayudamos a enjabonar, no me pude resistir y le metí el dedo en el culo, dio un largo suspiro, pero me tomó de la mano y se sacó el dedo, reímos lo tomamos como un juego, mientras me decía que lo quería guardar para Jorge.
-Pero que piensas hacer con Elena
-Quiero que le rompas el culo, que le metas esa enorme cabeza, que no se pueda volver a sentar. Sé que va a ser difícil, pero no imposible.
-Parece que la querés ver sufrir
-Al contrario, quiero que recuerde cuando le dilatamos el ano, siempre fue su sueño, creo que lo vamos a lograr.
-Pero ¿cómo vamos a hacer?
-Te cuento cual es mi idea. Yo la voy a llamar para que pase el fin de semana que viene con nosotros, le voy a decir que el marido vaya con su mamá y lleve a los mellizos, ella muere por sus nietos, pero a Elena no la quiere ni ver y el marido con tal de complacer a su madre seguro que no se va a negar.
-Pero ¿qué le va a decir al marido, para que va a venir con nosotros?
-Que le diga que me tiene que ayudar con la pierna, cualquier excusa lo va a convencer
La conversación me excito, apenas saqué la cara del culo no pude resistir en meterle la pija hasta el fondo y estuvimos cogiendo por media hora.
Mi madre no perdió el tiempo. Luego de ducharnos agarró el teléfono y llamó a Elena, estuvieron hablando como una hora, entre risas y divagues, la invitó a pasar el fin de semana con nosotros, no tardó mucho en convencerla, aunque quedo en confirmarle.
Pasaron tan solo dos horas y Elena le devuelve el llamado, nuevamente hablaron por un largo rato, le pregunta si podía estar con nosotros cuatro días, ya que su marido quería pasar esos días con su madre, mi madre enseguida le dijo que el tiempo que sea, todo andaba sobre rieles, el plan de mi madre había comenzado.
Ahora mi duda era como le contaría mi madre que yo me la estaba cogiendo. Bueno no fue tan complicado como parece. Ahora les cuento.
Llego el día en que viene a casa Elena, era alrededor de las 10 h del viernes, llega vestida con un pantalón jean desgastado y una remera blanca, con una pequeña mochila donde trae ropa para pasar esos días. Alejandra, mi madre, abre la puerta y la saluda con un largo beso en la boca, Elena se sorprende, pero no la enoja, se ríe. Me ve y viene a saludarme, me da un fuerte abrazo, puedo sentir sus firmes pezones apretar mi pecho, la reacción fue casi instantánea en mi pija, una incipiente erección empujaba mi pantalón, pero me trato de tranquilizar el día recién empezaba.
Ellas conversaban mientras preparaban la comida, luego almorzamos y seguían hablando, yo las escuchaba mientras el tono de la conversación iba subiendo, especialmente por mi madre que todo lo llevaba al terreno sexual. Cuando agarraba un pepino, se lo mostraba y le decía que lindo se sentiría por atrás o tomaba unas naranjas con las manos y las chupaba mientras decía que eran los huevos del hombre que le gustaba. Elena se reía, pero se la notaba avergonzada porque yo las escuchará hablar así, se notaba en sus mejillas coloradas y en su miraba que apartaba de la mía rápidamente.
Mi madre no quiso perder tiempo, empezó con su plan, como una araña para atraer a su red a un insecto.
Alejandra: Matías, ya es la hora del masaje. Elena ¿lo puedes ayudar?
Elena: Si, no hay problema, en que lo ayudo.
Alejandra: ¿Puedes ir al baño a traerme unas toallas para poner sobre la cama? No quiero que se ensucie con la crema. Te esperamos en la habitación
Elena: Ahora las busco y voy.
Vamos a la habitación y en voz baja me cuenta que íbamos a hacer
Alejandra: Voy a esperar a que vuelva y me empiezo a sacar toda la ropa, mientras vos haces que preparas las cremas para el masaje. Masajéame todo el cuerpo, después masturbarme y vemos cómo reacciona.
Yo: dale, le voy a dar un espectáculo. ¿Cuál crema uso?
Alejandra: Cualquiera, esa corporal puede servir.
Esperamos un minuto y vuelve con dos toallas en las manos.
Elena: ¿Éstas pueden servir?
Alejandra: Sí, esas sirven, colócalas sobre la cama estiradas mientras me desvisto
Mi madre primero se saca la remera y se desprende el corpiño, quedando en tetas. Yo miraba la cara de Elena y veo como abre los ojos como sorprendida y enseguida se sonroja, pero no podía sacar la vista de Alejandra. Mi madre sigue con total naturalidad, se baja el pantalón y queda con una tanga blanca, que enseguida se saca, quedando completamente desnuda. Elena la sigue mirando e intenta decir algo.
Elena: Pero, p…. ¿sin nada?
Alejandra: ¿Qué cosa?
Elena: Sin ropa
Alejandra: Claro, como me va a dar un masaje, no me digas que te da vergüenza.
Elena: No, no, pero es Matías.
Alejandra: Que mejor que me toque mi hijo. Relájate y mira el mejor masaje que un hijo le puede dar a su madre.
Elena ya no podía decir nada, no le salían palabras, se le dibujaba una sonrisa nerviosa en la cara, se sienta a unos pocos centímetros de la cama, en una silla de mimbre, mi madre ya estaba recostada boca abajo sobre las toallas para ofrecer su cuerpo a mis manos. El olor que desprendía el cuerpo de mi madre en esa pequeña habitación enviciaba el aire de sexo.
Comiendo a masajear su espalda hasta dejarla brillosa, luego hago lo mismo por otros minutos con sus piernas hasta que subo al culo y se lo empiezo a manosear. Ya saben cómo es el culo de mi madre, firme y redondo, le dejo los glúteos brillosos como dos bolas de boliche, el silencio en la habitación sólo era roto por la fricción de mis manos y la respiración cada vez más profunda de Elena.
Deslizo mis manos al centro del culo y meto un dedo en el ano, la empiezo a masturbar. Mi madre empieza a agitarse y gemir muy despacio. Miro a Elena, respiraba muy fuerte, se desabrocha el botón superior del jean y con los ojos cerrados se lleva los dedos a la vagina, se estaba masturbando, hasta que empieza a temblar de la excitación, de pronto en su entrepierna se empieza a extender una mancha de humedad mientras gime, había eyaculado, mi madre ya pegaba pequeños gritos y se contorsionaba en la cama.
De pronto, Elena abre los ojos y entra en conciencia de la situación, nos mira avergonzada y agitada, como no sabiendo donde está. Mientras se tocaba el pantalón mojado nos pide perdón.
Elena: perdón, perdón, perdón, yo no quise…
Alejandra: ¿Por qué perdón?, no seas tonta, no pasa nada. Vamos Matías, métemela
No tardo ni un segundo en quedar desnudo y con la pija parada, no me cuesta nada penetrarla por el ano, empujo con fuerza y se la saco varias veces, era la primera vez que alguien me veía coger y menos con mi madre, Elena no pudo evitar meterse la mano en el pantalón nuevamente y volver a masturbarse, eyaculaba de tal manera que parecía mearse, el jean estaba casi todo mojado, no paraba de gemir, sus ojos estaban en blanco. No puedo aguantar más, saco la pija y eyaculo sobre la espalda de mi madre.
Quedamos exhaustos sobre la cama mirando a Elena, que de a poco empezaba a entrar en sí.
Alejandra: ¿te gusto? ¿quieres probar por el culo?
Elena: No puedo, esto está mal.
Alejandra: No seas tonta, él no es tu marido. Matías te puede hacer feliz. Dale
Mi madre se levanta de la cama, la toma de un brazo y la tira sobre la cama, Elena parecía no tener voluntad propia. Alejandra toma por los costados el jean desbrochado y mojado y se lo saca, con el sale también su ropa interior, luego le saca su remera y la deja desnuda. El olor de Elena era diferente, una mezcla a perfume, transpiración y orín, no tenía la vagina completamente depilada, si un prolijo triangulo sobre sus rojos labios vaginales.
Mi madre y yo nos arrojamos como dos animales salvajes sobre su presa, fue casi por instinto, los dos a la vez la comenzamos a chupar por todos lados, especialmente su vagina. Tenía un sabor exquisito, no podíamos parar de chupar, cada lengüetazo sobre su vagina la hacía gemir, hasta que mi madre la toma de la cadera y la deja boca abajo.
Ahora nuestro objetivo era el ano de Elena, yo fui el primero en posar la lengua sobre ese hermoso agujero, un sabor un tanto amargo que se diluía con cada pasada, hasta dejarlo muy lubricado para mi madre. Alejandra empieza a empujar sobre el apretado agujero con el dedo índice, hasta que logra meterlo, Elena paga un gemido lo que hace tomar coraje a mi madre para meterlo bien profundo. El dedo entraba y salía a escasos centímetros de mi cara, aunque no salía muy limpio, yo ayudaba a lubricar con saliva, me perecía un manjar. Mi madre logra meter dos dedos y la empieza a masturbar con más fuerza, Elena empieza nuevamente a eyacular un largo chorro en cada metida.
Luego de un rato mi madre me mira y con la cabeza me hace un gesto, como diciendo, es tu turno. No espero más, me arrodillo sobre la cama y arrimo el pene al esfínter, mi glande parecía imposible de poder entrar, pero empiezo a empujar, empujo y empujo, pero no cede, mi madre acariciaba la espalda de Elena. Mi madre me mira y sin decir nada, con un cabezazo en el aire me indica que lo haga con más fuerza, le hago caso. Empujo fuerte y ano empieza a ceder, lo hago más fuerte y cuando Elena pega un grito, logro meter la cabeza. Mi madre la empieza a besar en la boca y la acaricia para que se calme y me vuelve a indicar que siga. Ya no había vuelta atrás, empujo con más fuerza y le meto toda la pija de un saque.
Elena ya estaba ensartada por el culo, ahora empiezo con el bailoteo sin sacarla del culo, con cada embestida ella pagaba un grito. Nunca imaginé que una mujer se excitará tanto con una pija en el culo, no paraba de chorrear, parecían litros que le salían, hasta que después de diez minutos no aguanto más y eyaculo dentro de sus entrañas. Cuando saco la pija, le dejo el ano chorreando semen mientras tiraba unos pequeños y burbujeantes peditos.
Quedamos los tres extenuados sobre la cama, deshidratados, mirando el techo y riendo. Fue el primer día y no paramos de coger en esos cuatros días. Elena quedo con el culo dilatado como nunca lo había tenido. Desde ese momento, Elena descubrió otra vida y cada vez que puede se escapa a tener sexo con nosotros, su nueva pasión es el sexo anal y la nuestra es complacerla.
En uno de esos largos monólogos me sorprende con una idea.
-Tengo una idea que te va a gustar, pero todavía no sé cómo llevarla a cabo. Quiero que Elena tenga sexo con nosotros, que seamos tres en la cama. Somos amigas desde muy chicas y la conozco más que ella a sí misma. Sé que el sexo le parte la cabeza, pero está frustrada.
-Pero es muy seria, nunca la escuché hablar de sexo, ni insinuarlo.
-Sé lo que siempre quiso, pero después de casarse es como si se hubiese apagado, el marido es un estúpido, muy conservador y peor después de tener a sus mellizos.
-Yo veo que se llevan bien.
-Son todas apariencias, ella me cuenta todo, él quería casarse para tener hijos, para complacer a su madre, una vieja hija de puta, pero millonaria. Elena lo conoció desde muy joven, aunque sabía que era muy apegado a la madre y que ella lo manejaba, pensaba que después de casados todo iba a ser diferente, pero se equivocó.
-Pero que tiene que ver con el sexo, tal vez se llevaban bien en la cama, cogen bien.
-No, todo lo contrario, esa es su mayor frustración. Aunque no lo puedas creer, Elena es virgen del culo.
-jajaja ¿Cómo sabes?
-Es lo primero que le pregunte después que se casó, siempre me contaba que se lo guardaba para la noche de bodas, pero no tuvo suerte. Jorge es un estúpido, siempre le dice que ese agujero no se hizo para tener sexo.
-jajaja lo que se pierde.
-Tenés razón, lo que se pierde, tiene un culo hermoso y un agujero apretado, un día nos estábamos duchando en un vestuario y nos ayudamos a enjabonar, no me pude resistir y le metí el dedo en el culo, dio un largo suspiro, pero me tomó de la mano y se sacó el dedo, reímos lo tomamos como un juego, mientras me decía que lo quería guardar para Jorge.
-Pero que piensas hacer con Elena
-Quiero que le rompas el culo, que le metas esa enorme cabeza, que no se pueda volver a sentar. Sé que va a ser difícil, pero no imposible.
-Parece que la querés ver sufrir
-Al contrario, quiero que recuerde cuando le dilatamos el ano, siempre fue su sueño, creo que lo vamos a lograr.
-Pero ¿cómo vamos a hacer?
-Te cuento cual es mi idea. Yo la voy a llamar para que pase el fin de semana que viene con nosotros, le voy a decir que el marido vaya con su mamá y lleve a los mellizos, ella muere por sus nietos, pero a Elena no la quiere ni ver y el marido con tal de complacer a su madre seguro que no se va a negar.
-Pero ¿qué le va a decir al marido, para que va a venir con nosotros?
-Que le diga que me tiene que ayudar con la pierna, cualquier excusa lo va a convencer
La conversación me excito, apenas saqué la cara del culo no pude resistir en meterle la pija hasta el fondo y estuvimos cogiendo por media hora.
Mi madre no perdió el tiempo. Luego de ducharnos agarró el teléfono y llamó a Elena, estuvieron hablando como una hora, entre risas y divagues, la invitó a pasar el fin de semana con nosotros, no tardó mucho en convencerla, aunque quedo en confirmarle.
Pasaron tan solo dos horas y Elena le devuelve el llamado, nuevamente hablaron por un largo rato, le pregunta si podía estar con nosotros cuatro días, ya que su marido quería pasar esos días con su madre, mi madre enseguida le dijo que el tiempo que sea, todo andaba sobre rieles, el plan de mi madre había comenzado.
Ahora mi duda era como le contaría mi madre que yo me la estaba cogiendo. Bueno no fue tan complicado como parece. Ahora les cuento.
Llego el día en que viene a casa Elena, era alrededor de las 10 h del viernes, llega vestida con un pantalón jean desgastado y una remera blanca, con una pequeña mochila donde trae ropa para pasar esos días. Alejandra, mi madre, abre la puerta y la saluda con un largo beso en la boca, Elena se sorprende, pero no la enoja, se ríe. Me ve y viene a saludarme, me da un fuerte abrazo, puedo sentir sus firmes pezones apretar mi pecho, la reacción fue casi instantánea en mi pija, una incipiente erección empujaba mi pantalón, pero me trato de tranquilizar el día recién empezaba.
Ellas conversaban mientras preparaban la comida, luego almorzamos y seguían hablando, yo las escuchaba mientras el tono de la conversación iba subiendo, especialmente por mi madre que todo lo llevaba al terreno sexual. Cuando agarraba un pepino, se lo mostraba y le decía que lindo se sentiría por atrás o tomaba unas naranjas con las manos y las chupaba mientras decía que eran los huevos del hombre que le gustaba. Elena se reía, pero se la notaba avergonzada porque yo las escuchará hablar así, se notaba en sus mejillas coloradas y en su miraba que apartaba de la mía rápidamente.
Mi madre no quiso perder tiempo, empezó con su plan, como una araña para atraer a su red a un insecto.
Alejandra: Matías, ya es la hora del masaje. Elena ¿lo puedes ayudar?
Elena: Si, no hay problema, en que lo ayudo.
Alejandra: ¿Puedes ir al baño a traerme unas toallas para poner sobre la cama? No quiero que se ensucie con la crema. Te esperamos en la habitación
Elena: Ahora las busco y voy.
Vamos a la habitación y en voz baja me cuenta que íbamos a hacer
Alejandra: Voy a esperar a que vuelva y me empiezo a sacar toda la ropa, mientras vos haces que preparas las cremas para el masaje. Masajéame todo el cuerpo, después masturbarme y vemos cómo reacciona.
Yo: dale, le voy a dar un espectáculo. ¿Cuál crema uso?
Alejandra: Cualquiera, esa corporal puede servir.
Esperamos un minuto y vuelve con dos toallas en las manos.
Elena: ¿Éstas pueden servir?
Alejandra: Sí, esas sirven, colócalas sobre la cama estiradas mientras me desvisto
Mi madre primero se saca la remera y se desprende el corpiño, quedando en tetas. Yo miraba la cara de Elena y veo como abre los ojos como sorprendida y enseguida se sonroja, pero no podía sacar la vista de Alejandra. Mi madre sigue con total naturalidad, se baja el pantalón y queda con una tanga blanca, que enseguida se saca, quedando completamente desnuda. Elena la sigue mirando e intenta decir algo.
Elena: Pero, p…. ¿sin nada?
Alejandra: ¿Qué cosa?
Elena: Sin ropa
Alejandra: Claro, como me va a dar un masaje, no me digas que te da vergüenza.
Elena: No, no, pero es Matías.
Alejandra: Que mejor que me toque mi hijo. Relájate y mira el mejor masaje que un hijo le puede dar a su madre.
Elena ya no podía decir nada, no le salían palabras, se le dibujaba una sonrisa nerviosa en la cara, se sienta a unos pocos centímetros de la cama, en una silla de mimbre, mi madre ya estaba recostada boca abajo sobre las toallas para ofrecer su cuerpo a mis manos. El olor que desprendía el cuerpo de mi madre en esa pequeña habitación enviciaba el aire de sexo.
Comiendo a masajear su espalda hasta dejarla brillosa, luego hago lo mismo por otros minutos con sus piernas hasta que subo al culo y se lo empiezo a manosear. Ya saben cómo es el culo de mi madre, firme y redondo, le dejo los glúteos brillosos como dos bolas de boliche, el silencio en la habitación sólo era roto por la fricción de mis manos y la respiración cada vez más profunda de Elena.
Deslizo mis manos al centro del culo y meto un dedo en el ano, la empiezo a masturbar. Mi madre empieza a agitarse y gemir muy despacio. Miro a Elena, respiraba muy fuerte, se desabrocha el botón superior del jean y con los ojos cerrados se lleva los dedos a la vagina, se estaba masturbando, hasta que empieza a temblar de la excitación, de pronto en su entrepierna se empieza a extender una mancha de humedad mientras gime, había eyaculado, mi madre ya pegaba pequeños gritos y se contorsionaba en la cama.
De pronto, Elena abre los ojos y entra en conciencia de la situación, nos mira avergonzada y agitada, como no sabiendo donde está. Mientras se tocaba el pantalón mojado nos pide perdón.
Elena: perdón, perdón, perdón, yo no quise…
Alejandra: ¿Por qué perdón?, no seas tonta, no pasa nada. Vamos Matías, métemela
No tardo ni un segundo en quedar desnudo y con la pija parada, no me cuesta nada penetrarla por el ano, empujo con fuerza y se la saco varias veces, era la primera vez que alguien me veía coger y menos con mi madre, Elena no pudo evitar meterse la mano en el pantalón nuevamente y volver a masturbarse, eyaculaba de tal manera que parecía mearse, el jean estaba casi todo mojado, no paraba de gemir, sus ojos estaban en blanco. No puedo aguantar más, saco la pija y eyaculo sobre la espalda de mi madre.
Quedamos exhaustos sobre la cama mirando a Elena, que de a poco empezaba a entrar en sí.
Alejandra: ¿te gusto? ¿quieres probar por el culo?
Elena: No puedo, esto está mal.
Alejandra: No seas tonta, él no es tu marido. Matías te puede hacer feliz. Dale
Mi madre se levanta de la cama, la toma de un brazo y la tira sobre la cama, Elena parecía no tener voluntad propia. Alejandra toma por los costados el jean desbrochado y mojado y se lo saca, con el sale también su ropa interior, luego le saca su remera y la deja desnuda. El olor de Elena era diferente, una mezcla a perfume, transpiración y orín, no tenía la vagina completamente depilada, si un prolijo triangulo sobre sus rojos labios vaginales.
Mi madre y yo nos arrojamos como dos animales salvajes sobre su presa, fue casi por instinto, los dos a la vez la comenzamos a chupar por todos lados, especialmente su vagina. Tenía un sabor exquisito, no podíamos parar de chupar, cada lengüetazo sobre su vagina la hacía gemir, hasta que mi madre la toma de la cadera y la deja boca abajo.
Ahora nuestro objetivo era el ano de Elena, yo fui el primero en posar la lengua sobre ese hermoso agujero, un sabor un tanto amargo que se diluía con cada pasada, hasta dejarlo muy lubricado para mi madre. Alejandra empieza a empujar sobre el apretado agujero con el dedo índice, hasta que logra meterlo, Elena paga un gemido lo que hace tomar coraje a mi madre para meterlo bien profundo. El dedo entraba y salía a escasos centímetros de mi cara, aunque no salía muy limpio, yo ayudaba a lubricar con saliva, me perecía un manjar. Mi madre logra meter dos dedos y la empieza a masturbar con más fuerza, Elena empieza nuevamente a eyacular un largo chorro en cada metida.
Luego de un rato mi madre me mira y con la cabeza me hace un gesto, como diciendo, es tu turno. No espero más, me arrodillo sobre la cama y arrimo el pene al esfínter, mi glande parecía imposible de poder entrar, pero empiezo a empujar, empujo y empujo, pero no cede, mi madre acariciaba la espalda de Elena. Mi madre me mira y sin decir nada, con un cabezazo en el aire me indica que lo haga con más fuerza, le hago caso. Empujo fuerte y ano empieza a ceder, lo hago más fuerte y cuando Elena pega un grito, logro meter la cabeza. Mi madre la empieza a besar en la boca y la acaricia para que se calme y me vuelve a indicar que siga. Ya no había vuelta atrás, empujo con más fuerza y le meto toda la pija de un saque.
Elena ya estaba ensartada por el culo, ahora empiezo con el bailoteo sin sacarla del culo, con cada embestida ella pagaba un grito. Nunca imaginé que una mujer se excitará tanto con una pija en el culo, no paraba de chorrear, parecían litros que le salían, hasta que después de diez minutos no aguanto más y eyaculo dentro de sus entrañas. Cuando saco la pija, le dejo el ano chorreando semen mientras tiraba unos pequeños y burbujeantes peditos.
Quedamos los tres extenuados sobre la cama, deshidratados, mirando el techo y riendo. Fue el primer día y no paramos de coger en esos cuatros días. Elena quedo con el culo dilatado como nunca lo había tenido. Desde ese momento, Elena descubrió otra vida y cada vez que puede se escapa a tener sexo con nosotros, su nueva pasión es el sexo anal y la nuestra es complacerla.
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