Les dejo el cap I, si les gustó, den puntos y sigan la historia:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3499422/Nuestra-historia---Cap-I.html
Con el tiempo empezamos a mirar porno para buscar ideas, posiciones, cosas distintas. No porque estuviésemos aburridos, sino porque queríamos explorarnos al máximo. Entonces empezamos a probar, llegamos al sexo anal, costó mucho convencerla, trabajamos mucho con dedos y lubricantes hasta que se animó, justo la noche de mi cumpleños número 20.
Fue alucinante, lo apretado que estaba casi que me hacía doler aunque era un dolor muy placentero. Por momentos se quejaba del dolor, en otros gemía y me decía que no la sacara. Cuando acabé gritó como si vaciara en sus entrañas el más dulce néctar, se volteó, me besó y me dijo que debíamos repetirlo pero que le diera unos días de descanso.
Seguíamos nuestra rutina, incluímos el sexo anal una vez cada dos semanas, luego todos los fines de semana una vez, luego casi todo el fin de semana era por ahí, hasta que alguna vez en la semana, sobretodo como “premio” a determinadas situaciones, me dejaba cogerle la cola. Entre las películas o videos que mirábamos, empezó a buscar las que las mujeres metían un dedo en el culo a los hombres mientras los pajeaban o se la chupaban. Me insistió hasta que accedí. Lo disfruté más de lo que pensé que lo disfrutaría. Ella también lo disfrutó y cada vez que tenía la oportunidad, me metía un dedo. Al principio molestaba un poco pero después ya no, era parte de una rutina, además me dejaba vía libre para que yo pudiese hacer lo mismo y meterle la verga en el culo.
Hasta que un día me hizo una pregunta que no supe si era una prueba o de verdad quería hacerlo. Me preguntó si quisiera incluir a otra mujer entre nosotros. Le dije que no pero en el fondo yo quería y ella lo sabía. A la semana me volvió a preguntar, ahí supe que no era una prueba, sino que ella tenía alguien en mente. Volví a decirle que no pero esta vez con el miedo de que ella fuese la tercera en otra pareja. Empecé a preguntarle si ella quería hacerlo y si era que le interesaba estar con otra pareja. Me dijo que no, no le creí pero siguió firme en su versión, que si yo quería ella accedía, solo para darme la oportunidad a mí de hacer un trío con dos mujeres. Le pregunté qué pasaría después, si ella quisiera meter un hombre entre nosotros. Me dijo que no le disgustaba la idea pero que primero probaríamos con mujeres. Eso me desconcertó, me puso a pensar “y si yo me sigo negando, buscaría dos tipos para hacerlo, la cogerían toda entre los dos, ella gozaría tanto que quizás no quisiera volver a hacerlo conmigo, o al menos conmigo solo…”.
Esas cosas girando en mi cabeza no me dejaban concentrarme, no la cogía de la misma manera y ella lo notaba. Entonces fue que me dijo “ya tengo a una chica para que hagamos un trío. Sé que eso te tiene mal y hasta que no lo hagamos no vas a poder concentrarte. Quiero que la conozcas, se llama Laura, trabaja conmigo, está soltera y está buenísima”.
En mi cabeza decía “sí, traela que la cojo toda” pero mi boca no reaccionaba, entonces ella me dice “viene el viernes a cenar, tratá de no quedarte callado y con cara de idiota como ahora”, me da un dulce beso y se larga a reír. En ese momento terminé de confirmar que ella estaba totalmente decidida a cogerse a Laura, con o sin mí, y me aterraba pensar que necesitarían una pija y, si no era la mía, iba a ser cualquier otra. Tomé posición y le dije que primero miraría como ellas se entretienen y después entraría yo, si estaba de acuerdo. Me dijo que le parecía perfecto. Mi cabeza no paraba de maquinar, me sentía confiado de poder seguirle el ritmo a dos mujeres, mi estrategia era que se calentaran entre ellas y cuando necesiten de un hombre, entrar en acción. Los días restantes los dediqué a hacer ejercicios para aguantar las erecciones y la eyaculación, quería darles una noche brutal y disfrutarlo al máximo. Tuvimos poco sexo a lo que veníamos acostumbrados, sin hablarlo, ambos nos reservábamos para la gran noche. Y la gran noche llegó, yo tenía preparada la cena, el ambiente para comer y la habitación. Entran las chicas y Laura irradiaba unas ganas de comerla toda. Vestida muy atractiva, con una bolsita en su antebrazo que no dejaba de pensar que ahí guardase ropa especial para la ocasión, mi novia tenía la propia y usábamos en algunas ocasiones. Mariel nos presenta, me da un beso muy cerca de mis labios y un cariñoso abrazo. Su perfume era riquísimo e invitaba a besar ese largo cuello y profundo escote. Sus largas piernas enfundadas en un jean muy ajustado pedían a gritos rodearme las caderas, el culito bien parado ayudado por los tacos que llevaba me inspiraban muchas ganas de apretarlo, en fín, la calificación de “buenísima” de Mariel se había quedado muy corta.
Las invité a sentarse, les serví una copa de vino a cada una, terminé de armar los platos y me acerqué a la mesa. Cenamos, tomamos algunas copas más, conversamos mucho, sin tocar el tema de lo que se venía. Cuando levanté los platos para ofrecerles café, puse algo de música, algo moderno, movido pero a volumen bajo. Mariel subió el volumen y las dos se pusieron a bailar. El baile se tornó cada vez más sensual, se tocaban y acariciaban hasta que no aguantaron y se besaron. Era la primera vez que veía a mi novia besar a otra chica, no me desagradó para nada, tal vez porque sabía lo que se venía. Me invitaron a unirme pero yo no sé bailar nada, Mariel me hizo un gesto como que tenía que hacerlo igual, entonces me acerqué, intenté seguirles el ritmo pero lo único que tenía que hacer era dejar que se froten en mí, me acariciaran, me tocaran sensualmente y besaran. La primera en besarme en la boca fue Mariel, como marcando el terreno. Luego Laura me dio un beso muy sexy, se besaron ellas y luego juntamos las tres lenguas. Yo estaba muy excitado y Laura no perdía oportunidad para rozarme la verga. Yo aprovechaba a tocar ese culito, sin descuidar a Mariel, que por cierto está buenísima también.
Al cabo de unos minutos, dejando de lado el café, Mariel nos lleva de la mano hacia la habitación. Me empuja hacia una silla que allí teníamos, me da un beso muy apasionado, se gira hacia Laura y se meten en el baño juntas, llevando la bolsa que traían.
Cuando salen, me encuentro con uno de los mejores paisajes que puede tener un hombre en su habitación. Dos bellísimas mujeres, vestidas muy sexy, con un hermoso conjunto cada una, medias, tacos, el cabello batido y maquilladas muy bonitas.
Así como salieron, pidieron mi opinión, solo hice un gesto de aprobación a lo que estaba mirando, se rieron entendiendo que estaba minimizandolo pero que estaba fascinado. Entonces ellas comenzaron a besarse, poco a poco lamían el cuerpo de la otra e iban quitándose, primero el brasier, luego las tangas pero no las medias, eso me calentaba muchísimo. Se besaron y tocaron hasta que quedaron en un 69, Mariel abajo y el culo de Laura en pompa hacia mí. No soporté mucho viendo ese espectáculo sin participar, así que entré.
Continuará...
http://www.poringa.net/posts/relatos/3499422/Nuestra-historia---Cap-I.html
Con el tiempo empezamos a mirar porno para buscar ideas, posiciones, cosas distintas. No porque estuviésemos aburridos, sino porque queríamos explorarnos al máximo. Entonces empezamos a probar, llegamos al sexo anal, costó mucho convencerla, trabajamos mucho con dedos y lubricantes hasta que se animó, justo la noche de mi cumpleños número 20.
Fue alucinante, lo apretado que estaba casi que me hacía doler aunque era un dolor muy placentero. Por momentos se quejaba del dolor, en otros gemía y me decía que no la sacara. Cuando acabé gritó como si vaciara en sus entrañas el más dulce néctar, se volteó, me besó y me dijo que debíamos repetirlo pero que le diera unos días de descanso.
Seguíamos nuestra rutina, incluímos el sexo anal una vez cada dos semanas, luego todos los fines de semana una vez, luego casi todo el fin de semana era por ahí, hasta que alguna vez en la semana, sobretodo como “premio” a determinadas situaciones, me dejaba cogerle la cola. Entre las películas o videos que mirábamos, empezó a buscar las que las mujeres metían un dedo en el culo a los hombres mientras los pajeaban o se la chupaban. Me insistió hasta que accedí. Lo disfruté más de lo que pensé que lo disfrutaría. Ella también lo disfrutó y cada vez que tenía la oportunidad, me metía un dedo. Al principio molestaba un poco pero después ya no, era parte de una rutina, además me dejaba vía libre para que yo pudiese hacer lo mismo y meterle la verga en el culo.
Hasta que un día me hizo una pregunta que no supe si era una prueba o de verdad quería hacerlo. Me preguntó si quisiera incluir a otra mujer entre nosotros. Le dije que no pero en el fondo yo quería y ella lo sabía. A la semana me volvió a preguntar, ahí supe que no era una prueba, sino que ella tenía alguien en mente. Volví a decirle que no pero esta vez con el miedo de que ella fuese la tercera en otra pareja. Empecé a preguntarle si ella quería hacerlo y si era que le interesaba estar con otra pareja. Me dijo que no, no le creí pero siguió firme en su versión, que si yo quería ella accedía, solo para darme la oportunidad a mí de hacer un trío con dos mujeres. Le pregunté qué pasaría después, si ella quisiera meter un hombre entre nosotros. Me dijo que no le disgustaba la idea pero que primero probaríamos con mujeres. Eso me desconcertó, me puso a pensar “y si yo me sigo negando, buscaría dos tipos para hacerlo, la cogerían toda entre los dos, ella gozaría tanto que quizás no quisiera volver a hacerlo conmigo, o al menos conmigo solo…”.
Esas cosas girando en mi cabeza no me dejaban concentrarme, no la cogía de la misma manera y ella lo notaba. Entonces fue que me dijo “ya tengo a una chica para que hagamos un trío. Sé que eso te tiene mal y hasta que no lo hagamos no vas a poder concentrarte. Quiero que la conozcas, se llama Laura, trabaja conmigo, está soltera y está buenísima”.
En mi cabeza decía “sí, traela que la cojo toda” pero mi boca no reaccionaba, entonces ella me dice “viene el viernes a cenar, tratá de no quedarte callado y con cara de idiota como ahora”, me da un dulce beso y se larga a reír. En ese momento terminé de confirmar que ella estaba totalmente decidida a cogerse a Laura, con o sin mí, y me aterraba pensar que necesitarían una pija y, si no era la mía, iba a ser cualquier otra. Tomé posición y le dije que primero miraría como ellas se entretienen y después entraría yo, si estaba de acuerdo. Me dijo que le parecía perfecto. Mi cabeza no paraba de maquinar, me sentía confiado de poder seguirle el ritmo a dos mujeres, mi estrategia era que se calentaran entre ellas y cuando necesiten de un hombre, entrar en acción. Los días restantes los dediqué a hacer ejercicios para aguantar las erecciones y la eyaculación, quería darles una noche brutal y disfrutarlo al máximo. Tuvimos poco sexo a lo que veníamos acostumbrados, sin hablarlo, ambos nos reservábamos para la gran noche. Y la gran noche llegó, yo tenía preparada la cena, el ambiente para comer y la habitación. Entran las chicas y Laura irradiaba unas ganas de comerla toda. Vestida muy atractiva, con una bolsita en su antebrazo que no dejaba de pensar que ahí guardase ropa especial para la ocasión, mi novia tenía la propia y usábamos en algunas ocasiones. Mariel nos presenta, me da un beso muy cerca de mis labios y un cariñoso abrazo. Su perfume era riquísimo e invitaba a besar ese largo cuello y profundo escote. Sus largas piernas enfundadas en un jean muy ajustado pedían a gritos rodearme las caderas, el culito bien parado ayudado por los tacos que llevaba me inspiraban muchas ganas de apretarlo, en fín, la calificación de “buenísima” de Mariel se había quedado muy corta.
Las invité a sentarse, les serví una copa de vino a cada una, terminé de armar los platos y me acerqué a la mesa. Cenamos, tomamos algunas copas más, conversamos mucho, sin tocar el tema de lo que se venía. Cuando levanté los platos para ofrecerles café, puse algo de música, algo moderno, movido pero a volumen bajo. Mariel subió el volumen y las dos se pusieron a bailar. El baile se tornó cada vez más sensual, se tocaban y acariciaban hasta que no aguantaron y se besaron. Era la primera vez que veía a mi novia besar a otra chica, no me desagradó para nada, tal vez porque sabía lo que se venía. Me invitaron a unirme pero yo no sé bailar nada, Mariel me hizo un gesto como que tenía que hacerlo igual, entonces me acerqué, intenté seguirles el ritmo pero lo único que tenía que hacer era dejar que se froten en mí, me acariciaran, me tocaran sensualmente y besaran. La primera en besarme en la boca fue Mariel, como marcando el terreno. Luego Laura me dio un beso muy sexy, se besaron ellas y luego juntamos las tres lenguas. Yo estaba muy excitado y Laura no perdía oportunidad para rozarme la verga. Yo aprovechaba a tocar ese culito, sin descuidar a Mariel, que por cierto está buenísima también.
Al cabo de unos minutos, dejando de lado el café, Mariel nos lleva de la mano hacia la habitación. Me empuja hacia una silla que allí teníamos, me da un beso muy apasionado, se gira hacia Laura y se meten en el baño juntas, llevando la bolsa que traían.
Cuando salen, me encuentro con uno de los mejores paisajes que puede tener un hombre en su habitación. Dos bellísimas mujeres, vestidas muy sexy, con un hermoso conjunto cada una, medias, tacos, el cabello batido y maquilladas muy bonitas.
Así como salieron, pidieron mi opinión, solo hice un gesto de aprobación a lo que estaba mirando, se rieron entendiendo que estaba minimizandolo pero que estaba fascinado. Entonces ellas comenzaron a besarse, poco a poco lamían el cuerpo de la otra e iban quitándose, primero el brasier, luego las tangas pero no las medias, eso me calentaba muchísimo. Se besaron y tocaron hasta que quedaron en un 69, Mariel abajo y el culo de Laura en pompa hacia mí. No soporté mucho viendo ese espectáculo sin participar, así que entré.
Continuará...
1 comentarios - Nuestra historia - Cap. II