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La heladeria

No dejes de pasar por mi mejor post

http://www.poringa.net/posts/imagenes/4084661/Mi-amada-esposa.html

No te vas a arrepentir!




Nací hace treinta años bajo el signo de piscis, y crecí en una familia tradicional de clase media, estudié medicina y me especialicé en traumatología.

Al comienzo de mis estudios conocí a Ignacio, un chico que en ese momento estaba terminando la carrera, a poco de recibirse, parte del proceso era dar algunas clases a los principiantes y ser evaluado por el catedrático de turno.

Ese efímero contacto bastó para entablar una pequeña relación que fue creciendo en el tiempo y apenas un par de años después habíamos decidido casarnos.

Pero la primavera de los primeros tiempos no duraría mucho, en el noviazgo todas son rosas, pero en el matrimonio una comprueba que toda rosa tiene espinas.

En unos años el trabaría mucho, además seguía especializándose en ginecología, debimos afrontar muchos sacrificios, el no vernos demasiado o llegar cansados a la cama serían cosas con lo que no podríamos luchar.



Comenzamos a tener conflictos, Ignacio muchas veces se comportaba caprichosamente, con planteos ridículos y chiquilines, con celos infundados y creo que el momento en que me hicieron una propuesta laboral con un salario muy superior al suyo se transformó en un punto de quiebre, literalmente no podía soportar que ganara más que el en una ridícula posición machista.

Y muchos problemas conyugales se trasladaron a la cama, poco a poco nos invadió la rutina, y nuestro sexo fue marchitando rápidamente.

A pesar de todo, fuera como fuera, nos unía un proyecto de vida, una profesión, y lo seguía amando como el primer día, decidida a superar juntos los problemas que surgieran y la infidelidad no era algo que se cruzara por mi cabeza.



El cariñosamente me llama ‘negra’, por el solo hecho de tener la tez apenas más oscura que la suya y por mis renegridos y enrulados cabellos, en rara ocasión me llama por mi nombre, Lara.

Como dije tengo cabellos largos y negros, ojos del mismo color y largas pestañas, de cara redonda y boca con gruesos labios. Soy de estatura normal para una mujer, pechos pequeños pero bien formados y cintura acorde, un tanto culona, tengo grandes caderas y un trasero pomposo que resalta a simple vista de la línea de mi cuerpo, digamos que mi cola siempre fue mi centro de atención y mis piernas se armonizan con mi silueta.

Sin falsa modestia puedo decir que soy más bonita que la media de las mujeres, especialmente por mi trasero, porque internamente una sabe de sus atributos y cuanto pueden pesar en el sexo opuesto.



Me gusta sentirme mirada por los hombres, sentir los ojos masculinos pegados a mi cuerpo deseándome, me hace sentir puta, sucia, hermosa, en especial, disfruto más si me miran cuando estoy en compañía de Ignacio, esos momentos en que caminamos tomados de la mano y al cruzar con algún ocasional caballero, siento que me devora con la mirada, deseosa, pecaminosa, aunque Ignacio no lo note una siente ese calor que la quema y la excita, para que negarlo.



Un acontecimiento reciente precipitaría las cosas, había trabajado muchas horas, estaba agotada, al sacar el coche del estacionamiento medí mal la distancia y rayé un costado contra la pared, no le dije nada a Ignacio porque sé cuánto cuida el auto y sabía que armaría un escándalo.

Almorzamos sin mencionar el tema y fui a recostarme un rato mientras él se quedó mirando una película.

Al atardecer, mientras merendábamos con mucho tacto le comenté lo sucedido y tal cual lo había previsto comenzó el infierno, una cosa trajo a otra y un reproche trajo a otro, levantamos la voz mutuamente hasta que harta de la discusión tomé mi cartera de mano y le dije



-Ya no te soporto! Me voy a dar una vuelta para olvidarme de todo esto…
-Y así te vas? pareces una puta!


Me miré a mí misma, tenía un vestido naranja ajustado y un tanto viejo que ya usaba en casa, un poco desteñido, se hacía amplio a partir de las caderas hasta llegar a las rodillas, me hacía un culo grande que llamaba la atención pero tampoco podía ocultar lo que me había tocado en suerte, además, me molestaba que me dijera ‘puta’, porque no lo era, no contesté y tomé las llaves del departamento, el prosiguió



-Mirá, si hasta se te nota la tanga enterrada en el culo…


Y también debió ser cierto porque tenía una pequeña prenda interior que se perdía en mi cuerpo, pero no iba a dar el brazo a torcer, así que sin más lo dejé protestando.



Caminé ciega, embravecida y masticando bronca, al cruzar la esquina, una moto pasó a mis espaldas y el conductor gritó a los cuatro vientos:



-Negra! Que pedazo de orto! te lo chupo todo!!!


Me da mucha bronca este tipo de piropos, pero en esta ocasión, me trajeron a la realidad y me hicieron ver que el punto de vista de Ignacio no estaba equivocado…



Seguí caminando y entré a una heladería, a un par de cuadras de casa, pedí un cucurucho con frutilla y crema rusa y me senté en una mesa a degustarlo.

En diagonal, había un tipo sentado que me miraba insistentemente, no sabía cuánto tiempo hacía que me estaba mirando, pero recién reparaba en él, con disimulo noté su cabellera engominada, un rostro cuadrado y su cuerpo con una camisa negra, lucía unos profundos anteojos de vidrios negros que me impedían ver sus ojos, pero adivinaba su mirada fija en mi persona, sentí una rara sensación, de cosquillas, un tanto molesta por su insistencia, un tanto excitante por ser hombre y por lo loco de la situación.

Al fin pareció decidirse, se levantó, tomo una silla y se sentó a mi lado, se sacó los lentes con su mano derecha para mordisquear una de las patillas, unos ojazos azules como el cielo se clavaron en los míos, pero mi postura de mujer puso distancia ante el intruso



-Perdón? – apuré como dejando por sentado que no era bienvenido
-Si… perdóname, te conozco, pero no recuerdo de que agencia sos…
-Agencia? qué agencia? – pensé que el tipo me confundía con alguien y me intrigó su pregunta
-Claro, de que agencia de modelo, sos modelo cierto?


Sacó una sonrisa de mi rostro, una pregunta tonta pero efectiva, por un momento me había confundido, respondí al tiempo que saboreaba el helado



-No… no soy modelo…
-No eres modelo? y por qué te retiraste siendo tan joven?


Nuevamente provocó una risa en mí, esta vez mas desinhibida, adoraba ese tonto juego de seducción al que me sometía



-Por cierto, soy Ignacio, y de verdad pensé que eras modelo… y tu eres…
-Ignacio? – pregunté con cara de pocos amigos, tantos nombre y se tenía que llamar justo Ignacio
-Si, por? – preguntó sin entender
-Ignacio es el nombre de mi esposo… - aprovechando de paso la situación para dejarle en claro que era una mujer casada y que no quería problemas
-Esposo? mentira… tú no estás casada, no tienes compromisos…
-Y por qué habría de mentirte? – pregunté con una voz ruda, como dejando en claro que no me gustaba que me trataran de mentirosa
-Fácil, - dijo el con premura – si yo fuera tu esposo no te dejaría sola ni por un segundo, acaso no notas lo hermosa que eres?


Solo sonreí y me sonrojé, tres sonrisas en tan poco tiempo a un desconocido se me hacía peligrosamente excitante, me quedé encerrada en mis pensamientos



-Y a qué te dedicas? – dijo acelerando el ritmo
-Soy doctora…
-Lo que necesitaba! – dijo en voz tan alta que la gente de alrededor miró hacia donde estábamos, lo que me hizo incomodar…
-Tengo el corazón roto – agregó ahora casi susurrando…


Nuevamente me arrancó una sonrisa y casi sin darme cuenta ya estábamos dialogando como si fuéramos viejos conocidos.

Palabra va, palabra viene ya había terminado mi helado y viendo que se acababa el tiempo me dijo


La heladeria


-Que te parece si vamos a un lugar más íntimo, podemos pasarla genial! – tomando una de mis manos entre las suyas
-No… gracias… no puedo…
-Por qué? que te lo impide?
-Mi marido… solo salí a dar una vuelta…
-Sabes? – siguió queriendo cambiar el tono de la conversación – estoy loco por vos, desde el momento en que te vi, y haría cualquier cosa por tenerte…


Ese nuevo halago provocó una sonrisa que él tomó como un cumplido, siguió hablando



-Me creerías si te dijera que tengo una terrible erección?


Me sonrojé por lo directo de sus palabras y miré en derredor con vergüenza por si alguien hubiera escuchado lo que yo había escuchado, entonces dije en vos baja



-Basta Ignacio! Estás loco?
-Loco por vos, quieres comprobarlo?


El aún tenía mi mano entre las suyas, y noté que con sus últimas palabras intentaba conducir mi mano a su entrepierna por lo que me paré de golpe para darle un corte a la situación, el hizo lo mismo sin soltarme todavía, metió su mano libre en uno de sus bolsillos, sacó una tarjeta y me la dio diciendo:



-Por cierto, soy abogado, y siempre gano mis pleitos, así que ya sabes, esperaré tu llamado…


Y en forma osada acercó su mejilla a la mía para darme un pequeño beso.

Como una chiquilla me apresuré para volver a casa, sintiendo al alejarme su mirada perdida en mi trasero…





Al llegar descubriría que mi esposo no estaba, solo una nota sobre la mesa indicándome que él también había decidido pasear para pensar un poco, que no lo esperara a cenar, puesto que había arreglado con algunos amigos suyos, me enojé más aun, el cobarde no fue capaz de llamarme al celular…



Cené sola, me duché y me puse un sensual conjunto erótico esperando su regreso, fui a la cama, encendí el televisor, miré el reloj, cinco minutos después apagué el televisor, tomé mi cartera de mano, saqué el celular y comencé a jugar a Candy Crush, un rato, un poco más, volví a mirar la hora, tomé mi cartera y encontré la tarjeta que horas antes Ignacio me había dejado en la heladería, la miré, la miré otra vez y la hice jugar entre mis dedos, miré la hora, era tarde, volví al juego del celular pero mi mente ya estaba en otro sitio, probé suerte, total, que haría de malo?. Marqué su número, tardó en atender



-Hola?
-Hola soy yo…
-Quién es? – preguntó un tanto indiferente
-Yo… la ‘modelo’ de la heladería…
-Hola hermosa! sabía que llamarías…
-Pudo molestarte? Es tarde ya…
-Nunca será tarde para ti preciosa, quieres que nos encontremos?
-No! no! - respondí apresurada y nerviosa cortando cualquier mal entendido
-Y entonces que quieres?
-Quiero que hablemos… mi marido aun no llega y me siento muy sola… me gusta hablar
-Y de qué quieres hablar?
-No sé, solo quiero escuchar tu voz…
-Bueno, estaba sentado en mi casa, mirando una película, pero era de terror… así que estoy todo para ti, y tú que haces?
-Estoy solita, en la cama, aburrida…
-Mmmmm… en la cama? Ya te imagino…
-Si?
-Si, estás en bombachita y corpiño?
-Si…
-Quiero que te describas, quiero saber cómo es tu ropa interior…
-Ja! ja!, bueno… el conjunto es color negro, el sostén es clásico y se abrocha por la espalda, es calado con transparencias, creo que te gustaría…
-Y la parte inferior?
-La bombachita es chiquita, el frente es calado haciendo juego con el sostén y por atrás es de esas que se meten entre los glúteos, creo que en este momento podrías imaginar mis glúteos desnudos…
-Nena, en este momento tengo una erección… me gustaría estar contigo…
-A mí también me gustaría…
-Quiero que acaricies tu rostro, ese tacto acariciándote será mi mano, pásala por tus labios, esos serán mis besos…


El juego me pareció excitante, de hecho ya me había humedecido por sus palabras y tal como me había dicho comencé a pasar la palma de mis manos por mi rostro y por mis labios.



-Cierra los ojos nena, solo escúchame… lleva ahora tu mano lentamente a tus pechos, acaricia los bordes del sostén, una y otra vez, lento, lento… me sientes?
-Si…
-Me deseas?
-Si…
-Deberías ver mi pene duro… te excita la idea?
-Si Ignacio… quisiera tenerlo para poder chuparte toda la pija, me calienta la idea de poder chupártela y sentir el sabor de tu semen…
-Tranquila, tranquila… pasa la mano bajo el sostén y aprieta con dulzura tus pezones, lo harías por mí?


No respondí, creo que los primeros jadeos de excitación que escapaban por mis labios fueron la mejor respuesta que pude darle



-Hermosa… ahora lleva la mano pasando por tu vientre hasta los límites de tu tanga, recórrelos con paciencia, las ingles, los muslos, tus nalgas, quiero volverte loca…
-Mmmmm…. y lo estás consiguiendo, quiero tocarme…
-Aún no… dime que quieres que haga entre tus piernas…
-Quiero que me comas toda la concha, que me la chupes como nunca, que bebas mis jugos…


Estaba en ese momento ya desconectada a la realidad, solo atenta a sus palabras, perdida entre gemidos que se hacían más y más melosos, con mi respiración entrecortada, con mi corazón cabalgando…



-Abre las piernas, tu mano será mi mano, guíame a pecar, acaricia tu esfínter, será mi lengua…
-Sigue… sigue… mmm…
-Acaricia tus labios, tu clítoris, estás mojada? que quieres?
-Si maldito, estoy hecha un volcán, quiero que me cojas, quiero sentir tu hermosa verga en mi concha, que me llenes de leche…


Ya no pude resistirme más, me toqué con firmeza, llevé el celular hasta mi concha y acaricié frenéticamente mi clítoris contra la pantalla del móvil, grité, me retorcí, acabé como una perra…

Sumamente agitada y embriagada en placer volví el celular a mi oído.



-Ya está! contento?
-Más que contento… y cuando lo haremos realmente?
-Mi marido!


Corté la comunicación y apagué el celular, como sucede en las películas justo en ese momento sentí la puerta de frente abrirse, me saqué el sostén y me puse de lado, dejando mi gran culo apenas cubierto apuntando a su lado, estaba tan caliente que necesitaba con locura que mi marido me llenara de verga por todos lados, pero mi Ignacio tenía otros planes, seguía frío como un témpano y se mantenía distante, giré hacia su lado, lo abracé buscando la paz, pero no pude conmoverlo, me dormí con los ojos enjuagados en lágrimas.



Al día siguiente las cosas no mejoraron, fui a lavar la ropa y su camisa de la noche anterior estaba impregnada en una mezcla de tabaco y perfume de puta barata, no lo podía creer, la revisé con más cuidado y la tela blanca tenía manchas inconfundibles de maquillaje femenino, los hombres son tan básicos...

Estaba todo dicho, tomé el bolso de los mandados para ir a la verdulería, en el camino llamé a mi caballero misterioso, estaba molesto, distante, lo de mi esposo le pareció una excusa tonta, de chiquilla inmadura, como convencerlo de que era verdad?

Así que cansada, le propuse encontrarnos, voy a ser suya, completa, para que me haga todo lo que quiera, todo lo que quiera…






Escríbeme con título ‘La heladería’ a dulces.placeres@live.com

2 comentarios - La heladeria

Caroromi659 +1
Queda ahí o habrá segunda parte?
dulces-placeres
Queda ahí. No hay otra parte