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Placer 2.0. Capítulo 7

Placer 2.0. Capítulo 7

Esta es la historia de Ailín, una chica católica de un pueblo con sueños y ambiciones de progresar para poder casarse con su novio, que va a descubrir un mundo nuevo en la ciudad, lleno de deseos y fantasías que van a poner su vida perfecta en jaque. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

CAPITULO 1

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Capítulo 7: Juguetes de adultos
   Me desperté sobresaltada y agitada. Me quedé sentada en la cama respirando a máxima velocidad porque sabía que algo pasaba. ¿Había sido un sueño o había sido real? De golpe salí de la cama y abrí el último cajón donde guardaba la ropa y empecé a revolver las remeras a toda velocidad. No lo encontraba ¡No estaba! Pero de golpe lo sentí. Corrí una de las remeras y encontré el consolador que Julia me había regalado hacia casi un mes cuando nos habíamos reencontrado en el pueblo. Me había pegado un susto terrible. Había soñado que Gastón me iba a visitar y que me encontraba el consolador revisando mis cosas y que se iba enojado, tratándome de puta y me dejaba pensando que yo lo había engañado. Había sido un sueño.
   Estaba desvelada, era domingo y eran las 8 de la mañana y no me podía volver a dormir. La discusión que habíamos tenido el viernes me había dejado preocupada y pensando seriamente si me relación con mi novio se podía mantener de esa manera después de tantos años. Todo había comenzado cuando yo le dije que no sabía cuando iba a volver al pueblo. Las cosas para él se habían vuelto muy difíciles últimamente, la fabrica le era muy demandante y la posibilidad de abrir dos locales en otros pueblos lo tenían a mil por lo que no se hacía tiempo para venir a visitarme. El problema es que yo tampoco me moría de ganas porque él viniera a verme y no tenía ninguna intensión de volver a mi pueblo en un futuro cercano. Mis padres también me exigían mi presencia, pero entendían cuando les decía que estaba estudiando.
   Fue ese viernes cuando después de decirle que no iba a ir a visitarlo por el momento cuando él me preguntó por qué y al no poder darle una respuesta concreta se enojó y me preguntó si estaba molesta con él. “No. Pasa que aprovecho los findes para quedarme acá, tranquila, estudiando, viéndome con las chicas” le respondí yo y él entendió de eso que yo no quería verlo. La discusión fue escalando y al final nos terminamos peleando ya sin saber por qué razón. Él cortó de golpe la conversación diciéndome que prefería ni hablarme y yo lo mandé a la mierda por primera vez en casi 3 años de relación.
   Terminamos no hablándonos el sábado entero (segundo día sin hablarnos desde que estaba en la ciudad) y a la noche soñé que él venía a Rosario, que nos seguíamos peleando y que revisando mis cosas con la idea de encontrar una supuesta carta de un amante, encontraba el consolador y todo se volvía peor. Él me gritaba, me acusaba de puta mientras yo lloraba y se iba tirando el consolador por la ventana. Por suerte fue todo un sueño ya que no quería perder a Gastón. En ese momento me di cuenta que me estaba complicando las cosas relacionándome con Gabriel y que tal vez era necesario terminar todo con él para concentrarme en mi vida personal. Después de todo quería terminar la facultad y así poder casarme con la persona que más amaba en el mundo entero.
   “Perdón por la discusión del otro día” arranqué el mensaje que mi novio me respondió recién media hora más tarde. Él también me pidió disculpas y me confesó que tenía muchas ganas de verme, que me extrañaba y que quería estar conmigo. Yo le dije que también sentía lo mismo pero le tuve que decir la verdad, que en la ciudad me sentía tranquila y que a veces necesitaba esa tranquilidad. “Te entiendo Aili, yo no veo la hora de poder escaparme de acá por unos días” me dijo él y ahí surgió la idea de irnos juntos de vacaciones ese invierno, de escaparnos unos días para poder alejarnos de todo.
   Cuando comprendí que así era mucho más feliz me levanté de la cama y me fui a preparar el desayuno, pero al pasar por el comedor miré a la mesa y vi la computadora. El reflejo de todos los fantasmas que estaban ahí adentro salieron de golpe. Habían sido dos meses y medio de locura, de lujuria y de éxtasis de placer totalmente incomprensibles para mí. Aun seguía sin poder creer que me hubiese animado a tanto. Yo, una chica católica, de pueblo, romántica y sensible, con un historial perfecto de golpe se encontraba teniendo sexo virtual con un desconocido. Nunca más.

   Esa fue la primera recaída que tuve y por suerte me duró unas horas. A la tardecita, mientras mantenía una video llamada con Gastón y planeábamos nuestro viaje al norte de Brasil, empecé a ordenar un poco la pieza y prendí la computadora para poner algo de música una vez que cortara con él. Sin programarlo, se abrió el skype y me pidió el nombre de usuario, distraída mientras escuchaba la propuesta de mi novio, inicié sesión y como dicen, “fue un viaje de ida”. Una vez que corté con él y volví a sentarme frente a la computadora ya no me animé a cerrarlo, puesto que el mensaje que me había dejado mi amante era muy provocador. “Hoy a las 10 tenemos nuestra primer clase de sexo aprendiz. No vaya a llegar tarde, o voy a tener que castigarla” me escribió y sentí un escalofrío recorrer toda mi espalda. A las 10 en punto él se conectó.
   “Hola maestro” lo saludé enseguida, después de todo hacía 10 minutos que lo venía esperando. “Hola” me devolvió él el saludo y me preguntó si estaba lista para mi primera clase magistral de sexo. Yo le respondí de manera afirmativa y me senté en la computadora dispuesta a disfrutar de esa noche. Gabriel me dijo que además de poner la cámara, él iba a usar el audio para poder excitarme con su voz y darme ordenes bien claras, algo que me emocionó muchísimo ya que me moría por escucharlo decirme las cosas que solía escribirme. Por mi parte ya estaba preparada. En esas dos horas desde que había visto su mensaje hasta que me había sentado frente a la notebook, en vez de ordenar me la había pasado sacándome fotos con distintas prendas o desnuda y grabando algunos videítos cortos acariciándome el cuerpo, pegándome chirlos y hasta uno de 28 segundos en el que me masturbaba. Pensaba mandarle algunas cosas.
   Comenzó la video llamada y enseguida escuché unos ruidos de fondo que pusieron la piel de gallina y bastante nerviosa. “¿Me escuchás?” me preguntó él y enseguida se me erizó la piel ante su voz gruesa de hombre y le respondí que sí con las manos temblándome un poco. “¿Que lleva puesto mi aprendiz?” me preguntó y nuevamente sentí como se me erizaban los pelos del cuello y entre dudas le respondí “Esto” y acto seguido le mandé una foto mía parada frente al espejo con la misma colaless de la otra vez y un corpiño del mismo color (era mentira, estaba completamente tapada pero tenía que meterme en el juego). “Muy bien mi aprendiz, ya sabe cómo tiene que esperarme” dijo él y su voz se volvía cada vez más atrapante, más hipnótica. Después me preguntó si no tenía frío así vestida dada la temperatura y yo le dije que un poco y él enseguida lanzó una risita y me respondió que en unos minutos íbamos a calentarnos.
   Empezó diciendo que me daría un beso muy apasionado en la boca, que era la mejor manera de comenzar su clase como maestro sexual y enseguida sus besos se fueron trasladando a distintas partes de mi cuerpo. Tenía una voz muy cautivadora que me estaba excitando aun más que el hecho de solo verlo por la cámara. A los pocos minutos de hablar le mandé otra foto mía con esa misma ropa pero de espaldas y sacando bastante la cola, algo que le encantó y que enseguida provocó que empezara a tocarse por encima del pantalón. “Ahora quiero que te sientes en el sillón y juegues con tus manos” me dijo él luego de besarme todo el cuerpo. “Quiero que te toques toda la piel, que vayas rozando con la punta de tus dedos cada centímetro de tu cuerpo y que me mires mientras lo hacés” me decía él mientras que yo le escribía aceptando sus ordenes y diciéndole que estaba haciendo todo lo que él me encomendaba.
   “Lástima que no tenés un consolador o algo, sino te diría que lo uses porque eso ayuda mucho” me dijo después de varios minutos de toqueteo y cuando me ordenó que me corriera la colaless para empezar a tocarme. “Si tengo” le escribí yo sin dudarlo y él se sorprendió y me preguntó si era en serio. Luego de corroborarle que tenía, fui a buscarlo y lo saqué por primera vez del cajón desde que había llegado, le saqué una foto y se lo mandé para que me terminara de creer y enseguida una sonrisa inmensa se dibujó en su rostro. “Entonces vamos a jugar un rato con eso” me dijo él y pude sentir el escalofrío recorrer todo mi cuerpo.
   “Me gustaría que primero lo chupes un poquito, para dejarlo bien lubricadito mi amor” me dijo él con su voz sensual y yo le escribí que lo estaba haciendo y que me imaginaba que tenía su pija en mi boca. No entendía cómo hacerlo, no sabía si lo estaba haciendo bien, pero le pasaba la lengua como a un helado y después me lo metía en la boca. Me sentía un poco una estúpida, pero escuchar la voz de Gabriel y verlo a él leer mis comentarios mientras se tocaba por encima de la ropa me hacían pensar que eso estaba bien. “Y ahora quiero que te lo pases por todo el cuerpo, por entre las tetas y por tus piernas” dijo él después y comencé a bajarlo mientras un hilo de saliva quedaba en mi boca. Me sentía tan puta.
   Después me pidió que me fuera metiendo unos deditos en la concha mientras seguía jugando con el consolador y yo le dije que me iba a quedar sin manos para escribirle a él. “No te hagas problema. Yo tengo tus fotos para divertirme mientras me imagino lo que hacés” me respondió él y entonces decidí enviarle dos fotitos más, una mía vestida con una bombacha negra y tapándome las tetas con las manos y otra acostada con mis tetitas en primer plano y mis piernas cruzadas de fondo. Por último le envié un videíto corto en el que me movía de un lado al otro completamente desnuda frente al espejo. “Ahora tenés más material para divertirte” le dije y él sonrió agradeció las nuevas fotos.
   “Quiero que te toques despacito la conchita mientras volvés a chupar el consolador” me comentó después y yo obedecí a sus órdenes mirando en la pantalla como se sacaba la remera y se quedaba en cuero. Era tan perfecto. “Me encantaría que te empieces a colar un dedito y que sigas chupando ese consolador imaginándote que es esta poronga” dijo después y la sacó de adentro de su pantalón. Estaba completamente dura, parada en su máxima expresión y ni bien la vi dos dedos entraron en mi cuerpo para moverse más rápido de lo que lo hacían antes. “Te gusta mi pija?” me pregunté. “Sí maestro. Me encanta” le respondí.
   Después me pidió que volviera a bajar con el consolador por mi cuerpo y que despacito lo fuera poniendo entre mis piernas. “Quiero que dejes de tocarte y empieces a meterte el consolador” me ordenó después y en un principio dudé. “Si maestro” le respondí sin saber qué hacer y apoyé el consolador entre mis piernas. No era lo mismo que mis dedos, era mucho más grande, más firme, más ancho. Abrí las piernas y comencé a hacer presión despacio. Estaba muy mojada y el consolador avanzó sin inconvenientes hacia mi cuerpo. No llegué a ver cuánto había entrado, pero la diferencia ya era notable.
   “Te estás cogiendo como te ordené?” me preguntó él y le respondí con una mano ya que no quería soltar lo otro. Me dijo que lo fuese moviendo latamente de la manera en la que él se movía y se paró para simular que me estaba cogiendo. Lo hacía despacio y así yo pude imitar sus movimientos. Era una sensación distinta a la de mis dedos, se sentía frío pero a su vez me provocaba un calor interno inmenso. “Quiero que te metas todo el consolador en la conchita. Que pienses en esta pija mientras te lo vas metiendo” dijo después y yo seguí haciendo presión pero ya no podía hacer que me entrara más. Comenzaba a dolerme pero a su vez no quería sacarlo de adentro de mi cuerpo. Suavemente volví a los movimientos hacia adelante y hacia atrás mientras que él me seguía hablando y diciendo lo que quería que yo hiciera.
   De pronto sentí un placer inmenso que penetraba por todos los lugares de mi cuerpo. “Te iría cogiendo cada vez más rápido, para hacerte gritar” me decía y mis oídos se ponían rojos. Mis ojos no se despegaban de la imagen que ponía su cámara, él parado casi de cuerpo completo frente a mí, con sus músculos, sus brazos prominentes, su cara hermosa y esa sonrisa que me cautivaba. Por último el consolador, mi más reciente adquisición y el experimento que por ahora me parecía excelente. Lo movía cada vez más rápido tratando de imitar los movimientos de mi maestro, pensando en esa pija enorme que tenía.
   De golpe todo se volvió mucho más caliente que antes. Él me seguía hablando y diciéndome cosas que me partían la cabeza, pero lo importante ocurría entre mis piernas. El consolador entraba y salía de mi concha cada vez más rápido y mis manos ya no podían contenerse. La imagen de Gabriel en la pantalla era mi video porno favorito. No me pude contener y abrí la boca para largar unos leves gemidos de placer que salían desde mi más profundo ser. “Te cogería tan duro que te haría gritar como una perra en celo” me dijo él y entonces introduje el consolador lo más adentro que pude de mi cuerpo y cerré las piernas de golpe con un grito de placer inmenso.
   Abrí bien grande los ojos y miré a la computadora. Respiraba de manera muy agitada mientras sentía un calor inmenso recorrer todo mi cuerpo, desde mis pies hasta mi cabeza. Mis manos se movían como electrificadas, mientras que trataba de quedarme quieta en la silla pero todo mi cuerpo temblaba. “Acabo de tener un orgasmo increíble” le escribí sin pensarlo y pude ver como él leía y después sonreía. “Qué lindo lo que me decís! Me encantaría estar ahí para poder escucharte” me dijo él y su sonrisa se hizo más intensa. “Te colaste bien durito con el consolador?” me preguntó después y yo le confesé que sí, que me lo había metido hasta el fondo.
   “Como me calienta saber eso!” dijo él con una voz de excitado que me encantó. “Querés verme largar lechita a lo pavote?” me preguntó después y yo le dije que sí mientras me relajaba en mi silla con mi cuerpo que aún seguía temblando un poco. Él se empezó a pajear como bien sabía hacerlo, colocando su pija frente a la cámara y tocándose de esa manera muy sensual que a mí me encantaba. “Pedime la leche” me ordenó y enseguida puse mis manos en el teclado y empecé a escribir. “Dame toda la lechita maestro. La quiero toda en mi cuerpo. Quiero que me llene de su lechita” le escribí y mientras lo así él me decía que ya me la iba a dar.
   Gabriel no tardó en acabar una gran cantidad de semen como lo había hecho las otras veces. Esta saltó en todas direcciones mientras yo miraba con una sonrisa en mis labios ya que me encantaba verlo venirse de esa manera. En esa oportunidad tuve el placer de escucharlo acabar, de oir sus gemidos de placer cuando el semen salió de la punta de su pija y fue música para mis oídos. Él después se sentó en la silla, me agradeció y me felicitó por lo que acabábamos de hacer. “La verdad es que cada día me gustás más. No veo la hora de cogerte en serio” dijo y yo le escribí con una sonrisa malvada en el rostro que eso nunca iba a pasar. “Yo tengo la sensación de que sí va a pasar, de que vas a venir corriendo a pedirme que te coja” agregó él y a los pocos minutos cortamos la conversación para poder irnos a dormir relajados.
   Me acosté en la cama y me quedé pensando en lo que acababa de pasar. Sin dudas tenía que lavar el consolador que había quedado arriba de la mesa y tenía que usar auriculares la próxima vez porque sus palabras de seguro se debían haber escuchado en todo el departamento. Pero me quedé pensando en esa última confesión que me había hecho Gabriel. Según él yo iba a ir corriendo a pedirle que me cogiera y yo pensaba que estaba totalmente equivocado. Pero por un segundos sentí que tenía toda la razón.


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3 comentarios - Placer 2.0. Capítulo 7

locuravip +1
Ya quiero q se vean jeje
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Todo a su tiempo! Jajaja Gracias por comentar
CjC12 +1
Le van a dar masa...
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Jaja gracias!!
verdulero_audaz +1
tal cual el titulo, es para calentarse jaja, gracias diosa genia
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Muchas gracias a vos por pasar!