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La dependienta

La dependienta

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**Doble Vida**

María cerraba la pequeña tienda de antigüedades en el centro de Madrid con su habitual sonrisa amable. Los clientes del día la conocían como la dependienta servicial, siempre dispuesta a ayudar con una charla amena. Pero lo que nadie sabía era que, tras la puerta trasera del local, María llevaba una vida secreta que la hacía sentir viva de una manera que su rutina diaria nunca podría.

Al terminar su turno, María se dirigía a un pequeño apartamento situado justo encima de la tienda. Allí, en una habitación iluminada por luces suaves y decorada con sensuales cortinas de seda, se transformaba en "Luna", su alter ego en una popular página de webcams. Era su escape, su manera de explorar una faceta de sí misma que nunca había mostrado a nadie más.

Esa noche, mientras encendía las cámaras y ajustaba el micrófono, María sintió una oleada de emoción. Sabía que, en unos minutos, estaría frente a una audiencia que la adoraba, que la deseaba. Se colocó un vestido negro ajustado que resaltaba cada curva de su cuerpo, y se sentó frente a la pantalla.

"Bienvenidos, chicos", susurró con una voz seductora que contrastaba con su tono habitual en la tienda. Los mensajes comenzaron a aparecer en la pantalla, llenos de halagos y deseos. María, o Luna, respondía con una sonrisa pícara, dejando que sus manos acariciaran suavemente su piel mientras interactuaba con sus seguidores.

Pero esa noche era diferente. Entre los nombres de los usuarios, uno le resultó familiar: "Anticuario23". Era un cliente habitual de la tienda, un hombre atractivo y misterioso que siempre parecía observarla con más interés del necesario. María sintió un escalofrío al darse cuenta de que él la había descubierto.

"Luna, eres increíble", escribió Anticuario23. "Pero prefiero llamarte María."

Ella contuvo la respiración. ¿Cómo lo sabía? Antes de que pudiera reaccionar, otro mensaje apareció: "Baja a la tienda. Te espero."

María dudó por un momento, pero la curiosidad y la excitación la impulsaron a apagar la cámara y bajar las escaleras. Allí, en la penumbra de la tienda, estaba él, con una sonrisa que combinaba picardía y deseo.

"Sabía que eras tú", dijo él, acercándose lentamente. "Nunca pude resistirme a tu mirada en la tienda, pero ahora... ahora sé que no puedo resistirme a ti."

María no pudo evitar sonreír. La tensión entre ellos era palpable, y cuando sus labios finalmente se encontraron, fue como si toda la energía acumulada en sus vidas secretas estallara en un solo momento. Esa noche, en la pequeña tienda del centro de Madrid, María descubrió que su doble vida podía ser más emocionante de lo que jamás había imaginado.

2 comentarios - La dependienta

Pervberto +1
Siempre pensé que la fría belleza de las tiendas de antigüedades escondía pasiones y lascivias secretas. Este excelente relato ilustrado lo confirma.
Nudedrawgirl +1
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swinerilout1972
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