Una mañana de esas Olga me confesó el secreto que conocía Fernando. Cuando me recibió la noté nerviosa, fumaba más de lo habitual y, desnuda como siempre, estaba tiritando. Lo noté en sus tetas que se habían puesto con la piel de gallina, la besé un largo rato e intenté calmarla. Se sentó encima de mí de espaldas y me contó que hacía unos días Fernando la había visto como se frotaba una foto mía por su concha hasta acabar encima de ésta. El espiaba por la puerta entreabierta y al ver correrse a su madre entró violentamente y agarró la foto húmeda y se la hizo tragar forzándola. Estaba enloquecido y a su vez excitado, mientras Olga intentaba tragar la foto, su hijo le metió bruscamente la pija en la boca para “ayudarla” a tragar, según sus palabras, se pajeó unos instantes y toda la leche cayó en la lengua de Olga mezclada con el papel casi triturado ya, formándose una pasta que facilitó la deglución. A partir de ahí, Fernando le dijo que ese sería un secreto entre ellos y si quería que su padre no se enterara de que se pajeaba con la foto del mejor amigo de su hijo, tendría que obedecerle en todo.
Los nervios de Olga ese día obedecían a que la última ocurrencia de Fernando era intentar cogerla casi a la vista de su padre, en cualquier sitio, y se sentía destrozada física y mentalmente. Le había hecho pasar las mil y una y ella no podía más de la impotencia. Su marido era un infeliz y aún no sospechaba nada. Esa historia me estaba calentando sumado a que ella mientras me contaba lo sucedido frotaba su orto en tanga sobre mi pija. Le dije que no se preocupara y que intentaría solucionarlo, que yo la amaba. Ahí se desarmó en un llanto explosivo y de rodillas se acostó sobre mis piernas. La idea de que Olga llorando desesperada me hiciera una mamada me volvía loco. Saqué mi pija y agarrándola de la nuca la forcé a que se la tragara, ella entre lágrimas y baba chupó ahogando el llanto, yo la cogía por la boca mientras le decía que eso le pasaba por putita y ahora tendría que bailar a nuestro antojo, creo que estas palabras aún la calentaban más, pero seguía llorando y babeando mi pija a más no poder. Le llené la boquita de leche caliente como nunca, fue una explosión ácida y espesa. Ella se lo tragó todo si rechistar y me dijo que por favor no nos uniéramos Fernando y yo para hacerla su esclava. Eso era justo lo que pensaba hacer a partir de ahora…
Continuará….
Los nervios de Olga ese día obedecían a que la última ocurrencia de Fernando era intentar cogerla casi a la vista de su padre, en cualquier sitio, y se sentía destrozada física y mentalmente. Le había hecho pasar las mil y una y ella no podía más de la impotencia. Su marido era un infeliz y aún no sospechaba nada. Esa historia me estaba calentando sumado a que ella mientras me contaba lo sucedido frotaba su orto en tanga sobre mi pija. Le dije que no se preocupara y que intentaría solucionarlo, que yo la amaba. Ahí se desarmó en un llanto explosivo y de rodillas se acostó sobre mis piernas. La idea de que Olga llorando desesperada me hiciera una mamada me volvía loco. Saqué mi pija y agarrándola de la nuca la forcé a que se la tragara, ella entre lágrimas y baba chupó ahogando el llanto, yo la cogía por la boca mientras le decía que eso le pasaba por putita y ahora tendría que bailar a nuestro antojo, creo que estas palabras aún la calentaban más, pero seguía llorando y babeando mi pija a más no poder. Le llené la boquita de leche caliente como nunca, fue una explosión ácida y espesa. Ella se lo tragó todo si rechistar y me dijo que por favor no nos uniéramos Fernando y yo para hacerla su esclava. Eso era justo lo que pensaba hacer a partir de ahora…
Continuará….
3 comentarios - Olga, la madre de mi mejor amigo (Episodio 5