Después de haber tenido sexo con mi marido pensando él que yo era otra mujer traté de cuidarme más, ya que no quería que mi esposo con el que llevo muchos años viviendo descubriera que su amada esposa ahora era una sexo servidora, una puta que sacia el apetito sexual de hombres, aunque mi fin real no era ganar dinero con ello sino satisfacer esos deseos de sexo que mi marido no podía quitarme.
No me podía explicar por qué razón mi cuerpo me pedía con tanta fuerza sentir los brazos de otros hombres, mi vagina ardía exigiendo sentir una verga entrando y saliendo de ella, mis senos grandes exigían ser succionados por unos labios, mis nalgas pedían el choque de un miembro vigoroso en el medio de ellas y mi boca pedía el rico sabor del semen escurriéndose dentro de ella, antes no sentía esos deseos que no sé si eran normales o sólo sentidos por mujeres con el llamado “fuego uterino”.
Cada vez que me veía al espejo, examinaba mi cuerpo y me daba cuenta la razón por la que los hombres me deseaban tanto, pues era una mujer con un cuerpo voluptuoso, capaz de excitar a cualquier hombre, sumado a mi rostro sexy era una máquina de sensualidad, mis amantes me lo decían: “eres toda una puta”, en vez de molestarme, sentía un infinito placer escucharlo, así que quedé decidida a disfrutar de los placeres de la carne a escondidas de mi marido, le era infiel, pero él en parte tiene la culpa por olvidar cómo satisfacer a una mujer.
Mi suegro regresó a casa hace unos días, el cabrón sabe la hora en que mi marido se va a trabajar y aprovecha para venir a visitarme, es todo un degenerado, al llegar me dice: “amor llegó tu segundo marido, ven por tu caramelo” y saca su enorme verga sin ninguna vergüenza, sus obscenidades me causan risa y excitación a la vez, yo le sigo el juego: “claro papi, me tenías mi cosita abandonada, vieras cómo me pide tu amiguito” y suelto la risa, de una vez quedamos besándonos con lengua y quitándonos la ropa, él es de los pocos (aparte de mi marido) que me lo mete sin condón, pues confío en que su verga sólo se mete en mi cueva, ya que su mujer entrada en años no creo que le sirva para sus labores sexuales.
Disfrutamos en la cama varias horas de sexo hasta dejarlo agotado, le encanta darme en cuatro para gozar el morbo de ver mis nalgas meciéndose, también le excita verme cabalgándolo, yo lo veo más como un juguete sexual que como a un amante, aparte de que comerme a mi suegro es algo muy excitante y prohibido y más cuando bebo su leche gozo de ver su rostro de satisfacción.
Se fue y algo en mí me decía que esta experiencia no era suficiente, no me parecía que podía quitarme la libido sexual, más bien, era una monotonía probar a mi suegro, así que mi cabeza morbosa esperaba alguna nueva experiencia, descubrí que mis orgasmos más intensos eran cuando experimentaba algo nuevo o me comía una verga nueva.
Esa experiencia me ocurrió no hace mucho, pues mi marido llegó preocupado ya que reubicaron a su jefe a otras oficinas en otro lugar y colocaron otro nuevo, al cual él no conocía y temía que hiciera recortes de personal y empezara por la gente más vieja, como él por ejemplo, yo le pregunté cómo era el nuevo y él me dijo: más joven que yo, como de 40 años, con cara de pocos amigos, le dije que no se preocupara, que todo iba a estar bien.
Nuevamente el trabajo de mi marido corría peligro así que no iba a ponerme a imaginar si lo despedían o no, me fui al día siguiente a su oficina, llevé una minifalda ajustada y una blusa escotada para levantar suspiros, pasé directo a la oficina de su jefe, al entrar vi que no estaba mal del todo, de contextura fuerte, con algo de barba, ojos bellos y se notaba que era alto, saludé:
Yo: buenas tardes, ¿oficina del Sr. González?
Jefe: buenas (me quedó viendo con ojos de deseo), lo siento, ya el sr González no labora, en su lugar estoy yo, Juan Rodríguez, un gusto conocerla (me besó la mano).
Yo: ha entiendo, que pena que vine a incomodarle, mi marido trabaja aquí, es el licenciado Pérez.
Jefe: como no, si casualmente lo envié a hacer una diligencia, él es muy eficiente a pesar de ser uno de los más veteranos en la empresa, tome asiento.
Yo: (me siento y cruzo las piernas de manera provocativa), si casualmente por eso venía a conversar con el sr González pues mi marido ha escuchado de recortes de personal y él teme ser despedido por su edad, espero no pase eso ahora que usted está aquí (le lancé una sonrisa pícara).
Jefe: captando el mensaje que le dí me dijo claramente que sí estaba en lo cierto con lo del temor de mi marido y que dependía de él mantenerlo en la empresa.
Yo: hay por favor no me lo despida que él es el único sustento en el hogar, ya a su edad nadie lo contratará y usted sabe que él no es mal empleado, dígame qué debo hacer para que no corra a mi marido…
Jefe: bueno, no se alarme, veo que usted es una dama dueña de un bello cuerpo, no se moleste por lo que le voy a decir pero no imagino a su marido satisfaciéndola sexualmente, quizás necesite ayuda en eso.
Yo: ¿usted lo cree?, no sé, quizás tenga razón, abrí mis piernas y le di a mostrar mi panty, él llamó por teléfono a mi marido y le dijo que debía ir a oro lugar a hacer unas compras de la oficina (el muy astuto lo que quería era estar a solas conmigo).
Jefe: bueno, si se acerca y me da a probar lo que a su marido le da, seguro él se mantendrá laborando, obviamente esto debe quedar entre nosotros.
El cabrón se sacó el pene, mostrándome un delicioso miembro venoso y cabezón, yo no dije mucho, me acerqué y empecé a chupársela, disfrutaba ver como se ponía más grande en mi boca, mis labios gruesos le daban un infinito placer, una vez dura saqué un condón de mi cartera y se lo puse, él al ver eso dijo: “mmm putita ya venías preparada ja ja”, yo le sonreí y me puse el condón en la boca y así se lo puse, me bajé el panty mostrándole mis nalgas grandes y me senté sobre su verga, bajé la blusa y dejé que chupara mis tetas mientras empezaba a montarlo, su pene grueso hacía estragos en mi vagina, la cual se lo comía entero, gemíamos bajito para que no nos oyeran y nos besamos de lengua mientras el sobaba mis nalgas, me puso en cuatro y empezó a bombearme con violencia, como era una nueva verga para mí la disfrutaba mucho y me vine, él aguantó lo más que podía, dándome nalgadas me dijo que se iba a venir, así que me agaché y recibí su corrida en la boca, limpiándole su miembro con mi boca, su semen sabía delicioso, dulce y espesa la tenía.
Él quedó comprometido con no permitir que mi marido lo despidieran pero necesitaba de mis servicios cuando él lo necesitara, a lo que le respondí que sí. Nuevamente di uso de mis armas de seducción y persuasión para mantener a flote la familia, si mi marido supiera las cosas que hago por la familia, igual disfruto cada una de esas emociones sexuales, espero les haya gustado el relato
No me podía explicar por qué razón mi cuerpo me pedía con tanta fuerza sentir los brazos de otros hombres, mi vagina ardía exigiendo sentir una verga entrando y saliendo de ella, mis senos grandes exigían ser succionados por unos labios, mis nalgas pedían el choque de un miembro vigoroso en el medio de ellas y mi boca pedía el rico sabor del semen escurriéndose dentro de ella, antes no sentía esos deseos que no sé si eran normales o sólo sentidos por mujeres con el llamado “fuego uterino”.
Cada vez que me veía al espejo, examinaba mi cuerpo y me daba cuenta la razón por la que los hombres me deseaban tanto, pues era una mujer con un cuerpo voluptuoso, capaz de excitar a cualquier hombre, sumado a mi rostro sexy era una máquina de sensualidad, mis amantes me lo decían: “eres toda una puta”, en vez de molestarme, sentía un infinito placer escucharlo, así que quedé decidida a disfrutar de los placeres de la carne a escondidas de mi marido, le era infiel, pero él en parte tiene la culpa por olvidar cómo satisfacer a una mujer.
Mi suegro regresó a casa hace unos días, el cabrón sabe la hora en que mi marido se va a trabajar y aprovecha para venir a visitarme, es todo un degenerado, al llegar me dice: “amor llegó tu segundo marido, ven por tu caramelo” y saca su enorme verga sin ninguna vergüenza, sus obscenidades me causan risa y excitación a la vez, yo le sigo el juego: “claro papi, me tenías mi cosita abandonada, vieras cómo me pide tu amiguito” y suelto la risa, de una vez quedamos besándonos con lengua y quitándonos la ropa, él es de los pocos (aparte de mi marido) que me lo mete sin condón, pues confío en que su verga sólo se mete en mi cueva, ya que su mujer entrada en años no creo que le sirva para sus labores sexuales.
Disfrutamos en la cama varias horas de sexo hasta dejarlo agotado, le encanta darme en cuatro para gozar el morbo de ver mis nalgas meciéndose, también le excita verme cabalgándolo, yo lo veo más como un juguete sexual que como a un amante, aparte de que comerme a mi suegro es algo muy excitante y prohibido y más cuando bebo su leche gozo de ver su rostro de satisfacción.
Se fue y algo en mí me decía que esta experiencia no era suficiente, no me parecía que podía quitarme la libido sexual, más bien, era una monotonía probar a mi suegro, así que mi cabeza morbosa esperaba alguna nueva experiencia, descubrí que mis orgasmos más intensos eran cuando experimentaba algo nuevo o me comía una verga nueva.
Esa experiencia me ocurrió no hace mucho, pues mi marido llegó preocupado ya que reubicaron a su jefe a otras oficinas en otro lugar y colocaron otro nuevo, al cual él no conocía y temía que hiciera recortes de personal y empezara por la gente más vieja, como él por ejemplo, yo le pregunté cómo era el nuevo y él me dijo: más joven que yo, como de 40 años, con cara de pocos amigos, le dije que no se preocupara, que todo iba a estar bien.
Nuevamente el trabajo de mi marido corría peligro así que no iba a ponerme a imaginar si lo despedían o no, me fui al día siguiente a su oficina, llevé una minifalda ajustada y una blusa escotada para levantar suspiros, pasé directo a la oficina de su jefe, al entrar vi que no estaba mal del todo, de contextura fuerte, con algo de barba, ojos bellos y se notaba que era alto, saludé:
Yo: buenas tardes, ¿oficina del Sr. González?
Jefe: buenas (me quedó viendo con ojos de deseo), lo siento, ya el sr González no labora, en su lugar estoy yo, Juan Rodríguez, un gusto conocerla (me besó la mano).
Yo: ha entiendo, que pena que vine a incomodarle, mi marido trabaja aquí, es el licenciado Pérez.
Jefe: como no, si casualmente lo envié a hacer una diligencia, él es muy eficiente a pesar de ser uno de los más veteranos en la empresa, tome asiento.
Yo: (me siento y cruzo las piernas de manera provocativa), si casualmente por eso venía a conversar con el sr González pues mi marido ha escuchado de recortes de personal y él teme ser despedido por su edad, espero no pase eso ahora que usted está aquí (le lancé una sonrisa pícara).
Jefe: captando el mensaje que le dí me dijo claramente que sí estaba en lo cierto con lo del temor de mi marido y que dependía de él mantenerlo en la empresa.
Yo: hay por favor no me lo despida que él es el único sustento en el hogar, ya a su edad nadie lo contratará y usted sabe que él no es mal empleado, dígame qué debo hacer para que no corra a mi marido…
Jefe: bueno, no se alarme, veo que usted es una dama dueña de un bello cuerpo, no se moleste por lo que le voy a decir pero no imagino a su marido satisfaciéndola sexualmente, quizás necesite ayuda en eso.
Yo: ¿usted lo cree?, no sé, quizás tenga razón, abrí mis piernas y le di a mostrar mi panty, él llamó por teléfono a mi marido y le dijo que debía ir a oro lugar a hacer unas compras de la oficina (el muy astuto lo que quería era estar a solas conmigo).
Jefe: bueno, si se acerca y me da a probar lo que a su marido le da, seguro él se mantendrá laborando, obviamente esto debe quedar entre nosotros.
El cabrón se sacó el pene, mostrándome un delicioso miembro venoso y cabezón, yo no dije mucho, me acerqué y empecé a chupársela, disfrutaba ver como se ponía más grande en mi boca, mis labios gruesos le daban un infinito placer, una vez dura saqué un condón de mi cartera y se lo puse, él al ver eso dijo: “mmm putita ya venías preparada ja ja”, yo le sonreí y me puse el condón en la boca y así se lo puse, me bajé el panty mostrándole mis nalgas grandes y me senté sobre su verga, bajé la blusa y dejé que chupara mis tetas mientras empezaba a montarlo, su pene grueso hacía estragos en mi vagina, la cual se lo comía entero, gemíamos bajito para que no nos oyeran y nos besamos de lengua mientras el sobaba mis nalgas, me puso en cuatro y empezó a bombearme con violencia, como era una nueva verga para mí la disfrutaba mucho y me vine, él aguantó lo más que podía, dándome nalgadas me dijo que se iba a venir, así que me agaché y recibí su corrida en la boca, limpiándole su miembro con mi boca, su semen sabía delicioso, dulce y espesa la tenía.
Él quedó comprometido con no permitir que mi marido lo despidieran pero necesitaba de mis servicios cuando él lo necesitara, a lo que le respondí que sí. Nuevamente di uso de mis armas de seducción y persuasión para mantener a flote la familia, si mi marido supiera las cosas que hago por la familia, igual disfruto cada una de esas emociones sexuales, espero les haya gustado el relato
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