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Mami, no doy más.[2/3]

Mami, no doy más.[2/3]

No te pierdas la primera parte!.

Martina retiró a su amigo, y lo apagó. El relajante zumbido desapareció. Lo miró, mojado por el flujo de Mechy. Sintió su propia vagina estremecerse. Su hija continuaba con los ojos cerrados, con una expresión de total felicidad reflejada en la cara. Se levantó y se marchó, dejándola allí. Necesitaba placer. El placer que fue a buscar antes, cuando no encontró el consolador en su sitio. Ahora lo necesitaba mucho más, así que se dirigió directamente a su dormitorio.

Se quitó los pantalones, la bombacha y se tumbó en su cama. La pija de plástico volvió a emitir su voz. Pensó en lavarlo, en quitarle los jugos de Mechy, su olor, pero estaba demasiado caliente, no podía esperar. Abrió sus piernas, lo apoyó en la encharcada entrada de su vagina y empezó a empujar. Se arqueó lentamente, y cuando el consolador llegó al fondo de su conchita, se vino como no recordaba en mucho tiempo. Fue rápido, intenso. Apretó contra ella a su querido amigo mientras el placer recorría su cuerpo en oleadas.

Quedó rota, con las piernas abiertas, su vagina rezumbando de placer, el consolador clavado hasta el fondo, con los ojos cerrados. En su mente, la cara de placer de su hija. En su mente, la imagen del consolador entrando y saliendo de la rajita de Mechy. Ese mismo consolador que vibraba dentro de ella.
Quería más. Más placer. Abrió los ojos. En la puerta de su piesa estaba Mechy, mirándola.

No cerró las piernas. Las dejó abiertas, mostrando su conchita siendo atravesada por aquella deliciosa y vibrante pija. Las dos mujeres se miraron a los ojos. Mechy vio como los ojos de su madre se entrecerraban, como los suyos antes. Lentamente, se acercó a la cama de su madre y se sentó a su lado. Sus miradas no dejaron de seguirse. Luego miró entre las piernas de su madre. Vio la vagina, distendida por el vibrador, que seguía bien metido, agarrado por una de las manos de su madre.

Mechy alargó una mano y la puso sobre la mano de su madre. Tirando de la mano, empezó a sacar el consolador. Su madre gimió.

-Déjame a mí, mami.

Martina rendida ante el placer quitó su mano, y Mechy puso la suya en el extremo del vibrador, y como su madre hiciera antes con ella, empezó a cojerla lentamente, metiéndolo hasta que hacía tope, sacándolo despacito. Lo sacaba del todo, para pasarle la punta, fiel reflejo de un verdadero glande, a lo largo de los abultados labios de la vagina de su madre. Miraba aquel sexo mojado, abierto, por donde hacía 20 años que había nacido, y miraba a su madre, que mordiéndose el labio inferior gemía de placer. También le llegó el olor. Ese olor característico, igual al suyo propio. Olor a sexo, a hembra en celo.

Empezó a cojer a su madre cada vez más rápido, haciéndola retorcerse de placer sobre la cama, hasta hacerla estallar en un violento orgasmo. Marina cerró las piernas de golpe, atrapando entre ellas a su amigo del alma, aquel amigo que tanto placer le había dado siempre, pero que ahora era manejado por otra mano. El orgasmo fue largo, intenso, y tuvo que sacarse el consolador porque la continua estimulación estaba llegando a ser molesta.

Cuando se repuso del intenso placer, las dos mujeres se quedaron mirando la una a la otra. Habían compartido algo muy íntimo. Algo prohibido compartir entre una madre y su hija. Pero las dos sonreían

Mechy apagó el vibrador.
-Que no se le vayan a gastar las pilas, mami.
-Jajaja. Tengo de repuesto.
-Jajaja.
-¿Desde cuándo usas mi..juguete, Mechy?
-Uf, desde hace mucho, mami. Un día lo descubrí por casualidad. Días después, un día en que no estabas me atreví a agarrarlo y probarlo.
-Me lo regaló tu padre. Es uno de los mejores regalos que me ha hecho. Viaja tanto que necesito...ya sabes. Un desahoguito de vez en cuando.
-Sí, yo también lo uso de vez en cuando. Siento haberlo agarrado sin tu permiso, pero no te iba a decir "¿Mami, me prestas tu consolador un ratito?"
-Jajajaja. Me hubieses dejado helada. Bueno, a partir de ahora agarralo cuando quieras.
-Gracias mami. Emmm, ¿Te puedo hacer una pregunta?
-Decime.
-¿Qué se siente con una de verdad?
-¿Una de verdad?
-Sí, ya sabes. Con una...un pene de verdad, no de plástico.
Martina se quedó perpleja.
-¿Nunca has estado con un hombre?
-No.
-¿Por qué no?
-No lo sé, mami. No he encontrado al adecuado. Y como estoy gordita, quizás soy un poco retraída.
-Gordita, gordita. Ay, la juventud de hoy en día. No estás gordita, Mechy. Estás...normal. Y a muchos hombres les gustan así.
-No sé, mami. No me siento atractiva.
-Pero si eres preciosa, tonta. Entonces...¿Usaste el vibrador para...?
-Sí, me desvirgué yo solita.
-Bueno, físicamente puede, pero necesitas a un hombre de verdad para que sea pleno.
-Esperemos que aparezca mi príncipe azul algún día.
-Ya vas a ver como llega.
-Mientras tanto, ya tengo con qué calmar mis calores- dijo, agarrando el consolador.
-Sí! jajaja

Mechy volvió a su cuarto, a estudiar, dejando el consolador sobre la cama de su madre. Martina lo agarro y lo guardó en su sitio. Las dos mujeres siguieron como si nada hubiese pasado, pero la complicidad entre ellas había crecido. Siempre se habían llevado bien, pero ahora, los lazos se habían estrechado aún más.

Continuara..[3/3]

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