Damián viene a mi estudio todos los miércoles a la mañana. Es un tipo de 36 años, flaco, de estatura mediana. Siempre tomamos unos mates mientras le hago los pedidos, y charlamos de cosas cotidianas.
Antes de ayer, me empezó a contar, de la nada, que andaba mal con su mujer porque ella no quería hacer un trío, y a el le gustaba.
Aumentó la apuesta diciendo que vivía caliente porque ella no lo "atendía" las veces que él necesitaba, y él siempre estaba caliente. me contó que hacía unas semanas se había volteado una clienta y que le había echado tres polvos en un turno...
Me calenté como una pava y le dije que se la quería chupar.
Se paró, cerró la puerta de la oficina, se desabrochó el jean y se lo bajó de un saque con el calzoncillo. Ante mí quedó una hermosa verga de tamaño estándar, pero con una erección increíble.
Me la mandó a la boca de una y lo mamé por unos diez minutos, se la chupé, se la lamí, le chupé los huevos. hasta que me tomó de la nuca y me llenó la boca de un elixir tibio y espeso. Lo limpié con la lengua.
Yo estaba a mil, así que me paré y previo ponerme en bolas, se la dí a mamar. Lo dejé unos minutos, lo hice parar, le lamí el orto para lubricarlo y se la puse. Damián estaba al palo nuevamente y mientras lo cogía, le hacía una paja pasando mi mano por abajo de su panza.
Le acabé ne la espalda.
Se incorporó, me dio vuelta, me reclinó sobre la mesa, me escupió el agujero y me la mandó sin compasión. Sentía sus huevos golpeando contra mi orto, sus piernas fuertes apretando las mías. Me tenía tomado de los hombros y me cogía con fuerza.
"Dame la boca que acabo", me dijo, y me la llenó de vuelta.
Nos tiramos en el sillón a descansar. Fumamos un cigarrillo.
A los quince minutos, se la empecé a chupar muy despacio, hasta que recuperó todo su vigor. Me puse lubricante y me senté arriba. Lo cogí yo a él por unos veinte minutos y me llenó el ojete. Giré, me arrodillé y lo volví a limpiar.
Llegó male, mi secretaria, así que nos vestimos.
me prometió empezar a pasar dos veces por semana.
Antes de ayer, me empezó a contar, de la nada, que andaba mal con su mujer porque ella no quería hacer un trío, y a el le gustaba.
Aumentó la apuesta diciendo que vivía caliente porque ella no lo "atendía" las veces que él necesitaba, y él siempre estaba caliente. me contó que hacía unas semanas se había volteado una clienta y que le había echado tres polvos en un turno...
Me calenté como una pava y le dije que se la quería chupar.
Se paró, cerró la puerta de la oficina, se desabrochó el jean y se lo bajó de un saque con el calzoncillo. Ante mí quedó una hermosa verga de tamaño estándar, pero con una erección increíble.
Me la mandó a la boca de una y lo mamé por unos diez minutos, se la chupé, se la lamí, le chupé los huevos. hasta que me tomó de la nuca y me llenó la boca de un elixir tibio y espeso. Lo limpié con la lengua.
Yo estaba a mil, así que me paré y previo ponerme en bolas, se la dí a mamar. Lo dejé unos minutos, lo hice parar, le lamí el orto para lubricarlo y se la puse. Damián estaba al palo nuevamente y mientras lo cogía, le hacía una paja pasando mi mano por abajo de su panza.
Le acabé ne la espalda.
Se incorporó, me dio vuelta, me reclinó sobre la mesa, me escupió el agujero y me la mandó sin compasión. Sentía sus huevos golpeando contra mi orto, sus piernas fuertes apretando las mías. Me tenía tomado de los hombros y me cogía con fuerza.
"Dame la boca que acabo", me dijo, y me la llenó de vuelta.
Nos tiramos en el sillón a descansar. Fumamos un cigarrillo.
A los quince minutos, se la empecé a chupar muy despacio, hasta que recuperó todo su vigor. Me puse lubricante y me senté arriba. Lo cogí yo a él por unos veinte minutos y me llenó el ojete. Giré, me arrodillé y lo volví a limpiar.
Llegó male, mi secretaria, así que nos vestimos.
me prometió empezar a pasar dos veces por semana.
7 comentarios - Mi proveedor al palo
😉 😉 😉 😉
TE SIGO!