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Todo tiene un principio (Última parte)

Saber que Ramón se iba a ir me había dejado muy triste. No paraba de llorar. Mi estado no era el mismo de siempre.
Quería irme con él.
Sabía que me quedaba un último sábado con él.
El viernes a la noche no pude dormir contando las horas que faltaban para verlo. Sería nuestra última vez.
Me toqué una y otra vez pensando en Ramón.
Lo quería adentro.
Necesitaba esa pija en mi boca, en mi concha y en mi culo.
Lo necesitaba a él.
Las primeras luces del sábado me hicieron saltar de la cama como un resosrte.
Me bañé, limpié cada parte de mi cuerpo para Ramón, me perfumé bien.
Elegí una tanguita roja, tipo hilo dental que había mandado a comprar a una amiga, no sea cosa que se enteraran en casa y no me puse corpiño, todavía mis tetas no se habían desbocado y con el tamaño que tenían no causaban mucha impresión.
Cuando bajé, estaba lisa para partir hacia el campo.
-Qué hacés vestida tan temprano- me preguntó mi viejo
-nada, me preparé para acompañarte al campo-
-No te acordás que nos ibamos con Mamá para capital y hasta el martes no volvemos?
No lo podía creer, se me venía el mundo abajo.
Tuve ganas de gritar, de llorar y de ponerme a patalear ahí nomás.
No podía ser que la última vez que me iba a ver con Ramón a mi viejo se le ocurriera viajar a Buenos Aires.
-Pero papá, ¿y Byron?- puse al animal de excusa
-Mirá Fionna, preguntale a Fer si te quiere llevar, nosotros en media hora salimos.
Los vi irse.
Tranquila esperé que Fernando se levantara. Sabía que como buen pirata que era, había organizado algo para cogerse a alguna de las locas con las que salía. Seguro iba a querer la casa solo para él.
Le preparé un desayuno y lo recibí en la cocina con mi mejor sonrisa.
_Che Fer, me podrías llevar la campo hoy?
Se le iluminó la cara, mi teoría era cierta.
-Si Fío, no hay problema, lo que no se es si te puedo ir a buscar-
Eso quería decir que la cosa venía con noche incluída.
-Ok, no te hagas drama, yo me vuelvo con alguien, además hoy me quedo a dormir en lo de Tere.
Tere era mi mejor amiga y de vez en cuando yo me quedaba en su casa como ella en la mía, así que sospechas no levanté. Levanté la apuesta, iba a pasar la noche con Ramón, iba a ser la última persona con la que estuviera cuando se vaya.
-dale en una hora salimos- me dijo.
Me dejó en la puerta del campo, habló dos cositas con el capataz y se fue.
Todo el día era mío.
Me fui corriendo al galpón grande.
No sabía la tarde que me esperaba.
Abrí la puerta. Ahí estaba Ramón con dos personas más.
-Hola Fionna, te estábamos esperando.
La palabra “estábamos” me descolocó.
-Vení, quiero presentarte a mis hermanos
-Este es Miguel- me dijo y me señaló al que sería su hermano del medio. Era muy parecido de cara, pero más bajito y no tan ancho como Ramón.
-Y este es Marcelo, mi hermano menor.
Marcelo, tenía 16 años y no se parecía en nada a los otros dos. Era blanco, muy blanco, más alto que Ramón y si bien era grande y fornido no tenía el cuerpo trabajado. Sus manos eran inmensas, como de alguien que padecía de gigantismo. Era muy callado.
-Qué hacen ellos acá- pregunté sorprendida.
-Mirá, como mañana nos vamos estuvimos hablando con Miguel y queremos darle a Marcelo su primera vez y yo hablé con el y le dije que le iba a presentar a mi novia, qué te parece?
Que haya usado la palabra “novia” para referirse a mi, me ablandó completamente, me bajó la guardia.
-No quiero que Marce se desperdicie como hicimos nosotros, quiero que su primera vez sea distinta y pensé en vos, porque te quiero y te confío a mi hermanito.
No se si lo que decía era en serio o no, pero bastó para desarmarme completamente.
Se acercó y me abrazó, me besó y dejé que me inundara con su lengua.
Me sacó la remera y mis pezones ya eran como antenitas totalmente erguidas.
Sacó suavemente mi short y ahí estaba yo desnuda, solamente con mi tanguita roja.
Me llevó y me paró delante de Marcelo.
-Dale Fionna, enseñale todo lo que yo te enseñé a vos, es todo tuyo.
Lo miré alejarse, en el fondo del galpón, Miguel estaba sentado en el suelo tomando una cerveza del pico.
Enfrenté a Marcelo y lo acaricié, él temblaba. Me acerqué despacio a su boca y lo besé, mi lengua entró suave en su boca y él respondió el beso torpemente, me clavó, sin querer sus dientes.
Con mi mano empecé a hurgar en su entrepierna y ahí como una fiera agazapada y ya erguida estaba su pija.
Me arrodillé, le desabroché el pantalón y salió en toda su plenitud.
Era un aparato inmenso, mucho más grande y ancha que la de Ramón, me asusté.
Latía, las venas que la rodeaban parecían raices.
La besé, le pasé la lengua, metí la cabeza en mi boca. Era inmensa, no la podía abarcar.
Con la mano empecé a pajearlo, mientras con la lengua jugaba en la cabeza.
Marcelo gemía, las piernas le temblaban.
Estaba terriblemente necesitado, en treinta segundos, un chorrazo espeso y caliente de leche me llenó la boca, parecía ahogarme. Como pude la tragué toda, unos chorros se fueron por las comisuras de mis labios.
Me saqué su pija de la boca y miré para atrás buscando a Ramón, el me miró y me guiñó un ojo.
Me volví a enfrentar a Marcelo y lo desvestí muy lentamente.
Su enorme tronco estaba empalmado de nuevo. Lo acosté en el suelo y lo seguí besando.
Me sentía extraña, a pesar de mis quince años, le estaba dando clases de sexo a alguien.
Decidí ser yo quien manejara el juego así que apoyé mi conchita contra la cabezota de Marcelo. Estaba mojada así que entró casi sin problemas.
Igualmente era muy grande y me ardía. Empecé a cabalgarlo, no entraba toda yo controlaba los embates.
Me empecé a excitar. La idea de que me estuvieran mirando Ramón y Miguel me calentaba totalmente.
Subía y bajaba de la poronga de Marcelo con un ritmo infernal.
-Marcelo, cuando sientas que vas a acabar como recién avisame, no me podés acabar adentro.
El me miraba y asentía con la cabeza.
Me agarró de la cintura y me sentó encima suyo, se paró y mis piernas quedaron en el aire.
Me puso de espaldas en el suelo y me metió su tremenda pija hasta las bolas. Empecé a gritar mientras el bombeaba como tonto.
Me la metía salvajemente hasta el estómago, yo lo sufría y lo gozaba.
Todo su peso estaba encima mío, me sentía atrapada, Marcelo debería pesar más de el doble que yo.
En un momento la sacó, toda hinchada, mojada.
La apoyó en mi culo y empujó.
-No pará, por ahí no, me vas a lastimar!!!!!!!!!
Con una de sus inmensas manos tomó las dos mías por sobre mi cabeza y con la otra guiaba su verga a mi culo.
-No Marce, pará, Ramón, Ramón….
-Dejalo Fionna, el nene tiene que aprender- dijo y se reía con Miguel.
-Esperá Marcelo por favor, me duele, espera….
Toda su pija erecta entró en mi culo, sentí sus bolas pegar en mis nalgas.
Me partió en dos, si Ramón me había lastimado, Marcelo me estaba desgarrando entera.
A su ritmo salvaje empezó a romperme el culo.
Largaba bufidos junto a mi oreja. No hablaba solo bufidos y gemidos fuertes.
-Marcelo me duele, por favor sacala que me lastimás- yo lloraba
Él le daba más fuerte, parecía que me iba a clavar contra el piso.
Frenó de golpe y sentí toda su leche llenarme el culo.
Se tiró encima mío y su peso muerto me atrapó.
Dio un resoplido y quedó ahí.
Me dolía todo. Si bien había acabado su pija estaba dentro mío y me ardía aún.
Lo separé como pude.
Se levantó y se fue a sentar en el suelo como tomando aire.
Yo estaba con los ojos cerrados, tratando de relajar el cuerpo para que no me duela todo, necesitaba respirar, pararme, sentir otra vez mis piernas tocando el suelo.
Ahí estaba cuando siento un par de manos en mis tetas.
Era Miguel, totalmente desnudo que me masajeaba las tetas y comenzaba a comerlas. Ramón ponía su cabeza entre mis piernas y me empezaba a chupar solo como él sabía hacerlo.
Entere los dos hermanos mayores empezaron de a poco a devolverme las sensación de placer. Marcelo me había roto toda y ahora sus hermanos parecían querer remendarme.
Miguel se sentó sobre mí y apoyó su pija entre mis tetitas. No se que pretendía porque mis tetas aun no daban para una turca. Igualmente el las agarró por los costados y alcanzaban a encerrar su pija, que de paso, tampoco era para tanto, de las tres era la más chica, igualmente era respetable. Se empezó a frotar contra mis tetas y se excitaba. Ramón me seguía chupando y yo empezaba a acabar por primera vez en el día. Seguía con la costumbre de mearme mientras acababa.
Ramón ya estaba dentro mío, su pija se abría lugar entre mis piernas de manera espectacular.
Miguel seguía frotando su pija contra mis tetas y se ponía como loco. De pronto se puso en cuatro y me puso la pija en la boca. Empezó a moverse como haciendo flexiones de brazos mientras cogía mi boca, la turca lo había puesto al dente, veinte segundos de bombeo en mi boca y su leche se depositaba en mi garganta. Gritó de placer. Ahora Ramón que me tenía para él ponía mis piernas en sus hombros y me la hundía hasta el fondo. Me la sacó y se acostó sobre el suelo, yo me senté sobre él. Mi culo dolorido recibía la grandeza de su pija. Me movía despacio, como queriendo que mi culo no se rompa más de lo que ya estaba roto.
Me recostó sobre él y sin que me diera cuenta Miguel me clavaba por adelante.
Empezaron los dos a moverse y me llenaban de placer. Miguel tenía un ritmo perfecto, de bailarín. Su verga tiesa entraba toda con un ritmo calculado. Ramón me atravesaba con su pija violenta.
Estaba en el aire, empecé a gritar, estaba teniendo varios orgasmos a la vez, Ramón me llenó el culo de leche y estrujaba mis tetas mientras gritaba conmigo.
Miguel se acostó en el suelo y me hizo montarlo, yo cabalgaba como una yegua, quería más y más pija, estaba gritando de placer no quería que me la saquen más. La pija de Miguel entraba, mi concha estaba llena y de la nada mi culito parado y lleno de leche fue un blanco fácil. Como una tromba, Marcelo volvió a entrar en mí, fue la estocada final. Mientras Miguel se salía y me desparramaba su leche en la cara, Marcelo con todo su peso se tiraba sobre mi contra el suelo y comenzaba perforarme con su tremenda poronga.
No lo podía mover de encima mío y él que se movía con fuerza y torpeza a la vez.
Me bombeaba fuerte muy fuerte mientras yo gritaba.
Su pija me rompía toda, me agarraba del pelo y me atornillaba al suelo.
De pronto movimientos cortos y rápidos y su leche otra vez en mi culo.
Estaba exhausta. Marcelo salió de dentro mío y me di vuelta buscando aire.
Miguel y Ramón que se estaban pajeando comenzaron a eyacular en mi cara.
Estaba toda bañada en semen.
El corazón se me salía del cuerpo.
Lo último que recuerdo fue ver a Ramón acabando sobre mí, después creo que me desmayé.
Me desperté tres horas después, desnuda y toda pegoteada con rastros de semen y sangre en mi cola.
Y esa fue la última vez que lo vi a Ramón.


Fin…

2 comentarios - Todo tiene un principio (Última parte)

justi98
y gue... es el precio que hay que pagar..