Ante el acoso hacia mi madre, esto Me sucedió hace tres añosaproximadamente. tengo 22 años y una bellísima madre de 46 de sensual aspecto,cariñosa y muy mimosa Separada desde hace más de 10 años, vivimos juntos con mihermana de 25, tan hermosa como ella. Nunca las había contemplado, ni a mimadre ni a mi hermana, como mujeres, fuera de comprender tanto la realidad desu belleza, como que somos consanguíneos. Mi madre era maestra en un cuartogrado de una escuela y muy querida. Volviendo una tarde de la universidad dondeyo estudiaba, la encontré llorando, pese a que trató de disimularlo. acortando,me dijo que un profesor, al cual yo no conocía, trataba infructuosamente deseducirla, alentado por algunas concesiones de ella, pero que no había queridoproseguir por no amarlo. El tipo era un pesado y la estaba comprometiendo antelos ojos de sus colegas y esa noche, durante la cena, mi mama nos confesó a mihermana y a mí, que le había dicho que tenía ella ya un amante, y que ese finde semana iría con él a un hotel de una playa alejada en México y el tipo no lacreyó y ella, imprudentemente, le dijo a cuál hotel iría y tampoco le creyó; enfin, que él se iría a ese hotel ese fin de semana a buscarla, y ahora mi madreno sabía cómo salir del lío. Mi hermana, Patricia, le dijo: que se ...fuera conalguna persona de confianza y se hiciera pasar por su amante sí, pero ¿en quienconfiar? Riendo mi hermana dijo que mellevara a mí. Nos miramos y reímos y entonces la cosa fue cuidadosamenteplanificada entre los tres. Ese viernes nos fuimos en el coche, un día antes, afin de preparar todo. Llegamos, ella dio su nombre, callando el mío y sospechoque pensaron en la administración que la hermosa señora se llevaba consigo a unamante. Entramos finalmente en la alcoba con una sola cama de matrimonio, apedido de ella y acomodamos la ropa, algo nerviosos y yo con una extrañasensación de estar cometiendo una locura.
Esa mañana, decidimos irnos a la playa privada del hotel;estaba con una bikini despampanante, y sus senos, turgentes y duros para suedad, querían escaparse del breve corpiño; no pude menos de mirar el hermosotriángulo de su bajo vientre, apenas cubierto por la malla y para midesesperación, mi pene se puso tieso, y notándose perfectamente el bulto debajode mi pantalón de baño. Ella me miró, se ruborizó y riendo me dijo que mecomportara como un novio, para que los pasajeros no sospechasen nada; me tomóde la mano y corrimos como dos chicos hacia el agua; durante un rato, jugueteamoshasta que de pronto yo me senté en el fondo de arena, cubierto apenas hasta elpecho por el agua y ella instintivamente, se sentó entre mis piernas abiertasde espalda a mí y nos quedamos quietos en esa erótica situación. Creo que no sedaba cuenta de lo que sucedía pero mí, mi palo se endureció nuevamente y sinpoderlo evitar se lo apoyé a lo largo de su trasero, hermoso y frondoso meacerque a ella; Cómo deberemos besarnos cuando llegue ese desagradable tipo,empecemos ahora... y además, ante todos, somos novios.
Me ofreció sus labios y creí desmayarme del susto; alcomienzo fue un beso suave, pero cuando ella separó los labios, y mi lenguaentró en su ardorosa y perfumada boca, se hicieron apasionados y terminamosjadeando. Sin darme casi cuenta de un posible un rechazo, subí mis manos queestaban en su cintura y la tomé por los pechos por encima de la bikini; suspiróy aceptó la caricia.
Perdí la noción del tiempo, de la gente que estabanbañándose, de que la mujer que tenía apretada era mi propia madre, que era todoeso una locura y mi lengua entraba y salía de su boca, nos intercambiábamos lasaliva como si fuese una droga de amor y mis dedos apretujaban sus tetas en unacaricia incestuosa y ardiente. Después cuando salimos del agua, en silencio,tímida, ella se colgó de mi brazo y nos dirigimos al hotel; nos cambiamos deropa, sin que comentara lo sucedido y bajamos a almorzar.
Hubo un corto silencio y luego ella me dijo cariñosa y tierna….Escucha hijo... esto que sucedió en el mar, me ha gustado más de lo quesuponía, y no me arrepiento, pese a que nuestros besos fueron muy... muy pocode madre e hijo... -se sonrió al decirlo: -pero deberemos repetirlo mañanacuando venga ese desgraciado y nos ...sorprenda... En realidad, la cosa había sidoarmada así: el conserje lo haría pasar, cuando llegara, pero nos avisaría porteléfono de su arribo y yo estaría con mi madre en posición inequívoca como sinos estuviésemos amando y permitir que nos viese.
Fuimos a a bailar a una lugar que me habían recomendado pordiscreta y agradable. Ella se rio a mi invitación: -.¡Lo único que faltaría quenos viera algún conocido yo bailando con mi propio hijo en una confitería...!Pero aceptó. Se puso una minifalda, y una blusa casi transparente, que dejabaver su corpiño cubriendo sus hermosos senos. Pedimos unas bebidas, y comenzamosa bailar. Nos olvidamos del parentesco; en una pieza brasileña, yo bailaba conella quien me daba la espalda y apoyaba su cabeza en mi hombro como esa mañanaen la playa y sentía su trasero, duro y frondoso apretado contra mi vientre ymi pene durísimo lo acomodé en la hendidura de sus nalgas y bailamos asíabrazados, hasta que le susurré: -.¡Mamá... dame tu boca...! Sin decir nada,volvió su rostro y mi boca se adhirió a la suya, que estaba abierta y besos quenos dimos nada tenían que ver con lo de la mañana, por su ardientevoluptuosidad y pasión. El baile fue algo enloquecedor: me frotaba contra ella,buscando las ocasiones para con los movimientos acomodarle bien mi pene entresus nalgas y lo peor o lo mejor para mí, era que mi mamá gozaba con esto yproyectaba hacia mí, su trasero apretándolo contra mi vientre, buscando másintimidad en el roce, ... mientras tratábamos de besarnos en largos besos delengua, húmedos, jadeantes.
Yo estaba a punto de acabar en mis pantalones, pero porsuerte la música terminó y en silencio, agitados, regresamos a nuestro sitio enel reservado; sentados muy juntos, nos miramos y envalentonado por suhermosura, la noche y el deseo que me invadía, rodee sus hombros con un brazo yla atraje hacia mí. Cerró los ojos cuando mi boca buscó la suya, y con un largosuspiro se abandonó. Mi otra mano se posó sobre su vientre, sobre la cortafalda y cuando hurgué entre sus muslos, mamá los separó y pude alcanzarle elsexo que estaba empapado; de allí, temeroso de que se molestara, subí en micaricia y le abarqué una teta, ahora por debajo de la blusa. -.¡Hijito, porfavor, no sigas...! ¡Por favor querido...!
Sentí su angustia, y obedecí; no podíamos separar nuestrasbocas, y ya casi no podíamos respirar bien, cuando mi mano se posó en supequeño pie, calzado con unas preciosas sandalias blancas, ella suspirabasentía sus estremecimientos, jadeaba de deseo mal contenido y poco a pocovolvía a ascender, llegué con mi mano a la tersura de sus muslos, y nuevamentealcancé su vulva y la acaricie, sinatreverme a llegar más lejos, aunque estaba loco por meterle los dedos.
Esa noche, al acostarnos, ella vestía un camisón muy sensualy le dije que yo dormiría en el sofá de la habitación. ¡No seas tonto... dormiremos juntos...! ¿Acasono soy tu madre? Entre nosotros no puede haber nada malo. ¿Y si lo hubiese? -mi pregunta se escapó y lavi sonrojarse: -.Entonces no te permitiría dormir conmigo... pero no haycuidado... De lo cual yo no estaba muy seguro. Calculen lo que pasaba por mimente: yo era joven y ardiente, tenía a mi disposición casi, a una mujersumamente bella, muy sensual y cariñosa, y durante la mañana la había besadoapasionadamente y manoseado sus pechos; durante el baile, no había sido mimadre, sino una ardiente compañera; en ese momento de acostarnos, mi pene erauna madera de duro y grande; ella se pegó contra mi cuerpo, y me atreví a pasarun brazo debajo de su cabeza, sin oposición, y de común acuerdo, nos acercamosel uno al otro acostados de lado; fue una especie de acuerdo tácito, cuandonuestras bocas se encontraron y durante largos minutos, nuestras lenguas sebuscaron jadeantes, se enroscaban una contra la otra, lamía sus encías y mipene se acomodó a lo largo de su vientre; ella suspiraba entre jadeos, pero nosucedió nada más, excepto que yo tuve un orgasmo y le empapé el camisón.
Al día siguiente, durante el desayuno, nos mirábamos comoamantes, enamorados y cariñosos. Tomó su mano por encima de la mesa, que meentregó y nuestros dedos se entrelazaron, mientras ella se ruborizaba una yotra vez. Después, durante el baño en el mar, se repitió lo del día anterior, peroesta vez, dejé uno de sus senos libres, y bajé la mano hasta su vulva y con un estremecimiento, su lengua enredadacon la mía, permitió que yo le acariciase su sexo. Esa noche, nos preparamospara la comedia: se puso un baby doll rosado, pero cuando se tendió en la cama,se quitó el calzón del mismo y con las piernas apretadas, ruborizada, los ojosque no se quitaban de los míos, esperó que yo me desnudase y luego, esperamosestrechamente abrazados, pero yo temía que el individuo descargase su rabia conun escándalo o peor; dio un salto asustada cuando el teléfono de la conserjeríaavisó, y con un grito me dijo apremiante: -.¡Pronto, acuéstate encima mío y hazque me estás penetrando...!Así lo hice: ella separó sus bellísimas piernas, yme acomodé entre ellas, y mi pene, duro y grueso, se acomodó contra su vulvadesnuda y húmeda, a lo largo de la misma, quedando entre sus labios como dentrode un estuche caliente y húmedo. Nuestras bocas se pegaron, en un besoardiente, y comencé a moverme con los movimientos de coito, como si estuviesedentro de ella: se sintió el abrir de una puerta, (habíamos dejado un veladorencendido que apenas iluminaba la escena), enseguida unas palabras soeces,pasos rápidos y un portazo de salida: todo había concluido para mi madre.
Pero algo sucedió: no me aparté de ella y seguía moviéndomeencima de ella, frotando mi pene contra la entrada de su vientre; mi bocaseguía pegada a la de mi madre y vi que cerraba los ojos dulcemente. Entonces,loco de amor y de lujuria, elevé mis caderas y suavemente, le apoyé el glandeen la entrada de su vagina; no dijo nada, su boca seguía ardientemente adheridaa la mía y jadeaba, no trató de cerrar las piernas y como no protestó al sentirmi glande entre los labios de la vulva, empujé, mi pija, dura como un palo,caliente como el fuego, le entró totalmente en la concha, arrancando de su bocaun largo gemido de pasión. Fue una locura: ¡me estaba cogiendo a mi propiamadre! ¡Era un incesto de madre e hijo! No me importó y a ella tampoco: elevósus piernas desnudas y me rodeó mis caderas con ellas, en un abrazo de intensalujuria.
Yo comencé a moverme de arriba a abajo, entrando y retirandocasi mi miembro de su vientre y ella, gimiendo, me acompañaba en su deliranteentrega. Emitió un largo y apasionado gemido cuando mi semen inundó su vagina,caliente y abundante, comenzó a moverse enloquecida acompañando mis espasmos depasión. Fue en realidad nuestra noche de bodas y a la mañana, empapados desemen y flujo, nos despertamos entre asombrados recuerdo. ¿Que hemos hecho?¡Eres mi hijo...! ¡Soy tu madre...! -murmuró temerosa. No la dejé que pensaramás sino que me tendí encima, busqué su vulva con mi miembro nuevamente duro yse lo metí, haciéndola olvidar sus temores. Entonces, su entrega fue total y setransformó en una ardiente y deliciosa amante. Terminamos exhaustos; se acodó ami lado y me miró pensativa. ¿Qué ocurre mamá...? ¿Estás disgustada poresto...? .No hijo... solamente pensabaen lo amoroso y apasionado que eres... y tengo que confesarte, que estoyenamorada de ti... como una... jovencita... como una novia. -.Mamá... -respondíemocionado: Yo estoy locamente enamorado también de ti... y eso me asusta unpoco. ¿Porque amor mío...? Porque eres mi madre, porque te amo como a mujer,porque soy tu hijo, y porque me enamoré de ti... Enrojeció de placer. Me besólargamente en la boca y su mano buscó y asió entre sus suaves dedos mi pija,endurecida nuevamente, y murmuró mientras me la acariciaba: -.Cojéme otra vez,amor mío... y olvidemos que somos madre e hijo... somos ahora marido y mujer...-y agregó mientras se trepaba encima de mí, buscando meterse mi pene: -soy tumujercita, mi amor... soy tuya ahora y siempre... ¡Ahhhh...! -estaba totalmenteempalada con mi carne, y cayó sobre mi pecho moviéndose lúbricamente, mientrasyo lanzaba dentro de su ardiente vagina, un chorro de caliente semen que inundósu vientre. Cuando nos dormimos, ella encima mío, aun tenía dentro de suvagina, mi pene casi tan duro como al principio.
Al día siguiente emprendimos el regreso, pero a medio caminonos detuvimos a dormir ...en un motel y tuvimos otra noche mágica. Cuandollegamos, mi hermana, Patricia, me comentó que mamá parecía cambiada, másalegre, más cariñosa y muy satisfecha.
Entonces, le dije la verdad, porque me interesaba quesupiese. -.Durante nuestra estadía en el hotel, la cogí... -.¡Pero es nuestramadre...y la puedes dejar preñada! -exclamó alarmada, con cara de susto.Entonces tuve que explicarle lo sucedido, cuánto nos amábamos, la locura de larelación y la vi interesada.
Una mala idea me cruzó por mi mente: ¡Sería hermoso,Patricia, que mama, salga preñada y así tener relaciones contigo también, yaque eres mi hermana y además muy hermosa total, así tengo a mi familia y todoqueda aquí entre nosotros, que te parece, ya habiendo comenzado...!
Y si mi mamá a las 4 semanas nos compartió la noticia de queestaba embarazada, acompañaba a mi mama a las citas con el ginecólogo,empezamos ha hacer un álbum de fotos de como iba el proceso del embarazo mescon mes, llegando a los 9 meses mama ya tenia programado el parto, pensando ensu edad pensamos que sería cesárea, pero no todo transcurrió normal y excelentemediante parto natural, naciendo un hermoso niño el cual le pusimos el nombrede Felipe.
Al mes de nacido Felipe (hijo de mi mama y mío) mi hermana Patriciame acaba de dar una noticia que el examen de embarazo le salió positivo, ahorami hermana esta esperando un hijo mío, ahora todo quedara en familia.
Esa mañana, decidimos irnos a la playa privada del hotel;estaba con una bikini despampanante, y sus senos, turgentes y duros para suedad, querían escaparse del breve corpiño; no pude menos de mirar el hermosotriángulo de su bajo vientre, apenas cubierto por la malla y para midesesperación, mi pene se puso tieso, y notándose perfectamente el bulto debajode mi pantalón de baño. Ella me miró, se ruborizó y riendo me dijo que mecomportara como un novio, para que los pasajeros no sospechasen nada; me tomóde la mano y corrimos como dos chicos hacia el agua; durante un rato, jugueteamoshasta que de pronto yo me senté en el fondo de arena, cubierto apenas hasta elpecho por el agua y ella instintivamente, se sentó entre mis piernas abiertasde espalda a mí y nos quedamos quietos en esa erótica situación. Creo que no sedaba cuenta de lo que sucedía pero mí, mi palo se endureció nuevamente y sinpoderlo evitar se lo apoyé a lo largo de su trasero, hermoso y frondoso meacerque a ella; Cómo deberemos besarnos cuando llegue ese desagradable tipo,empecemos ahora... y además, ante todos, somos novios.
Me ofreció sus labios y creí desmayarme del susto; alcomienzo fue un beso suave, pero cuando ella separó los labios, y mi lenguaentró en su ardorosa y perfumada boca, se hicieron apasionados y terminamosjadeando. Sin darme casi cuenta de un posible un rechazo, subí mis manos queestaban en su cintura y la tomé por los pechos por encima de la bikini; suspiróy aceptó la caricia.
Perdí la noción del tiempo, de la gente que estabanbañándose, de que la mujer que tenía apretada era mi propia madre, que era todoeso una locura y mi lengua entraba y salía de su boca, nos intercambiábamos lasaliva como si fuese una droga de amor y mis dedos apretujaban sus tetas en unacaricia incestuosa y ardiente. Después cuando salimos del agua, en silencio,tímida, ella se colgó de mi brazo y nos dirigimos al hotel; nos cambiamos deropa, sin que comentara lo sucedido y bajamos a almorzar.
Hubo un corto silencio y luego ella me dijo cariñosa y tierna….Escucha hijo... esto que sucedió en el mar, me ha gustado más de lo quesuponía, y no me arrepiento, pese a que nuestros besos fueron muy... muy pocode madre e hijo... -se sonrió al decirlo: -pero deberemos repetirlo mañanacuando venga ese desgraciado y nos ...sorprenda... En realidad, la cosa había sidoarmada así: el conserje lo haría pasar, cuando llegara, pero nos avisaría porteléfono de su arribo y yo estaría con mi madre en posición inequívoca como sinos estuviésemos amando y permitir que nos viese.
Fuimos a a bailar a una lugar que me habían recomendado pordiscreta y agradable. Ella se rio a mi invitación: -.¡Lo único que faltaría quenos viera algún conocido yo bailando con mi propio hijo en una confitería...!Pero aceptó. Se puso una minifalda, y una blusa casi transparente, que dejabaver su corpiño cubriendo sus hermosos senos. Pedimos unas bebidas, y comenzamosa bailar. Nos olvidamos del parentesco; en una pieza brasileña, yo bailaba conella quien me daba la espalda y apoyaba su cabeza en mi hombro como esa mañanaen la playa y sentía su trasero, duro y frondoso apretado contra mi vientre ymi pene durísimo lo acomodé en la hendidura de sus nalgas y bailamos asíabrazados, hasta que le susurré: -.¡Mamá... dame tu boca...! Sin decir nada,volvió su rostro y mi boca se adhirió a la suya, que estaba abierta y besos quenos dimos nada tenían que ver con lo de la mañana, por su ardientevoluptuosidad y pasión. El baile fue algo enloquecedor: me frotaba contra ella,buscando las ocasiones para con los movimientos acomodarle bien mi pene entresus nalgas y lo peor o lo mejor para mí, era que mi mamá gozaba con esto yproyectaba hacia mí, su trasero apretándolo contra mi vientre, buscando másintimidad en el roce, ... mientras tratábamos de besarnos en largos besos delengua, húmedos, jadeantes.
Yo estaba a punto de acabar en mis pantalones, pero porsuerte la música terminó y en silencio, agitados, regresamos a nuestro sitio enel reservado; sentados muy juntos, nos miramos y envalentonado por suhermosura, la noche y el deseo que me invadía, rodee sus hombros con un brazo yla atraje hacia mí. Cerró los ojos cuando mi boca buscó la suya, y con un largosuspiro se abandonó. Mi otra mano se posó sobre su vientre, sobre la cortafalda y cuando hurgué entre sus muslos, mamá los separó y pude alcanzarle elsexo que estaba empapado; de allí, temeroso de que se molestara, subí en micaricia y le abarqué una teta, ahora por debajo de la blusa. -.¡Hijito, porfavor, no sigas...! ¡Por favor querido...!
Sentí su angustia, y obedecí; no podíamos separar nuestrasbocas, y ya casi no podíamos respirar bien, cuando mi mano se posó en supequeño pie, calzado con unas preciosas sandalias blancas, ella suspirabasentía sus estremecimientos, jadeaba de deseo mal contenido y poco a pocovolvía a ascender, llegué con mi mano a la tersura de sus muslos, y nuevamentealcancé su vulva y la acaricie, sinatreverme a llegar más lejos, aunque estaba loco por meterle los dedos.
Esa noche, al acostarnos, ella vestía un camisón muy sensualy le dije que yo dormiría en el sofá de la habitación. ¡No seas tonto... dormiremos juntos...! ¿Acasono soy tu madre? Entre nosotros no puede haber nada malo. ¿Y si lo hubiese? -mi pregunta se escapó y lavi sonrojarse: -.Entonces no te permitiría dormir conmigo... pero no haycuidado... De lo cual yo no estaba muy seguro. Calculen lo que pasaba por mimente: yo era joven y ardiente, tenía a mi disposición casi, a una mujersumamente bella, muy sensual y cariñosa, y durante la mañana la había besadoapasionadamente y manoseado sus pechos; durante el baile, no había sido mimadre, sino una ardiente compañera; en ese momento de acostarnos, mi pene erauna madera de duro y grande; ella se pegó contra mi cuerpo, y me atreví a pasarun brazo debajo de su cabeza, sin oposición, y de común acuerdo, nos acercamosel uno al otro acostados de lado; fue una especie de acuerdo tácito, cuandonuestras bocas se encontraron y durante largos minutos, nuestras lenguas sebuscaron jadeantes, se enroscaban una contra la otra, lamía sus encías y mipene se acomodó a lo largo de su vientre; ella suspiraba entre jadeos, pero nosucedió nada más, excepto que yo tuve un orgasmo y le empapé el camisón.
Al día siguiente, durante el desayuno, nos mirábamos comoamantes, enamorados y cariñosos. Tomó su mano por encima de la mesa, que meentregó y nuestros dedos se entrelazaron, mientras ella se ruborizaba una yotra vez. Después, durante el baño en el mar, se repitió lo del día anterior, peroesta vez, dejé uno de sus senos libres, y bajé la mano hasta su vulva y con un estremecimiento, su lengua enredadacon la mía, permitió que yo le acariciase su sexo. Esa noche, nos preparamospara la comedia: se puso un baby doll rosado, pero cuando se tendió en la cama,se quitó el calzón del mismo y con las piernas apretadas, ruborizada, los ojosque no se quitaban de los míos, esperó que yo me desnudase y luego, esperamosestrechamente abrazados, pero yo temía que el individuo descargase su rabia conun escándalo o peor; dio un salto asustada cuando el teléfono de la conserjeríaavisó, y con un grito me dijo apremiante: -.¡Pronto, acuéstate encima mío y hazque me estás penetrando...!Así lo hice: ella separó sus bellísimas piernas, yme acomodé entre ellas, y mi pene, duro y grueso, se acomodó contra su vulvadesnuda y húmeda, a lo largo de la misma, quedando entre sus labios como dentrode un estuche caliente y húmedo. Nuestras bocas se pegaron, en un besoardiente, y comencé a moverme con los movimientos de coito, como si estuviesedentro de ella: se sintió el abrir de una puerta, (habíamos dejado un veladorencendido que apenas iluminaba la escena), enseguida unas palabras soeces,pasos rápidos y un portazo de salida: todo había concluido para mi madre.
Pero algo sucedió: no me aparté de ella y seguía moviéndomeencima de ella, frotando mi pene contra la entrada de su vientre; mi bocaseguía pegada a la de mi madre y vi que cerraba los ojos dulcemente. Entonces,loco de amor y de lujuria, elevé mis caderas y suavemente, le apoyé el glandeen la entrada de su vagina; no dijo nada, su boca seguía ardientemente adheridaa la mía y jadeaba, no trató de cerrar las piernas y como no protestó al sentirmi glande entre los labios de la vulva, empujé, mi pija, dura como un palo,caliente como el fuego, le entró totalmente en la concha, arrancando de su bocaun largo gemido de pasión. Fue una locura: ¡me estaba cogiendo a mi propiamadre! ¡Era un incesto de madre e hijo! No me importó y a ella tampoco: elevósus piernas desnudas y me rodeó mis caderas con ellas, en un abrazo de intensalujuria.
Yo comencé a moverme de arriba a abajo, entrando y retirandocasi mi miembro de su vientre y ella, gimiendo, me acompañaba en su deliranteentrega. Emitió un largo y apasionado gemido cuando mi semen inundó su vagina,caliente y abundante, comenzó a moverse enloquecida acompañando mis espasmos depasión. Fue en realidad nuestra noche de bodas y a la mañana, empapados desemen y flujo, nos despertamos entre asombrados recuerdo. ¿Que hemos hecho?¡Eres mi hijo...! ¡Soy tu madre...! -murmuró temerosa. No la dejé que pensaramás sino que me tendí encima, busqué su vulva con mi miembro nuevamente duro yse lo metí, haciéndola olvidar sus temores. Entonces, su entrega fue total y setransformó en una ardiente y deliciosa amante. Terminamos exhaustos; se acodó ami lado y me miró pensativa. ¿Qué ocurre mamá...? ¿Estás disgustada poresto...? .No hijo... solamente pensabaen lo amoroso y apasionado que eres... y tengo que confesarte, que estoyenamorada de ti... como una... jovencita... como una novia. -.Mamá... -respondíemocionado: Yo estoy locamente enamorado también de ti... y eso me asusta unpoco. ¿Porque amor mío...? Porque eres mi madre, porque te amo como a mujer,porque soy tu hijo, y porque me enamoré de ti... Enrojeció de placer. Me besólargamente en la boca y su mano buscó y asió entre sus suaves dedos mi pija,endurecida nuevamente, y murmuró mientras me la acariciaba: -.Cojéme otra vez,amor mío... y olvidemos que somos madre e hijo... somos ahora marido y mujer...-y agregó mientras se trepaba encima de mí, buscando meterse mi pene: -soy tumujercita, mi amor... soy tuya ahora y siempre... ¡Ahhhh...! -estaba totalmenteempalada con mi carne, y cayó sobre mi pecho moviéndose lúbricamente, mientrasyo lanzaba dentro de su ardiente vagina, un chorro de caliente semen que inundósu vientre. Cuando nos dormimos, ella encima mío, aun tenía dentro de suvagina, mi pene casi tan duro como al principio.
Al día siguiente emprendimos el regreso, pero a medio caminonos detuvimos a dormir ...en un motel y tuvimos otra noche mágica. Cuandollegamos, mi hermana, Patricia, me comentó que mamá parecía cambiada, másalegre, más cariñosa y muy satisfecha.
Entonces, le dije la verdad, porque me interesaba quesupiese. -.Durante nuestra estadía en el hotel, la cogí... -.¡Pero es nuestramadre...y la puedes dejar preñada! -exclamó alarmada, con cara de susto.Entonces tuve que explicarle lo sucedido, cuánto nos amábamos, la locura de larelación y la vi interesada.
Una mala idea me cruzó por mi mente: ¡Sería hermoso,Patricia, que mama, salga preñada y así tener relaciones contigo también, yaque eres mi hermana y además muy hermosa total, así tengo a mi familia y todoqueda aquí entre nosotros, que te parece, ya habiendo comenzado...!
Y si mi mamá a las 4 semanas nos compartió la noticia de queestaba embarazada, acompañaba a mi mama a las citas con el ginecólogo,empezamos ha hacer un álbum de fotos de como iba el proceso del embarazo mescon mes, llegando a los 9 meses mama ya tenia programado el parto, pensando ensu edad pensamos que sería cesárea, pero no todo transcurrió normal y excelentemediante parto natural, naciendo un hermoso niño el cual le pusimos el nombrede Felipe.
Al mes de nacido Felipe (hijo de mi mama y mío) mi hermana Patriciame acaba de dar una noticia que el examen de embarazo le salió positivo, ahorami hermana esta esperando un hijo mío, ahora todo quedara en familia.
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