El olor a café por la mañana despertó a Agustín quien se sentía desorientado, como quién duerme de una forma que en mucho tiempo no hacía.
Su novia ya no estaba, por los ruidos, estaría en la cocina. Lo que sí encontró fueron rastros de la noche anterior. Flashbacks de un sexo desenfrenado se le vinieron a la cabeza.
Ropa sexy de María decoraba el piso, manchones húmedos en la cama, hasta un pote de lubricante.
La evidencia era mucha. Agustín sentía que todo le daba vueltas, estaba confundido, incluso hasta resacoso. Qué había pasado?
Empezó a rastrear en su cabeza los hechos. Su mente lo llevó al mismo punto que ustedes conocen. Su novia está tragando la leche de un desconocido en su sala de jardín de infantes. En su lugar de trabajo.
Una verga enorme chorreante apoyada sobre la sonrisa de su tierna pareja.
María se masturba frente a ese tal Sebastián que ni se percata de que él aún sigue ahí viendo toda la escena.
Los dos amantes cruzan miradas de deseo, a pesar de haberse rendido a la tentación inclusive con un espectador, que es nada más y nada menos que la pareja de ella hace años.
Aún con los labios hinchados de petear semejante pija, María sonriente dijo "amor, vamos a casa todos juntos, dale?"
El inocente Agustín no reaccionó. Solo vió a su novia recorrer con tiernos besitos el glande de Sebastián mientras este intentaba subirse el pantalón aunque la dulzura de María lo impedía.
Ella guardó sus tetas, acomodó su ropa y se dirigió a la salida. Su novio los siguió de atrás como una cámara que sigue a los protagonistas. En silencio. Y en su caso, ocultando una erección.
María saludó a todo el mundo que se cruzó por el pasillo del colegio, siempre sonriente, siempre con mucha alegría.
Agustín como los nenes subió atrás en la camioneta mientras su novia, de copilota, no esperó a que arranque el auto para reencontrarse con ese vergon. Lo peteo durante todas las calles sin escrúpulos ni la mínima noción o importancia en que él la estaba viendo.
Quiso bajarse del auto muchas veces, pero en el único momento en que lo hizo, fué al llegar a su hogar, en donde de la mano, su novia llevaba a Sebastián. Guiándolo con el vaivén de su culo firme y tentador.
Por qué dejaba que esto pase? Ella lo amaba?
Esas preguntas fueron y vinieron en su cabeza.
Ella apenas entraron, le dió un beso a su novio casi adivinando lo que sucedía por su cabeza.
"Sé que te amo y sé que lo sabés. Si te hace mal, asimilalo un poquito acá y después entras. Dale?"
Ella llevó a Sebas a su habitación y cerró la puerta.
Agustín tenía la mirada perdida, pero su pija erecta. Estaba sumamente caliente, aunque también angustiado.
Buscaba respuestas, aunque lo único que hacía era intentar escuchar los ruidos que provenían de la habitación.
No se escuchaba mucho, apenas algunas risitas, algún que otro chirlo y silencios eternos.
Llegó sin recordar hasta una silla, se sentó y se sacó el pantalón. Cerró sus ojos y se empezó a masturbar con algunos sonidos entrecortados que se podían escuchar.
Un gemido que se dejaba escuchar ente esos amantes y la puerta, era un catalizador de placer para él. Hacía que su ritmo crezca. Su morbo se aumente.
Fué acercándose a la puerta por deseo de escuchar más. De tratar de imaginar distintas escenas.
Ya los gemidos eran clarísimos. Ella gritaba de placer. Hasta podía escuchar la pelvis de él estallar contra el cuerpo de ella. El azote de la cama contra la pared. Nalgadas que permitían imaginar esos dedos rojos marcados en su cola.
No pudo resistir más y abrió la puerta.
La mujer de su vida estaba en 4 mordiendo la sábana con la mirada a él, mientras esa pija enorme taladraba su culo sin clemencia. Ninguno de los dos se frenó. Él no existía. Su novia suplicaba que ese ritmo no pare ante él, mientras su macho le concedia sus deseos haciendo que esos muchos centímetros de carne entren y salgan sin restricciones por su ya dilatada cola.
Ella lo miró sonriente, tierna como siempre aunque su expresión era de la estrella porno más experimentada.
Su cadera, buscaba enterrarse esa pija lo más que podía. Sus gritos eran sinónimo de que lo estaba logrando.
"Llename de leche el culo por favor, quiero que mí novio vea cuánta leche me podes dejar"
Agustín no podía creer esas palabras, quiso decir algo pero estaba muy ocupado masturbándose con la escena.
"Te pido que me des tu leche hijo de puta, dame tu leche bien adentro"
"Dame lechita"
"Da...me..."
De golpe una fuerte embestida mientras ella jadeaba, anunció que estaba teniendo lo que tanto pidió. Revoleaba sus ojos para todos lados en señal que ella se estaba acabando mientras sentía la leche caliente dentro suyo.
Se iluminó su rostro de una sonrisa. Era una sonrisa que él no conocía en ella. Una extra a las mil que tenía por día.
Ella con la verga aún metida, arqueó su espalda y besó su amante apasionadamente mientras este masajeaba su cuerpo.
Se separó y mientras hilos de semen recorrían su pierna, se acercó a su novio y dulcemente agarró su pija, lo masturbó y él inmediatamente se acabó en su mano.
Ella limpió sus dedos con su boca y dejó ambos hombres desnudos, solos en la habitación mientras ella fué a limpiarse.
Sebastían por primera vez le dirigió la palabra. "Cómo coge la pendeja"
Agustín no respondió, qué le podía decir en ese momento?
Se quedó esperando a que llegue María.
Ella tomó su tiempo, mientras tanto, su amante se vistió y la esperó para un beso final. Se despidieron en la puerta del depto y ella volvió a abrazar a su novio por detrás. Aún desnudos. En el oído le dijo "te amo más que a nadie en el mundo, vení"
Lo llevó a la cama y con mucha pasión le chupó su pija, no por compensación, sino porque sentía verdadera pasión y amor por él. Se lo hizo notar en sus formas, sus miradas.
Agustín verdaderamente sentía ese amor que ella le decía.
Acabó en su boca, ella sonriente, lo acarició hasta dormirse hasta nuestro punto de inicio.
Momento en el que él, al verla entrar sonriente, desnuda y con la bandeja del desayuno para él, confirmó que se amaban.
Su novia ya no estaba, por los ruidos, estaría en la cocina. Lo que sí encontró fueron rastros de la noche anterior. Flashbacks de un sexo desenfrenado se le vinieron a la cabeza.
Ropa sexy de María decoraba el piso, manchones húmedos en la cama, hasta un pote de lubricante.
La evidencia era mucha. Agustín sentía que todo le daba vueltas, estaba confundido, incluso hasta resacoso. Qué había pasado?
Empezó a rastrear en su cabeza los hechos. Su mente lo llevó al mismo punto que ustedes conocen. Su novia está tragando la leche de un desconocido en su sala de jardín de infantes. En su lugar de trabajo.
Una verga enorme chorreante apoyada sobre la sonrisa de su tierna pareja.
María se masturba frente a ese tal Sebastián que ni se percata de que él aún sigue ahí viendo toda la escena.
Los dos amantes cruzan miradas de deseo, a pesar de haberse rendido a la tentación inclusive con un espectador, que es nada más y nada menos que la pareja de ella hace años.
Aún con los labios hinchados de petear semejante pija, María sonriente dijo "amor, vamos a casa todos juntos, dale?"
El inocente Agustín no reaccionó. Solo vió a su novia recorrer con tiernos besitos el glande de Sebastián mientras este intentaba subirse el pantalón aunque la dulzura de María lo impedía.
Ella guardó sus tetas, acomodó su ropa y se dirigió a la salida. Su novio los siguió de atrás como una cámara que sigue a los protagonistas. En silencio. Y en su caso, ocultando una erección.
María saludó a todo el mundo que se cruzó por el pasillo del colegio, siempre sonriente, siempre con mucha alegría.
Agustín como los nenes subió atrás en la camioneta mientras su novia, de copilota, no esperó a que arranque el auto para reencontrarse con ese vergon. Lo peteo durante todas las calles sin escrúpulos ni la mínima noción o importancia en que él la estaba viendo.
Quiso bajarse del auto muchas veces, pero en el único momento en que lo hizo, fué al llegar a su hogar, en donde de la mano, su novia llevaba a Sebastián. Guiándolo con el vaivén de su culo firme y tentador.
Por qué dejaba que esto pase? Ella lo amaba?
Esas preguntas fueron y vinieron en su cabeza.
Ella apenas entraron, le dió un beso a su novio casi adivinando lo que sucedía por su cabeza.
"Sé que te amo y sé que lo sabés. Si te hace mal, asimilalo un poquito acá y después entras. Dale?"
Ella llevó a Sebas a su habitación y cerró la puerta.
Agustín tenía la mirada perdida, pero su pija erecta. Estaba sumamente caliente, aunque también angustiado.
Buscaba respuestas, aunque lo único que hacía era intentar escuchar los ruidos que provenían de la habitación.
No se escuchaba mucho, apenas algunas risitas, algún que otro chirlo y silencios eternos.
Llegó sin recordar hasta una silla, se sentó y se sacó el pantalón. Cerró sus ojos y se empezó a masturbar con algunos sonidos entrecortados que se podían escuchar.
Un gemido que se dejaba escuchar ente esos amantes y la puerta, era un catalizador de placer para él. Hacía que su ritmo crezca. Su morbo se aumente.
Fué acercándose a la puerta por deseo de escuchar más. De tratar de imaginar distintas escenas.
Ya los gemidos eran clarísimos. Ella gritaba de placer. Hasta podía escuchar la pelvis de él estallar contra el cuerpo de ella. El azote de la cama contra la pared. Nalgadas que permitían imaginar esos dedos rojos marcados en su cola.
No pudo resistir más y abrió la puerta.
La mujer de su vida estaba en 4 mordiendo la sábana con la mirada a él, mientras esa pija enorme taladraba su culo sin clemencia. Ninguno de los dos se frenó. Él no existía. Su novia suplicaba que ese ritmo no pare ante él, mientras su macho le concedia sus deseos haciendo que esos muchos centímetros de carne entren y salgan sin restricciones por su ya dilatada cola.
Ella lo miró sonriente, tierna como siempre aunque su expresión era de la estrella porno más experimentada.
Su cadera, buscaba enterrarse esa pija lo más que podía. Sus gritos eran sinónimo de que lo estaba logrando.
"Llename de leche el culo por favor, quiero que mí novio vea cuánta leche me podes dejar"
Agustín no podía creer esas palabras, quiso decir algo pero estaba muy ocupado masturbándose con la escena.
"Te pido que me des tu leche hijo de puta, dame tu leche bien adentro"
"Dame lechita"
"Da...me..."
De golpe una fuerte embestida mientras ella jadeaba, anunció que estaba teniendo lo que tanto pidió. Revoleaba sus ojos para todos lados en señal que ella se estaba acabando mientras sentía la leche caliente dentro suyo.
Se iluminó su rostro de una sonrisa. Era una sonrisa que él no conocía en ella. Una extra a las mil que tenía por día.
Ella con la verga aún metida, arqueó su espalda y besó su amante apasionadamente mientras este masajeaba su cuerpo.
Se separó y mientras hilos de semen recorrían su pierna, se acercó a su novio y dulcemente agarró su pija, lo masturbó y él inmediatamente se acabó en su mano.
Ella limpió sus dedos con su boca y dejó ambos hombres desnudos, solos en la habitación mientras ella fué a limpiarse.
Sebastían por primera vez le dirigió la palabra. "Cómo coge la pendeja"
Agustín no respondió, qué le podía decir en ese momento?
Se quedó esperando a que llegue María.
Ella tomó su tiempo, mientras tanto, su amante se vistió y la esperó para un beso final. Se despidieron en la puerta del depto y ella volvió a abrazar a su novio por detrás. Aún desnudos. En el oído le dijo "te amo más que a nadie en el mundo, vení"
Lo llevó a la cama y con mucha pasión le chupó su pija, no por compensación, sino porque sentía verdadera pasión y amor por él. Se lo hizo notar en sus formas, sus miradas.
Agustín verdaderamente sentía ese amor que ella le decía.
Acabó en su boca, ella sonriente, lo acarició hasta dormirse hasta nuestro punto de inicio.
Momento en el que él, al verla entrar sonriente, desnuda y con la bandeja del desayuno para él, confirmó que se amaban.
2 comentarios - Maria la santa (8)