Ante tal situación Mari se volvió a quedar de una sola pieza, todo su futuro y desde luego el de su esposo en la empresa dependía de que se acostarse con Benigno. Apenas José llevaba tres meses laborando, y debido al sueldo y su lugar de trabajo le aprobaron el préstamo para la compra de una buena casa en una de las urbanizaciones más caras de la ciudad, eso sin contar la gran cantidad de deudas en que habían incurrido, desde que su esposo trabajaba, ropa, autos, cenas, muebles, en fin de la noche a la mañana de ser un recién graduado en administración de empresas pasó a ser un alto ejecutivo de una gran empresa.
En cierto momento Mari se sintió sofocada, y hasta un cierto mareo le dio, fue cuando Benigno la tomó por el talle y la fue llevando hasta la casa, mientras le decía lo bella y hermosa que era, que él jamás se le hubiera ocurrido hacer algo así tan bajo como eso, pero que se había enamorado locamente de ella, pero que entendía que era la mujer de otro, pero era algo que estaba fuera del control de él, algo que sencillamente no podía controlar, y por eso no por eso dejaría pasar dicha ocasión, para demostrarle tan sólo como él sabía, que tanto la amaba. Esas palabras y otras más fueron repercutiendo en la cabeza de la joven, además Don Benigno a cada rato le indicaba que él era una persona sumamente discreta, y que por medio de él su marido jamás se enteraría. También le recalcó que se encontraban solos, ya que la servidumbre incluso el mayordomo, tenían ese día libre como era costumbre en su finca, cosa que era mentira.
La pareja ya había entrado a la casa, mientras tanto a Mari le daban vueltas en su cabeza todo lo dicho por Benigno, ella era algo inocente en cuanto a su manera de actuar, pero no tonta. Sabía que oponerse a los requerimientos de Benigno, significaría el despido inmediato de su marido de la empresa, y la consiguiente perdida de todas las cosas que juntos habían logrado desde que se casaron. Mari se encontraba en un predicamento, o aceptaba el pedido de ese hombre y se acostaba con él, lo que la haría sentir como una puta, o bien se negaba y se resignaba a vivir en la honrada pobreza.
Ante tal dilema La chica le pidió a Benigno que le diera unos momentos para pensarlo, a lo que él muy caballerosamente aceptó, no sin antes decirle a tono de compromiso, que la carrera de su marido, en la empresa sería una de crecimiento rápido. Pasaron unos minutos, y Mari se presentó al salón donde Benigno se encontraba hablando por teléfono en esos momentos, tras colgar el aparato, le dijo a la chica. Era tu esposo, que va a demorar algo más de lo que pensaba ya que tiene que llegar a unos acuerdo con los lideres sindicales, y esto no se van reunir con él sino hasta mañana. Sacando fuerzas de flaquezas Mari vio a los ojos de Benigno y bajando el rostro le dijo únicamente, sí. El viejo parecía que se hubiera pegado el premio mayor de la lotería, su cara demostraba una alegría tremenda. Casi de inmediato comenzó a besar el bello rostro de la joven, la cual trataba de controlar su rechazo ante tal situación. Finalmente los delgados labios de Benigno se posaron sobre los carnosos labios de Mari, poco a poco el calor entre los dos fue en aumento, hasta el punto que a él su miembro se le había puesto erecto y presionaba con fuerza contra su pantalón, mientras desesperadamente besaba a la bella joven, por su parte Mari también comenzó a sentir los estragos de la excitación sexual, el serle infiel a su marido era algo que como a toda mujer le había pasado por la mente, pero el serlo era algo muy diferente y excitante, al grado que se dejó llevar por el calor del momento y dejó de reprimir sus nacientes deseos de ser follada por otro hombre que no fuera su amante esposo José.
Por debajo del sostén del biquini que ella estaba usando para tomar el sol en la piscina, sus pezones se notaban completamente erectos, el estar semi desnuda frente a ese extraño que la besaba con lujuria la excitaba más todavía. Las manos de Benigno como por arte de magia desataron los tres lazos que ajustaban las dos prendas al cuerpo de Mari, quedando esta completamente desnuda ante él. Mientras que con un brazo mantenía el cuerpo de la mujer contra el suyo, con el otro el hombre apartó algunos platos y cubiertos que se encontraban sobre la mesa del salón comedor. Tras lo cual levantó en vilo el delicado cuerpo de la joven, y la sentó sobre el mantel de brocados que se encontraba sobre la mesa, al tiempo que continuaban besándose apasionadamente los dos.
Benigno seguía besando a Mari con mucha pasión, pero lentamente comenzó a bajar su cuerpo y a medida que aun besaba la morena piel de la joven, su boca y lengua se detuvieron sobre los hermosos y parados pezones de la chica, cuando la lengua y boca del hombre comenzaron a chuparlos ella gemía de placer, las manos de Benigno acariciaban todas aquellas partes del cuerpo de Mari que estuvieran a su alcance, pero de forma suave, delicada sin ser brusco ni grosero. Benigno continuó bajando, y por breves momentos se detuvo su lengua sobre el plano vientre de ella, y su lengua la fue introduciendo dentro del ombligo de la mujer de su empleado, para luego continuar bajando al poso, que es como él se refería al coño de las mujeres con quien estaba.
Suavemente fue abriendo las piernas de la muchacha, y antes de que esta se diera cuenta de lo que realmente pasaba, ya el viejo le estaba pasando su lengua por el rosado clítoris de ella, Mari se encontraba sumamente mojada por dentro, sus flujos vaginales la tenían más que lubricada, por lo que se extrañó al sentir esa rara y deliciosa sensación sobre su clítoris, su marido jamás se le había ocurrido hacerle lo que Benigno le estaba haciendo en esos momentos, las manos de Mari se colocaron sobre la plateada cabellera de él, y con pasión desmedida enterraba la cara de Benigno contra su coño una y otra vez, el placer era único a tal grado que alcanzó un grupo de sabrosos orgasmos, sus gemidos eran más bien gritos de placer, en esos momentos Mari disfrutaba de algo nuevo en su vida, que la dejó verdaderamente agotada pero muy contenta y alegre.
En cierto momento Mari se sintió sofocada, y hasta un cierto mareo le dio, fue cuando Benigno la tomó por el talle y la fue llevando hasta la casa, mientras le decía lo bella y hermosa que era, que él jamás se le hubiera ocurrido hacer algo así tan bajo como eso, pero que se había enamorado locamente de ella, pero que entendía que era la mujer de otro, pero era algo que estaba fuera del control de él, algo que sencillamente no podía controlar, y por eso no por eso dejaría pasar dicha ocasión, para demostrarle tan sólo como él sabía, que tanto la amaba. Esas palabras y otras más fueron repercutiendo en la cabeza de la joven, además Don Benigno a cada rato le indicaba que él era una persona sumamente discreta, y que por medio de él su marido jamás se enteraría. También le recalcó que se encontraban solos, ya que la servidumbre incluso el mayordomo, tenían ese día libre como era costumbre en su finca, cosa que era mentira.
La pareja ya había entrado a la casa, mientras tanto a Mari le daban vueltas en su cabeza todo lo dicho por Benigno, ella era algo inocente en cuanto a su manera de actuar, pero no tonta. Sabía que oponerse a los requerimientos de Benigno, significaría el despido inmediato de su marido de la empresa, y la consiguiente perdida de todas las cosas que juntos habían logrado desde que se casaron. Mari se encontraba en un predicamento, o aceptaba el pedido de ese hombre y se acostaba con él, lo que la haría sentir como una puta, o bien se negaba y se resignaba a vivir en la honrada pobreza.
Ante tal dilema La chica le pidió a Benigno que le diera unos momentos para pensarlo, a lo que él muy caballerosamente aceptó, no sin antes decirle a tono de compromiso, que la carrera de su marido, en la empresa sería una de crecimiento rápido. Pasaron unos minutos, y Mari se presentó al salón donde Benigno se encontraba hablando por teléfono en esos momentos, tras colgar el aparato, le dijo a la chica. Era tu esposo, que va a demorar algo más de lo que pensaba ya que tiene que llegar a unos acuerdo con los lideres sindicales, y esto no se van reunir con él sino hasta mañana. Sacando fuerzas de flaquezas Mari vio a los ojos de Benigno y bajando el rostro le dijo únicamente, sí. El viejo parecía que se hubiera pegado el premio mayor de la lotería, su cara demostraba una alegría tremenda. Casi de inmediato comenzó a besar el bello rostro de la joven, la cual trataba de controlar su rechazo ante tal situación. Finalmente los delgados labios de Benigno se posaron sobre los carnosos labios de Mari, poco a poco el calor entre los dos fue en aumento, hasta el punto que a él su miembro se le había puesto erecto y presionaba con fuerza contra su pantalón, mientras desesperadamente besaba a la bella joven, por su parte Mari también comenzó a sentir los estragos de la excitación sexual, el serle infiel a su marido era algo que como a toda mujer le había pasado por la mente, pero el serlo era algo muy diferente y excitante, al grado que se dejó llevar por el calor del momento y dejó de reprimir sus nacientes deseos de ser follada por otro hombre que no fuera su amante esposo José.
Por debajo del sostén del biquini que ella estaba usando para tomar el sol en la piscina, sus pezones se notaban completamente erectos, el estar semi desnuda frente a ese extraño que la besaba con lujuria la excitaba más todavía. Las manos de Benigno como por arte de magia desataron los tres lazos que ajustaban las dos prendas al cuerpo de Mari, quedando esta completamente desnuda ante él. Mientras que con un brazo mantenía el cuerpo de la mujer contra el suyo, con el otro el hombre apartó algunos platos y cubiertos que se encontraban sobre la mesa del salón comedor. Tras lo cual levantó en vilo el delicado cuerpo de la joven, y la sentó sobre el mantel de brocados que se encontraba sobre la mesa, al tiempo que continuaban besándose apasionadamente los dos.
Benigno seguía besando a Mari con mucha pasión, pero lentamente comenzó a bajar su cuerpo y a medida que aun besaba la morena piel de la joven, su boca y lengua se detuvieron sobre los hermosos y parados pezones de la chica, cuando la lengua y boca del hombre comenzaron a chuparlos ella gemía de placer, las manos de Benigno acariciaban todas aquellas partes del cuerpo de Mari que estuvieran a su alcance, pero de forma suave, delicada sin ser brusco ni grosero. Benigno continuó bajando, y por breves momentos se detuvo su lengua sobre el plano vientre de ella, y su lengua la fue introduciendo dentro del ombligo de la mujer de su empleado, para luego continuar bajando al poso, que es como él se refería al coño de las mujeres con quien estaba.
Suavemente fue abriendo las piernas de la muchacha, y antes de que esta se diera cuenta de lo que realmente pasaba, ya el viejo le estaba pasando su lengua por el rosado clítoris de ella, Mari se encontraba sumamente mojada por dentro, sus flujos vaginales la tenían más que lubricada, por lo que se extrañó al sentir esa rara y deliciosa sensación sobre su clítoris, su marido jamás se le había ocurrido hacerle lo que Benigno le estaba haciendo en esos momentos, las manos de Mari se colocaron sobre la plateada cabellera de él, y con pasión desmedida enterraba la cara de Benigno contra su coño una y otra vez, el placer era único a tal grado que alcanzó un grupo de sabrosos orgasmos, sus gemidos eran más bien gritos de placer, en esos momentos Mari disfrutaba de algo nuevo en su vida, que la dejó verdaderamente agotada pero muy contenta y alegre.
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