Esta es la historia de Julián, un chico de 23 años que después de pasar el mejor verano de su vida nos cuenta las historias que vivió y nos mantiene calientes en este invierno frío. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
Capítulo 1: Vacaciones
Este frío es insoportable. Extraño el verano, el calor, la pileta, las tardes eternas y sobre todo las chicas en malla. Para colmo este verano fue uno de los mejores, arrancando a principios de diciembre y terminando a mediados de marzo, lleno de fiestas, noches de locura, tardes de pileta y sobre todo mucho sexo. Empezó hace unos meses, el 7 de Diciembre de 2015.
Mi nombre es Julián y tengo 23 años. Físicamente estoy muy bien formado, músculos marcados, pectorales resaltados, abdominales perfectas, me encanta verme al espejo y comprobar que estoy en muy buen estado físico (sí, un poco metrosexual, pero todos lo somos). Ojos verdes, pelo corto y negro, alto de casi 1,85 y unos 70 kilos. Mi pija, lo que más le debe importar a las chicas que leen, 17 centímetros, pero bien gorda, lo cual vuelve locas a varias. A la hora de encarar o chamuyar soy muy rápido, no pierdo el tiempo ya que me gusta mucho coger y me molestar dar vueltas cuando es obvio que queremos. Con eso, finalizo my breve introducción, así que volvamos a la historia.
El Lunes 7 de Diciembre rendí la última materia de la facultad (estudio odontología) y se declararon automáticamente las vacaciones. Dado que el año pasado anduve muy bien de estudios y a pesar de que no estaba al día había zafado de rendir en marzo, decidí proclamarme completamente libre. Mi única obligación era pasar un buen verano, por lo que esa misma noche le prepuse al grupo de la facultad de salir a comer, a lo que ellos aceptaron ya que la gran mayoría también había terminado ese día. El grupo de la facu se conforma por Daniel que hace ya dos años está de novio con Oriana, Martín y Celeste, con la cual tenemos mucha historia.
Celeste era de un pueblo acá cerca de Rosario, por lo que cuando terminó la secundaria se vino a vivir a la gran ciudad. A pesar de eso decidió mantener la relación con su novio, pero no tardó en hacerlo cornudo. Según todas sus amigas ella también era cornuda porque él se cogía a varias pendejas que estaban en el último año de la secundaria. Sin embargo ella decidió seguir con él de novia hasta terminado su tercer año en la ciudad. Ahí se desplomó, se deprimió mucho y junto con Oriana la ayudamos bastante. Siempre me sentí atraído por ella, después de todo Celeste está muy buena: Bien flaquita y petiza, 1 metro 65, un culo excelente, redondito y voluminoso, pelo marrón claro largo hasta la mitad de la espalda, y una carita hermosa con esa sonrisa y esos ojos chiquitos. Pero mi ayuda solo se debió a que a pesar de que me gustara, la quería y no quería verla mal. Lo que llevó a que nos hiciéramos muy amigos.
Amistad va, amistad viene, después de casi 7 meses terminamos tranzando una noche en un boliche. Pero la cosa prosperó muy lenta, a Celeste le daba cosa y no quería porque decía que éramos amigos. No fue hasta principios de Noviembre, que una noche de estudio terminó en una noche de besos y manoseo. Pero otra vez, le dio cosa y todo terminó cuando le estaba a punto de chupar la conchita. El mes siguió con muchos apuntes y cuadernos de por medio, por lo que no tuvimos tiempo para terminar lo que habíamos dejado por la mitad.
Cuando nos encontramos en un bar donde solíamos ir a comer bastante seguido, ella y yo fuimos los primeros. Supuse que debía ser una especie de trampa de mis amigos, después de todo ellos sabían lo que había pasado, pero nos dio tiempo para hablar y darnos cuenta que a pesar de eso, la amistad seguía intacta. Cuando llegaron los otros las cosas siguieron su rumbo. Comimos, hablamos, tomamos algunas cervezas, nos reímos, así hasta la una cuando nos fuimos al depto de Cele a seguir tomando y aprovechando esa noche de Lunes. La cosa se extendió hasta las 3 y pico de la mañana, cuando Daniel no paraba de bostezar y Oriana le dijo que se iban. Martín se sumó a los dos y cuando me miraron a mi yo les dije que me quedaba un rato más.
- Para ayudarte a ordenar.- Le dije a Celeste cuando me miró algo sorprendida.
Pero todos sabían que yo buscaba algo más, así que no dijeron nada y se fueron. Una vez solos, decidí no perder el tiempo e intenté besarla después de levantar dos vasos de la mesa. Ella me corrió la cara, pero se rió. No me gustaba la idea del boludeo, como dije soy de ir directo a los bifes si los dos nos tenemos ganas, pero tampoco quería cagarla con Cele.
- Sabés que pasa…- Empezó a decirme ella después de esquivarme el segundo intento, esta vez conmigo abrazándola por la cintura.- No me gustas.- Fue muy crudo, por lo que decidió barnizarlo un poco más.- A ver, estás buenísimo. Apenas te vi me encantaste y siempre te tuve ganas. Pero cuando te empecé a conocer me di cuenta que no sos el chico para mí.
- ¿Por qué?- Le pregunto sin soltarla y sonriendo. Por más que fuese fuerte lo que me decía, me sentía muy confiado de que esa noche iba a pasar algo.
- Tu personalidad.- Me dice.- Me haces reír, me divierto con vos, pero no es lo que me gusta. Me copan más los chicos románticos, no tan agrandados, modestos… Y vos no sos así.- Otra vez, fue bien cruda, por lo que decidió volver a hablar para suavizar el golpe.- ¡Ojo! Me encanta como sos, pero siento que serías un excelente amigo y no algo más.
¡Cagué! ¡Friendzone al palo! No había manera de salir de esa y con ese comentario mis expectativas se empezaron a ir. Pero decidí hacerle la pregunta que me venía comiendo la cabeza hacía un mes.
- ¿Por qué me besaste en ese boliche?- Después de todo, fue ella la que se tiró encima de mí.- ¿Y por qué lo volviste a hacer varias veces más? ¿Y por qué me pediste que te tocara cuando estábamos estudiando hace unas semanas?
- Primero, son tres preguntas.- Se rió intentando separarse de mí pero yo no le di lugar.- Y para responderlas a todas: La primera vez te besé porque estaba en pedo y le jugué una apuesta a Oriana y la perdí y mi castigo fue que te tenía que encarar yo a vos. Lo seguí haciendo porque te necesitaba y necesitaba cariño y vos me lo dabas y no sabes lo bien que me hiciste. Y por último, te pedí que me tocaras porque estaba caliente. Hace varios meses que no cojo Julián.
- ¿Entonces?- Le pregunto como si fuese algo obvio.- Vamos a hacerlo Cele. Sos hermosa, me encanta tu cuerpo, la forma en la que me besas me calienta mucho. No demos vueltas y matémonos en la cama. Me acabas de decir que vos también querés lo mismo.
- Pero yo me di cuenta que no me voy a enamorar de vos. Y no quiero lastimarte más adelante.
- Cele…- Ahí entendí todo y tuve que arriesgarme con una mentira.- Como dije: sos hermosa, estás muy buena y cuando me besas se me pone muy dura,- Ella se rió, lo que siempre es importante.- pero no estoy enamorado de vos. Viví cosas al lado tuyo que me hicieron entender que nosotros dos no somos el uno para el otro, que tenemos que cuidarnos como amigos, como hermanos, como lo que vos quieras. Pero no voy a poder nunca sacarme las ganas de acostarme con vos, al menos una vez.- Ella me sonrió.- Seamos amigos con derecho…
No hizo falta decirle más nada. Cele me besó como lo había hecho en Julio en aquel boliche. Yo le devolví el beso y enseguida me abrazó. Lo que había dicho no sabía si era verdad o mentira, no soy de engancharme después de la primera noche de sexo, pero Cele era especial. Y sus besos no me ayudaban.
Enseguida nos fuimos al sillón, aquel donde ella me pidió que la tocara, donde logré sacarle el pantalón, aquel donde me cortó todo cuando estaba arrodillado a punto de lamerla toda. Pero esta vez sabía que no había peligro de que eso pasara. Esta vez, ella se sentó encima de mí y ella empezó a sacarse la ropa antes de darme tiempo.
Lo que más me gustaba de Cele, es que siempre tenía ropa intima muy sexy. Las mallas que solía llevar eran hilitos dentales que dejaban a la vista su tremendo culo y a veces cuando ibas a la casa y estaba desordenada te encontrabas con alguna tanga, cola less o culote que te hacían pensar que cele era muy provocadora. Esa noche, fue directo al grano (ya iba a haber tiempo para bailes eróticos y masajes), y una vez que se quedó en cola less y corpiño, se arrodilló en el piso y me desabrochó el pantalón.
- ¿Después me tocás un rato?- Me preguntó exactamente igual que lo había hecho hacía un mes.
- Todo el tiempo que quieras.- Le dije sonriéndole.
Cele puso luz verde y después de bajarme el pantalón y el bóxer hasta los talones, me agarró la pija que ya estaba completamente dura y se la metió en la boca. Era buena chupándola, no la mejor que tuve, pero buena. No pajeaba, pero para mi sorpresa le entraba casi toda y eso que como dije, la tengo bien ancha. Siguió chupándomela por un ratito hasta que decidí darle un poco de placer a ella.
Le pedí que se sentara, y después de sacarme toda la ropa, le saqué la cola less a ella y me arrodillé yo. Enseguida empecé a jugar con mis dedos y mi lengua sobre su clítoris. Cele era de las que gemían, no muy fuerte, pero me calentaba mucho escucharla gemir. Así que decidí darle más placer. De a poco fui probando con los dedos, y una vez que tuve tres adentro, la calentura ya no nos daba más y me pidió con un gritó que me la cogiera.
Cuando me paré para metérsela, ella me empujó al sillón, me puso un forro a los apurones, y se sentó sobre mi verga de un saque. Pegó un grito mezclado de placer y dolor cuando lo hizo, pero después de acomodarse, empezó a cabalgar como las mejores. Yo le manoteé el culo y le chupaba las tetas (chiquitas pero hermosas) a medida que subían y bajaban con sus movimientos. Celeste no paraba de gemir.
Seguimos así un rato, hasta que me pidió que me parar. Se puso en cuatro en el sillón y yo me acomodé para quedar a su altura y una vez listo se la volví a meter sin pausa y sin aviso, bien hasta el fondo. Celeste mordió uno de los almohadones, pero pude sentir como gemía cada vez más fuerte. La agarré de la cintura y con todas mis ganas le taladré la concha hasta que sin poder resistirse pegó un grito de placer que resonó por toda la casa (y seguramente todo el edificio). Cuando lo hizo supe que era mi momento de acabar. Seguí dándole bien duro, hasta que sentí como una buena cantidad de semen empezó a salir de mi verga. Le pegué un pequeño chirlo en el culo para darle a entender que había terminado y cuando lo hice ella gimió una vez más.
- Te digo algo, pero me vas a matar.- Me dijo una vez que nos fuimos a acostar a la cama los dos completamente desnudos.
- ¿Qué?
- No sé porque te hice esperar tanto.- Me dijo riéndose.
Esa noche dormimos ahí, cada uno en su mitad de la cama, desnudos y completamente satisfechos. No podía dejar de pensar en si me iba a enganchar o no. Pero por suerte para mí, todo iba a salir bien.
SIGUIENTE
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1 comentarios - Un verano caliente. Capítulo 1
Gracias por pasar