Valentín hizo levantar a Diana. La miró. Se comportaba como una zorrita, sí, pero era su hija, era una mujer, y preciosa. Se acercó y la besó en la boca. Sintió el cuerpo de ella temblar. Aquel beso de su padre fue el mejor beso que había recibido en su vida.
-Diana, en casa serás mi putita, y vestirás como tal. Pero cuando salgas a la calle, a no ser que yo te diga lo contrario, vestirás como antes y te comportarás decentemente, entendido?
-Pero..
-No hay peros. O haces lo que yo te diga o ya sabes en donde tienes la puerta.
-Vale papá
-Y si te digo que hagas algo, lo haces sin rechistar.
-Sí.
-Bien. Ahora puedes terminar de desayunar.
-jeje, ya no tengo hambre, estoy llena
-Jajajaja
La miró a los ojos.
-Quítate las bragas.
Diana lo hizo inmediatamente. El corazón le empezó a latir. Le dio las bragas a su padre, que se las llevó a la nariz y las olió. La polla se le puso dura. Olían a coño. La mesa de la cocina era da patas fuertes.
-Acuéstate sobre la mesa. Quiero inspeccionar mis pertenencias.
Diana quitó las cosas que había sobre la mesa y luego se subió en ella, con el culo cerca del borde. Apoyó los codos en la mesa. Valentín cogió una silla y se sentó entre las piernas y las abrió con sus manos. Ahora veía el coño de Diana en todo su esplendor.
-Tienes mucho pelo en el coño.
-¿No te gusta así?
-El de tu madre es así, aunque no lo cato. Quiero que el coño de mi zorrita sea un coño de zorrita, así que te lo afeitaré.
-Vale papi.
A pesar de ser un chocho peladito, era precioso. Diana estaba muy cachonda, así que los labios vaginales estaban hinchados y rojos, muy mojados. Una gotita de flujo salía de la vagina. Valentín acercó su boca, sacó la lengua y le dio un lametón a lo largo de toda la rajita. Diana se arqueó sobre la mesa, gimiendo de placer.
A Valentín le encantó el sabor del coño de su hija. Era el primer coñito que probaba, y le pareció riquísimo. Su mujer era demasiado santurrona como para realizar esos actos depravados. El sexo sólo es para procrear, le solía decir cada vez que él se ponía tierno. Pues ahora se iba a resarcir con la putita de su hija.
Acercó dos dedos y se los metió al en el coño, a fondo. Diana volvió a gemir.
-¿Cuántas pollas te has metido?
-Uf..papi...agggggg no ..lo sé...muchas...
-Zorra! Pues eso se ha acabado. Sólo te voy a follar yo y quien yo diga, cuando yo diga. Si me entero que andas por ahí follando con otro, ya, sabes, a la puta calle con lo puesto, ¿Entendido?
-Si....Agggggggggggggggg
-¿Por qué gimes?
-Es que...ummmmmm me estás dando mucho placer con tus dedos....
-¿A sí?
-Si...mucho papi...
Aquel coñito rezumaba líquidos, que caían por la rajita, mojando el ojete y luego la mesa. Sin sacar los dos dedos del coño, Valentín metió otros dos en el culito de Diana.
-¿Te vas a correr?
-Agggggggggggg si..si....me correré papi...
-Ni se te ocurra. No te he dado permiso para correrte todavía.
-Pero papi....aggggggggggg
Se la folló con los dedos más fuerte, más rápido. Diana luchaba por no correrse, pero el tener prohibido hacerlo hacía que su placer aumentara más. Valentín también estaba muy caliente, mucho. También deseaba correrse y liberar toda la tensión, pero tenía que darle una lección a aquella putita. Así que de repente, cuando Diana estaba a punto de correrse, sacó sus dedos del culito y del coño y se levantó.
Diana lo miró sin saber qué pasaba. Estaba a punto de correrse. Necesitaba correrse, así que llevó sus manos a su coñito, pero su padre la detuvo antes de llegar.
-Te he dicho que no tienes permiso para correrte todavía.
-Pero papi..por favor...lo necesito..
-Si tanto necesitas correrte, lárgate a la calle y que te folle el primero que pase, pero no vuelvas.
Diana lo miró con una expresión asombrada. ¿Era ese su padre? Antes era tan...tan normal, y ahora se había convertido en ..su amo, su señor. La tenía completamente a su merced.
Valentín se levantó y le tiró las bragas a la cara.
-Póntelas. Me voy a ver un rato la tele. Ni se te ocurra tocarte.
-No papi..
Diana se fijó en que su padre tenía la polla dura, formando un gran bulto en su pantalón. ¿Por qué no se la follaba? ¿Por qué la hacía sufrir así?
Estuvo un gran rato sobre la mesa de la cocina. El coño le ardía. Si se tocaba un poquito, sólo un poquito, seguro que se corría. Pero a lo mejor él se enteraba. Así que fue al salón con su padre.
-¿Puedo estar contigo, papi?
-Claro, mi amor, claro que sí.
Diana se sentó junto a su padre y se apoyó en su hombro. Él le pasó el brazo por encima, tiernamente y se pusieron a ver la tele.
Pero ella no dejaba de mirar el bulto de la polla de su padre. La seguía teniendo dura. Sólo tenía que alargar la mano y cojeársela, sacarla del pantalón y chupársela. Con cuidado lo hizo..llevó su mano y tocó la polla sobre el pijama.
-¿Qué haces?
-Te acaricio...
-¿Te he dicho yo que me toques?
-N..no..
-Pues estate quieta.
Retiró la mano. Mientras más la trataba así, más cachonda se ponía. Y Valentín también hacía lo posible por aguantar. Notaba que de la punta de su polla empezaba a salir líquido pre seminal. A lo mejor mandaba la lección al carajo y se la follaba bien follada. Pero no. Sólo un poco más.
Valentín bajo su mano, acariciando la espalada de Diana, hasta llegar a su lindo culito. Lo acarició un poco sobre las braguitas y luego metió una mano por dentro. Pasó un dedo por la caliente rajita que separabas las nalgas, y cuando pasó sobre el ojete, metió el dedo, despacito, hasta donde pudo. Ella gimió de placer.
Siguieron viendo la tele un rato, Diana con el dedo de su padre dentro. Su coñito no dejaba de rezumar. Tenía miedo de frotarse los muslos y que él se diera cuenta. Como a los cinco minutos, Valentín empezó a follarla con el dedo. Entraba y salía muy suavemente. Diana procuraba no gemir...pero se le escapaba algún que otro suspiro. Cuando su padre le metió un segundo dedo estuvo a punto de correrse.
-Agggggggg
-No te corras, eh?
-Ummm.no..papi..no me correré...pero....es que me gusta tanto....
-Bueno, por si las moscas...
Y le sacó los dedos del culito, dejándola otra vez al borde del orgasmo.
-Nooooooo sigue..sique papiiii
-¿Qué?
-Nada....perdona. - le respondió mordiéndose el labio inferior
Valentín sonreía. Le encantaba el poder que tenía sobre ella. Pasaron otros cinco minutos sin hacer nada más. Pasado ese tiempo, volvió a follarle el culito con dos dedos. Sabía que si seguía así ella se correría sin poder evitarlo. Y él ahora si que necesitaba correrse.
-Bueno, zorrita, ahora creo que te voy a follar. Ponte acostada de espaldas en el sofá, quítate las bragas y abre bien las piernas.
Cuando Diana estaba colocada, Valentín la miró. Su cara era de puro deseo. Su respiración agitada. Las pupilas dilatadas. Necesitaba ser follada ya, o se correría sin tocarse. Vio como su padre se quitaba los pantalones, apareciendo otra vez aquella preciosa polla. Se arrodilló en el sofá, entre sus piernas. La mirada de Diana era anhelante, suplicante.
-Así me gusta, zorrita. Te voy a clavar la polla en ese coño peludo que tienes, pero no te correrás hasta que te lo diga, entendido?
-No papi..no me correré.
Valentín se acercó, se subió sobre su hija, apoyándose sobre un brazo. Con la otra mano, dirigió su polla a la entrada del coño de Diana, y de un sólo estacazo se la clavó hasta el fondo. Casi se corre de gusto.
Diana no pudo aguantar. Al sentir aquel pollazo se corrió. Se le pusieron los ojos en blanco. Luchó por no gritar, por no gemir, porque su padre no se diera cuenta de que estaba teniendo el mayor orgasmo de su vida. Todo su cuerpo estaba tenso, recorrido por fuertes espasmos que hacían que su coño se contrajera alrededor de la polla de su padre.
-¿No te estarás corriendo, verdad puta?
-Ahhhhhhhh aggggg no..no...nooooooooo aggggggggggggg
-Eso espero.
El sabía perfectamente que Diana se estaba corriendo. Veía su cuerpo estremecerse, pero hizo como si no se diera cuenta. Se la empezó a meter y sacar bien fuerte, bien a fondo, haciendo que el orgasmo de Diana no terminase.
Valentín no iba a aguantar mucho sin correrse él también...Aquel coñito tan caliente, tan mojadito y tan apretadito lo estaba volviendo loco.
-Bueno, putita, ya te puedes correr
-Agggggggggggggg papiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Diana se dejó ir. Empezó a tener orgasmo tras orgasmo, uno seguido tras otro. Nunca en su vida había gozado tanto. Su padre, su amado padre, sabía cómo tratarla, como la perra que era, como la hembra que era.
-Ahora papi se va a correr en tu coñito..¿Quieres que papi se corra?
-Aggg si papi...siiiiii
Valentín creyó que su cerebro se escapaba por su polla. Se empezó a correr a calientes y espesos borbotones, que lanzaba con fuerza en el fondo del coño de Diana, que los recibió en medio de su último orgasmo.
Cuando todo terminó, Valentín se quedó sobre su hija, que tenía los ojos cerrados. La besó en la boca. Ella abrió la suya y recibió su lengua.
-Eres una niña buena. Tienes a papi muy contento.
Ella lo miró con los ojos brillantes. Le encantaba ser la niña de papi. La zorra de papi. La puta de papi.
Valentín se sentó en el sofá. La polla medio dura ya estaba llena de su semen y el flujo de Diana.
-Límpiame la polla.
-Ummmm, si papi.
Se la metió en la boca y se la lamió toda, dejándola en perfecto estado de revista. Gracias a su boquita, la polla se puso otra vez dura, pero Valentín se la quitó de la boca.
-Ya está, putita. Así se limpia una polla. Ahora vamos a afeitar ese lindo coñito que tienes. Espérame en la cocina, que estaremos más cómodos.
Mientras se dirigían a la cocina, Diana notó como la leche de su padre le empezaba a escurrirse por sus muslos. Llevó una mano y se limpió. Luego se lamió la mano. Valentín fue al baño y cogió todo lo necesario. Cuando entró en la cocina, Diana ya estaba sobre la mesa, bien abierta de piernas. Mirándolo bien, aquel coño de negro vello no estaba tan mal. Pero no, había que afeitarlo. Se sentó otra vez entre las piernas de su hija.
Miró el coñito. Estaba muy mojado y un líquido blancuzco y semilíquido le salía. Era su leche mezclada con los jugos de Diana.
-Tienes el coño chorreando, guarra.
-Lo siento papi
Valentín cogió una toalla que había traído y le secó aquel encharcado coñito. A pesar de que la toalla era rasposa, a Diana le encantó el roce.
-Ummmm.
-Ábrete el coño
Diana llevó sus manos a los labios de su coñito y los abrió. El líquido que seguía manando ahora era transparente, todo flujo vaginal. Valentín acerco su cara, sacó la lengua y empezó a comerle el coñito a Diana. Metió su lengua en la vagina, a fondo, clavando su nariz sobre el clítoris. Diana gimió y se arqueó sobre la mesa.
-Aggggggggggggg papiiiiiiiii que...rico...¿Puedo...agggg correrme?
-No.
Pero siguió lamiéndola, chupándola. Toda su boca sabía a coño. Le encantaba aquel coñito. Su olor, su sabor...
-Ummm papi...por favor....no puedo..más....deja que me corra...
-Aún no, putita. Aún no.
Dejó de lamerla. Diana estaba a punto de correrse, y él lo sabía. Cogió las tijeras que había traído y empezó a recortar el vello púbico, dejándolo lo más pequeño posible. Miró a Diana, que tenía los ojos cerrados y una expresión de placer en el rostro.
Su padre no sólo cortaba el pelo. También le rozaba el coñito mientras lo hacía. Y lo hacía a posta. De vez en cuando se acercaba y le daba un lametón en plena rajita, llevándola al borde del orgasmo. Tenía el cuerpo en tensión. Por un lado, luchando por no correrse, y por otro, deseando dejarse ir y gozar.
Cuando Valentín estuvo satisfecho del corte de vello, dejó las tejieras y agitó el bote de espuma de afeitar. Luego se echó una buena cantidad en la mano, para después extendérsela sobre el pubis y las ingles a su hija.
-Agggggggg..papi....me correré....
-Si te corres tendré que castigarte.
La polla de Valentín estaba otra vez dura como una barra de hierro. Someter así a su preciosa putita lo excitaba sobremanera.
-Agárrate las piernas pasando las manos bajo las rodillas, para que se te abran bien
En esa postura, el culito de Diana quedaba más a la vista. Valentín se levantó y se acercó. La polla quedaba justo a la altura del culito, así que sólo tuvo que apoyar la punta de la polla contra el agujerito y empujar. La crema y los jugos de Diana hicieron que la polla resbalase dentro del culito como si fuera de mantequilla.
Diana se corrió, otra vez sin permiso. Tenía los ojos cerrados, no respiraba, pero los espasmos de su culito la delataban.
-¿No te estarás corriendo?
No contestó. No podía. Estaba poniendo todas sus fuerzas en que su corrida no se notara. Valentín la miraba, divertido. Iba a hacer de aquella zorrita lo que quisiese.
Cuando el orgasmo terminó, Diana pudo abrir los ojos y respirar. Su pecho subía y bajaba el ritmo de la agitada respiración.
-Te has corrido, puta.
-No papi...no...
-¿Te crees que soy tonto?
-Lo siento...no he podido evitarlo....lo siento.
-Te dije que te castigaría si te corrías...
-Perdóname.
Valentín alargó sus manos y las llevó a las tetas de Diana. Las apretó fuerte, pero sin llegar a hacerle daño. Los pezones se endurecieron aún más, y ella volvió a gemir. Tenía el culito lleno de polla y le agarraba las tetas. Si no paraba se correría otra vez.
-Bueno, por esta vez pase. Pero a la próxima te vas a enterar, zorra.
-Gracias...papi..gracias...
-Ahora terminemos con tu coño.
Sin sacarle la polla del culo cogió una maquinilla de afeitar y empezó a rasurarla. El coñito le iba quedando limpito, suave...precioso. Mientras la afeitaba la follaba por el culo suavemente, manteniéndola cachonda perdida.
-Te está quedando el coñito precioso.
-Ummmmm ¿Te gusta mi coñito papi?
-Mucho....
Cuando terminó, con la toalla quitó los restos de jabón. Después cogió un bote de aceite para niños y se la echó en el pubis, para que no se irritara. Echó más aceite de la necesaria, y con los dedos la esparcía. Con la mano llena de aceite empezó a acariciar la rajita del coño. Juntó los 4 dedos de la mano, menos el pulgar, y se los metió en el coño. Gracias al aceite y a los jugos de ella, entraron hasta los nudillos.
-Agggggggggggggg
-Ya puedes correrte cuando quieres, zorra.
Se le empezó a follar por el culo con grandes pollazos, y por el coño con los dedos. Diana se empezó a correr, con un orgasmo tras otro, seguidos.
-Papiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
En la cocina se oían los gritos de placer de Diana y el ruido de sus cuerpos al chocar. Valentín no pudo aguantar mucho y se corrió en lo más profundo del culito de su niña. Cuando acabó de correrse, le sacó la polla del culo y los dedos del coño. Diana estaba sobre la mesa, como desmayada. Los ojos cerrados, el cuerpo flojo.
-Papi tiene la polla sucia.
Ella enseguida se arrodilló delante de él y se metió la polla en la boca, hasta dejarla bien limpia. Lo mirara a los ojos, con una mezcla de placer y de amor.
-Eso es putita mía. Ahora ponte un pijama normal, que tu madre debe de estar a punto de llegar.
-Que se joda mi ..
No terminó la frase al recibir un bofetón de su padre. Se llevó las manos a la cara. Le quemaba la mejilla.
-Un respeto para tu madre. Es mi mujer, y te dio el ser. No tiene la culpa de ser como es, así la educaron, ¿Entendido?
-Si papi.
-Bien.
Su padre tenía razón. Era su madre. Y en el fondo la quería. La odiaba por la vida asfixiante que la había obligado a vivir, pero también la quería. Ahora podría vivir su vida como quisiera, como su padre la dejara, sin tener seguir las normas de su madre. Eso no significaba que pudiera humillarla porque sí.
-Esta noche saldremos tu y yo a dar una vuelta. Quiero presumir de mi nueva puta.
CONTINUARÁ
-Diana, en casa serás mi putita, y vestirás como tal. Pero cuando salgas a la calle, a no ser que yo te diga lo contrario, vestirás como antes y te comportarás decentemente, entendido?
-Pero..
-No hay peros. O haces lo que yo te diga o ya sabes en donde tienes la puerta.
-Vale papá
-Y si te digo que hagas algo, lo haces sin rechistar.
-Sí.
-Bien. Ahora puedes terminar de desayunar.
-jeje, ya no tengo hambre, estoy llena
-Jajajaja
La miró a los ojos.
-Quítate las bragas.
Diana lo hizo inmediatamente. El corazón le empezó a latir. Le dio las bragas a su padre, que se las llevó a la nariz y las olió. La polla se le puso dura. Olían a coño. La mesa de la cocina era da patas fuertes.
-Acuéstate sobre la mesa. Quiero inspeccionar mis pertenencias.
Diana quitó las cosas que había sobre la mesa y luego se subió en ella, con el culo cerca del borde. Apoyó los codos en la mesa. Valentín cogió una silla y se sentó entre las piernas y las abrió con sus manos. Ahora veía el coño de Diana en todo su esplendor.
-Tienes mucho pelo en el coño.
-¿No te gusta así?
-El de tu madre es así, aunque no lo cato. Quiero que el coño de mi zorrita sea un coño de zorrita, así que te lo afeitaré.
-Vale papi.
A pesar de ser un chocho peladito, era precioso. Diana estaba muy cachonda, así que los labios vaginales estaban hinchados y rojos, muy mojados. Una gotita de flujo salía de la vagina. Valentín acercó su boca, sacó la lengua y le dio un lametón a lo largo de toda la rajita. Diana se arqueó sobre la mesa, gimiendo de placer.
A Valentín le encantó el sabor del coño de su hija. Era el primer coñito que probaba, y le pareció riquísimo. Su mujer era demasiado santurrona como para realizar esos actos depravados. El sexo sólo es para procrear, le solía decir cada vez que él se ponía tierno. Pues ahora se iba a resarcir con la putita de su hija.
Acercó dos dedos y se los metió al en el coño, a fondo. Diana volvió a gemir.
-¿Cuántas pollas te has metido?
-Uf..papi...agggggg no ..lo sé...muchas...
-Zorra! Pues eso se ha acabado. Sólo te voy a follar yo y quien yo diga, cuando yo diga. Si me entero que andas por ahí follando con otro, ya, sabes, a la puta calle con lo puesto, ¿Entendido?
-Si....Agggggggggggggggg
-¿Por qué gimes?
-Es que...ummmmmm me estás dando mucho placer con tus dedos....
-¿A sí?
-Si...mucho papi...
Aquel coñito rezumaba líquidos, que caían por la rajita, mojando el ojete y luego la mesa. Sin sacar los dos dedos del coño, Valentín metió otros dos en el culito de Diana.
-¿Te vas a correr?
-Agggggggggggg si..si....me correré papi...
-Ni se te ocurra. No te he dado permiso para correrte todavía.
-Pero papi....aggggggggggg
Se la folló con los dedos más fuerte, más rápido. Diana luchaba por no correrse, pero el tener prohibido hacerlo hacía que su placer aumentara más. Valentín también estaba muy caliente, mucho. También deseaba correrse y liberar toda la tensión, pero tenía que darle una lección a aquella putita. Así que de repente, cuando Diana estaba a punto de correrse, sacó sus dedos del culito y del coño y se levantó.
Diana lo miró sin saber qué pasaba. Estaba a punto de correrse. Necesitaba correrse, así que llevó sus manos a su coñito, pero su padre la detuvo antes de llegar.
-Te he dicho que no tienes permiso para correrte todavía.
-Pero papi..por favor...lo necesito..
-Si tanto necesitas correrte, lárgate a la calle y que te folle el primero que pase, pero no vuelvas.
Diana lo miró con una expresión asombrada. ¿Era ese su padre? Antes era tan...tan normal, y ahora se había convertido en ..su amo, su señor. La tenía completamente a su merced.
Valentín se levantó y le tiró las bragas a la cara.
-Póntelas. Me voy a ver un rato la tele. Ni se te ocurra tocarte.
-No papi..
Diana se fijó en que su padre tenía la polla dura, formando un gran bulto en su pantalón. ¿Por qué no se la follaba? ¿Por qué la hacía sufrir así?
Estuvo un gran rato sobre la mesa de la cocina. El coño le ardía. Si se tocaba un poquito, sólo un poquito, seguro que se corría. Pero a lo mejor él se enteraba. Así que fue al salón con su padre.
-¿Puedo estar contigo, papi?
-Claro, mi amor, claro que sí.
Diana se sentó junto a su padre y se apoyó en su hombro. Él le pasó el brazo por encima, tiernamente y se pusieron a ver la tele.
Pero ella no dejaba de mirar el bulto de la polla de su padre. La seguía teniendo dura. Sólo tenía que alargar la mano y cojeársela, sacarla del pantalón y chupársela. Con cuidado lo hizo..llevó su mano y tocó la polla sobre el pijama.
-¿Qué haces?
-Te acaricio...
-¿Te he dicho yo que me toques?
-N..no..
-Pues estate quieta.
Retiró la mano. Mientras más la trataba así, más cachonda se ponía. Y Valentín también hacía lo posible por aguantar. Notaba que de la punta de su polla empezaba a salir líquido pre seminal. A lo mejor mandaba la lección al carajo y se la follaba bien follada. Pero no. Sólo un poco más.
Valentín bajo su mano, acariciando la espalada de Diana, hasta llegar a su lindo culito. Lo acarició un poco sobre las braguitas y luego metió una mano por dentro. Pasó un dedo por la caliente rajita que separabas las nalgas, y cuando pasó sobre el ojete, metió el dedo, despacito, hasta donde pudo. Ella gimió de placer.
Siguieron viendo la tele un rato, Diana con el dedo de su padre dentro. Su coñito no dejaba de rezumar. Tenía miedo de frotarse los muslos y que él se diera cuenta. Como a los cinco minutos, Valentín empezó a follarla con el dedo. Entraba y salía muy suavemente. Diana procuraba no gemir...pero se le escapaba algún que otro suspiro. Cuando su padre le metió un segundo dedo estuvo a punto de correrse.
-Agggggggg
-No te corras, eh?
-Ummm.no..papi..no me correré...pero....es que me gusta tanto....
-Bueno, por si las moscas...
Y le sacó los dedos del culito, dejándola otra vez al borde del orgasmo.
-Nooooooo sigue..sique papiiii
-¿Qué?
-Nada....perdona. - le respondió mordiéndose el labio inferior
Valentín sonreía. Le encantaba el poder que tenía sobre ella. Pasaron otros cinco minutos sin hacer nada más. Pasado ese tiempo, volvió a follarle el culito con dos dedos. Sabía que si seguía así ella se correría sin poder evitarlo. Y él ahora si que necesitaba correrse.
-Bueno, zorrita, ahora creo que te voy a follar. Ponte acostada de espaldas en el sofá, quítate las bragas y abre bien las piernas.
Cuando Diana estaba colocada, Valentín la miró. Su cara era de puro deseo. Su respiración agitada. Las pupilas dilatadas. Necesitaba ser follada ya, o se correría sin tocarse. Vio como su padre se quitaba los pantalones, apareciendo otra vez aquella preciosa polla. Se arrodilló en el sofá, entre sus piernas. La mirada de Diana era anhelante, suplicante.
-Así me gusta, zorrita. Te voy a clavar la polla en ese coño peludo que tienes, pero no te correrás hasta que te lo diga, entendido?
-No papi..no me correré.
Valentín se acercó, se subió sobre su hija, apoyándose sobre un brazo. Con la otra mano, dirigió su polla a la entrada del coño de Diana, y de un sólo estacazo se la clavó hasta el fondo. Casi se corre de gusto.
Diana no pudo aguantar. Al sentir aquel pollazo se corrió. Se le pusieron los ojos en blanco. Luchó por no gritar, por no gemir, porque su padre no se diera cuenta de que estaba teniendo el mayor orgasmo de su vida. Todo su cuerpo estaba tenso, recorrido por fuertes espasmos que hacían que su coño se contrajera alrededor de la polla de su padre.
-¿No te estarás corriendo, verdad puta?
-Ahhhhhhhh aggggg no..no...nooooooooo aggggggggggggg
-Eso espero.
El sabía perfectamente que Diana se estaba corriendo. Veía su cuerpo estremecerse, pero hizo como si no se diera cuenta. Se la empezó a meter y sacar bien fuerte, bien a fondo, haciendo que el orgasmo de Diana no terminase.
Valentín no iba a aguantar mucho sin correrse él también...Aquel coñito tan caliente, tan mojadito y tan apretadito lo estaba volviendo loco.
-Bueno, putita, ya te puedes correr
-Agggggggggggggg papiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Diana se dejó ir. Empezó a tener orgasmo tras orgasmo, uno seguido tras otro. Nunca en su vida había gozado tanto. Su padre, su amado padre, sabía cómo tratarla, como la perra que era, como la hembra que era.
-Ahora papi se va a correr en tu coñito..¿Quieres que papi se corra?
-Aggg si papi...siiiiii
Valentín creyó que su cerebro se escapaba por su polla. Se empezó a correr a calientes y espesos borbotones, que lanzaba con fuerza en el fondo del coño de Diana, que los recibió en medio de su último orgasmo.
Cuando todo terminó, Valentín se quedó sobre su hija, que tenía los ojos cerrados. La besó en la boca. Ella abrió la suya y recibió su lengua.
-Eres una niña buena. Tienes a papi muy contento.
Ella lo miró con los ojos brillantes. Le encantaba ser la niña de papi. La zorra de papi. La puta de papi.
Valentín se sentó en el sofá. La polla medio dura ya estaba llena de su semen y el flujo de Diana.
-Límpiame la polla.
-Ummmm, si papi.
Se la metió en la boca y se la lamió toda, dejándola en perfecto estado de revista. Gracias a su boquita, la polla se puso otra vez dura, pero Valentín se la quitó de la boca.
-Ya está, putita. Así se limpia una polla. Ahora vamos a afeitar ese lindo coñito que tienes. Espérame en la cocina, que estaremos más cómodos.
Mientras se dirigían a la cocina, Diana notó como la leche de su padre le empezaba a escurrirse por sus muslos. Llevó una mano y se limpió. Luego se lamió la mano. Valentín fue al baño y cogió todo lo necesario. Cuando entró en la cocina, Diana ya estaba sobre la mesa, bien abierta de piernas. Mirándolo bien, aquel coño de negro vello no estaba tan mal. Pero no, había que afeitarlo. Se sentó otra vez entre las piernas de su hija.
Miró el coñito. Estaba muy mojado y un líquido blancuzco y semilíquido le salía. Era su leche mezclada con los jugos de Diana.
-Tienes el coño chorreando, guarra.
-Lo siento papi
Valentín cogió una toalla que había traído y le secó aquel encharcado coñito. A pesar de que la toalla era rasposa, a Diana le encantó el roce.
-Ummmm.
-Ábrete el coño
Diana llevó sus manos a los labios de su coñito y los abrió. El líquido que seguía manando ahora era transparente, todo flujo vaginal. Valentín acerco su cara, sacó la lengua y empezó a comerle el coñito a Diana. Metió su lengua en la vagina, a fondo, clavando su nariz sobre el clítoris. Diana gimió y se arqueó sobre la mesa.
-Aggggggggggggg papiiiiiiiii que...rico...¿Puedo...agggg correrme?
-No.
Pero siguió lamiéndola, chupándola. Toda su boca sabía a coño. Le encantaba aquel coñito. Su olor, su sabor...
-Ummm papi...por favor....no puedo..más....deja que me corra...
-Aún no, putita. Aún no.
Dejó de lamerla. Diana estaba a punto de correrse, y él lo sabía. Cogió las tijeras que había traído y empezó a recortar el vello púbico, dejándolo lo más pequeño posible. Miró a Diana, que tenía los ojos cerrados y una expresión de placer en el rostro.
Su padre no sólo cortaba el pelo. También le rozaba el coñito mientras lo hacía. Y lo hacía a posta. De vez en cuando se acercaba y le daba un lametón en plena rajita, llevándola al borde del orgasmo. Tenía el cuerpo en tensión. Por un lado, luchando por no correrse, y por otro, deseando dejarse ir y gozar.
Cuando Valentín estuvo satisfecho del corte de vello, dejó las tejieras y agitó el bote de espuma de afeitar. Luego se echó una buena cantidad en la mano, para después extendérsela sobre el pubis y las ingles a su hija.
-Agggggggg..papi....me correré....
-Si te corres tendré que castigarte.
La polla de Valentín estaba otra vez dura como una barra de hierro. Someter así a su preciosa putita lo excitaba sobremanera.
-Agárrate las piernas pasando las manos bajo las rodillas, para que se te abran bien
En esa postura, el culito de Diana quedaba más a la vista. Valentín se levantó y se acercó. La polla quedaba justo a la altura del culito, así que sólo tuvo que apoyar la punta de la polla contra el agujerito y empujar. La crema y los jugos de Diana hicieron que la polla resbalase dentro del culito como si fuera de mantequilla.
Diana se corrió, otra vez sin permiso. Tenía los ojos cerrados, no respiraba, pero los espasmos de su culito la delataban.
-¿No te estarás corriendo?
No contestó. No podía. Estaba poniendo todas sus fuerzas en que su corrida no se notara. Valentín la miraba, divertido. Iba a hacer de aquella zorrita lo que quisiese.
Cuando el orgasmo terminó, Diana pudo abrir los ojos y respirar. Su pecho subía y bajaba el ritmo de la agitada respiración.
-Te has corrido, puta.
-No papi...no...
-¿Te crees que soy tonto?
-Lo siento...no he podido evitarlo....lo siento.
-Te dije que te castigaría si te corrías...
-Perdóname.
Valentín alargó sus manos y las llevó a las tetas de Diana. Las apretó fuerte, pero sin llegar a hacerle daño. Los pezones se endurecieron aún más, y ella volvió a gemir. Tenía el culito lleno de polla y le agarraba las tetas. Si no paraba se correría otra vez.
-Bueno, por esta vez pase. Pero a la próxima te vas a enterar, zorra.
-Gracias...papi..gracias...
-Ahora terminemos con tu coño.
Sin sacarle la polla del culo cogió una maquinilla de afeitar y empezó a rasurarla. El coñito le iba quedando limpito, suave...precioso. Mientras la afeitaba la follaba por el culo suavemente, manteniéndola cachonda perdida.
-Te está quedando el coñito precioso.
-Ummmmm ¿Te gusta mi coñito papi?
-Mucho....
Cuando terminó, con la toalla quitó los restos de jabón. Después cogió un bote de aceite para niños y se la echó en el pubis, para que no se irritara. Echó más aceite de la necesaria, y con los dedos la esparcía. Con la mano llena de aceite empezó a acariciar la rajita del coño. Juntó los 4 dedos de la mano, menos el pulgar, y se los metió en el coño. Gracias al aceite y a los jugos de ella, entraron hasta los nudillos.
-Agggggggggggggg
-Ya puedes correrte cuando quieres, zorra.
Se le empezó a follar por el culo con grandes pollazos, y por el coño con los dedos. Diana se empezó a correr, con un orgasmo tras otro, seguidos.
-Papiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
En la cocina se oían los gritos de placer de Diana y el ruido de sus cuerpos al chocar. Valentín no pudo aguantar mucho y se corrió en lo más profundo del culito de su niña. Cuando acabó de correrse, le sacó la polla del culo y los dedos del coño. Diana estaba sobre la mesa, como desmayada. Los ojos cerrados, el cuerpo flojo.
-Papi tiene la polla sucia.
Ella enseguida se arrodilló delante de él y se metió la polla en la boca, hasta dejarla bien limpia. Lo mirara a los ojos, con una mezcla de placer y de amor.
-Eso es putita mía. Ahora ponte un pijama normal, que tu madre debe de estar a punto de llegar.
-Que se joda mi ..
No terminó la frase al recibir un bofetón de su padre. Se llevó las manos a la cara. Le quemaba la mejilla.
-Un respeto para tu madre. Es mi mujer, y te dio el ser. No tiene la culpa de ser como es, así la educaron, ¿Entendido?
-Si papi.
-Bien.
Su padre tenía razón. Era su madre. Y en el fondo la quería. La odiaba por la vida asfixiante que la había obligado a vivir, pero también la quería. Ahora podría vivir su vida como quisiera, como su padre la dejara, sin tener seguir las normas de su madre. Eso no significaba que pudiera humillarla porque sí.
-Esta noche saldremos tu y yo a dar una vuelta. Quiero presumir de mi nueva puta.
CONTINUARÁ
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