Claro que Eusebio mi esposo lo ignora, ya llevábamos más de cinco años de casados, sin que yo saliera embarazada, a pesar de los múltiples intentos que mi esposo y yo habíamos hechos, en infinidad de ocasiones. Desde luego que hable de eso con mi ginecóloga, y ella me mandó hacer todos los exámenes habidos y por haber. El resultado una y otra vez fue el mismo, en las condiciones en que yo me encontraba, bastaba que mi esposo me viera para que yo quedase preñada, a no ser que el problema no estaba en mí sino en él, como posteriormente resultó ser.
Justo después de pedirle a Eusebio, en innumerables ocasiones que se hiciera un buen examen médico con un urólogo. Se lo comenté a mi ginecóloga, y ella me propuso que una vez que mantuviéramos relaciones, me las ingeniase para recoger de mi vulva aunque fuera una pequeña cantidad de semen. Cosa que hice con suma facilidad, y tomando las previsiones necesarias al siguiente día llevé la muestra al laboratorio.
En efecto Eusebio era completamente estéril, si físicamente podía mantener relaciones, pero de su semen jamás ni nunca ni yo ni ninguna otra mujer podía quedar embarazada, no sé exactamente, por qué condición. Yo me sentí sumamente frustrada, y con mucha rabia con Eusebio. Pero por su miedo hacerse un examen médico.
Como a las dos semanas de yo enterarme de todo, gracias a mi ginecóloga, hasta pensé pedirle el divorcio a mí marido. Fue cuando mi suegro se comunicó con mi esposo para decirle que tenía la necesidad de que pasar varios días en nuestra casa, mientras él resolvía un papeleo relacionado a su finca.
Yo la verdad no pensaba contarle a nadie nada, pero cuando mi suegro llegó, comenzó a joder con eso de cuando yo saldría preñada. Lo que la verdad me daba ganas de mandarlo al carajo, cuando se ponía con esa preguntadera, ya que sabiendo su manera de pensar, sabía que para mi suegro y mi suegra, la responsable o la que tenía la culpa por no salir preñada era yo.
Ese día mientras Eusebio se encontraba de viaje de negocios, y mi suegro se encontraba pagando un préstamo que le hizo el banco, lo único que se me ocurrió fue ponerme a trabajar en el jardín del patio trasero. Así que me puse unos pantaloncitos cortos, y una corta camisilla sin mangas sin más nada abajo, para sentirme bien fresa y cómoda. Llevaba trabajando casi toda la mañana, arrodillada sobre la tierra mientras trasplantaba unas flores, cuando me sentí observada. Sabiendo que la única persona que podía haber llegado a casa era mi suegro, discretamente me moví muy lentamente, para estar segura de quién podía ser, y en efecto el viejo hijo de la gran puta, tenía sus ojos clavados en mis nalgas.
Bueno es cierto que los pantaloncitos que yo estaba usando, eran extremadamente cortos, y gran parte de mis nalgas quedaban a la vista de cualquiera. Pensé que no era menos cierto, que el condenado viejo no debía quedárseme viendo de la manera en que lo estaba haciendo. Pero al mismo tiempo por joder se me ocurrió hacerle pasar una vergüenza, por lo que en lugar de seguir trabajando en el medio del patio, recogí mis herramientas, y me dediqué a seguir realizando los trasplantes de flores, bien cerca de donde él se encontraba.
A ver si le daba vergüenza, pero no hice nada más que ponerme en cuatro patas sobre la tierra, como a un metro de donde él se encontraba. Que en lugar de dejarme de ver mis nalgas o marcharse, el papá de Eusebio me buscó conversación. Y fue directo al decirme que pensaba hacer yo para quedar preñada, como si la culpa se sobre entendiera que era mía. No sé que me entró, que sin levantarme del suelo, le dije que para u información, si yo no había salido preñada, tan solo se debía a que Eusebio era completamente estéril.
Al principio su papá no me creyó, pero mientras trasplantaba las flores, le fui contando todo. Al viejo hijo de la gran puta, no le quedó más remedio que dar por buena mi palabra. Pero a todas estas, en ningún momento el viejo sinvergüenza, no por eso dejó de verme las nalgas. Fue cuando yo en medio de todo le dije, que a ver si respetaba un poco y quitaba sus ojos de mi culo. Tras decirle eso seguí trasplantando las flores, cuando de momento sentí que me habían agarrado las nalgas. En principio hasta pensé que se trataba de mi esposo, pero al voltear a verlo, y ver a su padre, por un instante no supe que hacer.
Claro que reaccioné, me puse de pie, y diciéndole que me había faltado el respeto. Mi suegro se me quedó viendo de pies a cabeza, y me dijo. Antes de que hagas, o digas algo de lo que después te puedas arrepentir, escucha la oferta que te hago. Tú siempre me has gustado, no lo voy a negar, así que te parece si te acuestas conmigo, yo te preño, y no le decimos nada a Eusebio, además te doy mi palabra de que en el testamento, le voy a dejar a tu marido la mayor parte de todo ¿Qué dices?
La verdad es que mi primera intención fue la de mandar al viejo al carajo. Pero por otra parte, yo ya me sospecha que le gustaba, por la manera en que siempre me veía cuando su hijo y yo éramos novio. Además el serle infiel a mi esposo siempre fue una de mis más locas fantasía, pero al escuchar la gruesa vos de mi suegro proponiéndome que llegase acostarme con él, generó tal excitación en mí, que sentí rápidamente que mi propio coño se humedecía. Pero no por eso iba a decirle que sí, es más mi intención era votarlo de la casa, en ese mismo instante, contarle todo lo sucedido a Eusebio cuando regresara en dos días.
Cuando de momento mi suegro me tomó entre sus fuerte y velludos brazos, pegándome contra su cuerpo, sin que yo tuviera oportunidad alguna de evitarlo, me ha plantado un tremendo beso, invadiendo mi propia boca con su lengua. Yo desde luego que traté de zafarme, pero mientras más lo rechazaba con más fuerzas me besaba y acariciaba por todas partes. Hasta el punto en que yo no pude seguir negándome. Y cuando me entregué en sus fuertes brazos, al dejar de besarme me dijo. Lo de Eusebio, es por culpa de la familia de su madre. Mis cuñados ninguno tiene hijos, uno porque es maricón y no le gustan las mujeres, el otro se metió a cura que viene a ser casi lo mismo, y el tercero se ha casado como tres veces, y nunca ha tenido hijos.
Yo no supe que decir, pero él no dejó de hablarme, diciendo. Cuando quiero un buen gallo de pelea lo primero que busco es una gallina que tenga coraje, si la gallina es brava estoy seguro que tendré por lo menos un par de buenos gallos. Lo mismo sucede con los toros de lidia, si la novilla es brava sirve para la cría, sino la vendo para carne. Y tú tienes buena estampa, y yo se que vas a dar buenos hijos. Al terminar de decir eso me ha dado otro tremendo beso que me llegó hasta el tuétano de mis huesos.
Por lo que cuando al terminar de besarme, agarrándome firmemente por una de mis manos, me condujo a su habitación, a donde yo le seguí sumisamente. Ya en el cuarto, él mismo me despojó de la camiseta dejando mis senos al aire, y sin demora pero sin prisa se dedicó a besar y chupar mis parados pezones. Al mismo tiempo que con sus manos abrió el broce de mi corto pantaloncito, bajó la cremallera y sin mucho esfuerzo se deslizaron hasta el piso de la habitación. Quedando yo del todo desnuda frente a mi suegro, quien continuó besándome y acariciando todo mi desnudo cuerpo.
Yo por una parte quería salir corriendo de ese cuarto, pero el agradable tacto de sus dedos y boca, sobre mi piel me detenía. Hasta que ligeramente me empujó cayendo yo sentada sobre la cama. Luego separando mis rodillas con sus gruesas manos, su rostro lo enterró entre mis piernas, y con su boca, labios, dientes y lengua, me proporcionó un placer que hasta esos momentos había sido desconocido totalmente para mí. Ya que mi Eusebio, jamás ni nunca llegó ni tan siquiera insinuarme algo como eso. A medida que mantenía separadas mis piernas, mi suegro fue entre lamiendo, mordisqueando, y chupando por todas parte mi coño. Lo que yo disfruté de manera increíble. Sus dedos apretaban suavemente mi clítoris, cuando no era que lo succionaba sabrosamente con su boca. Mientras que yo me derretía de placer, hasta el punto que por primera vez en vida disfruté de un tremendo orgasmo producido de esa tan especial manera, por lo que sin vergüenza alguna casi gritándole le dije. Méteme tu verga ya.
Yo no me había dado cuenta, por estar disfrutando del placer que mi suegro me proporcionaba con su boca, pero ya él se había bajado el pantalón y el bóxer que usaba. Así que cuando con su cuerpo comenzó a cubrir el mío, de inmediato comencé a sentir como su gruesa, larga y venosa verga me fue penetrando mi húmedo coño. Mi suegro no dejó ya fuera de besarme ardientemente o de chupar o mordisquear divinamente mis parados pezones.
Por un instante mientras comencé a mover mis caderas con todo gusto, de momento me sentí toda una pervertida puta, que le estaba siendo infiel al pobre de su esposo, y para colmo con el propio padre de él. Pero el placer que sentía era tan intenso, que cualquier cargo de conciencia que tuve en esos instantes desapareció como por arte de magia. Lo que yo deseaba y quería era seguir disfrutando de lo que estábamos haciendo, además que algo muy dentro de mí me decía que sin duda alguna iba a salir preñada por mi propio suegro.
Esa tarde en su cama, hicimos de todo. Después de que yo nuevamente disfruté, como cosa rara en mí, de múltiples orgasmos, y mi suegro tras llegar al clímax, derramó dentro de mi vulva una gran cantidad de su caliente semen. Mi suegro luego de quitarse el resto de su ropa, colocó su mustia verga frente a mi rostro, y aunque nunca antes, ni tan siquiera Eusebio me había insinuado que se la mamase, al yo ver el rostro de mi suegro comprendí cual era su deseo. Así que sumisamente abrí mi boca y me dediqué a mamar su miembro.
En cosa de breves segundos, aquella cosa mustia y caída se llenó de vida, y al cabo de unos instantes ya yo me encontraba mamando su erecto y grueso miembro, además en ciertos momentos me lo sacaba de la boca, y hasta le llegué a lamer sus arrugados y peludos testículos. Yo estaba de lo más inspirada chupando su tremenda verga, y escuchándolo decirme lo bien que yo lo le mamaba su verga, cuando de momento mi suegro me dijo. Evangelina prepara tu apretado culito.
Yo la verdad es, como se lo podrán imaginar, que Eusebio jamás en nuestros tres años de novios y cinco que llevábamos de casados, jamás ni nunca se había atrevido tampoco ni tan siquiera a insinuarme, que hiciéramos eso. Por lo que cuando mi suegro, sacando su erecta verga de mi boca, se colocó tras de mí. Simplemente me resigné a lo que sucediera. No les voy a negar que al principio me dolió, y mucho. Pero una vez que sentí toda su verga dentro de mi cuerpo, y una de sus manos se enterró dentro de mi coño. Ese fuerte dolor le dio paso a un placer distinto y diferente al que yo anteriormente hubiera sentido. Esa tarde en la cama de mi suegro, la primera sorprendida era yo al pedirle que me diera más y más duro. Al tiempo que sin cesar, sentía como la verga de mi suegro entraba y salía una y otra vez de entre mis apretadas nalgas, mientras que yo movía mis caderas como toda una puta.
AL terminar ambos nos quedamos en su cama, hasta que al rato dándome una ardiente nalgada me dijo, báñate y vístete que vamos a salir a cenar fuera. Yo no sé que me pasó, ya que actué como si fuera una colegiala enamorada, de inmediato me di una ducha, me asee y mientras que pensaba en que vestido ponerme, llamó Eusebio. Para decirme que su papá había hablado con él por teléfono, y le dijo que como yo había estado trabajando en el jardín toda la tarde, pensaba invitarme a comer fuera.
Desde luego que Eusebio le dijo que si, hasta es más le recomendó que fuéramos a un lugar en que la gente baila, pero que sirven unos tremendos asados de carne preparados al carbón. Esa noche mi suegro y yo aparte de bailar y beber disfrutamos de una buena comida, pero lo mejor sucedió al regresar a casa, ya que mi suegro volvió hacerme disfrutar de un rico y salvaje sexo.
Como a la semana que mi suegro regresó a su finca, por aquello de no dejar, me hice una prueba de embarazo, la que resultó ser positiva. Desde luego que Eusebio asumió que él era el padre, no podía pensar otra cosa. Como a los tres meses de embarazo, mi suegro nos volvió a visitar. Y justo luego que mi marido se fue a trabajar, yo me encontraba en la cocina, cuando sentí que mi suegro me abrazó por la espalda. Yo solté lo que tenía en mis manos y la voltearme me ha dado un tremendo beso, al tiempo que introdujo una de sus manos dentro de la bata casera que usaba en esos momentos, con ternura acarició mi abultado vientre, y me dijo al oído mientras me continuaba besando, te aseguro que es un varón.
Sin más ni más mi suegro me condujo a mi propia cama, y tras despojarme el mismo de la bata casera, que cargaba puesta, como no tenía más nada abajo puesto, se quedó observando mi desnudo cuerpo, luego comenzó acariciar mi vientre, y hasta lo besó en innumerables ocasiones. Por lo que fui yo la que lo invité a que se metiera a la cama conmigo. Después de eso, le propuso a mi esposo que me fuera con él a la finca, que mi suegra y él se encargarían de atenderme a cuerpo de reina. Lo que fue realmente cierto. En las noches cuando mi suegra se tomaba sus pastillas para dormir, y posteriormente se acostaba. Mi suegro me visitaba en la cama.
Ya de eso han pasado varios años, y actualmente espero nuestro cuarto hijo, cosa por la que Eusebio constantemente le da gracias a Dios, claro ignorando que ha recibido una pequeña ayuda por parte de su propio padre.
Justo después de pedirle a Eusebio, en innumerables ocasiones que se hiciera un buen examen médico con un urólogo. Se lo comenté a mi ginecóloga, y ella me propuso que una vez que mantuviéramos relaciones, me las ingeniase para recoger de mi vulva aunque fuera una pequeña cantidad de semen. Cosa que hice con suma facilidad, y tomando las previsiones necesarias al siguiente día llevé la muestra al laboratorio.
En efecto Eusebio era completamente estéril, si físicamente podía mantener relaciones, pero de su semen jamás ni nunca ni yo ni ninguna otra mujer podía quedar embarazada, no sé exactamente, por qué condición. Yo me sentí sumamente frustrada, y con mucha rabia con Eusebio. Pero por su miedo hacerse un examen médico.
Como a las dos semanas de yo enterarme de todo, gracias a mi ginecóloga, hasta pensé pedirle el divorcio a mí marido. Fue cuando mi suegro se comunicó con mi esposo para decirle que tenía la necesidad de que pasar varios días en nuestra casa, mientras él resolvía un papeleo relacionado a su finca.
Yo la verdad no pensaba contarle a nadie nada, pero cuando mi suegro llegó, comenzó a joder con eso de cuando yo saldría preñada. Lo que la verdad me daba ganas de mandarlo al carajo, cuando se ponía con esa preguntadera, ya que sabiendo su manera de pensar, sabía que para mi suegro y mi suegra, la responsable o la que tenía la culpa por no salir preñada era yo.
Ese día mientras Eusebio se encontraba de viaje de negocios, y mi suegro se encontraba pagando un préstamo que le hizo el banco, lo único que se me ocurrió fue ponerme a trabajar en el jardín del patio trasero. Así que me puse unos pantaloncitos cortos, y una corta camisilla sin mangas sin más nada abajo, para sentirme bien fresa y cómoda. Llevaba trabajando casi toda la mañana, arrodillada sobre la tierra mientras trasplantaba unas flores, cuando me sentí observada. Sabiendo que la única persona que podía haber llegado a casa era mi suegro, discretamente me moví muy lentamente, para estar segura de quién podía ser, y en efecto el viejo hijo de la gran puta, tenía sus ojos clavados en mis nalgas.
Bueno es cierto que los pantaloncitos que yo estaba usando, eran extremadamente cortos, y gran parte de mis nalgas quedaban a la vista de cualquiera. Pensé que no era menos cierto, que el condenado viejo no debía quedárseme viendo de la manera en que lo estaba haciendo. Pero al mismo tiempo por joder se me ocurrió hacerle pasar una vergüenza, por lo que en lugar de seguir trabajando en el medio del patio, recogí mis herramientas, y me dediqué a seguir realizando los trasplantes de flores, bien cerca de donde él se encontraba.
A ver si le daba vergüenza, pero no hice nada más que ponerme en cuatro patas sobre la tierra, como a un metro de donde él se encontraba. Que en lugar de dejarme de ver mis nalgas o marcharse, el papá de Eusebio me buscó conversación. Y fue directo al decirme que pensaba hacer yo para quedar preñada, como si la culpa se sobre entendiera que era mía. No sé que me entró, que sin levantarme del suelo, le dije que para u información, si yo no había salido preñada, tan solo se debía a que Eusebio era completamente estéril.
Al principio su papá no me creyó, pero mientras trasplantaba las flores, le fui contando todo. Al viejo hijo de la gran puta, no le quedó más remedio que dar por buena mi palabra. Pero a todas estas, en ningún momento el viejo sinvergüenza, no por eso dejó de verme las nalgas. Fue cuando yo en medio de todo le dije, que a ver si respetaba un poco y quitaba sus ojos de mi culo. Tras decirle eso seguí trasplantando las flores, cuando de momento sentí que me habían agarrado las nalgas. En principio hasta pensé que se trataba de mi esposo, pero al voltear a verlo, y ver a su padre, por un instante no supe que hacer.
Claro que reaccioné, me puse de pie, y diciéndole que me había faltado el respeto. Mi suegro se me quedó viendo de pies a cabeza, y me dijo. Antes de que hagas, o digas algo de lo que después te puedas arrepentir, escucha la oferta que te hago. Tú siempre me has gustado, no lo voy a negar, así que te parece si te acuestas conmigo, yo te preño, y no le decimos nada a Eusebio, además te doy mi palabra de que en el testamento, le voy a dejar a tu marido la mayor parte de todo ¿Qué dices?
La verdad es que mi primera intención fue la de mandar al viejo al carajo. Pero por otra parte, yo ya me sospecha que le gustaba, por la manera en que siempre me veía cuando su hijo y yo éramos novio. Además el serle infiel a mi esposo siempre fue una de mis más locas fantasía, pero al escuchar la gruesa vos de mi suegro proponiéndome que llegase acostarme con él, generó tal excitación en mí, que sentí rápidamente que mi propio coño se humedecía. Pero no por eso iba a decirle que sí, es más mi intención era votarlo de la casa, en ese mismo instante, contarle todo lo sucedido a Eusebio cuando regresara en dos días.
Cuando de momento mi suegro me tomó entre sus fuerte y velludos brazos, pegándome contra su cuerpo, sin que yo tuviera oportunidad alguna de evitarlo, me ha plantado un tremendo beso, invadiendo mi propia boca con su lengua. Yo desde luego que traté de zafarme, pero mientras más lo rechazaba con más fuerzas me besaba y acariciaba por todas partes. Hasta el punto en que yo no pude seguir negándome. Y cuando me entregué en sus fuertes brazos, al dejar de besarme me dijo. Lo de Eusebio, es por culpa de la familia de su madre. Mis cuñados ninguno tiene hijos, uno porque es maricón y no le gustan las mujeres, el otro se metió a cura que viene a ser casi lo mismo, y el tercero se ha casado como tres veces, y nunca ha tenido hijos.
Yo no supe que decir, pero él no dejó de hablarme, diciendo. Cuando quiero un buen gallo de pelea lo primero que busco es una gallina que tenga coraje, si la gallina es brava estoy seguro que tendré por lo menos un par de buenos gallos. Lo mismo sucede con los toros de lidia, si la novilla es brava sirve para la cría, sino la vendo para carne. Y tú tienes buena estampa, y yo se que vas a dar buenos hijos. Al terminar de decir eso me ha dado otro tremendo beso que me llegó hasta el tuétano de mis huesos.
Por lo que cuando al terminar de besarme, agarrándome firmemente por una de mis manos, me condujo a su habitación, a donde yo le seguí sumisamente. Ya en el cuarto, él mismo me despojó de la camiseta dejando mis senos al aire, y sin demora pero sin prisa se dedicó a besar y chupar mis parados pezones. Al mismo tiempo que con sus manos abrió el broce de mi corto pantaloncito, bajó la cremallera y sin mucho esfuerzo se deslizaron hasta el piso de la habitación. Quedando yo del todo desnuda frente a mi suegro, quien continuó besándome y acariciando todo mi desnudo cuerpo.
Yo por una parte quería salir corriendo de ese cuarto, pero el agradable tacto de sus dedos y boca, sobre mi piel me detenía. Hasta que ligeramente me empujó cayendo yo sentada sobre la cama. Luego separando mis rodillas con sus gruesas manos, su rostro lo enterró entre mis piernas, y con su boca, labios, dientes y lengua, me proporcionó un placer que hasta esos momentos había sido desconocido totalmente para mí. Ya que mi Eusebio, jamás ni nunca llegó ni tan siquiera insinuarme algo como eso. A medida que mantenía separadas mis piernas, mi suegro fue entre lamiendo, mordisqueando, y chupando por todas parte mi coño. Lo que yo disfruté de manera increíble. Sus dedos apretaban suavemente mi clítoris, cuando no era que lo succionaba sabrosamente con su boca. Mientras que yo me derretía de placer, hasta el punto que por primera vez en vida disfruté de un tremendo orgasmo producido de esa tan especial manera, por lo que sin vergüenza alguna casi gritándole le dije. Méteme tu verga ya.
Yo no me había dado cuenta, por estar disfrutando del placer que mi suegro me proporcionaba con su boca, pero ya él se había bajado el pantalón y el bóxer que usaba. Así que cuando con su cuerpo comenzó a cubrir el mío, de inmediato comencé a sentir como su gruesa, larga y venosa verga me fue penetrando mi húmedo coño. Mi suegro no dejó ya fuera de besarme ardientemente o de chupar o mordisquear divinamente mis parados pezones.
Por un instante mientras comencé a mover mis caderas con todo gusto, de momento me sentí toda una pervertida puta, que le estaba siendo infiel al pobre de su esposo, y para colmo con el propio padre de él. Pero el placer que sentía era tan intenso, que cualquier cargo de conciencia que tuve en esos instantes desapareció como por arte de magia. Lo que yo deseaba y quería era seguir disfrutando de lo que estábamos haciendo, además que algo muy dentro de mí me decía que sin duda alguna iba a salir preñada por mi propio suegro.
Esa tarde en su cama, hicimos de todo. Después de que yo nuevamente disfruté, como cosa rara en mí, de múltiples orgasmos, y mi suegro tras llegar al clímax, derramó dentro de mi vulva una gran cantidad de su caliente semen. Mi suegro luego de quitarse el resto de su ropa, colocó su mustia verga frente a mi rostro, y aunque nunca antes, ni tan siquiera Eusebio me había insinuado que se la mamase, al yo ver el rostro de mi suegro comprendí cual era su deseo. Así que sumisamente abrí mi boca y me dediqué a mamar su miembro.
En cosa de breves segundos, aquella cosa mustia y caída se llenó de vida, y al cabo de unos instantes ya yo me encontraba mamando su erecto y grueso miembro, además en ciertos momentos me lo sacaba de la boca, y hasta le llegué a lamer sus arrugados y peludos testículos. Yo estaba de lo más inspirada chupando su tremenda verga, y escuchándolo decirme lo bien que yo lo le mamaba su verga, cuando de momento mi suegro me dijo. Evangelina prepara tu apretado culito.
Yo la verdad es, como se lo podrán imaginar, que Eusebio jamás en nuestros tres años de novios y cinco que llevábamos de casados, jamás ni nunca se había atrevido tampoco ni tan siquiera a insinuarme, que hiciéramos eso. Por lo que cuando mi suegro, sacando su erecta verga de mi boca, se colocó tras de mí. Simplemente me resigné a lo que sucediera. No les voy a negar que al principio me dolió, y mucho. Pero una vez que sentí toda su verga dentro de mi cuerpo, y una de sus manos se enterró dentro de mi coño. Ese fuerte dolor le dio paso a un placer distinto y diferente al que yo anteriormente hubiera sentido. Esa tarde en la cama de mi suegro, la primera sorprendida era yo al pedirle que me diera más y más duro. Al tiempo que sin cesar, sentía como la verga de mi suegro entraba y salía una y otra vez de entre mis apretadas nalgas, mientras que yo movía mis caderas como toda una puta.
AL terminar ambos nos quedamos en su cama, hasta que al rato dándome una ardiente nalgada me dijo, báñate y vístete que vamos a salir a cenar fuera. Yo no sé que me pasó, ya que actué como si fuera una colegiala enamorada, de inmediato me di una ducha, me asee y mientras que pensaba en que vestido ponerme, llamó Eusebio. Para decirme que su papá había hablado con él por teléfono, y le dijo que como yo había estado trabajando en el jardín toda la tarde, pensaba invitarme a comer fuera.
Desde luego que Eusebio le dijo que si, hasta es más le recomendó que fuéramos a un lugar en que la gente baila, pero que sirven unos tremendos asados de carne preparados al carbón. Esa noche mi suegro y yo aparte de bailar y beber disfrutamos de una buena comida, pero lo mejor sucedió al regresar a casa, ya que mi suegro volvió hacerme disfrutar de un rico y salvaje sexo.
Como a la semana que mi suegro regresó a su finca, por aquello de no dejar, me hice una prueba de embarazo, la que resultó ser positiva. Desde luego que Eusebio asumió que él era el padre, no podía pensar otra cosa. Como a los tres meses de embarazo, mi suegro nos volvió a visitar. Y justo luego que mi marido se fue a trabajar, yo me encontraba en la cocina, cuando sentí que mi suegro me abrazó por la espalda. Yo solté lo que tenía en mis manos y la voltearme me ha dado un tremendo beso, al tiempo que introdujo una de sus manos dentro de la bata casera que usaba en esos momentos, con ternura acarició mi abultado vientre, y me dijo al oído mientras me continuaba besando, te aseguro que es un varón.
Sin más ni más mi suegro me condujo a mi propia cama, y tras despojarme el mismo de la bata casera, que cargaba puesta, como no tenía más nada abajo puesto, se quedó observando mi desnudo cuerpo, luego comenzó acariciar mi vientre, y hasta lo besó en innumerables ocasiones. Por lo que fui yo la que lo invité a que se metiera a la cama conmigo. Después de eso, le propuso a mi esposo que me fuera con él a la finca, que mi suegra y él se encargarían de atenderme a cuerpo de reina. Lo que fue realmente cierto. En las noches cuando mi suegra se tomaba sus pastillas para dormir, y posteriormente se acostaba. Mi suegro me visitaba en la cama.
Ya de eso han pasado varios años, y actualmente espero nuestro cuarto hijo, cosa por la que Eusebio constantemente le da gracias a Dios, claro ignorando que ha recibido una pequeña ayuda por parte de su propio padre.
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