Amor a primera vista

¿Dónde te ví? 
Erase una vez, una tarde llena de calor, Kassandra una adolescente de cabellos largos y negros, de estatura baja y un cuerpo con curvas especiales, estaba atareada con sus queaseres, toda empapada, sin ningún arreglo más que un moño mal hecho, quería terminar lo más pronto posible para descansar. Vestida con un enterizo corto color celeste, estampado con flores pequeñas, que había perdido el cierre de atrás, dejaba ver toda la espalda y parte de la ropa interior. Estaba por conocer al dueño de sus sueños más atrevidos, jamás imaginados por nadie con sus cinco sentidos despiertos.
No hubo oportunidad para hacerse algún arreglo, por más mínimo que fuera. 
Solo llegó y los presentaron. 
Al verlo dijo en su mente: -Que lindo es, que labios que tiene, ese rostro ¿Dónde lo he visto antes?, no hay otro como él. ¿Tal vez en mis sueños?, no lo recuerdo. Todo en su cara me gusta, es el mas guapo que he visto...-
Cuando abrio sus oídos le estaban diciendo su nombre y que era parte de la familia, a ella le pidieron que sea amable con él, que lo ayudará a instalarse en su cuarto.
Kassandra para no demostrar sus emociones, y por qué lo que pasaba en su mente le asustaba a ella misma, se dió la vuelta sin pensar en que su espalda estaba descubierta y continúo en su actividad. Toda la tarde no lo podía sacar de su mente, ¿porqué pensarlo así? No es posible. Pero él, es tan lindo, con su barriguita tan plana, una espalda ancha, cintura angosta, altura perfecta. No lo conocía, solo pensaba en lo que había visto. Su rostro, su cuerpo. Y en ese momento no importaba nada más. Nadie podía leer sus pensamientos.
Luego se puso a pensar: -¿Qué habrá dicho al verme así?, De pronto no sintió cansancio, lavó lo más rápido posible, se bañó, se vistió; está vez ella estaría lista para estar en la mesa. 
Esa noche solo podía escucharlo, observarlo, disfrutarlo. Cada frase suya a ella le emocionaba. Cada historia suya era una oportunidad para conocerlo. Le fue difícil concentrarse mirando esos labios tan perfectos, ni muy gruesos, ni muy delgados, solo perfectos. Sus gestos y su sonrisa cautivadora. No se dieron cuenta de la hora hasta que alguien dijo: ¡ ya es hora de dormir!.
Jhon se retiró a su cuarto pero Kassandra se quedó a limpiar. Sus sueños nunca serían los mismos.
Continuará...

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