Ayer, a las tres de la mañana mi lado oscuro escapó por la ventana y salió a atravezar la fria soledad urbana ... Yo dormía plácidamente, los brazos de mi esposo abrigando mi cintura, su ritmica respiración arrullando la mía...
Mi lado oscuro se había despertado inquieto, se revolvía en la cama, una ansiedad inconmensurable raía sus púrpuras entrañas, por eso, con sordos pasos trepó hasta los altos pretiles y con la majestuosidad de un vampiro desplegó sus alas para un nocturno vuelo.
Nada sabía yo de sus siniestras intenciones... no sospechaba yo que acechaba desprevenidos transeúntes... Yo lo habría detenido, yo le habría sujetado la negra capa, hasta habría puesto gruesos grilletes en sus tobillos para que no escapase...
No ha regresado aún, lo estoy esperando despierta para saber de él y tengo miedo de lo que me pueda traer como noticias.
........
La mañana me encontró tratando de interpretar el oráculo del desayuno. Absorta en las caprichosas volutas del vapor blanco, no reparé en el movimiento de sombras huidizas , ni me alertaron los ladridos de perros callejeros... cómplice de mi lado oscuro, el té secuestraba mis ojos en hipnótica captura.
Mi lado oscuro se escurrió entonces en mi cerebro y se acurrucó en su rincón favorito, entre los recuerdos remotos y los sueños imposibles, bebió un jugo de pulsiones prohibidas y en morfínica almohada depositó su cabeza para descansar.
Mi lado oscuro se había despertado inquieto, se revolvía en la cama, una ansiedad inconmensurable raía sus púrpuras entrañas, por eso, con sordos pasos trepó hasta los altos pretiles y con la majestuosidad de un vampiro desplegó sus alas para un nocturno vuelo.
Nada sabía yo de sus siniestras intenciones... no sospechaba yo que acechaba desprevenidos transeúntes... Yo lo habría detenido, yo le habría sujetado la negra capa, hasta habría puesto gruesos grilletes en sus tobillos para que no escapase...
No ha regresado aún, lo estoy esperando despierta para saber de él y tengo miedo de lo que me pueda traer como noticias.
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La mañana me encontró tratando de interpretar el oráculo del desayuno. Absorta en las caprichosas volutas del vapor blanco, no reparé en el movimiento de sombras huidizas , ni me alertaron los ladridos de perros callejeros... cómplice de mi lado oscuro, el té secuestraba mis ojos en hipnótica captura.
Mi lado oscuro se escurrió entonces en mi cerebro y se acurrucó en su rincón favorito, entre los recuerdos remotos y los sueños imposibles, bebió un jugo de pulsiones prohibidas y en morfínica almohada depositó su cabeza para descansar.
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