Hace unos días mis vecinos me pidieron dinero prestado para comprarse unas dosis de vicio. A mí no es que me sobre el dinero, pero pienso que cuando yo lo necesite aquellos a los que ayudé se verán forzados a devolverme el favor. Y no estaba tan equivocado.
El sábado llegué a la casa con ganas de fumar un poco y me hacía falta dinero para acompletar una buena cantidad, así que pensé en cobrarme el favor. Y justo cuando iba llegando al último piso (donde están mi cuarto y el de los vecinos) me encontré en las escaleras con Viridiana, la novia de uno de los vecinos, que también me había pedido 50 pesos para pagar el vicio de su novio y el suyo.
Antes ya habíamos tenido un encuentro furtivo en donde me regaló unos cigarros a escondidas de su novio y su familia, debido a que son mamones para compartir. Yo estaba fumando en mi cuarto cuando tocaron la puerta y al abrir era ella con un par de cigarros, susurrándome que no hiciera ruido y que dijera nada para que no se enteraran sus conocidos. Allí se nos presentamos intercambiando nombres y, con un apretón de manos que pareció más una caricia de ambos a la mano del otro, nos despedimos de ese efímero encuentro.
Luego de coincidir en las escaleras y de pedirle el dinero que le había prestado, me dijo que no lo tenía justificándose con que estaba en espera de un depósito que no llegaba, aún después de presionar al debido responsable a lo largo del día. Me seguí hasta su cuarto para pedirle a su novio su respectivo préstamo, quien terminó pidiéndome de nuevo para otra dosis. Compré lo mío y me encerré en mi cuarto a fumar y beberme un par de caguamas.
La noche transcurría normal, y yo cada vez estaba más puesto, lo cual se traduce a que el morbo y la perversión iban tomando protagonismo. Mi comenzaba a imaginar todo tipo de fantasías sexuales, involucrando a todas esas chicas que veía durante el día, ya sea que fueran clientas del bar en el que trabajo, o incluso que sólo pasaran por afuera del local. En esos momentos no importa el físico, ni mucho menos la actitud, si me habia provocado la más mínima reacción de morbo, ambas cabezas las recordaban y era capaz de involucrarlas en situaciones de riesgo, como encontrarlas solas en la oscuridad de la noche y abusar de ellas para sacarles lo putita que llevan dentro.
En medio de esos pensamientos de depravación, tocaron a la puerta, y al abrir, era Viridiana, la novia del vecino. Aprovechando que su gente dormía, venía a confesarme que no podrían pagarme el préstamo que les había hecho. Supongo que me notó un tanto alterado porque su reacción fue pedirme un trago de cualquier cosa que yo estuviera tomando, así que le ofrecí un trago de cerveza y la invité a pasar, a lo cuál no dudo ni dos segundos y se metió a mi cuarto. Me dijo que ellos pensarían que se había a su casa, así que no la buscarían conmigo.
Al ver mi dotación de sustancias en la mesa no dudo en pedirme que le invitara y con gusto accedí. Empezó a consumir todo lo que había como si luego de eso se terminaran las drogas en el mundo, así que no tardó más de 15 minutos en cruzarse con las sustancias y empezar a soltarse con absoluta confianza, más de la que de por sí yo le transmitía. Cuando caí en cuenta ya tenía sus piernas apoyadas sobre las mías y no paraba de hablar. Comencé a acariciarle las piernas y lal no sentir resistencia, la única manera que hubo para callarla fue besándola.
Sin despegar nuestros labios se me montó encima y comenzó a moverse como si tuviera comezón en la vagina, mientras nuestras lengas comenzaban a salivar tanto que quedamos empapados de la boca. Le fui quitando la ropa hasta encuerarla y hacerla modelarme su cuerpecito como putita de Club Nocturno. Me bailaba al ritmo de la música y yo no perdí el tiempo para manosearla completita.
Solita se puso de rodillas y comenzó a mamar como si hubiera nacido para eso, como una verdadera puta hambrienta de verga. Y yo, con ganas de sacarle lo zorra y hacerla mi perrita le metía el pito hasta casi hacerla vomitar. La puse en cuatro sobre el sofá y le rompí el culo hasta hacerla venir y dejarla llena de leche.
El sábado llegué a la casa con ganas de fumar un poco y me hacía falta dinero para acompletar una buena cantidad, así que pensé en cobrarme el favor. Y justo cuando iba llegando al último piso (donde están mi cuarto y el de los vecinos) me encontré en las escaleras con Viridiana, la novia de uno de los vecinos, que también me había pedido 50 pesos para pagar el vicio de su novio y el suyo.
Antes ya habíamos tenido un encuentro furtivo en donde me regaló unos cigarros a escondidas de su novio y su familia, debido a que son mamones para compartir. Yo estaba fumando en mi cuarto cuando tocaron la puerta y al abrir era ella con un par de cigarros, susurrándome que no hiciera ruido y que dijera nada para que no se enteraran sus conocidos. Allí se nos presentamos intercambiando nombres y, con un apretón de manos que pareció más una caricia de ambos a la mano del otro, nos despedimos de ese efímero encuentro.
Luego de coincidir en las escaleras y de pedirle el dinero que le había prestado, me dijo que no lo tenía justificándose con que estaba en espera de un depósito que no llegaba, aún después de presionar al debido responsable a lo largo del día. Me seguí hasta su cuarto para pedirle a su novio su respectivo préstamo, quien terminó pidiéndome de nuevo para otra dosis. Compré lo mío y me encerré en mi cuarto a fumar y beberme un par de caguamas.
La noche transcurría normal, y yo cada vez estaba más puesto, lo cual se traduce a que el morbo y la perversión iban tomando protagonismo. Mi comenzaba a imaginar todo tipo de fantasías sexuales, involucrando a todas esas chicas que veía durante el día, ya sea que fueran clientas del bar en el que trabajo, o incluso que sólo pasaran por afuera del local. En esos momentos no importa el físico, ni mucho menos la actitud, si me habia provocado la más mínima reacción de morbo, ambas cabezas las recordaban y era capaz de involucrarlas en situaciones de riesgo, como encontrarlas solas en la oscuridad de la noche y abusar de ellas para sacarles lo putita que llevan dentro.
En medio de esos pensamientos de depravación, tocaron a la puerta, y al abrir, era Viridiana, la novia del vecino. Aprovechando que su gente dormía, venía a confesarme que no podrían pagarme el préstamo que les había hecho. Supongo que me notó un tanto alterado porque su reacción fue pedirme un trago de cualquier cosa que yo estuviera tomando, así que le ofrecí un trago de cerveza y la invité a pasar, a lo cuál no dudo ni dos segundos y se metió a mi cuarto. Me dijo que ellos pensarían que se había a su casa, así que no la buscarían conmigo.
Al ver mi dotación de sustancias en la mesa no dudo en pedirme que le invitara y con gusto accedí. Empezó a consumir todo lo que había como si luego de eso se terminaran las drogas en el mundo, así que no tardó más de 15 minutos en cruzarse con las sustancias y empezar a soltarse con absoluta confianza, más de la que de por sí yo le transmitía. Cuando caí en cuenta ya tenía sus piernas apoyadas sobre las mías y no paraba de hablar. Comencé a acariciarle las piernas y lal no sentir resistencia, la única manera que hubo para callarla fue besándola.
Sin despegar nuestros labios se me montó encima y comenzó a moverse como si tuviera comezón en la vagina, mientras nuestras lengas comenzaban a salivar tanto que quedamos empapados de la boca. Le fui quitando la ropa hasta encuerarla y hacerla modelarme su cuerpecito como putita de Club Nocturno. Me bailaba al ritmo de la música y yo no perdí el tiempo para manosearla completita.
Solita se puso de rodillas y comenzó a mamar como si hubiera nacido para eso, como una verdadera puta hambrienta de verga. Y yo, con ganas de sacarle lo zorra y hacerla mi perrita le metía el pito hasta casi hacerla vomitar. La puse en cuatro sobre el sofá y le rompí el culo hasta hacerla venir y dejarla llena de leche.
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