Entreabrí mis piernas, para permitirle que sus dedos me intrusearan aún más profundamente, él no tuvo reparos en avanzar y en un instante me tenia clavados dos de sus gruesos y negros dedos en la concha, en tanto por el culo me penetraba con un dedo de su otra mano, refregándomelos deliciosamente. En ese momento yo tenia verdaderamente encharcada mi golosa concha.
Aquel hirviente juego se prolongo por espacio de largos minutos. Cuando a él le pareció que ya me había intruseado lo suficiente mis entradas, se acomodo arrodillado entre mis muslos y comenzó a refregarme la dura protuberancia de su glande, justo a la entrada de mi vulva, me froto deliciosamente mi gruta, mientras por momentos daba algunos pequeños enviones había adelante insertando toda la cabezota de su aparato en mi concha, enseguida me lo extraía y lo cargaba sobre mi clítoris con movimientos del coito.
Aquello le dio el resultado que deseaba haciéndome aullar de placer, en ese instante dirigió su potente verga hacia direcciones más recónditas, colocándomelo justo sobre mi ano que palpitaba bajo mi chorreante vulva. Era obvio lo que él deseaba hacer, y ¿Quien era yo para impedírselo?.
El tomó mis piernas y las acomodo sobre sus firmes y fuertes hombros, dejando mi culo totalmente expuesto y en posición. Acomodo con la mano el brillante glande, justo sobre mi arrugado agujero y comenzó a golpetearlo en un rítmico y lascivo movimiento.
En mi cabeza fluían ardientes y desafiantes pensamientos, "dale no más que te lo voy a aguantar entero por el culo". Sin despreocuparse de sus preparativos, me miro y me dijo:
-¡Te la voy a clavar hasta llenarte el estomago!
-¡Te voy a pegar la follada, que andas buscando desde que te parieron!
Espere aguantando mis temores. Algo me decía que solo debía dejarlo hacer sin resistirme a lo inevitable. Me agarro por la cintura, y encajo su bestial miembro justo en mi abertura anal. Yo solo estaba a la expectativa. Sentirlo en mi portón anal empujando con fuerza, me causo una serie de escalofríos. Cerré los ojos y espere el ataque decisivo, intentando prepararme para resistir aquellas terribles embestidas, que buscaban encajar el oscuro glande en mi ojete anal.
Entonces dirigió su ataque ajusto al medio de mi trasero. Empezó poco a poco a introducirme el aparato entre mis nalgas, mientras sonreía con una lujuriosa expresión en su rostro. Finalmente separo mis nalgas con sus manos y me penetro el culo por completo con aquel terrible aparato, con vehemencia introdujo la totalidad de su estaca entre los pliegues de mi orificio trasero.
Comenzó a darse el gusto, empujando decididamente y proporcionándome una entrada a fondo. Solté un irreprimible quejido y mis nalgas se tensaron en un vano intento por ofrecer resistencia al voluminoso invasor, pero lo único que logre al apretar mis glúteos, fue aumentar el placer que él sintió, pues la sodomitica unión se hizo aun más estrecha. El desgraciado totalmente ajeno al dolor que me pudiera provocar sus clavadas comenzó a bombear en mi culo, intentando profundizar en mi recto en cada embestida.
El negro se sentía feliz y lo reflejaba en su rostro, era obvio que estaba gozando a mares mientras su terrible aparato incursionaba en las profundidades de mi trasero. Mientras él intentaba profundizar en mi recto, me decía:
-¡Tengo que reconocer que tienes un culito delicioso!
-¡Me quema la verga y me la estruja!
-¡Tienes las carnes deliciosas y tu culito se ajusta a mi verga como un guante!
El temible aparato siguió taladrandome el culo, entrando un poco más cada vez y deslizándose en mi estrecha cueva, que cedía al paso de tan impetuoso visitante. Pasada la primera impresión, comencé a cooperar moviendo lo que podía mis caderas, mientras él seguía embistiendo con fuerza, mientras me decía:
-¡Eso es putita blanca, muéveme el culo para que te folle como se debe!
-¡Te lo voy a enterrar hasta sacártelo por la garganta!
No puedo explicar como, pero la verdad es que de pronto comencé a estremecerme en un infinito orgasmo. Me tensé de una manera incontrolable, intente olvidar las molestias que aún quemaban mi ano y me consumí en un terrible clímax. Mi cuerpo se curvo hacia el negro permitiendo que su estaca profundizara aún más en mi recto, en un gesto que parecía que deseaba fundirme con él.
Cuando él percibió que yo me estaba corriendo, me siguió embistiendo el culo mientras comentaba:
-¡Te estas meando de gustito putita rica!
-¡Ah, como me la aprietas!
-¡Eres una puta muy folladora!
Sus penetraciones se hicieron más lentas pero mucho más profundas, cargando hasta el fondo; el negro sudaba a raudales, goteaba como una regadera bañando mis tetas y mi pelvis con su transpiración. Era un polvo realmente salvaje, animal, en donde yo lo único que tenia que hacer era soportar sus apasionadas arremetidas, que golpeaban con fuerza mis nalgas, haciendo estremecer mis intestinos.
Desde mi posición podía apreciar, como me lo metía dejando apenas sus huevos afuera, me costaba aceptar que ese tremendo aparato sexual se pudiera enterrar en toda su extensión en mi agujero trasero, pero la realidad de lo que veía, era que eso era cierto.
A esas alturas el culo me ardía terriblemente, pero a la vez me sentía como hechizada por la lujuria de ese macho de ébano que me estaba dando con toda su pasión. Todo mi pelo pubico se hallaba mojado de caldos eróticos, y mi abertura vaginal rezumaba de manera increíble, haciendo deslizar por entre mis inflamados labios vaginales un constante hilillo de jugos.
Sus vaivenes anales eran cada vez más contundentes, en tanto sus manos se aferraban a mis esponjosas tetas, arremetiendo sin cesar en mi culo. En los pocos segundos y aunque parezca increíble, mi lujuria se apodero de mí, mientras sentía un masoquista placer, muy pronto otra vez mi clímax me consumió y me corrí febrilmente en un segundo orgasmo, que me hizo gritar, gemir, putear y revolcarme totalmente fuera de si.
Justo en ese momento, sentí que el negro empujaba todo su terrible miembro en mi culo y lo revolcaba en mis entrañas, mientras comenzaba a correrse. Pude sentir nítidamente como mis intestinos recibían sucesivas erupciones de semen, que me inundaban entera por dentro.
Se refregó dentro de mi ano, hasta que vació todo el espeso contenido de sus testículos, hasta la ultima gota, solo entonces, me lo saco del culo. Con aire satisfecho me quedo mirando y me dijo:
-¡Estas muy deliciosa chica!
-¡Me encantaría quedarme para gozarte otro poco, pero lamentablemente no puedo!
Me besó apasionadamente en la boca mientras seguía con su verga dentro de mí y poco a poco empezó a sacarla, conforme la iba sacando, sentía como me iba vaciando por dentro, me faltaba algo y era su pene, cuando lo terminó de sacar, comenzó a brotar y a escurrir su semen, resbalando por mis nalgas, combinado con rastros de sangre de la fricción y supongo que de los desgarres que tenía por la cogida y también materia fecal que estaba al fondo de mi intestino y que el negro había logrado remover.
Me quedé acostada con las piernas abiertas descansando mientras mi culito drenaba el semen, la sangre y la materia fecal, ya que no me había hecho un lavado anal, porque no esperé que me fuera a coger por detrás, pero estaba muy fatigada y orgasmesda para preocuparme por eso cuando ya me había acomodado las tripas y me había dado para llevar
Se dirigió al baño y mientras yo intentaba recuperarme, todavía tirada sobre la cama, sentí como el se duchaba. En seguida salió radiante del baño comenzó a vestirse y mientras conversaba animadamente, de pronto me dijo:
-¡Tienes a la mano mi regalo!
De verdad que me sentí mal, pero no me quedo más alternativa que ir a buscar mi cartera y sacar los US$20, acordados, se los entregue y él mientras los recibía me dio unos cuantos manoseos a las nalgas y me dijo:
-¡Cuándo quieras más candela ya sabes donde encontrarme!
Me beso otro par de veces y salió tan alegre como había llegado.
Regresé a la cama que estaba completamente mojada, se observaba las manchas de sangre y de materia fecal, después de un rato de descansar me levanté y las quité para que al siguiente día me las cambiarán.
Al día siguiente tras regresar de la playa noté que ya me habían hecho el servicio al cuarto y que las sábanas que estaban llenas de mis fluidos ya no estaban, supuse que ya se las habían llevado y que por ende se dieron cuenta que a alguien le rompieron el culo y la empalmaron la noche anterior.
Aquel hirviente juego se prolongo por espacio de largos minutos. Cuando a él le pareció que ya me había intruseado lo suficiente mis entradas, se acomodo arrodillado entre mis muslos y comenzó a refregarme la dura protuberancia de su glande, justo a la entrada de mi vulva, me froto deliciosamente mi gruta, mientras por momentos daba algunos pequeños enviones había adelante insertando toda la cabezota de su aparato en mi concha, enseguida me lo extraía y lo cargaba sobre mi clítoris con movimientos del coito.
Aquello le dio el resultado que deseaba haciéndome aullar de placer, en ese instante dirigió su potente verga hacia direcciones más recónditas, colocándomelo justo sobre mi ano que palpitaba bajo mi chorreante vulva. Era obvio lo que él deseaba hacer, y ¿Quien era yo para impedírselo?.
El tomó mis piernas y las acomodo sobre sus firmes y fuertes hombros, dejando mi culo totalmente expuesto y en posición. Acomodo con la mano el brillante glande, justo sobre mi arrugado agujero y comenzó a golpetearlo en un rítmico y lascivo movimiento.
En mi cabeza fluían ardientes y desafiantes pensamientos, "dale no más que te lo voy a aguantar entero por el culo". Sin despreocuparse de sus preparativos, me miro y me dijo:
-¡Te la voy a clavar hasta llenarte el estomago!
-¡Te voy a pegar la follada, que andas buscando desde que te parieron!
Espere aguantando mis temores. Algo me decía que solo debía dejarlo hacer sin resistirme a lo inevitable. Me agarro por la cintura, y encajo su bestial miembro justo en mi abertura anal. Yo solo estaba a la expectativa. Sentirlo en mi portón anal empujando con fuerza, me causo una serie de escalofríos. Cerré los ojos y espere el ataque decisivo, intentando prepararme para resistir aquellas terribles embestidas, que buscaban encajar el oscuro glande en mi ojete anal.
Entonces dirigió su ataque ajusto al medio de mi trasero. Empezó poco a poco a introducirme el aparato entre mis nalgas, mientras sonreía con una lujuriosa expresión en su rostro. Finalmente separo mis nalgas con sus manos y me penetro el culo por completo con aquel terrible aparato, con vehemencia introdujo la totalidad de su estaca entre los pliegues de mi orificio trasero.
Comenzó a darse el gusto, empujando decididamente y proporcionándome una entrada a fondo. Solté un irreprimible quejido y mis nalgas se tensaron en un vano intento por ofrecer resistencia al voluminoso invasor, pero lo único que logre al apretar mis glúteos, fue aumentar el placer que él sintió, pues la sodomitica unión se hizo aun más estrecha. El desgraciado totalmente ajeno al dolor que me pudiera provocar sus clavadas comenzó a bombear en mi culo, intentando profundizar en mi recto en cada embestida.
El negro se sentía feliz y lo reflejaba en su rostro, era obvio que estaba gozando a mares mientras su terrible aparato incursionaba en las profundidades de mi trasero. Mientras él intentaba profundizar en mi recto, me decía:
-¡Tengo que reconocer que tienes un culito delicioso!
-¡Me quema la verga y me la estruja!
-¡Tienes las carnes deliciosas y tu culito se ajusta a mi verga como un guante!
El temible aparato siguió taladrandome el culo, entrando un poco más cada vez y deslizándose en mi estrecha cueva, que cedía al paso de tan impetuoso visitante. Pasada la primera impresión, comencé a cooperar moviendo lo que podía mis caderas, mientras él seguía embistiendo con fuerza, mientras me decía:
-¡Eso es putita blanca, muéveme el culo para que te folle como se debe!
-¡Te lo voy a enterrar hasta sacártelo por la garganta!
No puedo explicar como, pero la verdad es que de pronto comencé a estremecerme en un infinito orgasmo. Me tensé de una manera incontrolable, intente olvidar las molestias que aún quemaban mi ano y me consumí en un terrible clímax. Mi cuerpo se curvo hacia el negro permitiendo que su estaca profundizara aún más en mi recto, en un gesto que parecía que deseaba fundirme con él.
Cuando él percibió que yo me estaba corriendo, me siguió embistiendo el culo mientras comentaba:
-¡Te estas meando de gustito putita rica!
-¡Ah, como me la aprietas!
-¡Eres una puta muy folladora!
Sus penetraciones se hicieron más lentas pero mucho más profundas, cargando hasta el fondo; el negro sudaba a raudales, goteaba como una regadera bañando mis tetas y mi pelvis con su transpiración. Era un polvo realmente salvaje, animal, en donde yo lo único que tenia que hacer era soportar sus apasionadas arremetidas, que golpeaban con fuerza mis nalgas, haciendo estremecer mis intestinos.
Desde mi posición podía apreciar, como me lo metía dejando apenas sus huevos afuera, me costaba aceptar que ese tremendo aparato sexual se pudiera enterrar en toda su extensión en mi agujero trasero, pero la realidad de lo que veía, era que eso era cierto.
A esas alturas el culo me ardía terriblemente, pero a la vez me sentía como hechizada por la lujuria de ese macho de ébano que me estaba dando con toda su pasión. Todo mi pelo pubico se hallaba mojado de caldos eróticos, y mi abertura vaginal rezumaba de manera increíble, haciendo deslizar por entre mis inflamados labios vaginales un constante hilillo de jugos.
Sus vaivenes anales eran cada vez más contundentes, en tanto sus manos se aferraban a mis esponjosas tetas, arremetiendo sin cesar en mi culo. En los pocos segundos y aunque parezca increíble, mi lujuria se apodero de mí, mientras sentía un masoquista placer, muy pronto otra vez mi clímax me consumió y me corrí febrilmente en un segundo orgasmo, que me hizo gritar, gemir, putear y revolcarme totalmente fuera de si.
Justo en ese momento, sentí que el negro empujaba todo su terrible miembro en mi culo y lo revolcaba en mis entrañas, mientras comenzaba a correrse. Pude sentir nítidamente como mis intestinos recibían sucesivas erupciones de semen, que me inundaban entera por dentro.
Se refregó dentro de mi ano, hasta que vació todo el espeso contenido de sus testículos, hasta la ultima gota, solo entonces, me lo saco del culo. Con aire satisfecho me quedo mirando y me dijo:
-¡Estas muy deliciosa chica!
-¡Me encantaría quedarme para gozarte otro poco, pero lamentablemente no puedo!
Me besó apasionadamente en la boca mientras seguía con su verga dentro de mí y poco a poco empezó a sacarla, conforme la iba sacando, sentía como me iba vaciando por dentro, me faltaba algo y era su pene, cuando lo terminó de sacar, comenzó a brotar y a escurrir su semen, resbalando por mis nalgas, combinado con rastros de sangre de la fricción y supongo que de los desgarres que tenía por la cogida y también materia fecal que estaba al fondo de mi intestino y que el negro había logrado remover.
Me quedé acostada con las piernas abiertas descansando mientras mi culito drenaba el semen, la sangre y la materia fecal, ya que no me había hecho un lavado anal, porque no esperé que me fuera a coger por detrás, pero estaba muy fatigada y orgasmesda para preocuparme por eso cuando ya me había acomodado las tripas y me había dado para llevar
Se dirigió al baño y mientras yo intentaba recuperarme, todavía tirada sobre la cama, sentí como el se duchaba. En seguida salió radiante del baño comenzó a vestirse y mientras conversaba animadamente, de pronto me dijo:
-¡Tienes a la mano mi regalo!
De verdad que me sentí mal, pero no me quedo más alternativa que ir a buscar mi cartera y sacar los US$20, acordados, se los entregue y él mientras los recibía me dio unos cuantos manoseos a las nalgas y me dijo:
-¡Cuándo quieras más candela ya sabes donde encontrarme!
Me beso otro par de veces y salió tan alegre como había llegado.
Regresé a la cama que estaba completamente mojada, se observaba las manchas de sangre y de materia fecal, después de un rato de descansar me levanté y las quité para que al siguiente día me las cambiarán.
Al día siguiente tras regresar de la playa noté que ya me habían hecho el servicio al cuarto y que las sábanas que estaban llenas de mis fluidos ya no estaban, supuse que ya se las habían llevado y que por ende se dieron cuenta que a alguien le rompieron el culo y la empalmaron la noche anterior.
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