El secreto de la rubia de contabilidad

Cuando se enteró, cuando ella misma se lo dijo, Voodoo quiso compartirlo con un colega de la empresa, pero acabó enviando el mail a todo el mundo sin querer. Ahora todos lo sabían, la tremenda rubia de contabilidad casi nunca usaba braguitas, prefería 'ir a lo comando'. Lichelle vió el mail y se fue inmediatamene a la oficina de Voodoo a pedirle explicaciones, estaba algo enfadada pues aquel secretito era algo que quería compartir sólo con él. Lichelle quería que fuera el único que supiese que bajo su minifalda no había más que su coñito depilado, caliente y ansioso de abrirle las puertas.