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María y su sobrino 2

Todas las noches, antes de irse a dormir con su esposo José, María pasaba por la habitación de su sobrino, un joven apuesto y vigoroso que vivía con ellos. A escondidas de todos, María se acercaba a su sobrino y le daba placer de una manera que solo ellos dos conocían.

María disfrutaba de tener la verga de su sobrino en la boca, pasando largos momentos saboreando su grosor y sintiendo cómo crecía en su boca. Pasaba la lengua por cada centímetro de su miembro, haciendo que él se estremeciera de placer. Y cuando llegaba el momento, María hacía que su sobrino explotara de leche en su boca, a veces manchando su cara con el líquido caliente y dulce.

A pesar de que sabía que estaba mal lo que hacía, María no podía resistirse a la tentación de ese placer prohibido. Se sentía viva y excitada cada vez que se encontraba con su sobrino en la oscuridad de la noche. Y él, por su parte, no podía evitar dejarse llevar por el deseo y la pasión que su tía despertaba en él.

Habían pasado varias semanas desde que María y su sobrino del campo habían comenzado sus aventuras secretas. Cada encuentro era más apasionante y arriesgado, pero eso no hacía más que aumentar la excitación de ambos.

En una noche calurosa de verano, María decidió proponerle a su esposo y a su sobrino que salieran al cine juntos. Sabía que su marido no era fanático de las películas, así que esperaba que se negara a ir. Y con la astucia de una zorra el plan está concretado el cornudo quiso quedarse en casa sin saber lo que maría tenía preparado.
María sabía que esta era su oportunidad perfecta para pasar tiempo a solas con su atractivo sobrino. Durante la película, aprovechó la oscuridad de la sala para acercarse sigilosamente a él. Con manos temblorosas, sacó la enorme verga del sobrino y comenzó a masturbarlo suavemente,mientras mira la película,de reojo observa las expresiones del sobrino y como su verga se iba tonificando.
El sobrino se estremeció de placer y se puso como una roca en cuestión de segundos. María, toda previsora, había elegido un vestido amplio que le permitía moverse con libertad, además de una tanga minúscula que apenas cubría sus partes más íntimas.
Ella fue subiendo el borde del vestido mientras él la observaba y disfrutaba de la mano de la tía
la tanga negra de encaje chiquitita apareció,maría se giró a un costado y su hermoso culo quedó a la vista de él esperando ser atacado.
Sin que nadie los viera, María corrió la tanga y se sentó en la verga del sobrino. Con movimientos suaves y sensuales, comenzó a moverse arriba y abajo, sintiendo cómo el placer la invadía por completo. Pronto,acabó sobre la verga dura del sobrino,sus líquidos empaparon el bóxer de el ,pero María sabía que él aún no había terminado.
Con una sonrisa juguetona en los labios, María le susurró al oído que aún le esperaba una sorpresa después de la película. La tensión sexual entre ellos era palpable, y ambos esperaban con ansias lo que vendría a continuación.llevar su noche al siguiente nivel y se dirigieron al zoom de su edificio.
Una vez en el zoom, María miró a Juan con una mirada traviesa y lo llevó de la mano a la piscina. La luz de la luna se reflejaba en el agua silenciosa, creando un ambiente mágico y sensual. Sin decir una palabra, María se arrodilló frente a Juan y comenzó a acariciar su miembro, sintiendo cómo se endurecía bajo su tacto.

Con una sonrisa pícara en los labios, María se inclinó lentamente sobre él y tomó su pene en la boca. La sensación de succionar la verga de su sobrino era embriagadora, y María se entregó completamente al placer de complacerlo. Con movimientos expertos, utilizó su lengua y sus labios para provocar un torbellino de sensaciones en Juan, haciendo que gimiera de placer en medio de la noche silenciosa.

El agua refrescante de la piscina añadió una capa extra de estimulación, haciendo que cada succión fuera aún más intensa y placentera. Juan se aferraba a los bordes de la piscina, sumergido en un éxtasis abrumador mientras María continuaba con su brutal mamada.

Finalmente, entre gemidos ahogados y suspiros entrecortados, Juan llegó al clímax, liberando todo su placer en la boca de María. Con una sonrisa satisfecha, María se levantó y lo abrazó con ternura, sintiendo el latido acelerado de sus corazones en sintonía.

La complicidad entre ambos era palpable, y en ese momento se sintieron más unidos que nunca. Habían experimentado una noche de pasión y deseo desenfrenado, pero también habían descubierto una conexión más profunda y emocional. 

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