Hola, soy Valeria de nuevo. Les dejo un relato que escribí contándoles un poco de como empece a experimentar el mundo crossdresser y así pueden conocer un poco más de mí. Espero se den el tiempo de leerlo y decirme que piensan.
Soy una chica crossdresser de closet, aunque siempre me he visto como una mujer y espero pronto llegar a serlo. Tengo 24 años y desde pequeña me ha gustado vestirme con ropa de mujer, particularmente con botas de tacón alto. Me excita muchísimo usar botas de tacón ajenas, es decir, que hayan usado antes una tía o una prima y que por X o Y circunstacias tengo la oportunidad de probarme. Voy a contarles las experiencias más exitantes que he tenido vistiendo este tipo de calzado.
Recuerdo que las primeras prendas que utilicé fueron las minifaldas de mezclilla de mi hermana. Yo me sentía a full cuando las llevaba puestas y me excitaba muchísimo.
Hubo un momento en que su ropa ya no era suficiente para satisfacer mi necesidad de vestirme como mujer. El siguiente paso lógico fue aventurarme al cuarto de mi madre. Ahí encontre de todo, aunque claro, como era bastante pequeña mucha de la ropa me quedaba inmensa. Lo más que podía hacer era probarme la lencería. Verme frente al espejo con mi piel aun lampiña, con tanga, liguero, brasier y unos rellenos de silicon me hacían sentir en el cielo. Fue ahí cuando descubrí la masturbación. Yo estaba calientísima y tenía que ir por más. Recuerdo que mientras me vestía ponía en el DVD películas porno que encontraba usmeando entre las cosas de mis padres. Ver a las actríces porno de la década de los 80 solo me hacía imaginar que yo era una de ellas, y trataba de verme como una.
Lo único que me hacía falta probar en ese entonces eran unos zapatos de tacón. Revisé en el zapatero de mi madre y aunque tenía zapatos de tacón alto muy lindos, nada me convencia de verdad. Di un vistazo al armario en donde pude notar varias cajas largas y mi curiosidad me hizo mirar dentro. Fue entonces cuando las vi, unas botas de tubo y tacón alto negras, de piel. En ese momento tuve una erección a mil y lo único que hice fue tomarlas rapidamente y ponérmelas. Fue una de las sensaciones más excitantes de mi vida. Por primera vez llevaba puestas unas botas de tacón. Me masturbé cerca de tres o cuatro veces ese día.
Ya había descubierto mi amor por las botas de mujer. Como es de esperarse, me probé todos y cada uno de los pares que mi madre tenía en su armario. De nuevo la necesidad y la fantasía me llevaron a dar el siguiente paso. Un día pude ver a mi vecina caminando cerca de nuestra casa. Era una chica joven, de aproximadamente 19 años de edad. Iba vestida de manera casual pero lo que me volvío loca fue ver que llevaba puestas un par de botas rojas estilo tenis que le llegaban a media pantorrilla por encima de los jeans. Sí, no eran botas de tacón pero le lucían tan bien que me excito muchísimo la idea de llevarlas puestas. Un día me quede sola en casa, la de mi vecína estaba justo al lado de la mía, la zona donde lavabamos la ropa daba exactamente a la misma zona de su casa y solo estaba separada por barandillas y un largo tramo de acrilico opaco. Una noche antes yo había visto que ella puso a secar esas botas rojas, recargadas sobre el acrílico que separaba nuestras zonas de lavado. Lo pensé toda la noche creyendo que era una locura pero al día siguiente, a eso de las 6 a.m. (mis padres se iban al trabajo desde las 5 a.m.) baje rapidamente y las vi a través del acrílico, ahí estaban, totalmente a mi alcance y sin nadie que me viera ya que los demás vecinos estaban dormidos aún. Escurrí mi mano rapidamente por encima del acrílico y las tome. Subí a mi cuarto a toda velocidad sin creerlo aún, eran mías, esas botas que me habían exitado tanto días atras estaban en mis manos y por supuesto no tardaron ni un minuto para estar en mis pies. Yo tenía una erección de esas que incluso te hacen doler un poco la cabeza del pene. De nueva cuenta puse manos a la obra y me masturbe cuantas veces pude con esas botas puestas.
En otra ocasión, ya entrada en la adolescencia, tuve la oportunidad de hurtar un par de botines cafés de una de mis primas (ya se me había hecho costumbre hurtar prendas de mujer). Eran unos botines de tacón de aguja de 6 cm de altura puntiagudos que aún conservo. Yo ya le había hechado el ojo a la variedad de botas que mi prima (de unos 20 años) llevaba a las reuniones familiares y dentro de mi cabeza solo podía idear planes ridículos para robar alguno de esos hermosos pares de botas. En una de tantas reuniones familiares llegué a casa de mi abuela y lo primero que note fue a mi prima descalza, usando unas sandalias que a leguas se veía le habían prestado pues seguramente ya se había cansado de llevar los tacones puestos. Rapidamente lo pensé y entre al cuarto de mi abuela para comprobar mi teoría, sí, ahí estaban, ese par de botines cafés que mi prima se había quitado. No pude resistir la tentación y de inmediato me puse a planear las cosas. La manera en que sacaría ese par del cuarto de mi abuela y como lo llevaría hasta mi casa. Como lo dije tenía maña ya en robar prendas femeninas. Espere hasta la madrugada. La fiesta era una mezcla de alcohol, música y risas. Yo vigilé toda la noche que mi prima no regresara a ponerse sus botas y cuando lo creí pertinente entre nuevamente al cuarto de mi abuela con la excusa de buscar mi chamarra pues ya quería irme de ahí. Como pude envolví el par de botines en la chamarra disimulando al máximo que los llevaba conmigo. Salí del cuarto y le pedí a un tío que me llevara a mi casa, me despedí de unos cuantos y me fui. A mi parecer nadie sospecho nada y llegue a casa con el botín en la bolsa. Solo tuve que esperar al otro día que mi familia salió de viaje. Fue el momento perfecto tuve todo el día para mí y mi nuevo par de botas con las que pasé y aún paso momentos excitantes y deliciosos.
Por último, hace algunos años tuve la oportunidad de ir al departamento de un tío. El vive con su pareja, una mujer de unos 35 años de edad un poco llenita. Ellos tienen un buen trabajo y ganar un buen sueldo que les permite vivir en una de las zonas más seguras y tranquilas de la ciudad. De los relatos anteriores, ninguno de los pares de botas que mencioné eran partícularmente caros o de alguna marca reconocida, pero en casa de mi tío la cosa era diferente. Ellos se dan gustos caros y por supuesto la ropa y calzado que utilizan son de las mejores marcas. Mientras íbamos a su casa yo había tenido la loca idea de probarme alguno de los pares de botas de la pareja de mi tío, pues también le había hechado el ojo a los modelos que utilizaba en las fiestas navideñas. Pasarón las horas y todo transcurría como cualquier reunión familiar, comiendo un poco, conversando, contando alguna que otra broma. De pronto todos se pusieron a jugar cartas y como a mi no me gustan esos juegos decidí ir al baño. En el trayecto pude ver que mi tío tenía una consola de videojuegos y dentro de mi pensé en pedirle que dejara encenderla y jugar en poco en lugar de solo mirarlos divertirse. Accedió y preparó todo, minutos más tarde me dejo solo en la sala de tele. Yo comencé a jugar y de repente di un vistazo a mi izquierda. Pude ver la recamara de mi tío y su pareja. Por mi mente paso escabullirme hasta ahí y ver que podía encontrar en su armario. Era una locura, ellos se encontraban en la sala jugando, a tan solo unos metros, era lo más arriesgado hasta ahora. Pude oir risas y conversaciones a lo lejos así que no lo pensé más, pause el juego y corrí descalzo hasta su armario (el suelo era de madera e ir descalzo era la mejor forma de no hacer ruido). Todo estaba oscuro, no podía darme el lujo de perder tiempo encendiendo la luz así que solo prendí la pantalla de mi celular y empece a buscar cajas de zapatos. Al poco tiempo las encontre. Varias cajas alargadas acomodadas una tras otra, sin duda debían contener los más hermosos pares de botas que me podía imaginar. Como dije, el tiempo era vital pues en cualquier momento alguno de los dos (mi tío o su pareja) podía entrar y descubrirme husmeando entre sus cosas. Metí la mano entre las cajas, sin destaparlas por completo, sintiendo la textura de las botas. Muchas eran de gamuza y, he de mecionarlo, a mi me excitan muchísimo más las botas de piel o imitación piel. Pensé que no lo lograría hasta que de pronto sentí esa textura, definitivamente eran un par de botas largas de piel. Rapidamente las saque de la caja y les di un vistazo con la luz de mi celular. Eran perfectas, cafes, apenas abajo de la rodilla, de un tacón de aproximadamente 10 cm. Las llevé con mucha precaución hasta el baño en donde sin dudarlo un segundo me las puse. Por las prisas no me fije en la marca pero se veía que eran un par de botas caras. Me masturbé tan rápido como pude, eso sí, disfrutando cada segundo que llebava esas botas puestas. Acabé, limpié todo y me di prisa a devolveras a su caja. No tuve el valor de llevarme ese par a mi casa aquel día sin embargo me queda la satisfacción de haber usado esas botas hermosas.
En fin, esas son algunas de mis experiencias, ya después les contaré más. Se que este relato puede ser un poco aburrido porque no involucra nada de sexo ni encuentros reales pero quiensabe, tal vez pueda conocer a alguién por aquí y contarles la experiencia en un futuro próximo.
P.D. les dejo una foto usando unas botas por encima de la rodilla que me encantan, para que no quede en palabras únicamente. Pronto subire más fotos. Bye
3 comentarios - Mis primeras veces usando botas de mujer