Pasaron los días hasta que volví a ver a Juan. Durante el tiempo que no nos vimos, estuvimos hablando por mensajes con él y María, obviamente evitando hablar sobre lo que pasó en su casa. Sin embargo, tomando en cuenta de que Juan quería hablar conmigo sobre eso, no era muy fácil hacer como si nada estuviese pasando. Aun así, intenté hacerlo pasando mi tiempo en estudios, videojuegos, salidas con amigos y demás, hasta que se llegó el día en el que me invitó a su casa una vez más.
Y fue difícil acceder esta vez. Sin embargo, terminé aceptando porque me comentó que estaría solo, creo que en su mente había una razón por la cual yo no quería llegar a su casa. Me presenté a su casa. Me paré en el portal y esperé a que abriera después de llamar. De pronto abrió y lo que vi fue a un chico sin camisa, solo en pantalones, y sonriendo amablemente.
—¿Qué hay, man? —pregunta alzando su puño.
—Todo bien —contesto respondiendo al saludo.
—Pasa, estaba preparando café, ¿Querés?
—Sí, claro —respondo.
Y me hace seguirlo. Me lleva por el pasillo y giramos a la derecha, donde está la cocina. Huele a café, de fondo escucho la música. Me indica que me siente, lo hago y lo veo preparar todo, y suspiro en mis adentros. No entiendo por qué soy así y qué causa estos pensamientos y sentimientos. De pronto pienso en sí María de verdad no está en la casa, pero si ella no ha salido ni ha saludado, probablemente es por que de verdad no está. Vuelvo la vista hacia Juan, ¡Qué hombre!
Cerré los y giré mi rostro hacia la mesa. Los abrí y lo vi poner mi taza con café en la misma, él se sentó frente a mí, le dio un sorbo a su bebida. Yo tenía las piernas juntas, cerradas, intentando contenerme de todo lo que estaba sintiendo y pensando en aquel momento. Suspiré y traté de estar lo más calmado posible. Me serené y procedí a beber café.
—Bueno, contame qué te pasó ese día que te fuiste.
Tragué en seco cuando escuché en eso, no esperaba que fuese directo al grano, aunque después de verlo tener sexo con su novia e invitarme a penetrarla, creo que aquello no podría sorprender a cualquiera.
—¿En serio?
—Sí, porque fue raro, la verdad fue muy raro lo que hiciste. Me quedé pensando qué fue lo que te hizo sentir raro, a lo mejor no estabas listo para una experiencia así, podría ser que verla tener sexo con otro hombre y no solo contigo te haya afectado también, cualquier cosa podría ser, la mente humana es rara, nos gusta de todo, pero lo queremos solo para nosotros...
Quizás no era lo que yo estaba pensando, pero mientras lo escuchaba hablar y desenvolverse, más y más cosas se accionaban en mi interior, diferentes pensamientos afloraban en mi pequeña cabecita.
—Pues, no sé qué pudo haber sido, solo no me sentí muy bien que se diga...
—Tranquilo, te entiendo, ¿O tuvo algo que ver con...?
—¿Con qué? —pregunto mirándolo a los ojos. Sonríe.
—Ya sabés, con... el tamaño...
—¡Oh! No, para nada... je, je, no, no tiene que ver con eso —porque el tamaño está más que bien así como está—. Sinceramente no me sentía bien.
—¿Y con qué tiene que ver entonces? Es que disculpá que insista en eso, es solo que me pareció raro, muy raro, porque se te vio interesado todo este tiempo e incluso formaste parte de ello, pero en el acto, que si bien estuvo genial, solo pasó lo que pasó... ¿O fue porque acabaste rápido?
¿Acaso no tiene pensado callarse? ¿No entiende que no quiero que siga indagando porque terminaré diciendo algo que pondrá incómodo todo y probablemente termine metiéndome en serios problemas?
—¿A quiénes más les cuentan las cosas que pasan aquí? —pregunto de pronto.
—No, tranquilo, a nadie, a más nadie. Son pocos los que saben que somos así, digamos que los elegimos después de conocerlos un poco, porque nos gusta ser discretos, ya sabés cómo es la gente, y no me va a gustar que digan que ella es una puta, porque no lo es, solo le encanta el sexo tanto como a mí —toma otro sorbo de café.
—De acuerdo —suelto conteniendo la respiración. ¿De dónde salió esta gente? ¿Cómo terminé enrollados con ellos?
—Pero, te entiendo si no querés hablar de eso, mirá, aquí no vamos a comentar nada de lo que pasó, por eso parte, tranquilo, tampoco vamos a pensar cosas malas de vos, mirá, en esta vida cada quien hace lo que quiere y vive como quiere, a nosotros nos gusta el sexo, puede que a algunos no tanto, pero estamos bien así, no andamos criticando a nadie.
—Decís las cosas con tanta naturalidad que pienso si realmente tenés la edad que tenés, ¿No trabajaste hoy?
—No, hoy sábado me tocó quedarme en casa, María anda visitando a su mamá, así que me quedé solo. Me tocó hacer el aseo y tenía pensado jugar un poco, pero no sé, creo que estoy algo cansado para eso. Y sobre lo que digo y mi edad, bueno, no es algo que me tenga orgulloso, pero te sorprendería si te dijera todo lo que he hecho... es más, me animo a pensar que ni lo creerías.
Se dice que la curiosidad mató al gato, bueno, no tengo ninguna objeción a eso.
—Dime alguna, digo, yo veré cómo lo tomo.
—¿Seguro? Porque no quiero que salgás corriendo como lo hiciste la otra vez —se ríe.
—Adelante.
Toma un sorbo de su café, luego suspira. Se frota las manos por el pantalón y me mira a los ojos, y siempre voy a pensar que esos ojos pueden doblegarte sin mucho esfuerzo. Sonríe, con esa maldita sonrisa coqueta.
—Bueno, como sabés, en este mundo hay de todo un poco, gente a la que le gustan las vaginas y a quienes les gustan los penes, y lo digo de esa manera, porque no solo a los hombres nos gustan las vaginas y tampoco solo a las mujeres les gustan los penes. Pues, digamos que antes de conocer a María, que solo fue hace un año, tuve en algunas ocasiones encuentros con otros chicos.
Abro los ojos bastante, ¿Es en serio? ¿En serio me está diciendo eso?
—¿De verdad?
—Sí.
—¿Y qué tal fue? Digo, ¿Por qué fue?
Toma de su café.
—Pues, veamos, como ya viste, siempre he tenido una buena verga, yo amo que disfruten de mi verga, no sé, me prende que me la vean y quieran degustarla. Bueno, en esos días una de las chicas con la que estuve, corrió el rumor sobre mí y no sé cómo, llegó a oídos de unas cuantas personas de mi mismo sexo. Tampoco sé cómo, pero obtuvieron mi número y hablamos por ahí. En mi vida nunca consideré hacer lo que hice, porque pensaba que me gustaban ciertas cosas, sin embargo, cuando hablé con ellos y me comentaron las cosas y me dejé llevar, concertamos citas y así fue como tuve sexo con otros hombres.
Tomo de mi café y dejo la taza en la mesita. No me creo lo que me está diciendo, y ahora que lo pienso, acertó. Suspiro. Esa información es nueva, demasiado nueva. No sé qué pensar o decir, a mi mente solo viene lo de la vez pasada y en cómo se le veía ese tremendo pedazo, y también en cómo lo disfrutaba María.
—¿Y qué pensaste de eso?
—Pues, no es como hacerlo con una mujer, la experiencia es distinta, pero muchos se dejan llevar, creo que el hecho de mamar pija les despierta el lado femenino —se ríe—. Pero no los critico, como te dije, para mí, lo que haga la gente me importa un rábano, sin embargo, si gustan de mi pija, salvo que aquella persona me parezca confiable, se la doy, si no, pues hasta luego.
De pronto me mira y frunce el ceño. Sonríe, yo igual, se acomoda de frente a mí en la silla y pone las manos en la mesa. Me siento nervioso, ¿Qué va a decir o qué quiere hacer?
—Ahora que lo pienso, hay algo que no consideré en todo lo que pasó y pudo haber pasado ese día... te voy a preguntar algo y quiero que seas sincero conmigo, no voy a criticarte para nada, pero... responde... ¿Te gustan los penes?
Abro los ojos como platos, aguanto la respiración y él sonríe. ¿En serio me preguntó eso? ¿Tan evidente fui?
—Si es así, y esto solo lo digo como algo meramente de relleno, ¿Te sentiste mal porque querías probar mi pija en vez de metérsela a María? No tenés que responder si no querés, es tu vida, son tus pensamientos, sos vos, pero... igual y quiero saber.
Trago en seco, me suda la espalda, me duele un poco la cabeza, me tiemblan las piernas, pero más allá de eso, se me ha parado la pija con la intensidad del momento. Por mi mente pasan tantas cosas que me sorprende que haya considerado tanto en tan poco tiempo. Respiro, suspiro y asumo lo que se pueda venir después.
—Sí —digo y bajo la mirada. Ya no quiero verlo a los ojos. No sé qué hice, ni siquiera sé si quiero estar ahí. Acabo de decir algo que jamás pensé decir, y pese a creer que me sentiría liberado, me siento más pesado.
De pronto, veo que se pone de pie y da vueltas por la cocina, yo no sé qué hacer. Ya me quiero ir. Enseguida se detiene delante de mí y hace que lo vea a los ojos. ¿Qué piensa hacer?
—De acuerdo, si tenés duda, está bien...
Se desabrocha el pantalón y me muestra su pija. Me sorprende, lo miro a los ojos, ¿Qué está pasando aquí? ¿Qué dije? ¿Qué hice?
—Mira, yo me dije hace tiempo que iba a dejar de hacer esto, pero... te conozco, me caes bien, y veo que tienes algunas dudas, entonces... ¿Por qué no ayudar a un amigo? —pregunta para sí mismo.
—¿Qué querés decir?
—Agarrala, tocala, hacé lo que querás con ella, menos morderla, pero, salí de las dudas...
—¿Cómo sabés...?
—Solo lo sé, así como también sé que esta será tu primera vez tocando la pija de alguien más, y creeme que eso ya me está calentando.
—Entonces... ¿Qué hago?
—Lo que querás, ayer viste lo que hizo María, podés comenzar por ahí...
Trago en seco. No puedo creer lo que está pasando, lo que han desencadenado mis acciones y el cómo llegué aquí. Realmente esto está pasando, en serio que está pasando. Veo tremendo pedazo de carne e imagino lo que hizo María la vez pasada, imagino lo que hace cada vez que la tiene de frente. Pienso en todas esas películas porno y en lo que hacen esas actrices, lo que hacen las putas y, después de unos segundos, me dejo llevar.
Primero la agarro y suspiro. Es gruesa, la carne es algo dura, pero también blanda, diferente a la mía. Es maciza, comienza a pararse más y se pone durísima. Lo miro a los ojos, sonríe. Le toco los huevos, están blanditos y suavecitos. Una electricidad recorre mi cuerpo y no sé cómo afrontar esto. Tengo una pija en las manos y no sé qué hacer. Y pensando en lo que harían en las películas porno, me dejo llevar y beso y chupo la cabeza.
Lo escucho gemir, suspirar. Yo siento un sabor nuevo en mi paladar, con la lengua se siente diferente a con las manos. Huele diferente, incluso las venas se marcan más. Lo miro a los ojos, él no deja de sonreír y solo asiente. Entonces empiezo desde los huevos. Los lamo, él suspira, los chupo y él gime. Paso mis labios por estos y los saboreo, joder, me excita tanto que la pija la tengo a reventar en el pantalón. Continúo y después subo con mi lengua por su pija hasta llegar a la punta y empiezo a lamerla y besarla como si fuera un helado. ¡Qué ricooo!
Me quedo un rato haciendo eso que hasta me agarra de la cabeza. Me dice que lo disfrute. Yo hago todo el caso que me diga. Y entonces, cuando menos acuerdo, me agarra con fuerza y me penetra la boca.
Entra y sale de mi boca con suavidad, después con rapidez. Me está violando la boca, me agarra con fuerza de la cabeza y me siento usado. Se siente tan rico, tan delicioso que no sé en qué momento he empezado a masturbarme. Pronto, me bajo de la silla y me quedo de rodillas, mirando su pija erecta y fuerte y me da una cachetada.
Sigo mamando, masturbandolo con la mano y también con mis labios mientras me estoy haciendo la paja por debajo. No sé cuánto tiempo ha pasado, no sé cuánto hemos estado así, lo único que sé es que lo estoy gozando tanto que siento que voy a terminar, y cuando menos acuerdo, lo hago, pero no solo sucede eso, él me toma con fuerza de la cabeza y se viene en mi boca, me revienta la leche en la garganta.
Me saca la pija de la boca y queda chorreando semen y saliva, mis labios están igual. Mira el suelo, ahí está mi semen también.
—Bueno, creo que... hemos descubierto algo nuevo de ti... —me dice con una sonrisa.
Sin saber qué acaba de pasar, sonrío como estúpido y me lamo los labios. Sabe tan bien que quiero hacerlo explotar otra vez. Sin embargo, me pongo de pie, me subo el pantalón y me arreglo. Tomo una toallita, limpio el semen, me lavo la cara y me siento de nuevo en la silla. Él está como si nada hubiese pasado.
—¿Qué te parece...?
—Pues... eso fue diferente...
—¿Te gustaría repetir otro día, pero esta vez, usando tu culo...?
Abro los ojos como platos, y en vez de responder, sonrío...
Y fue difícil acceder esta vez. Sin embargo, terminé aceptando porque me comentó que estaría solo, creo que en su mente había una razón por la cual yo no quería llegar a su casa. Me presenté a su casa. Me paré en el portal y esperé a que abriera después de llamar. De pronto abrió y lo que vi fue a un chico sin camisa, solo en pantalones, y sonriendo amablemente.
—¿Qué hay, man? —pregunta alzando su puño.
—Todo bien —contesto respondiendo al saludo.
—Pasa, estaba preparando café, ¿Querés?
—Sí, claro —respondo.
Y me hace seguirlo. Me lleva por el pasillo y giramos a la derecha, donde está la cocina. Huele a café, de fondo escucho la música. Me indica que me siente, lo hago y lo veo preparar todo, y suspiro en mis adentros. No entiendo por qué soy así y qué causa estos pensamientos y sentimientos. De pronto pienso en sí María de verdad no está en la casa, pero si ella no ha salido ni ha saludado, probablemente es por que de verdad no está. Vuelvo la vista hacia Juan, ¡Qué hombre!
Cerré los y giré mi rostro hacia la mesa. Los abrí y lo vi poner mi taza con café en la misma, él se sentó frente a mí, le dio un sorbo a su bebida. Yo tenía las piernas juntas, cerradas, intentando contenerme de todo lo que estaba sintiendo y pensando en aquel momento. Suspiré y traté de estar lo más calmado posible. Me serené y procedí a beber café.
—Bueno, contame qué te pasó ese día que te fuiste.
Tragué en seco cuando escuché en eso, no esperaba que fuese directo al grano, aunque después de verlo tener sexo con su novia e invitarme a penetrarla, creo que aquello no podría sorprender a cualquiera.
—¿En serio?
—Sí, porque fue raro, la verdad fue muy raro lo que hiciste. Me quedé pensando qué fue lo que te hizo sentir raro, a lo mejor no estabas listo para una experiencia así, podría ser que verla tener sexo con otro hombre y no solo contigo te haya afectado también, cualquier cosa podría ser, la mente humana es rara, nos gusta de todo, pero lo queremos solo para nosotros...
Quizás no era lo que yo estaba pensando, pero mientras lo escuchaba hablar y desenvolverse, más y más cosas se accionaban en mi interior, diferentes pensamientos afloraban en mi pequeña cabecita.
—Pues, no sé qué pudo haber sido, solo no me sentí muy bien que se diga...
—Tranquilo, te entiendo, ¿O tuvo algo que ver con...?
—¿Con qué? —pregunto mirándolo a los ojos. Sonríe.
—Ya sabés, con... el tamaño...
—¡Oh! No, para nada... je, je, no, no tiene que ver con eso —porque el tamaño está más que bien así como está—. Sinceramente no me sentía bien.
—¿Y con qué tiene que ver entonces? Es que disculpá que insista en eso, es solo que me pareció raro, muy raro, porque se te vio interesado todo este tiempo e incluso formaste parte de ello, pero en el acto, que si bien estuvo genial, solo pasó lo que pasó... ¿O fue porque acabaste rápido?
¿Acaso no tiene pensado callarse? ¿No entiende que no quiero que siga indagando porque terminaré diciendo algo que pondrá incómodo todo y probablemente termine metiéndome en serios problemas?
—¿A quiénes más les cuentan las cosas que pasan aquí? —pregunto de pronto.
—No, tranquilo, a nadie, a más nadie. Son pocos los que saben que somos así, digamos que los elegimos después de conocerlos un poco, porque nos gusta ser discretos, ya sabés cómo es la gente, y no me va a gustar que digan que ella es una puta, porque no lo es, solo le encanta el sexo tanto como a mí —toma otro sorbo de café.
—De acuerdo —suelto conteniendo la respiración. ¿De dónde salió esta gente? ¿Cómo terminé enrollados con ellos?
—Pero, te entiendo si no querés hablar de eso, mirá, aquí no vamos a comentar nada de lo que pasó, por eso parte, tranquilo, tampoco vamos a pensar cosas malas de vos, mirá, en esta vida cada quien hace lo que quiere y vive como quiere, a nosotros nos gusta el sexo, puede que a algunos no tanto, pero estamos bien así, no andamos criticando a nadie.
—Decís las cosas con tanta naturalidad que pienso si realmente tenés la edad que tenés, ¿No trabajaste hoy?
—No, hoy sábado me tocó quedarme en casa, María anda visitando a su mamá, así que me quedé solo. Me tocó hacer el aseo y tenía pensado jugar un poco, pero no sé, creo que estoy algo cansado para eso. Y sobre lo que digo y mi edad, bueno, no es algo que me tenga orgulloso, pero te sorprendería si te dijera todo lo que he hecho... es más, me animo a pensar que ni lo creerías.
Se dice que la curiosidad mató al gato, bueno, no tengo ninguna objeción a eso.
—Dime alguna, digo, yo veré cómo lo tomo.
—¿Seguro? Porque no quiero que salgás corriendo como lo hiciste la otra vez —se ríe.
—Adelante.
Toma un sorbo de su café, luego suspira. Se frota las manos por el pantalón y me mira a los ojos, y siempre voy a pensar que esos ojos pueden doblegarte sin mucho esfuerzo. Sonríe, con esa maldita sonrisa coqueta.
—Bueno, como sabés, en este mundo hay de todo un poco, gente a la que le gustan las vaginas y a quienes les gustan los penes, y lo digo de esa manera, porque no solo a los hombres nos gustan las vaginas y tampoco solo a las mujeres les gustan los penes. Pues, digamos que antes de conocer a María, que solo fue hace un año, tuve en algunas ocasiones encuentros con otros chicos.
Abro los ojos bastante, ¿Es en serio? ¿En serio me está diciendo eso?
—¿De verdad?
—Sí.
—¿Y qué tal fue? Digo, ¿Por qué fue?
Toma de su café.
—Pues, veamos, como ya viste, siempre he tenido una buena verga, yo amo que disfruten de mi verga, no sé, me prende que me la vean y quieran degustarla. Bueno, en esos días una de las chicas con la que estuve, corrió el rumor sobre mí y no sé cómo, llegó a oídos de unas cuantas personas de mi mismo sexo. Tampoco sé cómo, pero obtuvieron mi número y hablamos por ahí. En mi vida nunca consideré hacer lo que hice, porque pensaba que me gustaban ciertas cosas, sin embargo, cuando hablé con ellos y me comentaron las cosas y me dejé llevar, concertamos citas y así fue como tuve sexo con otros hombres.
Tomo de mi café y dejo la taza en la mesita. No me creo lo que me está diciendo, y ahora que lo pienso, acertó. Suspiro. Esa información es nueva, demasiado nueva. No sé qué pensar o decir, a mi mente solo viene lo de la vez pasada y en cómo se le veía ese tremendo pedazo, y también en cómo lo disfrutaba María.
—¿Y qué pensaste de eso?
—Pues, no es como hacerlo con una mujer, la experiencia es distinta, pero muchos se dejan llevar, creo que el hecho de mamar pija les despierta el lado femenino —se ríe—. Pero no los critico, como te dije, para mí, lo que haga la gente me importa un rábano, sin embargo, si gustan de mi pija, salvo que aquella persona me parezca confiable, se la doy, si no, pues hasta luego.
De pronto me mira y frunce el ceño. Sonríe, yo igual, se acomoda de frente a mí en la silla y pone las manos en la mesa. Me siento nervioso, ¿Qué va a decir o qué quiere hacer?
—Ahora que lo pienso, hay algo que no consideré en todo lo que pasó y pudo haber pasado ese día... te voy a preguntar algo y quiero que seas sincero conmigo, no voy a criticarte para nada, pero... responde... ¿Te gustan los penes?
Abro los ojos como platos, aguanto la respiración y él sonríe. ¿En serio me preguntó eso? ¿Tan evidente fui?
—Si es así, y esto solo lo digo como algo meramente de relleno, ¿Te sentiste mal porque querías probar mi pija en vez de metérsela a María? No tenés que responder si no querés, es tu vida, son tus pensamientos, sos vos, pero... igual y quiero saber.
Trago en seco, me suda la espalda, me duele un poco la cabeza, me tiemblan las piernas, pero más allá de eso, se me ha parado la pija con la intensidad del momento. Por mi mente pasan tantas cosas que me sorprende que haya considerado tanto en tan poco tiempo. Respiro, suspiro y asumo lo que se pueda venir después.
—Sí —digo y bajo la mirada. Ya no quiero verlo a los ojos. No sé qué hice, ni siquiera sé si quiero estar ahí. Acabo de decir algo que jamás pensé decir, y pese a creer que me sentiría liberado, me siento más pesado.
De pronto, veo que se pone de pie y da vueltas por la cocina, yo no sé qué hacer. Ya me quiero ir. Enseguida se detiene delante de mí y hace que lo vea a los ojos. ¿Qué piensa hacer?
—De acuerdo, si tenés duda, está bien...
Se desabrocha el pantalón y me muestra su pija. Me sorprende, lo miro a los ojos, ¿Qué está pasando aquí? ¿Qué dije? ¿Qué hice?
—Mira, yo me dije hace tiempo que iba a dejar de hacer esto, pero... te conozco, me caes bien, y veo que tienes algunas dudas, entonces... ¿Por qué no ayudar a un amigo? —pregunta para sí mismo.
—¿Qué querés decir?
—Agarrala, tocala, hacé lo que querás con ella, menos morderla, pero, salí de las dudas...
—¿Cómo sabés...?
—Solo lo sé, así como también sé que esta será tu primera vez tocando la pija de alguien más, y creeme que eso ya me está calentando.
—Entonces... ¿Qué hago?
—Lo que querás, ayer viste lo que hizo María, podés comenzar por ahí...
Trago en seco. No puedo creer lo que está pasando, lo que han desencadenado mis acciones y el cómo llegué aquí. Realmente esto está pasando, en serio que está pasando. Veo tremendo pedazo de carne e imagino lo que hizo María la vez pasada, imagino lo que hace cada vez que la tiene de frente. Pienso en todas esas películas porno y en lo que hacen esas actrices, lo que hacen las putas y, después de unos segundos, me dejo llevar.
Primero la agarro y suspiro. Es gruesa, la carne es algo dura, pero también blanda, diferente a la mía. Es maciza, comienza a pararse más y se pone durísima. Lo miro a los ojos, sonríe. Le toco los huevos, están blanditos y suavecitos. Una electricidad recorre mi cuerpo y no sé cómo afrontar esto. Tengo una pija en las manos y no sé qué hacer. Y pensando en lo que harían en las películas porno, me dejo llevar y beso y chupo la cabeza.
Lo escucho gemir, suspirar. Yo siento un sabor nuevo en mi paladar, con la lengua se siente diferente a con las manos. Huele diferente, incluso las venas se marcan más. Lo miro a los ojos, él no deja de sonreír y solo asiente. Entonces empiezo desde los huevos. Los lamo, él suspira, los chupo y él gime. Paso mis labios por estos y los saboreo, joder, me excita tanto que la pija la tengo a reventar en el pantalón. Continúo y después subo con mi lengua por su pija hasta llegar a la punta y empiezo a lamerla y besarla como si fuera un helado. ¡Qué ricooo!
Me quedo un rato haciendo eso que hasta me agarra de la cabeza. Me dice que lo disfrute. Yo hago todo el caso que me diga. Y entonces, cuando menos acuerdo, me agarra con fuerza y me penetra la boca.
Entra y sale de mi boca con suavidad, después con rapidez. Me está violando la boca, me agarra con fuerza de la cabeza y me siento usado. Se siente tan rico, tan delicioso que no sé en qué momento he empezado a masturbarme. Pronto, me bajo de la silla y me quedo de rodillas, mirando su pija erecta y fuerte y me da una cachetada.
Sigo mamando, masturbandolo con la mano y también con mis labios mientras me estoy haciendo la paja por debajo. No sé cuánto tiempo ha pasado, no sé cuánto hemos estado así, lo único que sé es que lo estoy gozando tanto que siento que voy a terminar, y cuando menos acuerdo, lo hago, pero no solo sucede eso, él me toma con fuerza de la cabeza y se viene en mi boca, me revienta la leche en la garganta.
Me saca la pija de la boca y queda chorreando semen y saliva, mis labios están igual. Mira el suelo, ahí está mi semen también.
—Bueno, creo que... hemos descubierto algo nuevo de ti... —me dice con una sonrisa.
Sin saber qué acaba de pasar, sonrío como estúpido y me lamo los labios. Sabe tan bien que quiero hacerlo explotar otra vez. Sin embargo, me pongo de pie, me subo el pantalón y me arreglo. Tomo una toallita, limpio el semen, me lavo la cara y me siento de nuevo en la silla. Él está como si nada hubiese pasado.
—¿Qué te parece...?
—Pues... eso fue diferente...
—¿Te gustaría repetir otro día, pero esta vez, usando tu culo...?
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