Yo nunca fui de escribir, de hecho nunca lo hice muy bien. Pero acá les dejo el primer relato que hice en mi vida.
Saludos!
Y así fue como pasaba el tiempo y yo estaba desnudo, sentado en el sillón pensando en que ese cruce en el ascensor no fue uno más...
Todo empieza una tarde cuando vuelvo del trabajo, en épocas en dónde se podía salir a trabajar sin problemas, sin barbijos ni paro de colectivos, ni nada... Parece hace una eternidad.
Bueno, la cuestión es que cuando me bajé del colectivo llegando a casa me tocó entrar al edificio con mi vecina de piso, Eugenia. Ella es una mujer de unos 38 años, bien morocha como me gustan a mi, tiene una boca que es la gloria, dos tetas enormes y la cara más linda que ví en mi vida.
La cuestión es que siempre le tuve ganas, siempre... Pero nunca me dio mucha cabida más allá de un "hola", alguna vez tuve la suerte de arrancarle un "cómo estás?"
Este iba a ser mi día de suerte, en realidad no sé si de suerte o es que me decidí a avanzar, a hablarle un poco más. Cómo iba a estar seguro que ella no quería saber nada conmigo si no lo averiguaba?
Cuando subimos al ascensor le pregunté cómo estaba, me dijo que bien, un poco contracturada. Y ahí fue cuando supe que tenía que avanzar, pero no en lo sexual eh... a no confundirse... en mi condición de masajista profesional, podría ofrecerme a darle una sesión de masajes, así por lo menos ya tendríamos un poco más de relación, un acercamiento, lo que sea. Le costó pero aceptó, creo que le daba un poco de vergüenza, pero evidentemente los necesitaba.
Me puse muy feliz de saber que le iba a hacer masajes a mi vecina, la que tanto deseaba y la que fue inspiración de tantas fantasías en mi mente. Me desconcertó que antes de bajarse del ascensor me dijera que a las 20 me golpeaba la puerta y me guiñe el ojo, eso hizo que mi mente empiece a maquinar a mil. Ya todo estaba listo, ahora había que prepararse.
Así como abrí la puerta de casa me di cuenta que en esas condiciones no podía recibir a nadie, la casa era un mar de ropa sucia, platos sin lavar, botellas vacías y varias cosas más. Así que tuve que accionar rápido y ponerme a limpiar. Hice tal espamento que me imagino que Eugenia escuchaba todo desde su departamento, ya que las paredes prácticamente son de cartón y se escucha todo... Si, todo.
Siendo las 19hs la casa estaba impecable, reluciente... Si vinieran mis viejos en este momento se infartan acá nomás, no la podrían creer. Solo faltaba un poco de aseo personal y preparar la camilla para recibir a la vecinita.
A las 20 en punto me golpean la puerta, el corazón me latía a mil y yo estaba nervioso, muy nervioso, ella supongo que ansiosa, o eso me hizo creer su puntualidad. Abro la puerta y la veo, no se si se había hecho algo distinto, creo que no, pero en ese momento la vi más linda que nunca, me mira, me sonríe y la hago pasar.
Le ofrezco algo para tomar pero no quiere, me dice que capaz que después. La invito a pasar a la pieza, que se ponga cómoda, que se saque la ropa, se deje solo la bombacha y le di una toalla para que se tape. A los 5 minutos aparece ella, la vecina a la que siempre le tuve ganas, solo tapada con una toalla, yo soy un profesional, pero la verdad que en mis pantalones empezaban a pasar cosas, la bragueta estaba forcejeando con mi verga que quería salir de ahí ya mismo, fue un momento duro.
La sesión fue normal y tranquila, hablamos de la vida, de su familia, de que su trabajo en ventas en un Call Center que la tenía muy cansada y por eso la contractura. Y en un momento la conversación se fue yendo para otro lado, me preguntaba si tenía novia, que nunca me había visto entrar con alguna chica acá en el departamento, que era raro porque tenía pinta de mujeriego, cosa que no me gustó demasiado pero a la vez me dio un poco de morbo hablar eso con mi vecina.
En un momento me dijo si la podía masajear en las piernas y con gusto accedí, subí su toalla hasta donde arranca la cola y empecé a masajear, de abajo para arriba, mi mente de profesional ya se había ido al carajo, solo quería que la cosa siga avanzando y poder cogermela, solo esperaba tener una señal, una indirecta, algo que me diga que ella también quiere.
En un momento me dice que le encantan mis manos, si no podía subir un poco más por sus piernas, que tenga confianza, que no pasaba nada. Y así fue como mis manos empezaron a subir hasta prácticamente el límite con su tanga, que ya estaba descubierta porque la toalla la sacamos para más comodidad. Cuando llegaba a tocar su tanga me daba cuenta que estaba mojada, muy mojada, completamente empapada así que tuve que comentarlo.
- Che, te mojaste un poco, no?
- Hay boludo que vergüenza, perdón pero si, tus manos son mágicas y la verdad que estoy re caliente.
- No tenés de que avergonzarte, es más, te cuento un secreto... Yo también estoy re caliente.
Así como termine de decir eso, ella me miró, hubo un silencio de unos segundos, sonrió y se sacó la tanga.
- Ahora quiero el masaje completo.
Bum, sentí una explosión en mi mente, o era mi verga, no lo sé. La cuestión es que obviamente accedí a su pedido, mis manos empezaron a subir hasta que mis dedos de perdían en sus labios, que estaban muy mojados, empecé a subir la intensidad, ella ya estaba descontrolada, respiraba muy profundo y se retorcía un poco, me mira y yo estaba sin remera, sin pantalones y con el boxer que estallaba.
- Vení para acá pendejo, me dijo.
Me pare adelante de ella que prácticamente me bajó el boxer de un manotazo y me agarró la verga.
- Que linda pija que tenés, me la puedo comer?
- Es toda suya, hagame lo que quiera.
Acto seguido me empezó a comer la verga de una manera increíble, nunca me la habían chupado de esa manera, como desaforada pero con una técnica increíble y yo que venía re caliente y maquinando mi cabeza tuve que frenarla porque sino me acababa ahí mismo.
- Ponete en 4, que yo también quiero usar mi lengua. Le dije.
Y ahí fue cuando con ella en cuatro patas sobre la camilla, enterré mi cara en su concha. La empecé a chupar con muchas ganas, estaba muy empapada. Ella ya gemia del placer y cada tanto un lengüetazo se escapaba para el culo, que evidentemente le encantaba.
- Meteme la verga de una vez, me dijo.
Así que la levanté y con una pierna de cada lado de mi cuerpo le metí la verga que entró sin problemas a causa de la humedad de ambos.
- Hay si pendejo que bien que me coges, que linda pija que tenés.
- Si? Te gusta? A mí me encanta como me coges negrita, sos muy guarra.
Garchamos un rato en esa posición hasta que la bajé, ella puso las manos sobre la camilla, sacó culo y la entré a coger así.
- Huy si! Dios mío! Que dura que la tenés!! Me decía y yo que ya estaba aguantando la leche desde hacía rato, se me complicaba más.
Al poco tiempo se lo digo.
- Veci no aguanto más, voy a acabar.
- Mmmmm dale, me la tiras en la cara?
Y así fue como ella se dio vuelta y se arrodilló.
- Dale, llename toda la cara de leche calentita por favor.
Cumpliendo con lo prometido, le cubrí todo el rostro con semen, que la verdad no sabía que tenía la posibilidad de acabar tanto, fue una cosa increíble. Ella, me miraba con una cara de guarra y se juntaba la leche que tenía alrededor de la boca y de la tomaba, el resto se la refregaba como si fuera una crema facial.
Y así fue como se levantó, me sonrió y se fue al baño, dejándome acá sentado en el sillón contándoles a ustedes la mejor experiencia sexual de mi vida, con mi vecina Eugenia.
Saludos!
Y así fue como pasaba el tiempo y yo estaba desnudo, sentado en el sillón pensando en que ese cruce en el ascensor no fue uno más...
Todo empieza una tarde cuando vuelvo del trabajo, en épocas en dónde se podía salir a trabajar sin problemas, sin barbijos ni paro de colectivos, ni nada... Parece hace una eternidad.
Bueno, la cuestión es que cuando me bajé del colectivo llegando a casa me tocó entrar al edificio con mi vecina de piso, Eugenia. Ella es una mujer de unos 38 años, bien morocha como me gustan a mi, tiene una boca que es la gloria, dos tetas enormes y la cara más linda que ví en mi vida.
La cuestión es que siempre le tuve ganas, siempre... Pero nunca me dio mucha cabida más allá de un "hola", alguna vez tuve la suerte de arrancarle un "cómo estás?"
Este iba a ser mi día de suerte, en realidad no sé si de suerte o es que me decidí a avanzar, a hablarle un poco más. Cómo iba a estar seguro que ella no quería saber nada conmigo si no lo averiguaba?
Cuando subimos al ascensor le pregunté cómo estaba, me dijo que bien, un poco contracturada. Y ahí fue cuando supe que tenía que avanzar, pero no en lo sexual eh... a no confundirse... en mi condición de masajista profesional, podría ofrecerme a darle una sesión de masajes, así por lo menos ya tendríamos un poco más de relación, un acercamiento, lo que sea. Le costó pero aceptó, creo que le daba un poco de vergüenza, pero evidentemente los necesitaba.
Me puse muy feliz de saber que le iba a hacer masajes a mi vecina, la que tanto deseaba y la que fue inspiración de tantas fantasías en mi mente. Me desconcertó que antes de bajarse del ascensor me dijera que a las 20 me golpeaba la puerta y me guiñe el ojo, eso hizo que mi mente empiece a maquinar a mil. Ya todo estaba listo, ahora había que prepararse.
Así como abrí la puerta de casa me di cuenta que en esas condiciones no podía recibir a nadie, la casa era un mar de ropa sucia, platos sin lavar, botellas vacías y varias cosas más. Así que tuve que accionar rápido y ponerme a limpiar. Hice tal espamento que me imagino que Eugenia escuchaba todo desde su departamento, ya que las paredes prácticamente son de cartón y se escucha todo... Si, todo.
Siendo las 19hs la casa estaba impecable, reluciente... Si vinieran mis viejos en este momento se infartan acá nomás, no la podrían creer. Solo faltaba un poco de aseo personal y preparar la camilla para recibir a la vecinita.
A las 20 en punto me golpean la puerta, el corazón me latía a mil y yo estaba nervioso, muy nervioso, ella supongo que ansiosa, o eso me hizo creer su puntualidad. Abro la puerta y la veo, no se si se había hecho algo distinto, creo que no, pero en ese momento la vi más linda que nunca, me mira, me sonríe y la hago pasar.
Le ofrezco algo para tomar pero no quiere, me dice que capaz que después. La invito a pasar a la pieza, que se ponga cómoda, que se saque la ropa, se deje solo la bombacha y le di una toalla para que se tape. A los 5 minutos aparece ella, la vecina a la que siempre le tuve ganas, solo tapada con una toalla, yo soy un profesional, pero la verdad que en mis pantalones empezaban a pasar cosas, la bragueta estaba forcejeando con mi verga que quería salir de ahí ya mismo, fue un momento duro.
La sesión fue normal y tranquila, hablamos de la vida, de su familia, de que su trabajo en ventas en un Call Center que la tenía muy cansada y por eso la contractura. Y en un momento la conversación se fue yendo para otro lado, me preguntaba si tenía novia, que nunca me había visto entrar con alguna chica acá en el departamento, que era raro porque tenía pinta de mujeriego, cosa que no me gustó demasiado pero a la vez me dio un poco de morbo hablar eso con mi vecina.
En un momento me dijo si la podía masajear en las piernas y con gusto accedí, subí su toalla hasta donde arranca la cola y empecé a masajear, de abajo para arriba, mi mente de profesional ya se había ido al carajo, solo quería que la cosa siga avanzando y poder cogermela, solo esperaba tener una señal, una indirecta, algo que me diga que ella también quiere.
En un momento me dice que le encantan mis manos, si no podía subir un poco más por sus piernas, que tenga confianza, que no pasaba nada. Y así fue como mis manos empezaron a subir hasta prácticamente el límite con su tanga, que ya estaba descubierta porque la toalla la sacamos para más comodidad. Cuando llegaba a tocar su tanga me daba cuenta que estaba mojada, muy mojada, completamente empapada así que tuve que comentarlo.
- Che, te mojaste un poco, no?
- Hay boludo que vergüenza, perdón pero si, tus manos son mágicas y la verdad que estoy re caliente.
- No tenés de que avergonzarte, es más, te cuento un secreto... Yo también estoy re caliente.
Así como termine de decir eso, ella me miró, hubo un silencio de unos segundos, sonrió y se sacó la tanga.
- Ahora quiero el masaje completo.
Bum, sentí una explosión en mi mente, o era mi verga, no lo sé. La cuestión es que obviamente accedí a su pedido, mis manos empezaron a subir hasta que mis dedos de perdían en sus labios, que estaban muy mojados, empecé a subir la intensidad, ella ya estaba descontrolada, respiraba muy profundo y se retorcía un poco, me mira y yo estaba sin remera, sin pantalones y con el boxer que estallaba.
- Vení para acá pendejo, me dijo.
Me pare adelante de ella que prácticamente me bajó el boxer de un manotazo y me agarró la verga.
- Que linda pija que tenés, me la puedo comer?
- Es toda suya, hagame lo que quiera.
Acto seguido me empezó a comer la verga de una manera increíble, nunca me la habían chupado de esa manera, como desaforada pero con una técnica increíble y yo que venía re caliente y maquinando mi cabeza tuve que frenarla porque sino me acababa ahí mismo.
- Ponete en 4, que yo también quiero usar mi lengua. Le dije.
Y ahí fue cuando con ella en cuatro patas sobre la camilla, enterré mi cara en su concha. La empecé a chupar con muchas ganas, estaba muy empapada. Ella ya gemia del placer y cada tanto un lengüetazo se escapaba para el culo, que evidentemente le encantaba.
- Meteme la verga de una vez, me dijo.
Así que la levanté y con una pierna de cada lado de mi cuerpo le metí la verga que entró sin problemas a causa de la humedad de ambos.
- Hay si pendejo que bien que me coges, que linda pija que tenés.
- Si? Te gusta? A mí me encanta como me coges negrita, sos muy guarra.
Garchamos un rato en esa posición hasta que la bajé, ella puso las manos sobre la camilla, sacó culo y la entré a coger así.
- Huy si! Dios mío! Que dura que la tenés!! Me decía y yo que ya estaba aguantando la leche desde hacía rato, se me complicaba más.
Al poco tiempo se lo digo.
- Veci no aguanto más, voy a acabar.
- Mmmmm dale, me la tiras en la cara?
Y así fue como ella se dio vuelta y se arrodilló.
- Dale, llename toda la cara de leche calentita por favor.
Cumpliendo con lo prometido, le cubrí todo el rostro con semen, que la verdad no sabía que tenía la posibilidad de acabar tanto, fue una cosa increíble. Ella, me miraba con una cara de guarra y se juntaba la leche que tenía alrededor de la boca y de la tomaba, el resto se la refregaba como si fuera una crema facial.
Y así fue como se levantó, me sonrió y se fue al baño, dejándome acá sentado en el sillón contándoles a ustedes la mejor experiencia sexual de mi vida, con mi vecina Eugenia.
6 comentarios - La vecina vino por masajes