"Confesiones de una Madre: Mi hijo se mete en mi cama"
Su grueso miembro, aprisionado entre mis piernas y mis nalgas, se movía tan cual como si me estuviese follando. Tan solo la delgada tela de mi pijama me separaba del contacto de su piel, pero la sensación era increíble, mientras su dedo intruso, dentro de mi mojada concha, me estaba volviendo loca.
Ya mis fuerzas se acababan y la penetración continuaba, hasta que el apoyándolo fuertemente en donde mis dos piernas se juntaban, y masturbándome mas rápido aun, lanzo un potente chorro de semen, muy caliente, que dejó completamente mojado mi pijama y gran parte de las sábanas.
Solo una fracción de segundo y una pizca de cordura, evitó que yo me corriera junto a el. Por unos minutos su mano continuó dentro de mi y al igual que el movimiento de su gruesa verba, frotándose contra sus restos de semen en mi mojado pantalón, hasta que con un largo sus piro, dejo de moverse y me sacó el dedo de mi interior.
Solo ahí recién pude liberarme de su abrazo. Me levanté de la cama muy rápidamente y el quedó ahí, con los ojos cerrados, ya prácticamente dormido.
Con el corazón casi saliéndose de mi pecho, me fui al baño y cerré la puerta. Aun no podía asimilar lo que había vivido. ¡ La casi violación de mi hijo!.
Instintivamente mi mano se fue al interior de mis piernas, sintiendo lo mojado de mi pantalón, mezcla de su semen aun tibio y lo mojada que me había echo sentir.
Al sacarla restos de semen quedaron en mi mano y lo quedé mirando. Hacia muchos años que no tenía contacto con este líquido, y menos el de mi hijo. Era increíble la cantidad que había arrojado. Sin pensar lo que hacía me llevé la mano a mi nariz y aspire su olor. Era olor a hombre, olor a sexo, era semen recién sacado directamente de la verga de mi hijo, y ahora estaba en mi mano, un olor, casi olvidado por mi olfato, que me tenía loca.
Entre nuevamente a la habitación. El dormía profundamente como si nada hubiese pasado. Saqué de mi closet un nuevo pijama y me fui a dormir a su cuarto. Me cambie la prenda y apagando la luz me acosté, recordando cada segundo de lo vivido. Nos sabía como enfrentar esta situación, era pecado lo que el había echo conmigo y quizás yo también era pecadora al haberme excitado. Pero sus caricias me tuvieron loca por muchos minutos y apunto de acabar.
Mi corazón aun no dejaba de latir, y aunque me había lavado las manos, su olor aun permanecía ahí. Cada caricia de el las recordaba perfectamente, su mano en mi sexo, su pene entre mis piernas, era pecado pero fue exquisito, y sin darme cuneta mis manos estaba entre mis piernas presionando mi sexo, recordando lo vivido. Hacía mucho tiempo que no me masturbaba, pero hoy mi cuerpo lo pedía a gritos.
Como una puta en celo, tiré toda la ropa hacia atrás, me saqué el pantalón y con mis piernas completamente abiertas, comencé a mastúrbame frenéticamente. Una horda de placer invadió mi cuerpo, quería más y más. Hasta me levanté y tomé mi mojado pantalón de pijama y me restregué en mi cara, sintiendo su olor, su semen, mientras con mis dedos, me acariciaba rápidamente mi clítoris.
No demoré en alcanzar el orgasmo y justo en ese momento, mientras apoyando mis piernas en la cama, y levantando en alto mi sexo, el pijama estaba en mi boca, chupando los restos de semen que en el quedaron.
Acabé monstruosamente, como no recuerdo nunca antes haberlo echo. Mi orgasmo salió como un chorro por mi sexo y mis gemidos solo fueron aplacados por la tela de mi piyama que permanecía en mi boca.
Ya desahogada, luego de mucho rato de estar así, desnuda de la cintura para abajo, en la cama de mi hijo, con su piyama en la cara, me coloqué ese mismo piyama mojado y conseguí dormirme, sin saber que pasaría el día de mañana.
Continuará...
Su grueso miembro, aprisionado entre mis piernas y mis nalgas, se movía tan cual como si me estuviese follando. Tan solo la delgada tela de mi pijama me separaba del contacto de su piel, pero la sensación era increíble, mientras su dedo intruso, dentro de mi mojada concha, me estaba volviendo loca.
Ya mis fuerzas se acababan y la penetración continuaba, hasta que el apoyándolo fuertemente en donde mis dos piernas se juntaban, y masturbándome mas rápido aun, lanzo un potente chorro de semen, muy caliente, que dejó completamente mojado mi pijama y gran parte de las sábanas.
Solo una fracción de segundo y una pizca de cordura, evitó que yo me corriera junto a el. Por unos minutos su mano continuó dentro de mi y al igual que el movimiento de su gruesa verba, frotándose contra sus restos de semen en mi mojado pantalón, hasta que con un largo sus piro, dejo de moverse y me sacó el dedo de mi interior.
Solo ahí recién pude liberarme de su abrazo. Me levanté de la cama muy rápidamente y el quedó ahí, con los ojos cerrados, ya prácticamente dormido.
Con el corazón casi saliéndose de mi pecho, me fui al baño y cerré la puerta. Aun no podía asimilar lo que había vivido. ¡ La casi violación de mi hijo!.
Instintivamente mi mano se fue al interior de mis piernas, sintiendo lo mojado de mi pantalón, mezcla de su semen aun tibio y lo mojada que me había echo sentir.
Al sacarla restos de semen quedaron en mi mano y lo quedé mirando. Hacia muchos años que no tenía contacto con este líquido, y menos el de mi hijo. Era increíble la cantidad que había arrojado. Sin pensar lo que hacía me llevé la mano a mi nariz y aspire su olor. Era olor a hombre, olor a sexo, era semen recién sacado directamente de la verga de mi hijo, y ahora estaba en mi mano, un olor, casi olvidado por mi olfato, que me tenía loca.
Entre nuevamente a la habitación. El dormía profundamente como si nada hubiese pasado. Saqué de mi closet un nuevo pijama y me fui a dormir a su cuarto. Me cambie la prenda y apagando la luz me acosté, recordando cada segundo de lo vivido. Nos sabía como enfrentar esta situación, era pecado lo que el había echo conmigo y quizás yo también era pecadora al haberme excitado. Pero sus caricias me tuvieron loca por muchos minutos y apunto de acabar.
Mi corazón aun no dejaba de latir, y aunque me había lavado las manos, su olor aun permanecía ahí. Cada caricia de el las recordaba perfectamente, su mano en mi sexo, su pene entre mis piernas, era pecado pero fue exquisito, y sin darme cuneta mis manos estaba entre mis piernas presionando mi sexo, recordando lo vivido. Hacía mucho tiempo que no me masturbaba, pero hoy mi cuerpo lo pedía a gritos.
Como una puta en celo, tiré toda la ropa hacia atrás, me saqué el pantalón y con mis piernas completamente abiertas, comencé a mastúrbame frenéticamente. Una horda de placer invadió mi cuerpo, quería más y más. Hasta me levanté y tomé mi mojado pantalón de pijama y me restregué en mi cara, sintiendo su olor, su semen, mientras con mis dedos, me acariciaba rápidamente mi clítoris.
No demoré en alcanzar el orgasmo y justo en ese momento, mientras apoyando mis piernas en la cama, y levantando en alto mi sexo, el pijama estaba en mi boca, chupando los restos de semen que en el quedaron.
Acabé monstruosamente, como no recuerdo nunca antes haberlo echo. Mi orgasmo salió como un chorro por mi sexo y mis gemidos solo fueron aplacados por la tela de mi piyama que permanecía en mi boca.
Ya desahogada, luego de mucho rato de estar así, desnuda de la cintura para abajo, en la cama de mi hijo, con su piyama en la cara, me coloqué ese mismo piyama mojado y conseguí dormirme, sin saber que pasaría el día de mañana.
Continuará...
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