Rondín es el nombre del boludo que da vueltas en el supermercado a ver quien se roba qué, y ese fue mi puesto ese día.
Mientras caminaba repasaba todos los detalles de mi plan, tenía que ser preciso, no tenía mucho margen de error pero quería que todo salga acorde al plan.
Como lo ordené, la señora se quedó haciendo el cierre por parte de gerencia y yo hice el turno con Arelis, turno que pasó volando.
21:45 de la noche, la espalda y las piernas me estaban matando, pero aún así me acerqué a la oficina de Gladis.
-Dale la salida a Arelis y quedate conmigo.- dije dándole una orden.
Ella solo asintió, así que así es como se siente esto.
Nos quedamos en el puesto 18 esperando a que salga todo el personal, faltaba media hora de todas formas.
Fue ahí cuando ella habló.
-¿Qué querés hacer?.- dijo por lo bajo.
Yo solo le sonreí y le indiqué que espere, quería ponerla incómoda y generar incertidumbre.
Los minutos restantes se me fueron como nada, pero para Gladis deben haber sido horas.
Una vez todo el personal salió le dije a Gladis que me siga y me acerqué al vestidor.
-Si no querés que nadie se entere de tu secretito vas a tener uno conmigo, ahora andá a sentarte allá.- le dije indicándo uno de esos bancos donde el personal tiende a descansar entre turnos después de acomodarme la corbata, los lentes y registrar rápido el lugar, todo acorde al plan.
Ella obedeció sin decir nada en lo que yo me prendía un pucho, estaba prohibido pero no dijo nada, no estaba en pos de hacerlo.
-Ahora te vas a sacar la ropa despacio, empezá por la camisa.-
Tímidamente y con una expresión neutra comenzó a deshacerse de a poco de la camisa hasta quedar solo en corpiño, era un corpiño rojo simple.
-Perfecto, ahora vas a darte vuelta y sacarte el pantalón bien de a poco, tentame un poco.-
Se dio vuelta, se desabrochó los pantalones y con movimientos cargados de sensualidad se comenzó a bajarse los pantalones y enseñarme la tanga roja que llevaba por debajo, lo grande que era su culo y lo blanco que era también.
Pensé en darle un chirlo pero donde pusiera mis manos encima de Gladis la cosa podría irse de mis manos muy fácilmente e incluso se me podía dar vuelta la jugada.
-Muy bien, ahora te vas a poner de cuclillas sobre esa banca y te vas a empezar a acariciar despacio la concha.-
Ella titubeó, quería darme pelea.
-¡Ahora, Gladis!.- grité con un tono autoritario.
Ella no muy convencida comenzó a hacer círculos en su concha por encima de la tanga, primero parecía solo hacer la mímica, después se notó que un poco empezó a disfrutarlo por la intensidad y velocidad con la que lo empezó a hacer.
-Ahora sácate el corpiño.-
Obedeció y siguió pajeandose antes de que le dé la orden. Sus tetas eran medianas tirando a grandes, con un poco de caída por su edad pero nada que no sea disfrutable y con unos pezones rosa oscuro que se le veían muy bien, me encantó instantáneamente lo que vi.
No pude evitar tocarme la pija por encima del pantalón, estaba que reventaba, eso pareció encenderla más porque empezó a agarrarse una teta y masajearla mientras con la otra mano se pajeaba acelerando el ritmo y moviendo sus caderas, se había calentado y se notaba en la mancha de humedad que había en su ropa interior.
Corrió la tanga a un lado y empezó a colarse dos dedos, luego 3 y cada vez más rápido. La realidad es que yo también estaba muerto de ganas a esas alturas, pero antes que pueda empezar a pajearme Gladis se abalanzó sobre mí de rodillas, y comenzó a chuparmela mientras se pajeaba.
No lo podía creer, todo estaba saliendo mejor de lo esperado, su boca se sentía como tocar el cielo con las manos.
Pero no podía dejar de ser quien domine la situación, así que decidí agarrarla del pelo y guiar su cabeza hacia adelante y hacia atrás mientras la chupaba, lo cual de hecho parecía encantarle, mantuvimos ese ritmo hasta que no pude aguantar más, saqué mi pija de su boca y le acabé bien en la cara. Ella con la mano que no estaba en su concha dirigió todo a su boca mientras se pajeaba, hasta que en unos pocos minutos el suelo del baño quedó totalmente mojado, quedando Gladis quieta y extasiada unos minutos, cuando reaccionó y me vio decidió limpiarse, vestirse y salir corriendo.
No sé cómo iba a terminar esto, pero acababa de empezar y empezó bien.
El juego había comenzado.
Mientras caminaba repasaba todos los detalles de mi plan, tenía que ser preciso, no tenía mucho margen de error pero quería que todo salga acorde al plan.
Como lo ordené, la señora se quedó haciendo el cierre por parte de gerencia y yo hice el turno con Arelis, turno que pasó volando.
21:45 de la noche, la espalda y las piernas me estaban matando, pero aún así me acerqué a la oficina de Gladis.
-Dale la salida a Arelis y quedate conmigo.- dije dándole una orden.
Ella solo asintió, así que así es como se siente esto.
Nos quedamos en el puesto 18 esperando a que salga todo el personal, faltaba media hora de todas formas.
Fue ahí cuando ella habló.
-¿Qué querés hacer?.- dijo por lo bajo.
Yo solo le sonreí y le indiqué que espere, quería ponerla incómoda y generar incertidumbre.
Los minutos restantes se me fueron como nada, pero para Gladis deben haber sido horas.
Una vez todo el personal salió le dije a Gladis que me siga y me acerqué al vestidor.
-Si no querés que nadie se entere de tu secretito vas a tener uno conmigo, ahora andá a sentarte allá.- le dije indicándo uno de esos bancos donde el personal tiende a descansar entre turnos después de acomodarme la corbata, los lentes y registrar rápido el lugar, todo acorde al plan.
Ella obedeció sin decir nada en lo que yo me prendía un pucho, estaba prohibido pero no dijo nada, no estaba en pos de hacerlo.
-Ahora te vas a sacar la ropa despacio, empezá por la camisa.-
Tímidamente y con una expresión neutra comenzó a deshacerse de a poco de la camisa hasta quedar solo en corpiño, era un corpiño rojo simple.
-Perfecto, ahora vas a darte vuelta y sacarte el pantalón bien de a poco, tentame un poco.-
Se dio vuelta, se desabrochó los pantalones y con movimientos cargados de sensualidad se comenzó a bajarse los pantalones y enseñarme la tanga roja que llevaba por debajo, lo grande que era su culo y lo blanco que era también.
Pensé en darle un chirlo pero donde pusiera mis manos encima de Gladis la cosa podría irse de mis manos muy fácilmente e incluso se me podía dar vuelta la jugada.
-Muy bien, ahora te vas a poner de cuclillas sobre esa banca y te vas a empezar a acariciar despacio la concha.-
Ella titubeó, quería darme pelea.
-¡Ahora, Gladis!.- grité con un tono autoritario.
Ella no muy convencida comenzó a hacer círculos en su concha por encima de la tanga, primero parecía solo hacer la mímica, después se notó que un poco empezó a disfrutarlo por la intensidad y velocidad con la que lo empezó a hacer.
-Ahora sácate el corpiño.-
Obedeció y siguió pajeandose antes de que le dé la orden. Sus tetas eran medianas tirando a grandes, con un poco de caída por su edad pero nada que no sea disfrutable y con unos pezones rosa oscuro que se le veían muy bien, me encantó instantáneamente lo que vi.
No pude evitar tocarme la pija por encima del pantalón, estaba que reventaba, eso pareció encenderla más porque empezó a agarrarse una teta y masajearla mientras con la otra mano se pajeaba acelerando el ritmo y moviendo sus caderas, se había calentado y se notaba en la mancha de humedad que había en su ropa interior.
Corrió la tanga a un lado y empezó a colarse dos dedos, luego 3 y cada vez más rápido. La realidad es que yo también estaba muerto de ganas a esas alturas, pero antes que pueda empezar a pajearme Gladis se abalanzó sobre mí de rodillas, y comenzó a chuparmela mientras se pajeaba.
No lo podía creer, todo estaba saliendo mejor de lo esperado, su boca se sentía como tocar el cielo con las manos.
Pero no podía dejar de ser quien domine la situación, así que decidí agarrarla del pelo y guiar su cabeza hacia adelante y hacia atrás mientras la chupaba, lo cual de hecho parecía encantarle, mantuvimos ese ritmo hasta que no pude aguantar más, saqué mi pija de su boca y le acabé bien en la cara. Ella con la mano que no estaba en su concha dirigió todo a su boca mientras se pajeaba, hasta que en unos pocos minutos el suelo del baño quedó totalmente mojado, quedando Gladis quieta y extasiada unos minutos, cuando reaccionó y me vio decidió limpiarse, vestirse y salir corriendo.
No sé cómo iba a terminar esto, pero acababa de empezar y empezó bien.
El juego había comenzado.
2 comentarios - Laburando: Guardia del supermercado III