Esta historia me ocurrió unos años atrás, yo vivía en el gran Buenos Aires y diariamente viajaba en el colectivo hacia la estación de tren, donde seguía hasta el Centro. Dado que tenía un horario que no me hacía madrugar, era común que en el recorrido del colectivo subieran chicos de edad escolar que entraban a las 8 de la mañana a clase. Generalmente yo ocupaba un asiento simple, y me ponía a escuchar música o dormitaba algo, pero casi nunca prestaba atención al pasaje.
Llegada la primavera, los días nos permiten ir de mejor humor al laborar y la disposición es otra, por lo que viajaba mas despierto. Así fue que un día me llamó la atención un chico de unos 18 años quizás, que subió a pocas cuadras de mi casa y obviamente se dirigía a clase, subía con el clásico uniforme de pantalón gris y camisa celeste, su adolescente rebeldía lo llevaba a tener el último botón de la camisa desabrochada y la corbata floja. Los días tibios permitían prescindir del Bleazer, por lo que pude notar a través de su camisa que estaba muy bien formado. Tenía unas lindas piernas, armónicas con su cuerpo, el pelo corto con cierta desprolijidad en el peinado, unas manos muy lindas que sostenían un par de libros y carpeta, a través del puño de la camisa arremangado permitía ver su incipiente vello en los brazos.
Se ubicó unos asientos más atrás que yo, lo que me permitió observarlo en todo el trayecto desde el ascenso hasta que pasó junto a mí. La verdad es que no puse mucho empeño en disimular;
unas paradas antes que la mía él bajó del colectivo, ya que allí se encontraba una escuela técnica, yo por supuesto seguí mi viaje y no pensé más en el asunto.
Lo cierto es que varias veces coincidimos en el mismo colectivo, lo que me creó la necesidad de observarlo cada vez que ascendía al mismo, algunas veces, coincidía con mi regreso, ya que se nota tenía clases de educación física o talleres, era obvio pues volvía de ropa deportiva. Cierto día venía cansado de trabajar y medio me dormí, de pronto siento que alguien o algo me toca el hombro, levanté la vista y observo que el colectivo está lleno y él estaba parado junto a mi asiento franeleándome con su paquete. Lejos de enojarme, me hice el disimulado, pero le di a entender que estaba despierto, lo que parece lo excitó más ya que empecé a notar que su bulto crecía, tomando confianza baje la mano y comencé a tocarle la pierna por sobre el pantalón. Estaba para seguir con todo, pero el pibe ya se bajaba lo que me dejó muy caliente y tuve que bajar unas cuadras más allá de la mía, ya que mi pene no se dormía.
Lo más bueno llegó unos días después, el flaquito subió una tarde muy suelto él con su ropa deportiva y toma asiento junto a mí, pues yo no había conseguido asiento individual, de primera me saluda y comenzamos a charlar. Me cuenta de sus estudios de sus proyectos, que no son cosas que interesan ahora. Cuando pasamos la parada en la que habitualmente baja, me di cuenta que tenía posibilidad de que pasara algo, ya que él no se movió del asiento, así que sin ningún pudor lo invité a mi casa a tomar algo, se le dibujó una sonrisa y accedió.
Al llegar a casa, yo vivía solo en un pequeño departamento, le dije (con toda intención) que me iba a duchar ya que hacía calor y había transpirado mucho.
-Yo también me tendría que duchar, el profesor de educación física nos hizo correr mucho y quedé empapado.
-No tengo problemas que uses la ducha, te presto ropa mía si quieres. -y comencé a desvestirme delante de él.
-Bárbaro -dijo, y comenzó también él a desnudarse.
Este chavo sabe lo que quiere me dije. Así que ahí nomás me adelanté y comencé a sacarle la verga, él me tomó la cara y me empezó a besar. Nos comimos la boca uno a otro, era impresionante lo bien que besaba el pibe, que manejo de la lengua y que aroma varonil, propio de un adolescente con las hormonas al 100l.
Cuando llegué a sacarle el pantalón, veo que llevaba puesto un suspensor que le marcaba bien el culito redondo y lozano, además de resaltar el tamaño de una verga impresionante. ¡Que hijo de puta! era un caballo, me daba envidia verlo, su cuerpito se notaba trabajado y que estaba desarrollando, claro con 18 años, ya estaba en edad de merecer. Lo cierto es que nos desnudamos, y besándonos fuimos hasta mi dormitorio, nos tendimos en la cama y comenzó el juego de tocarnos cada parte de nuestros cuerpos.
�?l en ningún momento demostró vergüenza, más bien se notaba que tenía experiencia. Me pasaba la lengua por la base de mis huevos, la subía por el tronco hasta la cabeza y ahí se la engullía hasta la garganta. Yo me sentía en el cielo, le pedía más y más, sin preguntar, me da vueltas sobre la cama y comienza a lamerme el culo y jugar con sus dedos en el orificio, yo pensaba que ya me ensartaba ese jugoso pedazo que tenía, pero no, se deslizó por debajo mío y comenzó a chuparme la verga nuevamente al tiempo que ponía frente a mi cara su miembro excitado. Jamás experimenté tanto placer al chupar una pija, era suave, caliente y constantemente se lubricaba con su líquido pre seminal. Tanto jugué con su pija en mi boca que el pibe comenzó a tener convulsiones y sin aviso me llenó la boca de leche, bien caliente y espesa. No daba abasto a tragarla, era leche joven y la sola idea sirvió para que yo también acabara.
Cuando terminé, Javier, me tomó la cara y me encajó un beso de lengua impresionante, y junto a él deposita la leche que yo le había acabado la boca.
-Veo que sos traga leche, no desperdicies la tuya, me dijo.
Y ahí nomás se levantó y fue hacia la ducha. Yo me había quedado con ganas de comerme su pija por el culo, así que me dirigí al baño y él ya se estaba enjabonando.
-Dale que no puedo llegar tarde a casa, mis viejos me esperan a cenar -me dijo mientras me tomaba del culo y me acercaba a él.
-Sos terrible, manejas la situación sin problemas -le dije.
-Me gusta dominar en la cama y ser líder siempre.
Sin más, empezó a enjabonarme la espalda y el cuerpo, pero ponía mayor atención cuando llegaba a mis nalgas, me las abría y me pasaba los dedos suavemente, haciendo que gimiera de placer, luego bajaba y por entre las piernas me acariciaba los huevos y la verga.
-Quiero cogerte, ¿te la animas? -me dijo suavemente al oído.
¿Cómo decirle que no? Así que me agaché y el apoyó la cabeza de su verga en mi orificio y empezó a jugar. El jabón y la paciencia hicieron el resto, poco a poco, centímetro a centímetro, me la fue metiendo, yo me moría de placer, sentía su calor y su forma dentro de mis entrañas y quería gritar de felicidad y placer, agarrado de las canillas y agachado como estaba, Javier empezó a bombear, con fuerza.
-Que lindo culito tienes, y que hambriento �??decía-. No sólo te vas a tragar la leche por la boca, también por el orto. ¡Qué lindo puto me estoy cogiendo!, ¡ahhh, ahhh! ¡Ahhh, acabo! ¡Ahhhhhh!
Yo por mi parte le pedía que siguiera, que nunca me habían cogido de tal manera, que amaba su pija. Entre tanto bombeo y grito de placer, Javier derramó su leche dentro mí, al tiempo que yo acabé sobre los azulejos de la ducha. Terminamos de bañarnos y dándome un beso, se despidió.
-Me encantó, algún día te voy a presentar a algunos amigos y hacemos una fiesta.
-Encantado, si necesitan lugar me avisan.
Después de ese encuentro tuvimos varios más, hasta se quedó a dormir conmigo poniendo como excusa a los padres que se iba a bailar y de ahí a la casa de un compañero. Por supuesto que conocí a los amigos, los cuales me llenaron de placer y leche, pero esa será otra historia...
Llegada la primavera, los días nos permiten ir de mejor humor al laborar y la disposición es otra, por lo que viajaba mas despierto. Así fue que un día me llamó la atención un chico de unos 18 años quizás, que subió a pocas cuadras de mi casa y obviamente se dirigía a clase, subía con el clásico uniforme de pantalón gris y camisa celeste, su adolescente rebeldía lo llevaba a tener el último botón de la camisa desabrochada y la corbata floja. Los días tibios permitían prescindir del Bleazer, por lo que pude notar a través de su camisa que estaba muy bien formado. Tenía unas lindas piernas, armónicas con su cuerpo, el pelo corto con cierta desprolijidad en el peinado, unas manos muy lindas que sostenían un par de libros y carpeta, a través del puño de la camisa arremangado permitía ver su incipiente vello en los brazos.
Se ubicó unos asientos más atrás que yo, lo que me permitió observarlo en todo el trayecto desde el ascenso hasta que pasó junto a mí. La verdad es que no puse mucho empeño en disimular;
unas paradas antes que la mía él bajó del colectivo, ya que allí se encontraba una escuela técnica, yo por supuesto seguí mi viaje y no pensé más en el asunto.
Lo cierto es que varias veces coincidimos en el mismo colectivo, lo que me creó la necesidad de observarlo cada vez que ascendía al mismo, algunas veces, coincidía con mi regreso, ya que se nota tenía clases de educación física o talleres, era obvio pues volvía de ropa deportiva. Cierto día venía cansado de trabajar y medio me dormí, de pronto siento que alguien o algo me toca el hombro, levanté la vista y observo que el colectivo está lleno y él estaba parado junto a mi asiento franeleándome con su paquete. Lejos de enojarme, me hice el disimulado, pero le di a entender que estaba despierto, lo que parece lo excitó más ya que empecé a notar que su bulto crecía, tomando confianza baje la mano y comencé a tocarle la pierna por sobre el pantalón. Estaba para seguir con todo, pero el pibe ya se bajaba lo que me dejó muy caliente y tuve que bajar unas cuadras más allá de la mía, ya que mi pene no se dormía.
Lo más bueno llegó unos días después, el flaquito subió una tarde muy suelto él con su ropa deportiva y toma asiento junto a mí, pues yo no había conseguido asiento individual, de primera me saluda y comenzamos a charlar. Me cuenta de sus estudios de sus proyectos, que no son cosas que interesan ahora. Cuando pasamos la parada en la que habitualmente baja, me di cuenta que tenía posibilidad de que pasara algo, ya que él no se movió del asiento, así que sin ningún pudor lo invité a mi casa a tomar algo, se le dibujó una sonrisa y accedió.
Al llegar a casa, yo vivía solo en un pequeño departamento, le dije (con toda intención) que me iba a duchar ya que hacía calor y había transpirado mucho.
-Yo también me tendría que duchar, el profesor de educación física nos hizo correr mucho y quedé empapado.
-No tengo problemas que uses la ducha, te presto ropa mía si quieres. -y comencé a desvestirme delante de él.
-Bárbaro -dijo, y comenzó también él a desnudarse.
Este chavo sabe lo que quiere me dije. Así que ahí nomás me adelanté y comencé a sacarle la verga, él me tomó la cara y me empezó a besar. Nos comimos la boca uno a otro, era impresionante lo bien que besaba el pibe, que manejo de la lengua y que aroma varonil, propio de un adolescente con las hormonas al 100l.
Cuando llegué a sacarle el pantalón, veo que llevaba puesto un suspensor que le marcaba bien el culito redondo y lozano, además de resaltar el tamaño de una verga impresionante. ¡Que hijo de puta! era un caballo, me daba envidia verlo, su cuerpito se notaba trabajado y que estaba desarrollando, claro con 18 años, ya estaba en edad de merecer. Lo cierto es que nos desnudamos, y besándonos fuimos hasta mi dormitorio, nos tendimos en la cama y comenzó el juego de tocarnos cada parte de nuestros cuerpos.
�?l en ningún momento demostró vergüenza, más bien se notaba que tenía experiencia. Me pasaba la lengua por la base de mis huevos, la subía por el tronco hasta la cabeza y ahí se la engullía hasta la garganta. Yo me sentía en el cielo, le pedía más y más, sin preguntar, me da vueltas sobre la cama y comienza a lamerme el culo y jugar con sus dedos en el orificio, yo pensaba que ya me ensartaba ese jugoso pedazo que tenía, pero no, se deslizó por debajo mío y comenzó a chuparme la verga nuevamente al tiempo que ponía frente a mi cara su miembro excitado. Jamás experimenté tanto placer al chupar una pija, era suave, caliente y constantemente se lubricaba con su líquido pre seminal. Tanto jugué con su pija en mi boca que el pibe comenzó a tener convulsiones y sin aviso me llenó la boca de leche, bien caliente y espesa. No daba abasto a tragarla, era leche joven y la sola idea sirvió para que yo también acabara.
Cuando terminé, Javier, me tomó la cara y me encajó un beso de lengua impresionante, y junto a él deposita la leche que yo le había acabado la boca.
-Veo que sos traga leche, no desperdicies la tuya, me dijo.
Y ahí nomás se levantó y fue hacia la ducha. Yo me había quedado con ganas de comerme su pija por el culo, así que me dirigí al baño y él ya se estaba enjabonando.
-Dale que no puedo llegar tarde a casa, mis viejos me esperan a cenar -me dijo mientras me tomaba del culo y me acercaba a él.
-Sos terrible, manejas la situación sin problemas -le dije.
-Me gusta dominar en la cama y ser líder siempre.
Sin más, empezó a enjabonarme la espalda y el cuerpo, pero ponía mayor atención cuando llegaba a mis nalgas, me las abría y me pasaba los dedos suavemente, haciendo que gimiera de placer, luego bajaba y por entre las piernas me acariciaba los huevos y la verga.
-Quiero cogerte, ¿te la animas? -me dijo suavemente al oído.
¿Cómo decirle que no? Así que me agaché y el apoyó la cabeza de su verga en mi orificio y empezó a jugar. El jabón y la paciencia hicieron el resto, poco a poco, centímetro a centímetro, me la fue metiendo, yo me moría de placer, sentía su calor y su forma dentro de mis entrañas y quería gritar de felicidad y placer, agarrado de las canillas y agachado como estaba, Javier empezó a bombear, con fuerza.
-Que lindo culito tienes, y que hambriento �??decía-. No sólo te vas a tragar la leche por la boca, también por el orto. ¡Qué lindo puto me estoy cogiendo!, ¡ahhh, ahhh! ¡Ahhh, acabo! ¡Ahhhhhh!
Yo por mi parte le pedía que siguiera, que nunca me habían cogido de tal manera, que amaba su pija. Entre tanto bombeo y grito de placer, Javier derramó su leche dentro mí, al tiempo que yo acabé sobre los azulejos de la ducha. Terminamos de bañarnos y dándome un beso, se despidió.
-Me encantó, algún día te voy a presentar a algunos amigos y hacemos una fiesta.
-Encantado, si necesitan lugar me avisan.
Después de ese encuentro tuvimos varios más, hasta se quedó a dormir conmigo poniendo como excusa a los padres que se iba a bailar y de ahí a la casa de un compañero. Por supuesto que conocí a los amigos, los cuales me llenaron de placer y leche, pero esa será otra historia...
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