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Mi Vecino se folla a mi Esposa III

(Si deseáis ver más fotos de mi esposa y un vídeo, escribidme por chat)

Aquel Sábado estaba sentado en el sofá de mi casa intentando leer la prensa pero no podía concentrarme, Alba definitivamente había cambiado, Oscar la estaba emputeciendo día a día, mi esposa se entregaba a él cuando mi odioso vecino se lo exigía. También follaba con el calvo de Miguel Angel, el antiguo rival en el trabajo de mi mujer, y con previo pago de dinero a Oscar quien definitivamente se había convertido en el chulo de mi esposa.

Pero lo peor de todo era la actitud de Alba hacia mí, cuando quería hacer el amor con ella no me dejaba que la tocase, según ella era propiedad de Oscar y sólo el viejo podía tocarla o decirle con quién mi esposa se acostaba. 

Alba me comentaba sus aventuras sexuales y amorosas con Oscar y Miguel Angel, expresándome lo mucho que disfrutaba follar con sus dos machos y que esperaba pronto quedar embarazada del viejo vecino, además de explicarme a detalle cómo follaba con sus amantes. 

Tanto Óscar como Miguel Ángel deseaban dejar embarazada a Alba y por lo tanto ambos eyaculaban dentro de su vagina para lograr embarazarla. Miguel Ángel intentó negociar con el viejo vecino ofreciéndole una enorme suma de dinero a cambio de que le cediera a mi mujer para poder convertirla en su esposa y poder tenerla sólo para él. Sin embargo, mi esposa deseaba que el padre de sus hijos fuese el vecino, y tras una serie de discusiones, se decidió que ambos continuarían corriéndose dentro del coño, pese a que ella quería que fuese Oscar quien la dejara embarazada. Sin embargo, Óscar parecía estar dispuesto a cederle mi esposa a Miguel Ángel y al final ambos acordaron hacer una apuesta: quien lograra dejar embarazada a Alba se quedaría con ella y la tomaría como su esposa.

En cuanto a mí, tanto Alba como sus dos amantes ofrecieron poner el dinero para que yo fuera a una clínica a castrarme, ya que los tres decían que mis testículos no servían para nada y que no merecía dejar descendencia. La situación estaba fuera de mi control y sólo podía seguir disfrutando mientras miraba cómo mi esposa era follada por sus dos amantes.

Me excitaba en gran manera observar cómo Alba era follada en doble penetración por sus dos amantes, con Oscar penetrando el culo y Miguel Angel penetrando el coño, con un mete-saca en sincronía y culminando en una abundante corrida doble en la vagina y culo de mi esposa, dejando que los hilos de semen se juntaran en un solo borbotón de leche fértil escurriendo de su entrepierna. 

Hubo ocasiones en que los dos follaban a mi esposa pero no me dejaban verlo, se encerraban en nuestro dormitorio y yo simplemente podía escuchar detrás de la puerta los gemidos y jadeos de Alba, así como las lindezas que me dedicaban sus dos amantes y mi propia esposa.

Oscar y Miguel Angel me humillaban a la mínima ocasión, les tenía que llevar un buen vino o una cerveza antes de follarse a mi esposa mientras me llamaban cornudo pichafloja, poco hombre o inútil. Pero lo que más me dolía era la indiferencia de mi esposa hacia mí: no dormíamos juntos, no follábamos y cuando intentaba acercarme a Alba para hacer el amor me rechazaba con desprecio, acusándome de estéril, de ser poco hombre para ella, de ser un inútil y de no saber darle lo que una mujer necesita, diciéndome repetidas veces que yo debería de castrarme ya que mis cojones eran inservibles para ella. 

Y para mayor dolor para mí quien había tomado mi lugar como marido era Oscar, pues era él quien follaba con mi esposa todos los días, era quien se duchaba y dormía con ella, el que salía a pasear con ella y era a quien Alba alimentaba con la comida que ella preparaba. 

Por otra parte, Miguel Ángel estaba empeñado en hacer que Alba y yo nos divorciáramos, pues estaba decidido en casarse con mi esposa y formar una familia con ella, al punto de ofrecerle una mayor cantidad de dinero a Óscar para ayudarle en su cometido y le permitiese ser el primero en eyacular dentro de mi mujer en sus aventuras sexuales.

Por mi parte, no soportaba la idea de imaginar un matrimonio entre Alba y Miguel Ángel, mucho menos que tuviesen hijos, prefería que fuese Óscar quien la preñase. Toda esta situación daba vueltas en mi cabeza, sobretodo al ver cómo Alba había cambiado, pues me excitaba y a la vez me dolía ver a mi respetable esposa convertida en una bolsa de semen, cuyo útero era el deposito permanente de esperma de mi despreciable vecino y el odioso calvo de su rival de trabajo.

Me encontraba absorto en mis pensamientos cuando Alba y Oscar entraron en el salón de mi casa tomados de la mano. Mi esposa llevaba una bolsa de unos conocidos almacenes en la mano.

-Hola cornudo, dijo Oscar.

-Hola, balbuceé.

La presencia de Oscar y el que me llamase cornudo provocó que mis pensamientos se desvaneciesen y comenzase a empalmarme. Oscar propinó una fuerte nalgada a mi esposa y le dijo: mi amor ¿tienes que enseñarle algo a tu maridito?.

Mi esposa alzó su falda y pude contemplar el tanga azul de Alba (por cierto mi preferido) completamente manchado.

-¿Sabes que es esto cornudo? dijo Oscar toqueteando el sexo de mi esposa por encima de su tanga.

-Es tu leche, contesté.

Oscar se rió con grandes carcajadas y dijo: sí, es mi leche, la leche fértil del hombre de tu esposa. Alba me ha suplicado que me la follase en los probadores y he tenido que complacerla. Por cierto, nos ha sorprendido uno de los vendedores, un sujeto cuarentón y gordo, y amablemente le he tenido que “ceder” a tu mujercita porque quería denunciarnos.

-¿Qué tal te ha follado el vendedor, Albita?.

-Regular contesto mi esposa. Me ha sobado el culo y las tetas, le he tenido que hacer una mamada y apenas me ha penetrado se corrió como un colegial. En cierto modo me ha recordado a ti, dijo mi esposa señalándome con el dedo.

Tanga azul de mi esposa, uno de mis favoritos
Mi Vecino se folla a mi Esposa III

Oscar nuevamente se rió con estruendo, besó a mi esposa y le pidió que fuese a ducharse y se vistiese con la ropa que habían comprado. Alba salió de nuestro salón y al poco escuchamos el sonido del agua.

-Tráeme una cerveza cabrón, me ordenó Oscar.

Fui a la cocina a cumplir la orden de mi odioso y degenerado vecino. Cuando volví Oscar había ocupado mi sillón y leía la prensa atentamente. Le entregué la cerveza y me senté. Pasaron varios minutos, se oía el secador en nuestro cuarto de baño, Oscar dobló el periódico y me dijo:

-Hoy tengo un buen plan para vosotros, creo que vas a disfrutar como un verdadero cornudo.

Reconozco que las palabras de Oscar hicieron que casi me corriese de gusto. Mi esposa apareció en ese instante. Estaba preciosa. Su melena recogida en una coleta, creo que las mujeres la llaman de caballo, discreto maquillaje, carmín marrón que realzaba la calidez de unos labios dignos de ser besados, una blusa blanca que trasparentaba un sujetador negro de encaje, una minifalda de color negro que dejaban a la vista sus largas piernas y firmes muslos y unos zapatos de tacón con enorme aguja.

Oscar se acercó a mi esposa, se puso detrás de ella y dándola un beso en el cuello pasó sus enormes manazas por debajo de las axilas de mi mujer atrapando sus pechos.

-Qué tetas tan grandes y perfectas tienes zorra, son de lujo, cómo me gusta ordeñarlas, le dijo.

Alba se recostó sobre el cuerpo de Oscar y cogiendo mi esposa una de las manos de mi degenerado vecino la bajo hasta su vientre, subió la minifalda y apartando un tanga negro totalmente trasparente que pude contemplar brevemente introdujo esa sucia manaza en el interior de su ropa íntima.

-Totalmente depilada y mojada, eres una verdadera puta ramera, dijo Oscar.

-Sí, soy una zorra caliente, soy tu hembra y tú mi macho, contestó mi esposa volteando su cabeza hacia Oscar comenzando a besarse.

Al ver la escena intenté sacar mi verga para masturbarme pero Alba me dijo: ni se te ocurra masturbarte, cornudo pichafloja.

Oscar se rió con grandes aspavimientos, ya tendrás tiempo de pajearte cornudito. Ahora tenemos que irnos.

-¿Puedo acompañaros?, supliqué.

-El cornudo quiere venir, ¿le dejamos, mi amor?, dijo Oscar irónicamente.

-Por mí que venga cielo, necesitamos un chófer y ya sabes que a mí no me gusta conducir, contestó mi mujer no con menos ironía.

-Pues vamos cabrón, me ordenó mi asqueroso vecino.

Bajamos al garaje y cogimos el coche. Ellos montaron atrás mientras yo conducía. Alba se lanzó sobre Oscar con intención de besarle, pero sorprendentemente el viejo la rechazó.

-Eres insaciable Albita, me alegro de haber sacado a la luz lo más puta de ti, pero ahora no voy a follarte, tienes que llegar limpita a donde vamos, dijo mi despreciable vecino.

Oscar me fue indicando cómo llegar al lugar donde nos dirigíamos. Tras un viaje de un cuarto de hora aproximadamente Oscar me ordenó parar e hizo bajar a mi linda mujercita diciéndole: ya sabes lo que tienes que hacer, el cornudo y yo vamos a observarlo todo, si no lo consigues subiré a internet vuestras fotos y videos.

-¿Qué pretendes? le dije a Oscar.

-Tú a callar pichafloja, me contestó con tono de voz autoritario.

-¿Sabes lo que has de conseguir?, preguntó Oscar a mi mujer.

-Lo sé, contestó Alba.

Mi esposa le estampó un beso en la boca a Oscar, bajo del auto y caminó calle adelante no sin volverse y con una cara de picardía le sopló un besito al viejo.

-Arranca, y gira dos calles a la derecha y entra en un garaje, me ordenó Oscar.

Pasamos con el coche a la altura de mi esposa, por el retrovisor contemplé su hermosa cara, parecía una niña buena que nunca hubiese roto un plato. Varios hombres voltearon sus cabezas para ver el culazo de Alba oculto bajo su minifalda, incluso escuché a uno decirle a otro: mira qué belleza de mujer, tengo que follarmela, no importa cómo pero me la tengo que follar, causando que me empalmase. Aparqué el coche y nos bajamos. Subimos por un viejo montacargas llegando delante de una puerta. Oscar sacó unas llaves y la abrió.

La habitación donde entramos era amplia, un par de sillas y una cámara de vídeo enfocaba a otra habitación que podía contemplarse a través de un espejo. Me quedé sorprendido, en la otra habitación había un escritorio de tamaño medio con una pantalla de ordenador, varios estantes con tarros cuyos nombres no acertaba a ver, una ducha y taza de váter con una cortinilla abierta y un espejo estratégicamente colocado, de tal forma que, mirándolo podía verse el interior de ese mini cuarto de baño, y una camilla de unos dos metros de largo.

-¿Sabes dónde estamos, cornudito?, me dijo Oscar.

-Sino me equivoco esta es una sala de masajes, contesté

-Bingo cabroncete, qué listo eres, dijo mi despreciable vecino.

La puerta donde nos encontrábamos se abrió. Un señor alto, aproximadamente 70 años, con bigote castaño, calvo y barrigudo se acercó.

-¿Qué tal querido Oscar? dijo.

-Hola hermanito contestó mi despreciable vecino. Voy a hacer las presentaciones, mi hermano Juan Carlos, el cornudito, cornudito mi hermano Juan Carlos.

-Vaya vaya, aquí tenemos al famoso cabrón que disfruta viendo cómo su mujer hace el amor con otros hombres.

No contesté pero aquella situación tan humillante provocó que mi polla se empalmase.

Oscar se dirigió a mí: mi hermano y yo tenemos muchos negocios, entre ellos, este salón de masajes. Por aquí pasan hermosas mujeres y sin que lo sepan las grabamos mientras son masajeadas, o mejor dicho mientras las meten mano nuestros masajistas. Entre nuestro personal tenemos un chico de raza negra que creemos que es homosexual, no lo sabemos, pero tenemos algunos indicios, y aquí es donde entra en juego Albita.

-No entiendo nada, dije.

-Tu querida mujercita tiene que seducir a nuestro masajista, tiene que conseguir follárselo en un interracial, ya que si no lo hace ……

-Subirás nuestras fotos y vídeos a Internet, contesté.

-Exacto, cornudo.

En ese instante la puerta de la sala contigua se abrió, mi esposa entró y se sentó en una silla cruzando sus piernas dejando a la vista sus hermosos muslos.

-Qué buena está la puta, está mejor al natural que en los vídeos que me enseñaste, dijo Juan Carlos a su hermano.

-¿Le has enseñado los videos a tu hermano?, pregunté a mi asqueroso vecino.

-Los vídeos y las fotos, precisó Oscar.

-Eres un hijo de puta, contesté.

-Y tú un cornudo pichafloja inútil incapaz de embarazar a su esposa y de no darle lo que ella necesita, cabrón de mierda, dijo Juan Carlos.

La puerta de la habitación contigua se abrió. Un sujeto de raza negra apareció, de 1,70 cms, unos 35 años con gafas de pasta y gruesos cristales, apareció. No tenía ningún atractivo, desaliñado, mal afeitado, gordo muy gordo, vestido con una bata blanca y con una piel muy oscura, pero lo que más me llamó la atención fueron sus enormes manos, grandes muy grandes. Se sentó delante del escritorio.

Oscar accionó un botón y pudimos oír lo que se hablaba en la habitación contigua.

-Su nombre es Alba xxxx.

-Sí, contestó mi esposa.

-Soy Ahmed su masajista, según la conversación mantenida Ud. tiene problemas en la espalda.

-Sí, contestó mi esposa, además llevo un par de días con dolores en la pierna, y subiéndose la minifalda dejando ver sus muslos señalo con la mano.

El masajista carraspeó y dijo: puede desnudarse en el baño mientras preparo los aceites.

-¿Me tengo que quitar toda la ropa? Preguntó Alba con un tono muy seductor.

-No es necesario dijo Ahmed, no se quite la ropa interior.

Mi esposa se dirigió al diminuto aseo, no cerró la cortinilla y procedió a desnudarse muy lentamente. Ahmed miró al espejo y pudo contemplar el culo de mi esposa cubierto por el hilo dental de su tanga. El masajista retiró la mirada pero al instante volvió a ver a través del espejo cómo mi esposa seguía quitándose la ropa.

-Qué esposa más puta tienes chaval, me dijo Juan Carlos. Qué buena está, qué cuerpazo tiene y en ese instante se bajo los pantalones y unos mugrientos calzoncillos, se sentó en una silla y empezó a masturbarse contemplando con deleite cómo Alba se desnudaba delante del masajista negro.

Alba se quedó vestida solamente con su diminuto tanga negro y su sujetador de encaje a juego, dobló y colgó su ropa en una percha, y de esta guisa salió del diminuto aseo. Ahmed se quedó perplejo durante unos instantes deleitándose con el cuerpo de aquella mujer madura, de una milf de raza blanca, y pasados unos instantes acertó a decir.

-Túmbese boca abajo en la camilla.

Alba contoneándose se dirigió a la camilla por delante del masajista, se sentó y abrió sus piernas dejando a la vista de Ahmed su coño depilado únicamente cubierto por su tanga de encaje negro transparente.

-¿Se encuentra bien? Le preguntó mi esposa.

-Sí, balbuceó el masajista.

Alba se tumbó boca abajo dejando a la vista del negro su esplendido culo tapado por el hilo dental del tanga. Ahmed se acomodó el bulto que se adivinaba debajo de su fino pantalón de tela, cogió una toalla y tapó el culo de mi esposa.

-¿Es necesaria la toalla? tengo mucho calor, dijo mi esposa.

-No quiero manchar su ropa interior Señora, las clientas siempre vienen con un bañador viejo pero no con esa ropa interior, dijo el masajista.

-No me llames señora, llámame Alba por favor, espero que no te incomode mi ropa. ¿De dónde eres?.

-Soy de Marruecos, Rabat, y en absoluto me incomoda tu ropa, todo lo contrario dijo Ahmed.

-Qué puta tan buena te has echado a la cara hermanito, dijo Juan Carlos, tengo que follármela.

-Todo a su tiempo, contestó mi odioso vecino. Además, si quieres follarte a Albita tendrás que pedirle permiso al cornudo, dijo Oscar. Cornudo, ¿vas a dejar que mi hermano se folle a tu linda mujercita?.

No contesté.

-Contesta cabrón, repitió Oscar autoritariamente.

-Sí, balbuceé.

-¿Sí qué, cornudo? dijo Oscar.

-Sí, voy a dejar que tu hermano se folle a mi esposa, contesté.

Juan Carlos y Oscar se rieron nuevamente. Además, si tienes suerte podrás dejarla embarazada, ya que Alba no toma la píldora por prescripción de su doctor, que soy yo, le dijo irónicamente Oscar a su hermano. Esa puta es dura de preñar, me la he estado follando por un tiempo y no ha quedado embarazada la muy zorra.

-Quizás la preñe Ahmed, contestó entre risas Juan Carlos.

-Tendrán un crío mulato, un niño de doble nacionalidad, heredará el tono de piel de Ahmed y todos sabrán que es hijo de un negro, respondió Óscar a su hermano, excitándome por imaginarme esa idea.

Ahmed por su parte se dirigió hacia la estantería y cogiendo un tarro de aceite vertió un poco sobre la espalda de mi esposa y empezó a extenderlo con firmeza. Alba se arqueó y gimió.

-¿Le hago daño? Dijo el masajista.

-Todo lo contrario, respondió mi esposa dirigiendo una mirada de vicio a Ahmed. Me parece que ese aceite va a manchar mi sujetador, ¿te importa que me lo quite?.

Antes de que el negro pudiese decir nada Alba se incorporó y desabrochó el sujetador dejando a la vista de Ahmed sus enormes y preciosas tetas con sus dos rosadas areolas y sus duros pezones.

Ahmed no apartaba la vista de las perfectas tetas de mi esposa, mientras que Alba sin ningún tipo de pudor porque el negro le estuviese viendo sus intimidades, le entregó el sujetador y le dijo:

-Ahmed ¿puedes dejar mi sujetador con el resto de mi ropa?.

El masajista como un autómata se dirigió al pequeño aseo apretando con fuerza la ropa interior de mi esposa. Entró en el baño y se lo llevó a la cara oliéndolo con deleite. A través del cristal pudimos observar la tremenda erección del masajista.

Alba se había tumbado nuevamente en la camilla arrojando la toalla que cubría anteriormente sus nalgas. Ahmed se acercó y dijo: Alba, la toalla.

-No la necesitamos, ¿verdad? Dijo mi esposa con una mirada lasciva.

Ahmed vertió una cantidad considerable de aceite sobre la espalda de Alba y empezó a extendérselo. No pude contenerme, ver aquella situación, cómo mi esposa se comportaba como una verdadera puta y cómo estaba siendo sobada por otro hombre, cómo el masajista veía a escasos centímetros el culo de mi esposa cubierto por el hilo dental de su tanga, me saqué la polla y empecé a pajearme con deleite.

-Cornudo pajillero de mierda, te gusta ver cómo otro hombre acaricia a tu esposa, te excita que un negro se la vaya a follar en un interracial, mira cómo se la está poniendo a Ahmed.

El bulto de Ahmed se marcaba sin disimulo debajo de su fino pantalón de tela mientras masajeaba la espalda de mi esposa. Sus expertas manos se deslizaban por debajo de sus axilas y acariciaban el nacimiento de los pechos de mi mujer. Alba gemía levemente, no sé si de forma intencional o de placer, lo cual provocaba que las caricias del masajista cada vez fuesen más audaces.

Las manos de Ahmed abandonaron la espalda de Alba y se concentraron en sus muslos, el negro los masajeaba a conciencia con una mano mientras que con la otra se tocaba su enorme bulto. Ahmed vertió directamente un buen chorro de aceite sobre el culo de mi esposa y sin ninguna contemplación comenzó a amasar las nalgas de Alba.

-¿Está bien así?, preguntó descaradamente el negro a mi esposa.

-Fantástico, contestó mi mujer.

Es una perfecta escena de una película porno interracial, comentó Oscar, se cercioró que la cámara lo estuviese grabando todo y bajándose los pantalones comenzó a masturbarse por la escena interracial.

Ahmed ordenó a mi esposa que se diese la vuelta y Alba quedó con sus hermosas tetas a la vista del masajista.

-No quiero ensuciar ese tanga tan bonito comentó Ahmed y sin más preámbulos se lo bajó a mi esposa totalmente pasiva, lo olió y se lo guardó en el bolsillo de su bata.

Ahmed acarició las enormes tetas de mi esposa sin ningún pudor, de forma golosa, ya no era un profesional dispuesto a tratar las dolencias de una paciente, era un macho negro que se iba a follar a una auténtica zorra blanca que no había dejado de provocarle desde que entró en la consulta.

Mi esposa empezó a gemir y jadear con los toqueteos del negro, su coño empapado manchaba la sábana que cubría la camilla y estirando uno de sus brazos apretó con fuerza el duro miembro del masajista. Ahmed gimió ante aquella caricia y dijo:

-Qué zorra eres, con tu alianza de casada y poniéndome caliente desde el principio.

Sin mas miramiento Ahmed bajó sus pantalones y slip dejando a la vista un enorme pollón. Trágatelo zorra le ordeno a mi esposa. Alba cogió con una de sus manos la verga del masajista, la empezó a masturbar y acto seguido se la llevó a la boca. Beso su glande, lamió el troncó hasta las huevos del macho para metérselos alternativamente en la boca y succionar con fuerza.

Ahmed se arqueó de placer gimiendo y jadeando, e incorporándose un poco atrapó los pechos de mi esposa.

-Soy tu puta Ahmed, fóllame como se folla un perro a su perra.

Al oír las palabras de mi esposa me corrí como un vulgar pajillero.

Ahmed propinó un soberano beso a Alba, sus lenguas se entrecruzaron y sus salivas se mezclaron.

-Zorra ramera te voy a dar lo que te mereces, ¿Dónde está el cabrón de tu marido mientras te follo? Dijo Ahmed.

La boca de Ahmed se deslizó desde la boca de Alba y pasó por el cuello de mi esposa hasta alcanzar sus pechos, tuve que volver a masturbarme, la sucia lengua del masajista jugaba con los pezones de Alba mientras mi esposa se arqueba por el gusto y placer recibido mientras jadeaba como una perra, la áspera lengua del negro se deslizó por el vientre de mi mujer y abriendo las piernas de Alba comenzó a comerle el coño mientras con sus manos apretaba la cabeza del masajista contra su sexo

-Sigue por favor, qué bien lo haces, qué gusto, dijo mi esposa

Ahmed levantó la cabeza e introdujo un par de dedos en el coño de Alba.

-Qué pedazo de puta eres, zorra asquerosa, dijo Ahmed.

-Soy tu zorra, tu puta, dejaré que me hagas lo que quieras, contestó mi esposa.

-Suplica que te folle Alba.

-Fóllame te lo ruego, gritó mi esposa..

Voy a follarte sin condón y te voy a dejar preñada para que tengas un hijo negro, contestó el negro y subiéndose a la camilla abrió las piernas de mi esposa y poniéndoselas sobre sus hombros introdujo su enorme y negro pollón dentro de la intimidad de mi mujer. Primero el glande luego el enorme y grueso tronco hasta que sus huevos chocaron con la entrepierna de mi esposa.

Nuevamente me corrí como un cerdo mientras el masajista iniciaba un mete saca brutal, los gemidos y jadeos de mi esposa y de Ahmed eran tremendos, Ahmed se la folló en varias posiciones, le ordeño las tetas dándole tremendas nalgadas a mi esposa, la comió el culo y el coño repetidamente.

Alba se arqueó y cruzó las piernas sobre la espalda del macho haciendo contrastar su piel blanca con la piel negra del masajista, posteriormente mi esposa se corrió en un largo, profundo e intenso orgasmo.

Oscar y Juan Carlos en absoluto silencio veían el tremendo orgasmo alcanzado por mi esposa. Ahmed tras un último y violento pollazo a mi esposa tuvo un espasmo y entre gruñidos de placer se corrió dentro del coño de Alba.

-Me corro dentro de ti, puta. Toma mi leche zorra barata, voy a preñarte como los perros preñan a sus perras y voy a darte un hijo negro para que todos sepan que eres una puta, dijo el negro.

En ese mismo instante Oscar gritó que se corría y poniéndose de pie delante de mí me inundó con su leche, grandes trallazos de leche mancharon mi cara, mi pelo y mi ropa. Acto seguido Juan Carlos también se corrió encima mío mezclando su leche con la de su hermano.

Ahmed siguió con su mete saca, menos intenso. Se había corrido dentro de mi mujer y estaba vaciando la poca leche que le quedaba dentro de mi dulce mujercita. Finalmente, Ahmed descabalgó a mi esposa como el caballo desmonta a la yegua, se tumbó encima de la camilla y le ordenó a Alba:

-Limpia la verga de tu macho, maldita ramera. Dime, ¿qué le vas a decir a tu marido cornudo blanco cuando nazca nuestro hijo negro, zorra?, exclamó Ahmed.

Alba abriendo las piernas del negro limpió el enorme pollón que tanto placer la había dado, la lamió, se comió sus testículos y sin que Ahmed se lo ordenase pasó su lengua por toda la raja del culo del negro.

-No puedo más, dijo Ahmed, eres la puta blanca más insaciable que he conocido.

-Yo pensaba que eras gay, dijo mi esposa con una risita de complicidad.

-Espero poder volver a follarte, Alba, dijo Ahmed. 

-Lo siento pero no se podrá, yo ya tengo a un hombre que me complace como necesito y de hecho fue él quien me pidió venir a esta sala de masajes, respondió Alba. 

-Quiero follárme a esa puta dijo Juan Carlos.

-Ya buscaremos la ocasión para que hagas el amor con ella, ¿verdad cornudo? me dijo Oscar.

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Mi esposa follando con Ahmed
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Continuará

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