El encierro, la monotonía estaban atacando mí mente con pensamientos pecaminosos, pensamientos lascivos, la calentura dominaba mí mente en momentos de ocio y soledad. Mí marido a veces pasaba todo el día en su taller, mí hijo en su habitación y solamente salía para ver tele, almorzar o pasearse descaradamente frente a mí en boxer, una tela que no disimulaba nunca su pene a punto de estallar y sus huevos llenos de leche seguramente tibia...
Yo seguí con mí estrategia un poco atrevida, pero de a poco efectiva de andar en poca ropa lo más cómoda, ajustada y pequeña que podía. Mí mente volaba, mí entrepierna latía y se humedecía con solo escuchar sus pasos hacia mí, ahí esperaba su pico de buenos días y su abrazo con un dejo de descuido al apoyarme.
Mis pajas se intensificaron en esos momentos, imaginaba su pene goteando dentro de su boxer esperando que una mano cálida, mí mano, lo liberara de ése encierro y con movimientos suaves y tiernos vaciara el contenido de sus testículos llenos. A veces esperaba a que se recostara una siesta y ahí descalza y furtiva cual ladrón llegaba hasta la puerta de su habitación y la entreabia para verlo dormir desnudo con su mano entre sus piernas como cuidando un tesoro o masajeando para aliviar la calentura de algún sueño ...
Mirando hipnotizada imaginaba a mí hijo abrir sus ojos y verme masturbándome al mirarlo y después invitándome a su cama para satisfacer esos deseos prohibidos que yo tenía y quizá él también, pero mojaba mí tanga con mis jugos tibios, jadeaba, mis dedos buceaban en mí raja caliente y desesperada por ser penetrada por ésa verga joven, luego iba a mí habitación a recostarme en mí cama y a terminar lo que había empezado en el umbral de la habitación de mí machito adolescente...
Así fueron días, semanas y algún que otro mes... hasta que no pude más y empecé a pensar en como encarar la situación, ya que hasta lo había sorprendido mirando porno y masturbándose en su habitación o en el living en momentos en que él pensaba que yo dormía ....
Empecé hablando de su paso de niño a adolescente, cambios de todo tipo y que eran normales y yo su mamá estaba ahí para hablar de lo que fuera aunque fueran cosas de hombre porque yo lo entendía y su lazo conmigo era de mucha confianza y cariño, su padre algo tosco para hablar y explicar algo siempre a lo macho... decía y eso a mí niño no lo llenaba...
Para ése momento elegí una pequeña tanga hilo, una remera ajustada que resaltaba mis pezones y me llegaba justo por debajo de los cachetes de mí cola, elegí la mañana al desayuno para también aprovechar su primera erección y poder obtener el resultado esperado, tener en mis manos aquél objeto de deseo prohibido, de madre degenerada y caliente, su verga hermosa y joven....
3 comentarios - Mí decisión más difícil (cap.2) encierro, pajas, deseo...