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Relato: La sorpresa de Candela (parte I)

Por cuestiones laborales, transité las inmediaciones de la estación de trenes de Constitución durante un par de años. De tanto ir y venir, conocí a Candela, una hermosa trans nacida en Paraguay que llegó a la Argentina siendo Edgar y acá se convirtió en lo que siempre quiso: una linda niña. Cada vez que la encontraba por la calle, intentaba sacarle conversación o al menos un saludo. Cuando ya tomamos más confianza intercambiamos números de teléfonos y nuestras charlas se hicieron más constantes. Yo fantaseaba mucho con ella y solía masturbarme mientras conversábamos. Ella era bien pícara, gustaba del histeriqueo y los dobles sentidos. En fin, le gustaba calentar.
Una madrugada volví a casa completamente borracho y con muchas ganas de coger. Saque el celu, la busqué y la encontré conectada. Le escribí, me respondió que volvía de una fiesta, que estaba igual o peor que yo (de borracha y de caliente). En seguida la conversación se puso muy picante y decidimos intercambiar fotos. Yo le mandé primero, unas capturas de mi verga tiesa debajo del boxer y después al desnudo. Pero cuando vi sus fotos, creí que realmente mi pija iba a estallar.
Candela era una bellísima morocha de pelo bien lacio hasta la cintura, petisa tanto como de metro y medio, no mucho más, y gordita, con pancita pero bien nalgona. Sus facciones eran bastante femeninas también. Además tenía unas buenas tetas que siempre andaba exhibiendo. Y allí estaba en sus fotos, algunas de espalda contra la pared, mostrando ese culo gordo y entangado con una ropita interior pequeñísima que se perdía entre sus nalgas. Llevaba puestas unas medias negras y un corpiño que supuse dos talles más chico, porque sus tetas rebalzaban allí dentro. De a poco se fue desvistiendo hasta quedar totalmente desnuda. Como si con eso no bastara, tenía una pija riquísima, no tan larga pero sí ancha y cabezona.
Esa noche nos masturbamos a la distancia pero quedamos en encontrarnos realmente en algún momento, cuanto más pronto, mejor. Yo estaba urgido de coger con ella. No daba más.
Una semana más tarde nos encontramos. A eso de las nueve de la noche de un viernes ambos estábamos ya libres de nuestras obligaciones y encaramos para un telo de la zona de Congreso. Como ninguno tenía auto, fuimos caminando mientras nos reíamos y hacíamos chistes como para ocultar un poco los nervios (al menos en mi caso). Lo primero que hice cuando entramos a la habitación fue preguntarle si quería fumar marihuana, para relajarnos y aumentar el placer: Candela accedió. Fumamos unas pitadas cada uno, apagamos el faso y nos empezamos a besar sin mediar más palabras. Ese beso intenso se convirtió en un manoseo salvaje, no alcanzaban las manos para tocar tanta carne. La apreté del culo, le agarré las tetas, acaricié su pija. Ella estaba a full también. No tardó mucho en sacar mi verga y empezar a pajearme. A los segundos ya la tenía adentro de su boca. La metió por completo sin dificultad, era una perrita con experiencia. Después de un rato de una gloriosa chupada de pija, siguió lengüeteando mis bolas, levanto mis piernas y me humedeció el ano de una forma genial. No pude hacer más que gemir a los gritos, me estaba devorando el culo como una diosa del sexo.
En ese momento sucedió algo que no esperaba. Fue la sorpresa que cambió por completo mis planes de esa noche. Candela se puso de pie, sacó su verga que ya estaba caliente y parada, me tomó por los tobillos y me empezó a penetrar. Mi primera reacción fue la de gritar en cada embestida que me daba por el culo. No podía creerlo. Había ido hasta ese cuarto de hotel a comerme el orto de esa hermosa travesti pero era yo el que se estaba comiendo una riquísima pija. Cuando la miré a los ojos, Cande me dijo: ¿vos te pensás que yo no me doy cuenta lo putita que sos por dentro? Siempre quisiste que te rompa el orto, ¿no, papi?
Mientras me hablaba, no paraba de bombear. Yo apenas si podía respirar. En un flash pensé lo que me estaba diciendo. Le di la razón. Si bien moría de ganas de penetrarla por el culo, más quería que ella me lo hiciera a mí. Salvo que hasta ese instante en que Candela me lo mencionó mientras me partía la cola a pijazos, no me había dado cuenta. Cuando pude recomponer la voz, comencé a contestarle. Le dije que sí, que mi cola se hacía agua por su pija, que quería ser su puta toda la noche. Y sobre todo esto último, a Cande le pareció una buena idea. Me propuso si quería jugar a ser su puta mientras dure nuestro turno, que ella iba a ser activa mientras yo sería pasivo. Le dije que sí sin dudarlo.
Presentía que esa noche sería inolvidable...

10 comentarios - Relato: La sorpresa de Candela (parte I)

KaluraCD +1
Relato: La sorpresa de Candela (parte I)


Muy bueno, que lindo que te rompan el ojete !!

Gracias por compartir 👍
Yo comenté tu post, la mejor manera de agradecer es comentando alguno de los míos...
tujovenamigo +1
Excitante, muy excitante. Que venga la 2da parte!
dantraloco +1
Pero solo es una fantasía ¿o fue real?
Va punto
tenshi_5 +1
Que buen relato, carajo.
Fantaseo con el día en que una hermosa mujer trans me quite la virginidad del culo a mí también 😋