Soy Viviana, tengo 40 años, delgada, pero con las marcas de la vida y la madurez en mí figura. Muy femenina y muy sexual. Mí historia empieza en 2020 año de la pandemia, algo que a todos nos jodió o nos cambió. En ése momento yo vivía con mí marido y mí hijo adolescente. Por mí trabajo tenía que estar en casa y desde ahí desarrollar mis actividades, mí hijo lo mismo con su escuela y mí marido salía porque su actividad era esencial y tenía autorización para salir.
Con mí hijo siempre tuvimos confianza en todo y en ése encierro forzado nuestros lazos se estrecharon más aún en todo sentido. Yo andaba muy cómoda en casa vestida, tanga y remera, vestido sin ropa interior porque ya era costumbre y no lo veía mal. Mí hijo en boxer, bermudas y a veces en remera, ésa era nuestra normalidad. De un momento a otro empecé a sentir curiosidad por su desarrollo, por su cuerpo, por su mente y a sentir cierta atracción cuando lo veía en boxer y más con sus erecciones matutinas. Veía sus sábanas al lavarlas con sus características manchas de las emisiones nocturnas y me intrigaba quién las provocaba.
Yo elegía ropa provocativa porque llegué a pensar que era yo su musa. Además algunas veces lo sorprendí masturbándose y la imágen de su pene erecto y húmedo me daba vueltas en la cabeza, aunque me resistía y decía que estaba mal, empecé a desearlo inconscientemente.
Mí marido me había descuidado bastante pienso y culpo al encierro y la monotonía, solamente encontraba alivio en mis pajas en la ducha donde liberaba todas mis ganas de ser cogida.
Yo hacía todo lo posible para que mí bb me viera como mujer, me viera sexy, que me deseara y así usaba tangas cada vez más pequeñas, corpiños que resaltaban mis tetas y remeras o musculosas cortas para que se notará lo que había abajo.
Siempre despertaba a mí hijo con el desayuno en su cama, un pico y charla antes de salir de su habitación o conectarse a sus clases. Yo terminaba mojada, con mí concha latiendo, mis pezones duros como estacas y viendo bajo las sábanas su erección, la que seguramente yo provocaba...
Habrá parte 2, gracias por leer y sus comentarios besos
Con mí hijo siempre tuvimos confianza en todo y en ése encierro forzado nuestros lazos se estrecharon más aún en todo sentido. Yo andaba muy cómoda en casa vestida, tanga y remera, vestido sin ropa interior porque ya era costumbre y no lo veía mal. Mí hijo en boxer, bermudas y a veces en remera, ésa era nuestra normalidad. De un momento a otro empecé a sentir curiosidad por su desarrollo, por su cuerpo, por su mente y a sentir cierta atracción cuando lo veía en boxer y más con sus erecciones matutinas. Veía sus sábanas al lavarlas con sus características manchas de las emisiones nocturnas y me intrigaba quién las provocaba.
Yo elegía ropa provocativa porque llegué a pensar que era yo su musa. Además algunas veces lo sorprendí masturbándose y la imágen de su pene erecto y húmedo me daba vueltas en la cabeza, aunque me resistía y decía que estaba mal, empecé a desearlo inconscientemente.
Mí marido me había descuidado bastante pienso y culpo al encierro y la monotonía, solamente encontraba alivio en mis pajas en la ducha donde liberaba todas mis ganas de ser cogida.
Yo hacía todo lo posible para que mí bb me viera como mujer, me viera sexy, que me deseara y así usaba tangas cada vez más pequeñas, corpiños que resaltaban mis tetas y remeras o musculosas cortas para que se notará lo que había abajo.
Siempre despertaba a mí hijo con el desayuno en su cama, un pico y charla antes de salir de su habitación o conectarse a sus clases. Yo terminaba mojada, con mí concha latiendo, mis pezones duros como estacas y viendo bajo las sábanas su erección, la que seguramente yo provocaba...
Habrá parte 2, gracias por leer y sus comentarios besos
4 comentarios - Mí decisión más difícil (cap.1)