Vacaciones sexuales en familia capitulo 11

lamento la tardanza! problemas personales iwi
les dejo la cotninuacion

La tía Joan era muy sensual en toda la extensión de la palabra. Tan pronto como hubo terminado de bañarse, se tendió sobre la arena y se quedó ahí para asolarse, con las piernas abiertas y exponiendo su precioso sexo a todos los que pasaran cerca. Mi papá estaba junto a ella y le untaba bloqueador por todo el cuerpo, incluso por sus pechos los cuales él masajeaba delicadamente. Podía ver como el pene de Manuel adquiría de grosor. Julia estaba encantada de que Alejandro también le pusiera bloqueador en la espalda. Celia y mi hermana estaban un poco más alejadas de ellos, tendidas en una toalla y disfrutando de la vista.

—Entonces, tío, sólo quedamos tú y yo.

—Parece que todos los demás se han entretenido.

Me giré hacia él. Era un hombre macizo de casi un metro ochenta. Los dos estábamos en el mar, con el agua hasta la altura de nuestro estómago, de modo que mis pechos estaban al manifiesto. Como mi tío era nudista, no les prestaba mucha atención, lo cual ayudaba a manejarme con confianza con él.

—¿Quieres... hacer algo? —Pregunté —Algo a solas ¿te parece?

—¿Qué tienes en mente?

—Bueno, lo que quieras —le seduje.

Mi tío Mauricio se rió un poco y miró a su alrededor. Nos acercamos lentamente, hasta que nuestros torsos se juntaron. Bajó despacio el cuello para besarme y yo correspondí con un breve pico en la punta de su boca. Su miembro no estaba erecto, pero sí que estaba adquiriendo un bonito espesor. No era la más larga, pero se veía deliciosa, con un glande bien formado que comenzaba a hincharse ante la respuesta de evidente sexo.

Yo marchaba con mi sonrisita de oreja a oreja y ya me estaba poniendo un poco mojada, y no precisamente por el agua. Pasamos junto a unos muchachos que seguramente estaban en la universidad y que se me quedaron mirando con cara de bobos. Fingí que no les miré y continué pegada a mi tío, que me llevaba hasta un sitio algo más alejado de los nudistas, justo debajo de una palmera.

—¡Maldición! Olvidé la toalla. Espera, vuelvo enseguida.

—No, iré yo —me apresuré a decirle—. Igual tengo que ir por un condón.

Volví sobre la arena caliente y me acerqué a Julia, que disfrutaba del sol.

—¿Qué pasa, cariño?

—¿Tienes condones? —le pregunté mientras husmeaba en su bulto. Nada más decir eso, Manuel se puso en alerta.

—¿Qué vas a hacer con tu tío?

—Pues ya sabes.

—Déjalo, déjalo —dijo Joan—. Se supone que para eso es esta experiencia ¿no?

—Pues... es cierto, pero no me gusta la idea.

—Ven conmigo —tenté la mirada de Manuel poniendo una mano sobre mis pechos—. Aunque no sé si podré manejar a dos caballeros como ustedes.

Miró a su esposa como si le pidiera permiso.

Ella sonrió.

—Ve.

Le tomé de la mano y lo llevé hasta donde estaba mi tío Mauricio.

Mi corazón latía de forma acelerada ante la señal de tener sexo con dos hombres más adultos que yo. Literalmente se me estaba haciendo agua todo el cuerpo. Nada más llegar, los dos hombres se dieron una palmada y se acostaron en la arena uno junto al otro.

—Mauricio, más te vale no ser tan duro con mi ella.

—Descuida.

Me senté entre ellos. Tomé la verga de cada uno con la mano y comencé a masturbarlos al mismo tiempo.

Me olvidé de lo que era la decencia. Aunque estábamos en un lugar algo apartado, los playeros me veían y yo les podía ver a ellos. Imaginé que debería de gustarles la imagen de una muchachita como yo jugando con dos penes a la vez.

—Veamos... ¿A quién me comeré primero?

Antes de poder hacer algo más, Manuel tiró de mí. Me subí a horcajadas sobre él y miré a mi tío con una divertida sonrisa.

—Ups. Te ganaron.

—Carajo.

—Pero disfruta del espectáculo.

Acto seguido tomé a papá de las mejillas y le di un sensual beso con lengua. Eso le gustó, y sus manos rodearon mi piel y se ciñeron a mis caderas. Apreté los párpados. Las sensaciones que experimentaba bastaban como para hacerme ver estrellas, y ni siquiera me había penetrado.

En seguida bajé a besos por su pecho y me di la vuelta, de tal forma que mi trasero quedó justo sobre su boca y mis labios a la altura de su pene. Papá no perdió tiempo en separar mi sexo con sus dedos y hundir su lengua entre ellos. Estaba mojada y segura de que mis jugos le estaban humedeciendo toda la boca. Yo tomé su verga entre mis deditos y primero le di un beso en el glande. Acto seguido, le brindé una cariñosa caricia con mi boca.

Mi tío miraba la escena, sorprendido y con una sonrisa mientras se restregaba la palma sobre su mástil. Le guiñé un ojo y continué con lo mío. Se sentía bien cuando la barba de Manuel raspaba contra mi clítoris. Además, mi felación estaba acaparando la mirada de varias personas, mujeres y hombres por igual, que disfrutaban del show como si fuera una película porno en vivo. Me dio un poco de pena continuar, pero era más mi deseo de ser tomada por estos dos hombres, que comencé a ignorarlos a todos y a concentrarme en las sensaciones que me inundaban.

Mauricio se levantó y se colocó a mi lado. Yo me incorporé con las piernas flexionadas para no ahogar a papá con mi trasero, y después tomé el pene de mi tío y me lo llevé a la boca para hacerle una chupada rápida. Podía ver en la distancia que algunas mujeres también chupaban las pollas de sus esposos. Mis acciones estaban despertando el deseo de las otras personas y comprendí porque a Lilian le gustaba que la vieran cuando daba rienda suelta a sus perversiones. Había cierta belleza en lo que estábamos haciendo.

El falo de Mauricio me llenaba toda la boca y con la lengua de papá haciendo estragos en mi clítoris, me estaba sintiendo en las nubes. Tío extrajo su carne y me dio golpes con él por toda la cara. Después me lo restregó por todos lados, incluso por los oídos.

—Ponte en cuatro —me pidió Manuel.

Me tumbé sin dejar de ver a las personas. Incluso les saludé con la mano.

Él esposo de Julia se acomodó detrás de mí lubricó mi entrada con un poco de saliva. Separó mis glúteos y penetró en mi cuerpo, separando lo que tenía que separar y mojando lo que tenía que mojar. Me mordí el labio inferior.

—Me toca —indicó Mauricio.

Noté como intercambiaban lugares y cuando el grueso miembro de Mauricio me entró, el cambio fue instantáneo. Di un grito y luego me reí. La saliva me caía por la comisura de la boca. Adelante, dos mujeres también estaban a gatas y sus maridos se vaciaban dentro de ellas.

Papá acercó su órgano a mi boca. Le pedí que se hiciera a un lado mientras se la mamaba, para que yo pudiera ver a las otras personas que disfrutaban igual que yo. Con un dedo les indiqué que se acercaran un poco más. Las mujeres hablaron con sus maridos y rieron. Poco después, dos parejas se aproximaron unos metros más, de tal forma que ahora las podía ver con claridad. Una de ellas tenía la piel oscura y era muy atractiva, con pechos preciosos y un rostro angelical. La otra era rubia y pecosa, con senos frondosos de los cuales manaban gotitas de leche.

—¿Estas amamantando? —Pregunté mientras se ponía frente a mí.

—Sí. Por cierto, me llamo Alicia ¿tú eres?

—Jennifer, y ellos son mi papá y mi tío.

—¿Incesto? Genial... ag... amor, no tan fuerte.

—Se ve que también estás dejándote llevar.

—¿Y vienen aquí con toda la familia?

—Sí. Son nuestras... vacaciones.

Sostener una conversación mientras me follaban, no era fácil.

Mi papá y mi tío se turnaban para brindarme sus deliciosas atenciones. Uno me lo hacía duro, otro suave; me costaba distinguir quién era quien porque no les podía ver.

—¿Te gustaría que jugáramos entre nosotras? —me preguntó Alicia sin descaro

—Este... claro.

Me guiñó un ojo y se dio media vuelta, ofreciéndome una vista de su perfecto trasero. Su sexo estaba tan limpio como el de un bebé y sus labios se aplastaban formando lo que se llamaba una perfecta empanada. Pequeñas gotitas de flujo y semen le caían. Se veía tan apetitosa que no dudé un segundo en hundir la boca en ella, sentir su aroma y su sabor a mieles de mujer. Oí que Alicia gimoteaba. Busqué su clítoris y me concentré en él, en el gustillo de sus almizcles y en morderlo y tirar suavemente de los pliegues de su vagina.

—Lo haces bien, Jennifer. Muy bien, de hecho. Lame más fuerte.

Para ser una madre joven, tenía un apetito voraz.

—¿Te puedo lamer a ti?

—Si logras quitar a estos dos encima de mí.

—Ah, no es necesario. Dame espacio.

Como pudo, Alicia se arrastró por debajo de mí hasta improvisar un delicioso 69. Era un espectáculo algo extraño. La combinación de cuerpos cubiertos de arena y sudor. Abrió sus piernas para darme una hermosa visión de su cuerpo, el cual yo me apresuré a llevarme a la boca. Mi tío se acercó y se masturbó rápidamente frente a mí. Yo le correspondí con unas mordidas y deslizando mi lengua por sus testículos hinchados. De repente, un chorro de semen salpicó mi cara y se me metió hasta por la nariz. Pequeñas gotas cayeron desde mis mejillas hasta la pobre de Alicia.

—¿Alguien eyaculó sobre mí? —Preguntó Marya, con su voz ahogada.

—Mi tío.

—Ah...

— Enseguida te limpio —deslicé mi lengua por todo su vientre y recogí el semen hasta comérmelo todo. También limpié la verga de mi tío.

El esposo de Alicia me ofrecía su polla. Sonreí y puse los ojos en blanco. De todos modos también a él le lamí hasta dejarlo limpio.

Y de repente, sin que pudiera hacer nada, tanto de mi tío como Alicia entraron por mi boca. No podía hablar. Tuve un orgasmo, excitada tanto por lo que Manuel me hacía atrás, la boca de Alicia, y los dos caballeros dándome atenciones de frente.

—Eso fue hermoso —dijo Alicia cuando me levanté.

Se sentó en la arena, feliz de la vida junto a su marido al lado.

—Él es mi esposo Hans.

—¿Son nudistas?

—Sí, y estaríamos encantados de poder volver a tener un encuentro, si te parece.

—Me ofendería si no lo hiciera.

Nada mal para mi primera fiesta en la playa.



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gracias por sus comentarios 🙂 qué tal si nos animamos a unos 9 o 10 comentarios para el siguiente cap? intentemos 🙂