Ya tenía yo bastante tiempo con ganas de saber qué se sentía tener una verga en el culo. Me había metido limones a modo de anal beads, pepinos, plátanos machos enteros o pelados, papas, condones con arroz (no me pregunten por qué arroz, pero estaban ricos, aunque lastimaban si no te salían bien hechos, de cualquier manera también estaba rico romperse el culo). Curiosamente, pese a la violencia del condón seco, no me lastimó demasiado la primera penetración. Hace mucho tiempo de esta primera vez, pero les presumo que hace unas semanas una tranny me dijo que le había lastimado su cosita por lo apretado de mi ano. Pero bueno. Pasaba por la avenida Tlalpan, algo bebido. Poco a poco me fue gustando la costumbre de pasear a pie a saborear los culos de féminas con verga incluida. Me excitaban en especial las altas, medias gordas, gordibuenas.
Era el día, estaba estipulado. Sucedió naturalmente como una fruta se desprende del árbol. Tenía las tetas operadas, of course, un vestido plateado, creo que tacones, pero se veía alta. Vamos a la camioneta, ya me tenía excitado. Me sobó la verga con dulzura, no necesitó de mucho, me tenía encantado solo con su cercanía. Ya en la camioneta, una CR-V Honda (para mi sorpresa) plateada también. Quería dominarme. Me hizo que le chupara la verga. Yo quería más de sus pechos. Estaban ricos, algo plásticos; pero se veían tersos y lo estaban. Me desilusionó un poco la brusquedad del momento, pero por $200 pesos no le iba a exigir mucho. Además que se me hacía lo más morboso que me había pasado, luego de las dos ocasiones en que me había cogido a mi prima Juanita, pero esa es otra historia.
La tenía durísima, había visto muchas pero sentido casi ninguna. La gordura de ese pedazo de carne me encantó. No era propiamente un miembro muy largo, pero no era corto. Y con la experiencia que ya me cargaba, sabía yo que era más rico que estuvieran más gruesas que largas. Eso me imaginaba. Como todas, quería que se la chupara sin condón. No quise. Le chocó ponerse un condón, pero no insistió que se lo lamiera sin él. Se lo puso con muy mala técnica y la boca se me hacía agua por las ganas de probar. Sentí que pasó una eternidad desde el segundo que lo vi por primera vez hasta que lo saboreé en mi boca. En la boca se sentía todavía más grueso y yo no creía la buena suerte con que andaba. Me puso muy calenturiento. Más rápido de lo que pude darme cuenta, ya estaba encima de él, queriendo chuparle las tetas y a la vez acomodándome la erección que me iba a zampar. No entraba, estaba seco el condón y francamente yo cerrada. “Ya te lo han metido antes, verdad?” me preguntó. Le dije la verdad. Tuvimos que probar otra posición para que entrara. Me puso en cuatro, siempre con su actitud dominante y sentí de nuevo entre mis nalgas el plástico que envolvía algo duro. A como sea entró. Me dolió, como debe ser la primera vez. Pero fue tanta mi excitación que me mojé por el culo, sacaba lechita como una perra. Eso lo pienso ahora, porque así fue, me lubriqué; aunque en aquella ocasión, ella/él me dijo: ¿Eso es lo que querías, verdad, puta? Y yo no me sentía como tal. Solo me gustaba sentir esa verga. Le expliqué, como quien dice cualquier cosa: “Solo me gusta sentirla, pero no me excita que me digas puta”, era un novicio apenas. Mientras me cogía, me era imposible sacarme de la mente la imagen de su pene, realmente me había gustado. La idea de que esa misma verga estuviera dentro de mí, me hacía el hombre más dichoso. “Tienes buenas nalgas, sí te vengo cogiendo diario”, eso me dijo. Nunca me habían dicho algo tan lindo, jajaja. Me sentí orgulloso de mis nalgas y agradecido de que notara que sí tengo buena cola. La tetona en unas cuantas metidas se vino dentro de mí, claro con el condón, pero su grito me comunicó su placer. “Ya me vine” y se sacó el condón lleno de liquido blanco y espeso. Le quise tocar de nuevo la verga, la quise besar en la boca como habíamos empezado: ya no me gusta besar después de venirme. Comprendí que a veces así se siente uno cuando se viene y decidí dejarla en paz. Salimos de su camioneta, caminamos a la esquina y me despedí de ella. Al llegar a mi casa, enseguida revisé mi culo, quería sentirlo todavía abierto, recordar la polla que hubo ahí. Apenas me dolía, un dolor rico, lo suficiente para saber que no había sido un sueño sino que un transexual, en efecto, me había desvirgado.
Sigan la serie con 12 capítulos.
https://amantetranny.wordpress.com/
e-mail: corredorcorso@gmail.com
Era el día, estaba estipulado. Sucedió naturalmente como una fruta se desprende del árbol. Tenía las tetas operadas, of course, un vestido plateado, creo que tacones, pero se veía alta. Vamos a la camioneta, ya me tenía excitado. Me sobó la verga con dulzura, no necesitó de mucho, me tenía encantado solo con su cercanía. Ya en la camioneta, una CR-V Honda (para mi sorpresa) plateada también. Quería dominarme. Me hizo que le chupara la verga. Yo quería más de sus pechos. Estaban ricos, algo plásticos; pero se veían tersos y lo estaban. Me desilusionó un poco la brusquedad del momento, pero por $200 pesos no le iba a exigir mucho. Además que se me hacía lo más morboso que me había pasado, luego de las dos ocasiones en que me había cogido a mi prima Juanita, pero esa es otra historia.
La tenía durísima, había visto muchas pero sentido casi ninguna. La gordura de ese pedazo de carne me encantó. No era propiamente un miembro muy largo, pero no era corto. Y con la experiencia que ya me cargaba, sabía yo que era más rico que estuvieran más gruesas que largas. Eso me imaginaba. Como todas, quería que se la chupara sin condón. No quise. Le chocó ponerse un condón, pero no insistió que se lo lamiera sin él. Se lo puso con muy mala técnica y la boca se me hacía agua por las ganas de probar. Sentí que pasó una eternidad desde el segundo que lo vi por primera vez hasta que lo saboreé en mi boca. En la boca se sentía todavía más grueso y yo no creía la buena suerte con que andaba. Me puso muy calenturiento. Más rápido de lo que pude darme cuenta, ya estaba encima de él, queriendo chuparle las tetas y a la vez acomodándome la erección que me iba a zampar. No entraba, estaba seco el condón y francamente yo cerrada. “Ya te lo han metido antes, verdad?” me preguntó. Le dije la verdad. Tuvimos que probar otra posición para que entrara. Me puso en cuatro, siempre con su actitud dominante y sentí de nuevo entre mis nalgas el plástico que envolvía algo duro. A como sea entró. Me dolió, como debe ser la primera vez. Pero fue tanta mi excitación que me mojé por el culo, sacaba lechita como una perra. Eso lo pienso ahora, porque así fue, me lubriqué; aunque en aquella ocasión, ella/él me dijo: ¿Eso es lo que querías, verdad, puta? Y yo no me sentía como tal. Solo me gustaba sentir esa verga. Le expliqué, como quien dice cualquier cosa: “Solo me gusta sentirla, pero no me excita que me digas puta”, era un novicio apenas. Mientras me cogía, me era imposible sacarme de la mente la imagen de su pene, realmente me había gustado. La idea de que esa misma verga estuviera dentro de mí, me hacía el hombre más dichoso. “Tienes buenas nalgas, sí te vengo cogiendo diario”, eso me dijo. Nunca me habían dicho algo tan lindo, jajaja. Me sentí orgulloso de mis nalgas y agradecido de que notara que sí tengo buena cola. La tetona en unas cuantas metidas se vino dentro de mí, claro con el condón, pero su grito me comunicó su placer. “Ya me vine” y se sacó el condón lleno de liquido blanco y espeso. Le quise tocar de nuevo la verga, la quise besar en la boca como habíamos empezado: ya no me gusta besar después de venirme. Comprendí que a veces así se siente uno cuando se viene y decidí dejarla en paz. Salimos de su camioneta, caminamos a la esquina y me despedí de ella. Al llegar a mi casa, enseguida revisé mi culo, quería sentirlo todavía abierto, recordar la polla que hubo ahí. Apenas me dolía, un dolor rico, lo suficiente para saber que no había sido un sueño sino que un transexual, en efecto, me había desvirgado.
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4 comentarios - Episode 1. La primera vez que me cogió una tranny.
Y gracias!
Y por lo que dices eres del df o del est. De mex.