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Placer anal

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Tantas historias distitntas para contar, en tantas ciudades del mundo... Hoy elegi esta, no por nada en particular, sino que es algo distinto a lo que solemos leer normalmente, pero es entretenidamente caprichosa, por asi decirlo... Buenos Aires, capital de muchas historias caprichosas si las hay...

Esta es la historia que me conto un amigo, de algo que le paso hace unos cuantos años atrás.

Recien se estaba poniendo de moda internet, y alguna que otra red social, estaban en auge los famosos locutorios, donde habia muchas personas usando internet, una sentada al lado de la otra...

“Trabajaba en el barrio de Palermo en esa época, a unas pocas cuadras de la denominada ZONA ROJA, que eran unas cuantas cuadras en donde estaban todas las travestis juntas. Estaban todas en la calle, esperando que pasen los clientes por ahí en auto y las levanten, para pasar buenos momentos.

Yo siempre me preguntaba ¿qué le veían? Habiendo tantas putas… pero cada año había más y más travestis. Era evidente que algo tenían, sino no tendrían tanta demanda. Pero yo seguía sin comprenderlo.

Con mis amigos, de vez en cuando, salíamos y nos íbamos de putas, como le decíamos en ese entonces. Nos juntábamos unos 4 o 5, para salir y terminábamos en algún puterío, que básicamente, no era otra cosa que un departamento con muchas habitaciones, en donde había muchas putas, cada uno pasaba y elegía una, con la iba a pasar la siguiente hora (o media hora, dependiendo de lo que querías pagar).

Paralelamente a todo esto, yo comenzaba a descubrir algo que por vergüenza no se lo contaba a nadie, y era que sentía placer al meterme cosas por el culo. Comencé despacio con un palo de escoba, luego seguí con alguna banana, algún pepino, y cosas así… Todas por supuesto recubiertas con un preservativo.

En esa época contar algo así era sinónimo de ser gay, o puto, como solían decirle en ese entonces. Pero a mí me seguían gustando las mujeres, me sentía verdaderamente atraído por ellas, y disfrutaba mucho coger con ellas, ya sean novias o putas, lo disfrutaba…

Pero no podía negar que también disfrutaba recibir algo por atrás, era algo que también me gustaba, pero no lo podía comentar con nadie, no se lo podía contar a nadie, por miedo a ser excluido de mi grupo de amigos.

Una fin de semana por la tarde, después de buscar en el famoso Rubro 59 (en esa época era la única manera de buscar putas o travestis, en avisos en el diario, y ese era el rubro 59) me decidí finalmente a visitar un departamento.

Llamé por teléfono y me atendió directamente la travesti, le pregunté y me dijo que vaya a su departamento, que estaba en Palermo, diciéndome que la iba a pasar bárbaro con ella. Así que junté fuerza y partí hacia lo desconocido… eso que siempre me llamaba la atención…

Finalmente llegué al lugar, toque timbre y bajó a abrirme un muchacho de mi edad, tendría unos 20 años, y si bien estaba vestido de hombre, tenía los gestos y la forma de hablar de una mujer.

Llegamos al departamento y nos atendió la travesti, me alegré al saber que la persona que me había ido a abrir no era la travesti, ya que era menudito y muy flaquito, y las travestis que yo solía ver en la zona roja eran voluptuosas, grandes, de tetas enormes y culos grandes y bien duros.

Mailen: Hola, bienvenido a mi departamento.

Yo: Muchas gracias.

Mailen: Adelante, pasa y ponete cómodo.

Yo no sabía que hacer, en las películas, ponerse cómodo era sinónimo de ponerse en bolas, pero Mailen supo guiarme en todo momento.

Mailen: Vos me llamaste hace un ratito, y me dijiste que jamás habías estado con una travesti, ¿no?

Yo: si, fui yo.

Yo era demasiado tímido, y en un departamento que no conocía, rodeado de gente que tampoco conocía, y encima a punto de debutar con una travesti… era una catarata de nervios.

Mailen: Vení conmigo, pasa por acá, vamos a mi habitación.

Me tomo de la mano, seguramente notando mis nervios y mi timidez.

Mailen: Así que nunca estuviste con una travesti entonces, ¿Cómo te imaginas que es?

Yo: No sé, siempre las veo cuando paso por la zona roja, pero nunca estuve con ninguna.

Mailen: Y tenés dudas y viniste a ver como es, ¿no?

Yo: sí. – Más tímido que nunca –

Mailen: Viniste al lugar correcto cariño – Me decía mientras se sacaba la ropa, llevaba una camisa blanca con un escote enorme, que dejaba ver esas enormes tetas que tenía, y se bajaba el vaquero ajustado que tenía, quedando en corpiño y bombachita, ambos blancos – Te gusta lo que ves, ¿no?

Se acercó a mí, y me ayudó a sacarme la ropa también, afuera remera y pantalón, medias y zapatillas, solo quedaba mi slip.

Mailen: Sacatelo bebé, no tengas vergüenza, que yo hace rato trabajo de esto, y vi de todo, desde la pija mas grande, hasta la más chiquita.

Con más vergüenza que nunca, me baje la ropa interior, dejando al aire finalmente mi pijita, que es muy chiquitita. Ella se asombró un poco, dio un paso hacia mí y me la agarró con dos dedos, diciéndome que era más chiquita de lo que ella pensaba, pero que no me preocupe.

Mailen: ¿Que querés hacer bebé? – Me preguntaba mientras se sacaba el corpiño y dejaba unas tetas enormes al aire, y se bajaba la tanguita, y dejaba que la verga, que no parecía grande, recuperara su tamaño normal, que así dormida y todo, era dos o tres veces más grande que la mía – ¿Que tenés ganas de hacer entonces?

Yo no sabía que decir, entre mi timidez y la vergüenza, estaba paralizado, desnudo, con mi pijita al aire, enfrente de una mujer que era un verdadero monumento, y me salió simplemente decirle:

Yo: Quiero ser tu puta…

Bastó que le diga eso, para que ella me tome de los hombros con ambas manos, y me empuje suavemente hacia abajo. Cuando me arrodillé, quedé al lado de su pija, que aun estaba dormida. Ella la agarró con la mano y comenzó a golpearme en los labios con su pija muerta.

Mailen: Agarrala vos, y chupámela.

Yo la tomé con mi mano y pude notar como había comenzado a crecer. Ya era otra cosa, debía medir unos 14 centímetros aproximadamente, y comencé a besársela toda, por los costados, por arriba y abajo. En un momento ella me la sacó de las manos y la agarro, la levantó y me dijo que le chupe los huevos, cosa que hice sin saber muy bien como hacerlo, pasé mi lengua delicadamente por sus huevos y un poquito mas atrás, sin llegar a su ano, volvía a sus huevos y los seguía besando, hasta que soltó la pija y a pesar de que yo esperaba que cayera sobre mi cara, nunca cayo, ya que estaba bien parada.

La tomé con una mano, esta vez ya tenía la cabeza afuera, le besé el glande suavemente y volví a besarle los costados, y fue ahí que me di cuenta… había crecido bastante más, ya no era esa pija de 14 centímetros que yo recordaba hacía apenas un ratito, ahora era una muy buena verga, de entre 20 y 22 centímetros aproximados, era enorme.

Mailen me pregunto si me había higienizado correctamente para lo que venía, no sabía que contestarle, así que me llevó al baño y me dijo que me lave con el bidet, en potencia máxima. Eso hice, y en un minuto ya estaba afuera nuevamente con ella, parado al lado de ella, con su pija en mi mano, como si estuvieran imantados.

Ella me dijo que me ponga en 4, con las rodillas en la cama, yo sabía perfectamente lo que se venía, y ya quería probarlo. Le dije que tenga cuidado que era virgen de mi culito. Mailen se sonrió.

Mailen: Este culito no es virgen bebé.

Yo: Si, nunca me cogieron, solo me metí algunas cositas.

Mailen: No tengas miedo, que no te va a doler.

Y diciendo esto, sentí un dedo jugando en la entrada de mi culo, presionando hasta ingresar. Luego vino el segundo, cosa que pareció no costarle absolutamente nada de trabajo.

Mailen: Te lo dije, no va a ser tan difícil, vos relajate y disfrutá.

Se paró atrás y me puso la punta de la pija en la entrada del culo, y comenzó a empujar. No voy a negar que dolía, pero debo admitir que no dolía tanto como yo me lo imaginaba. Despacio me siguió metiendo la pija, un poquito más adentro y paraba unos segundos, y así iba repitiendo la maniobra, entraba un poquito y paraba, y así lo hizo varias veces, hasta que después de lo que fue la ultima vez que paraba, la comenzó a sacar, y luego a meter de nuevo, y así comenzó un mete y saca suave…

Su pija entraba y salía varios centímetros, cada vez más rápido, hasta que comenzó a cogerme con una pasión que no me la esperaba. Cada embestida que me daba me empujaba más y más hacia adelante, y terminé acostado en la cama, con ella arriba mío, y seguía cogiéndome con todo, me la seguía metiendo rápido y hasta el fondo, y me comenzó a doler, sentía un pinchazo adentro, parecía que me estaba tocando las tripas.

Puse mi mano entre su pija u mi culo, como para evitar que me la enterrara hasta el fondo, y evitar ese dolor agudo que sentía. Ella me agarró de la cintura y me levantó hasta que volvimos a quedar en 4, esta vez me la metió hasta el fondo y sentí sus huevos chocando contra mi culo, pero ahí se quedó, con toda su pija enterrada adentro mío, y apoyo sus tetas en mi espalda… en ese momento sentí lo que hasta hoy defino como una de las mejores sensaciones del mundo, tener las tetas apoyadas en la espalda mientras sentía su pija adentro… fue lo más de lo más para mi…

Estuvimos así unos segundos, pegaditos espalda con tetas, hasta que comenzó a moverse nuevamente, la sacaba y la metía, volviendo a recuperar la velocidad y la intensidad del principio, y así me siguió cogiendo durante unos minutos, hasta que sentí como se tensaba ella, y con cada estocada acababa más y más… Y volvió a caer sobre mi espalda, apoyando esas magníficas tetas nuevamente sobre mí… que delicia…

Después de un ratito comenzó a sacármela del culo, y sentí que me ardía bastante, pero al ver el tamaño de su pija nuevamente, pensé como hice para soportar semejante trozo de carne adentro…

Recuerdo que miraba esa pija enorme, mientras se sacaba el preservativo, y pude ver que había largado bastante leche adentro. Se fue a higienizar al baño y volvió y se acostó al lado mío. Me agarro la pijita con dos dedos apenas, el dedo gordo por abajo y el índice arriba, preguntándome si yo no había acabado, y como le dije que no, comenzó a masturbarme con solo esos dos dedos.

Eso me dio mucho morbo, ella tenía una mano grande, y apenas con dos dedos le alcanzaba para poder masturbarme, ya que ese era el largo total de mi pijita, un dedo abajo y otro arriba. Comenzó a decirme que le gustó cogerme, que yo tenía un culo hermoso, y otras cosas, que hicieron que yo no aguante más, y acabé como un caballo… largando más leche que de costumbre, sobre su mano.

Ella se sonrió, y se fue a lavar al baño, me dijo que haga lo mismo, así que me levanté y me fui a higienizar al baño, y una vez terminado, me vestí y me fui para casa.

Recuerdo que me dolía bastante el culo ese día, y al otro día también, pero son cosas que pasan, después de recibir semejante pija, era lógico que me iba a quedar doliendo el culo, pero en el fondo el dolor me hacía recordar a Mailen, así que era algo ambiguo, que si bien me hacía doler, por otro lado me hacía recordarla a ella, y eso era un placer…”

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