Un padre, encuentra a su hijo usando la ropa de su esposa, lo que lo sorprende, pero más se sorprende cuando el chico vestido de mujer, se dedica a mamarle la verga, lo que lo lleva a que el padre lo penetre por el culo..
Me encontraba en la habitación de mis padres, alegremente probándome algunas prendas de vestir e intimas de mi mamá, aprovechando que ella se había ido a participar de un retiro religioso, ya que ella ya lleva tiempo siendo una fanática religiosa.
Mientras me miraba en el espejo, no podía dejar de decirme a mí mismo, lo bien que me quedaban tantos los vestidos de mi madre, como la ropa íntima que ya no usa por ser demasiado atrevida, así como sus pantis, aunque sus sostenes me quedaban un poquito holgados.
Estaba tan feliz, que ni tan siquiera me fije que era la hora, en que mi padre regresaba del bar del que es propietario.
Y aunque tanto mi madre, como mi padre saben que aparte de que me gustan los chicos, también están al tanto de que me encanta, hablar, y actuar como una chica.
Quizás por vergüenza, o quien sabe qué, nunca me he atrevido hacerlo frente a ellos dos, pero en esos momentos me sentía tan y tan bien, que me olvidé que en cualquier momento llegaría mi papá.
Y ahí estaba yo modelando frente al espejo, mirándome las nalgas, usando un muy corto vestido de lycra, de color rojo, que mi mamá dejó de usar por ser demasiado indiscreto, con todo mi cabello suelto, bien maquillado, y calzando unos zapatos de tacón alto, que casualmente también era de mi mamá.
Cuando de momento sentí que alguien me observaba, dirigí la mirada al espejo, pero no alcancé a ver a nadie, ya que la persona se encontraba en la puerta de la habitación.
Al dar la vuelta, cual no fue mi sorpresa que me encontré de frente con mi propio padre que, con la boca abierta, me miraba asombrado.
Dando un paso se acercó a mí, y sin hacer aspavientos, ni tan siquiera alterarse un poco, calmadamente me preguntó. “Qué haces con la ropa de tu madre?”
Para mí en ese momento, era más que evidente que mi padre, como es su uso y costumbre, antes de cerrar el bar, se da unos cuantos tragos, por lo único que se me ocurrió hacer fue, preguntarle de manera sensual. “Qué piensas tú? ¿Me veo bien con su ropa?, y al tiempo que le dije eso moví mis caderas, haciendo que sus ojos se clavasen en mis nalgas.
La respuesta de mi papá fue. “Realmente, no sé qué decirte, me has sorprendido, no esperaba encontrarte así vestido.”
Evidentemente mi papá se encontraba sorprendido, y lo único que se le ocurrió preguntarme fue. “¿También estás usando su ropa íntima?”
Y como si fuera la cosa más natural del mundo, levantando un costado del ajustado vestido, le mostré una de mis nalgas, enfundada en los pantis de mi mamá.
Pero antes de que él me fuera a decir algo, sonriéndome coquetamente le dije. “Creo que me veo bien sexi, con esta ropa, que tu opinas papi lindo y precioso.”
Mi padre sin salir de su asombro, y con sus ojos clavados en mis nalgas, balbuceo algo como. “Si tienes toda la razón, pero lo que no entiendo cómo es que se te ve también, si eres un chico.”
En ese instante le respondí. “Hay papito lindo y precioso, voy a tener que hacer algo para que tú no le vayas con el cuento a mamá”
Si previamente su rostro reflejaba una gran confusión, cuando le dije esas palabras, me pareció que mi padre no entendía que estaba pasando.
Por lo que de inmediato me agaché frente a él, y de la manera más hábil que pude bajé la cremallera de su pantalón, y acto seguido extraje su verga, al tiempo que le decía. “¿Qué te parece si te doy una buena mamada, antes de que mamá regresé del retiro, mañana?”
Mi papá se encontraba algo asustado, y apenas repetía, una y otra vez. “Hijo eso está mal.”
Para calmarlo, le continué diciendo. “Tranquilo, papi, tranquilo, además ten en cuenta que mi mamá ya lleva un buen tiempo que no se acuesta contigo, desde que le entró lo de santurrona, por lo que no has podido tener sexo con ella, y por otra parte, yo sé que a mi mamá no le gustaba ponerse a mamar, por lo que si tú quieres ese puede ser nuestro gran secreto.”
Apenas apareció su pedazo de carne fuera del pantalón, me sorprendí al ver su tamaño, lo gruesa que era, y lo colorado de su glande.
En el momento en que comencé a introducir dentro de mi boca su verga, mi padre aun asustado o confundido, lo único que atinó a decirme, fue. “Tú madre nos va a matar, si se llega a enterar de esto.”
Mientras que yo pasaba lentamente mi lengua, y mis labios por la colorada cabeza de la verga de mi padre, tomándome el tiempo para preguntarle. Papi ¿Lo estoy haciendo bien?”
A lo que él, un poco más relajado, y calmado me respondió. “Si, pero por favor trágatela toda.”
Por un buen rato me dediqué de manera concienzuda, a seguir mamándosela, hasta que de momento mi propio padre me pidió que me detuviera.
Pensé que me había excedido, y que él ahora se retiraría, pero no fue así, todo lo contrario, casi de inmediato se quitó toda su ropa, y apenas quedó por completo desnudo ante mí, terminó de ayudarme a desvestir.
Yo me recosté bocabajo sobre su cama, pero de inmediato paré mis apretadas nalguitas, ofreciéndoselas como dicen en bandeja de plata.
Mi padre, colocó una de sus manos sobre mis nalgas, diciéndome, que jamás había pensado que mis nalgas se verían tan bien sin nada de ropa.
Al tiempo que él me fue diciendo eso, yo me unté algo de vaselina en mi esfínter, preguntándole de la manera más seductora que pude. “¿Papi, me lo puedes empujar?”
A lo que él de inmediato colocó la colorada cabeza de su glande sobre mi apretado culito, y al tiempo que comenzó a presionar, me fue diciendo. “El ver, y tener entre mis manos tus nalgas, lo único que me provoca hacer es metértelo, todo.”
A medida que la verga de mi papá me fue penetrando, yo fui sintiendo ese sabroso dolor que me provocaba un inmenso placer.
A medida que la gruesa verga de mi padre, entraba y salía de entre mis nalgas, yo comencé a mover mis caderas, buscando sentir más, y más adentro de mi todo su buen pedazo de carne.
Yo me encontraba tan excitado sintiendo como la verga de mi padre, entraba y salía de mi culo, que sin darme cuenta me vino una tremenda erección, y casi de inmediato sin poder controlarme, ni tocarme, quizás por lo morbosa de la situación en la que los dos nos encontrábamos, me vine.
Mientras que la parada verga de él seguía entrando y saliendo divinamente de mi apretado culito, por lo que yo no paraba de gemir, y de disfrutar todo lo que él me estaba haciendo, y como me lo estaba haciendo.
Por su parte mi papá comenzó a decirme que mi culo, era mucho más sabroso que el de mi madre, y así también me dijo que jamás pensó que él me fuera a meter su verga.
Yo estaba tan emocionado, que no paraba de mover mis caderas, hasta que finalmente me comenzó a apretar con fuerza entre sus brazos, hasta que también él, se vino dentro de mi apretado culito.
Mi madre ignora lo que sucede entre mi padre, y yo, pero él por su parte sin que ella se entere me ha comprado varios vestidos, ropa íntima, y hasta maquillaje y perfumes, los que uso cuando me invita a ir de pesca, y nos alojamos como padre e hija en alguno de los hoteles a los que me lleva
Me encontraba en la habitación de mis padres, alegremente probándome algunas prendas de vestir e intimas de mi mamá, aprovechando que ella se había ido a participar de un retiro religioso, ya que ella ya lleva tiempo siendo una fanática religiosa.
Mientras me miraba en el espejo, no podía dejar de decirme a mí mismo, lo bien que me quedaban tantos los vestidos de mi madre, como la ropa íntima que ya no usa por ser demasiado atrevida, así como sus pantis, aunque sus sostenes me quedaban un poquito holgados.
Estaba tan feliz, que ni tan siquiera me fije que era la hora, en que mi padre regresaba del bar del que es propietario.
Y aunque tanto mi madre, como mi padre saben que aparte de que me gustan los chicos, también están al tanto de que me encanta, hablar, y actuar como una chica.
Quizás por vergüenza, o quien sabe qué, nunca me he atrevido hacerlo frente a ellos dos, pero en esos momentos me sentía tan y tan bien, que me olvidé que en cualquier momento llegaría mi papá.
Y ahí estaba yo modelando frente al espejo, mirándome las nalgas, usando un muy corto vestido de lycra, de color rojo, que mi mamá dejó de usar por ser demasiado indiscreto, con todo mi cabello suelto, bien maquillado, y calzando unos zapatos de tacón alto, que casualmente también era de mi mamá.
Cuando de momento sentí que alguien me observaba, dirigí la mirada al espejo, pero no alcancé a ver a nadie, ya que la persona se encontraba en la puerta de la habitación.
Al dar la vuelta, cual no fue mi sorpresa que me encontré de frente con mi propio padre que, con la boca abierta, me miraba asombrado.
Dando un paso se acercó a mí, y sin hacer aspavientos, ni tan siquiera alterarse un poco, calmadamente me preguntó. “Qué haces con la ropa de tu madre?”
Para mí en ese momento, era más que evidente que mi padre, como es su uso y costumbre, antes de cerrar el bar, se da unos cuantos tragos, por lo único que se me ocurrió hacer fue, preguntarle de manera sensual. “Qué piensas tú? ¿Me veo bien con su ropa?, y al tiempo que le dije eso moví mis caderas, haciendo que sus ojos se clavasen en mis nalgas.
La respuesta de mi papá fue. “Realmente, no sé qué decirte, me has sorprendido, no esperaba encontrarte así vestido.”
Evidentemente mi papá se encontraba sorprendido, y lo único que se le ocurrió preguntarme fue. “¿También estás usando su ropa íntima?”
Y como si fuera la cosa más natural del mundo, levantando un costado del ajustado vestido, le mostré una de mis nalgas, enfundada en los pantis de mi mamá.
Pero antes de que él me fuera a decir algo, sonriéndome coquetamente le dije. “Creo que me veo bien sexi, con esta ropa, que tu opinas papi lindo y precioso.”
Mi padre sin salir de su asombro, y con sus ojos clavados en mis nalgas, balbuceo algo como. “Si tienes toda la razón, pero lo que no entiendo cómo es que se te ve también, si eres un chico.”
En ese instante le respondí. “Hay papito lindo y precioso, voy a tener que hacer algo para que tú no le vayas con el cuento a mamá”
Si previamente su rostro reflejaba una gran confusión, cuando le dije esas palabras, me pareció que mi padre no entendía que estaba pasando.
Por lo que de inmediato me agaché frente a él, y de la manera más hábil que pude bajé la cremallera de su pantalón, y acto seguido extraje su verga, al tiempo que le decía. “¿Qué te parece si te doy una buena mamada, antes de que mamá regresé del retiro, mañana?”
Mi papá se encontraba algo asustado, y apenas repetía, una y otra vez. “Hijo eso está mal.”
Para calmarlo, le continué diciendo. “Tranquilo, papi, tranquilo, además ten en cuenta que mi mamá ya lleva un buen tiempo que no se acuesta contigo, desde que le entró lo de santurrona, por lo que no has podido tener sexo con ella, y por otra parte, yo sé que a mi mamá no le gustaba ponerse a mamar, por lo que si tú quieres ese puede ser nuestro gran secreto.”
Apenas apareció su pedazo de carne fuera del pantalón, me sorprendí al ver su tamaño, lo gruesa que era, y lo colorado de su glande.
En el momento en que comencé a introducir dentro de mi boca su verga, mi padre aun asustado o confundido, lo único que atinó a decirme, fue. “Tú madre nos va a matar, si se llega a enterar de esto.”
Mientras que yo pasaba lentamente mi lengua, y mis labios por la colorada cabeza de la verga de mi padre, tomándome el tiempo para preguntarle. Papi ¿Lo estoy haciendo bien?”
A lo que él, un poco más relajado, y calmado me respondió. “Si, pero por favor trágatela toda.”
Por un buen rato me dediqué de manera concienzuda, a seguir mamándosela, hasta que de momento mi propio padre me pidió que me detuviera.
Pensé que me había excedido, y que él ahora se retiraría, pero no fue así, todo lo contrario, casi de inmediato se quitó toda su ropa, y apenas quedó por completo desnudo ante mí, terminó de ayudarme a desvestir.
Yo me recosté bocabajo sobre su cama, pero de inmediato paré mis apretadas nalguitas, ofreciéndoselas como dicen en bandeja de plata.
Mi padre, colocó una de sus manos sobre mis nalgas, diciéndome, que jamás había pensado que mis nalgas se verían tan bien sin nada de ropa.
Al tiempo que él me fue diciendo eso, yo me unté algo de vaselina en mi esfínter, preguntándole de la manera más seductora que pude. “¿Papi, me lo puedes empujar?”
A lo que él de inmediato colocó la colorada cabeza de su glande sobre mi apretado culito, y al tiempo que comenzó a presionar, me fue diciendo. “El ver, y tener entre mis manos tus nalgas, lo único que me provoca hacer es metértelo, todo.”
A medida que la verga de mi papá me fue penetrando, yo fui sintiendo ese sabroso dolor que me provocaba un inmenso placer.
A medida que la gruesa verga de mi padre, entraba y salía de entre mis nalgas, yo comencé a mover mis caderas, buscando sentir más, y más adentro de mi todo su buen pedazo de carne.
Yo me encontraba tan excitado sintiendo como la verga de mi padre, entraba y salía de mi culo, que sin darme cuenta me vino una tremenda erección, y casi de inmediato sin poder controlarme, ni tocarme, quizás por lo morbosa de la situación en la que los dos nos encontrábamos, me vine.
Mientras que la parada verga de él seguía entrando y saliendo divinamente de mi apretado culito, por lo que yo no paraba de gemir, y de disfrutar todo lo que él me estaba haciendo, y como me lo estaba haciendo.
Por su parte mi papá comenzó a decirme que mi culo, era mucho más sabroso que el de mi madre, y así también me dijo que jamás pensó que él me fuera a meter su verga.
Yo estaba tan emocionado, que no paraba de mover mis caderas, hasta que finalmente me comenzó a apretar con fuerza entre sus brazos, hasta que también él, se vino dentro de mi apretado culito.
Mi madre ignora lo que sucede entre mi padre, y yo, pero él por su parte sin que ella se entere me ha comprado varios vestidos, ropa íntima, y hasta maquillaje y perfumes, los que uso cuando me invita a ir de pesca, y nos alojamos como padre e hija en alguno de los hoteles a los que me lleva
1 comentarios - Mi padre me encontró usando la ropa de mi.....