Esta es la historia de Ailín, una chica católica de un pueblo con sueños y ambiciones de progresar para poder casarse con su novio, que va a descubrir un mundo nuevo en la ciudad, lleno de deseos y fantasías que van a poner su vida perfecta en jaque. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
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Capítulo 13: Maratón ardiente
La semana siguiente a la del cumpleaños de Agustín no fue la mejor para la relación mía y de Gastón. El domingo me desperté para encontrarme con que él estaba armando su bolso para volverse al pueblo. “¿Qué hacés?” le pregunté y él ignoró por completo mis palabras para seguir guardando su ropa en el bolso de manera desordenada y atolondrada. Volví a preguntarle que hacía pero lo único que Gastón volvió a ignorar mis palabras sin antes lanzarme una mirada que me dejó helada. En sus ojos pude ver algo que nunca había visto en el rostro de mi prometido: odio. “¡GASTÓN! ¿QUÉ HACES?” le grité por tercera vez y recién ahí logré que dejara de guardar las cosas para prestarme atención.
- Me voy.- Me dijo abriendo los brazos como si fuera algo obvio.- Es evidente que vos estás muy tranquila acá sola y que no necesitas que venga a visitarte.- Empezó a decir lanzando las palabras de su boca sin poder contenerse.- Así que te dejo tranquila. Para que puedas seguir saliendo con tus amigos y volviendo a la hora que quieras sin la necesidad de verme dormido a mí cuando entrás.
- Gastón por favor, calmate.- Le dije tratando de aminorar la situación por no hubo caso.
Siguió lanzando frases sin sentido y recalcando el hecho que yo no lo quería y no lo necesitaba a él para estar feliz en la ciudad. Traté de explicarle que yo lo amaba y que me hacía inmensamente feliz que él fuera a visitarme, pero no quiso escuchar. Cuando terminó de armar el bolso me dijo que se volvía al pueblo, que prefería irse en ese momento a esperar que se hiciera de noche. “Pero son las once de la mañana Gastón. Quedate a comer al menos” le dije tratando de poner un paño frío a la situación y con el objetivo de que se quedara a hablar. Pero no hubo caso. Se empezó a comportar como un nene tonto que lo único que quería era irse de ahí y terminé bajando a abrirle la puerta para despedirlo sin siquiera un beso.
Esa tarde volví a sentirme horrible. Estuve deprimida todo el tiempo, llorando en más de una oportunidad y pensando en que había hecho mal para que mi novio se comportara de esa manera. Cerca de las siete de la tarde Gastón me envió un mensaje pidiéndome disculpas por haberse retirado de golpe y aclarándome que él me amaba más que nunca. Sin embargo en el mensaje también me confesaba que se sentía muy celoso de que yo viviera lejos de él y me relacionara con otros hombres. “Sé que vos no vas a hacer nada, tengo plena confianza en vos, pero no puedo evitar ponerme así” decían sus palabras. Seguramente su objetivo era ser tierno y romántico, pero en ese momento a mí me dio tanta bronca que lo único que le respondí fue “Me gustaría que lo hablemos frente a frente. El finde que viene vuelvo al pueblo y conversamos”.
Acto seguido dejé el celular sobre la mesa y prendí la computadora sin pensarlo. Entré al Skype y al ver que Gabriel estaba conectado le hablé. “Hola hermosa” me saludó él pero enseguida le dije que me había peleado con mi novio y que quería calentarme con él para olvidarme de toda la situación vivida. “Obvio nena. Estoy acá para servirte” me escribió y comenzó a describir una situación en la que él y yo nos encontrábamos en su cama, completamente desnudos para matarnos de placer.
Estuvimos un rato largo hablando, dándonos la palabra y calentándonos el uno al otro hasta que logró sacarme varios gemidos. “Quiero que me des tu leche! Quiero que me acabes toda!” le escribí luego de casi dos horas de conversación y Gabriel terminó enviándome un video de varios segundos en el que se veía como se hacía una paja hasta acabar llenándose el pecho de semen. “Mmm que rico!” le dije y él me agradeció por ese nuevo encuentro y destacó que se sorprendió de que habláramos dos días seguidos. “Mi novio es un pelotudo. Y cuando mi novio es un pelotudo, tengo ganas de vengarme de él y esta es la única manera que se me ocurre ahora” le dije guardando el video y las fotos que me había enviado ese día en la nube.
El lunes me desperté y tenía la sensación de que me iba a encontrar con un mensaje de mi novio en el que me pedía disculpas nuevamente. Inclusive llegué a pensar que ese día iba a ir a visitarme para resarcir lo que había hecho el día anterior, pero no. Durante toda la mañana no recibí un solo mensaje de él y eso hizo que me enojara aún más con Gastón, a tal punto de querer hablarle solo para decirle que era un idiota por hacerme eso. Pero tampoco quería hacer eso, pues no me iba a generar ninguna satisfacción hacerlo. Por lo que decidí hacer otra cosa, algo que sabía que iba a disfrutar y que a su vez me servía para vengarme de él en cierta forma.
Salí de la facultad y después de almorzar fui hasta el centro a comprarme algo de ropa interior. Pasé por varios locales, me entretuve un largo rato viendo distintos modelos y terminé llevándome distintas prendas que me iban a servir en mi idea. Llegué a mi casa, me bañé y luego de secarme empecé a probarme los conjuntos nuevos de ropa interior mientras me sacaba distintas fotos frente al espejo. Tanga roja y corpiño negro, cola less azul y la parte de arriba blanca, baby doll blanco casi trasparente con un culote marrón clarito, distintos conjuntos que me quedaban excelente. Cuando terminé le envié un mensaje a Gabriel diciéndole que se conectara esa noche, que quería hablar con él.
“Estás traviesa mi amor?” me preguntó él ni bien vio que me conecté. Sin decirle nada le envié una de las fotos que me había sacado ese día en la que estaba de espalda y donde tenía una tanga roja con un corazón arriba de la cola y nada arriba. “Ufff nena, vas a hacer que se me ponga durísima” me escribió después y entonces le dije que eso era lo que quería. “Quiero que te pajees mucho viendo mis fotos. Que acabes mirando mi cola y mis tetas con distintos conjuntitos que me compré especialmente para vos” le respondí y acto seguido le envié una nueva foto con la cola less azul y el corpiño blanco de encaje que resaltaba mis lolas.
Gabriel enseguida encendió la cámara sin consultarme y pude nuevamente el rostro del chico hermoso que me había cautivado hacía un tiempo. Tenía la barba un poco más crecida y se había cortado el pelo de forma que le quedaba largo arriba y casi rapado a los costados. “Estas mucho más lindo que antes” le escribí y él sonrió. Me preguntó si podía verme, pero por alguna razón le dije que no. Ya me había visto en una oportunidad, en la que me había mostrado desnuda frente a la cámara, pero ese día preferí calentarlo con las fotos. Por alguna razón ese día no tenía ganas de describir una escena y que nos fuéramos describiendo todas las cosas que nos haríamos. Ese día solo quería excitarlo y hacerlo acabar con mis fotos.
Seguí enviándole imágenes mías mientras que le decía que había pensado en él todo el día, en su enorme pija y en su cuerpo perfecto. “Mmm como te chuparía esas tetitas preciosas que tenés!” me escribió él y enseguida sentí la necesidad de llevarme una mano a los pezones. Gabriel intentó iniciar en más de una oportunidad una escena caliente en la que los dos nos encontrábamos para coger, pero yo lo frené para terminar confesándole que ese día solo quería verlo acabar. “Hoy quiero ver como largas toda la leche para mí” le escribí sorprendiéndome a mí misma de esas palabras.
Y así fue. Continué enviándole fotos a mi maestro y calentándolo con distintas palabras, diciéndole lo mucho que me gusta verlo desnudo en la pantalla y las ganas que tenía de verlo acabar. La conversación se fue poniendo cada vez más hot a tal punto que él no se pudo aguantar y terminó acabando una gran cantidad se semen sobre su cuerpo mientras observaba una de mis fotos. “Es increíble cómo me pones pendeja!” me escribió y sentí un gran placer al ver a ese hermoso hombre satisfacerse a sí mismo con mis imágenes. Era la primera vez que hacía eso y por alguna razón me puso muy contenta y sentí que de alguna manera me estaba vengando de las chiquilinadas de mi novio.
“Mañana te espero a la noche para volver a calentarnos” le escribí pero él me manifestó que al día siguiente no podía. “Más te vale que te encuentre mañana” le volví a escribir en tono amenazante y le lancé una risa para no quedar tan estricta. “Voy a hacer lo posible para complacerte mi amor” me respondió entonces Gabriel y luego de unos minutos se terminó yendo. En ese momento, como si no pudiera esperar al otro día, me desvestí y seguí cambiándome de ropa, probándome nuevos conjuntos que habían quedado en espera y sacándome fotos para enviar al otro día a mi amante virtual. Así hasta las tres de la mañana.
- ¿Qué te pasa que tenés cara de cansada?- Me preguntó Agustín el jueves a la mañana.
- Nada, nada. Anoche dormí mal.- Le respondí yo.
Obviamente no iba a confesarle a Agustín que la noche anterior me había quedado hablando con mi amante virtual, enviándole fotos y calentándolo hasta el punto de que terminó haciéndose una paja para mí. Lo habíamos hecho todas las noches de esa semana, siempre lo mismo. Gabriel se conectaba, yo lo recibía con una foto mía en ropa interior, él ponía la cámara y se terminaba masturbando frente a la cámara. Yo apenas me tocaba o ni siquiera lo hacía, pero apreciaba cada uno de sus movimientos, admiraba su rostro cada vez que veía una de mis fotos y me fascinaba con su eyaculación cada vez que acababa.
“Mañana me vuelvo a mi pueblo para estar con mi novio y ver si las cosas se solucionan o no. Así que hoy sería nuestra última noche de esta maratónica sesión hot que me encanta” le escribí cuando salí de la facultad y llegué a mi casa esperando que pasaran las horas para que se conectara. Gabriel me respondió el mensaje luego de varios minutos diciéndome que esa noche esperaba encontrarme y poder hablar conmigo, así como verme desnuda en vivo y en directo. “Puede que sea así” le escribí sembrando la duda sobre lo que iba a suceder. Obviamente tenía preparadas algunas fotos que no le había enviado, sin embargo la idea de vernos mutuamente y calentarnos como lo habíamos hecho la noche de fin de año, me atrapó por completo.
Luego de cenar me senté frente a la computadora y tras varios minutos de espera, apareció. “Hola hermosa” me saludó y yo enseguida le devolví el saludo. Gabriel me preguntó cómo había sido mi día y enseguida comenzamos a hablar, contándonos algunas pequeñas cosas sobre nuestro día a día. Cuando mi amante virtual me preguntó que tenía pensado hacer con respecto a Gastón sentí que estábamos entrando en un tema delicado y que podía llevar a un ambiente tenso y hasta molesto, por lo que decidí evitar el tema y le pregunté si tenía ganas de ver nuevas fotos mías. “Prefiero verte a vos en vivo, hermosa” me escribió él y tras ese mensaje decidí iniciar una video llamada.
La imagen que pude ver en un principio era bastante similar a la que veía cada vez que él iniciaba la conversación. Estaba sentado en su silla, apoyado contra el respaldar, en esa oportunidad con una musculosa blanca y un bóxer suelto de color celeste. Sin embargo Gabriel se sorprendió al ver que yo lo esperaba con un corpiño negro bien sexy y una tanga del mismo color que me quedaba divina. “Mi amor, que lindo te queda eso” dijo él cuando me paré y me alejé de la cámara para que pudiera verme bien. “Gracias” le respondí yo escribiéndole pero entonces me di cuenta que podía decírselo con palabras.
La conversación enseguida fue tornándose cada vez más y más caliente al punto que en cuestión de minutos él ya me tenía con un dedo adentro de la concha y yo lo observaba majeándose frente a mis ojos. “¡Mmm que rica conchita que tenés! Me encanta chupártela toda” me dijo él y su voz de hombre penetró en mi cabeza e hizo que se me pusiera la piel de gallina. Me encantaba como describía a la perfección cada escena, pero me volvía loca verlo mover su lengua del otro lado de la cámara como si lo hiciera entre mis piernas. Su pija, bien dura y firme entre sus manos, era la frutilla del postre de una escena que me prendía fuego por completo.
“Ponete en cuatro hermosa” te voy a coger bien duro. Me dije y yo enseguida le dije que sí. Pero lo que no entendí fue que mi maestro de verdad quería que me ponga en cuatro, por lo que tuve que mover la computadora para que apuntara hacia el sillón donde el sábado anterior se había dormido Gastón y acostarme sobre él para que Gabriel pudiera observarme. Me coloqué en cuatro y a pesar de que la computadora quedó lejos, pude ver como él se empezaba a pajear cada vez más y más rápido. Los auriculares inalámbricos hicieron que yo pudiera escuchar bien de cerca sus palabras. “¡Mmm que lindo culito que tenés Ailín!” dijo él y simuló darme una cachetada, lo que me llevó a pegarme a mí misma como si fuera su mano.
Gabriel simuló cogerme parándose frente a la cámara y haciéndose una paja como si sus manos fueran mi concha. Yo hice lo mismo, pero en vez de usar mis dedos usé el consolador que anteriormente había usado para lamerlo como si fuera su verga. “Bien duro te voy a coger, clavándote la verga hasta el fondo” me decía y yo me metía lo más que podía el consolador, gimiendo como loca. Él podía ver claramente la escena, observando como yo me daba placer con ese objeto mientras pensaba en su pija bien grande y dura. Yo admiraba su cuerpo y sus partes a lo lejos, pensando en él y calentándome con sus palabras que hacían que mi cabeza explotara.
“¡Voy a acabar! ¡Voy a acabar!” le advertí luego de varios minutos. La escena había cambiado, yo había vuelto a sentarme frente al monitor y lo estaba montando a él que volvía a sentarse en la silla. Mientras Gabriel se pajeaba como loco pensando en que yo saltaba sobre su cuerpo, yo me metía el consolador a toda velocidad mientras que me acariciaba el clítoris como loca. “¡Acabá nena! ¡Dale acabá!” me dijo él y sus palabras fueron como órdenes para mi cuerpo, que descargó toda su energía en un excelente orgasmo que me dejó rendida sobre la silla en la que estaba sentada.
Luego le tocó el turno a él, que decidió hacerlo observándome nuevamente en el sillón. “Acostate de frente a mí con las piernas abiertas y colate el consolador pensando en mi pija” me dijo y yo obedecí pues lo único que quería en ese momento era verlo acabar. “¡Si pendeja! ¡Seguí así!” dijo una vez que yo estaba en la posición que él me había pedido y jugaba con el consolador sobre mi conchita de la misma manera en la que él juagaba con sus manos sobre su pija. “¡Quiero leche! ¡Quiero que me des la leche!” le dije con voz de trola y eso fue la gloria para Gabriel pues tras esas palabas comenzó a acabar frente a la cámara. Puede ver una enorme cantidad de semen salir de la punta de su pija y eso me calentó muchísimo. Por alguna razón me excitaba verlo acabar, me prendía fuego.
“Me voy a bañar” le dije pues estaba toda transpirada y con la entrepierna empapada de mi orgasmo. Él me dijo que iba a hacer lo mismo y me propuso encontrarnos luego de nuestras respectivas duchas para una segunda charla. “¿Estás seguro?” le pregunté y él me respondió que nunca había estado tan seguro de algo en su vida. Ni siquiera lo dudé, ni bien escuché sus palabras acepté su propuesta y entré al baño con la idea de bañarme lo más rápido posible. Salí y él ya estaba listo, esperando que yo llegara para tener un nuevo encuentro caliente a pesar de que hacía unos pocos minutos los dos habíamos conseguido llegar al orgasmo.
- Ahora sí me gustaría ver esas fotos que tenés para mí.- Me dijo sonriendo y mirando a la cámara.
Su sonrisa hizo que me mojara nuevamente.
SIGUIENTE
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