You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Blondie de noche - Parte 8

Cuando volví a Buenos Aires luego de haber estado unos diez días en Mardel, volví bastante recargada. En la costa había trabajado bien, normal. No fue espectacular, pero algo bueno había hecho.

De hecho me sentí tan recargada que decidí estirar mi break y aprovechando que era el verano, no trabajar por un mes o algo así. Dedicarme a mi misma, a mis cosas y a mis necesidades. Pasarla bien yo y juntarme con algún amigo o amiga, de los pocos que me habían quedado del colegio. Ir a tomar algo, o al cine. A comer. Lo que fuese. No estaba para nada apremiada por la plata, no necesitaba trabajar.

Por un mes quise volver a ser Luciana y no Blondie.

Así que salí algunas veces con algunos amigos. Realmente la pasé bien con ellos y nos entretuvimos. Como nunca nos veíamos yo ya tenía memorizado el personaje de Luciana. Que había estado haciendo todo este tiempo, de que trabajaba, estudiaba… todo. Sabía que me iban a preguntar y realmente no tenía confianza con ninguno para decirles la verdad, como lo había hecho Laura conmigo aquella primera vez cuando nos juntamos a tomar un café.

Salí todos los fines de semana, como Luciana, a veces con algún grupo de amigos, a veces con otro. Más de una vez en algún bar o algún boliche que íbamos se me acercaba algún pibe a charlar y a querer levantarme, pero yo no hacía nada más que darles charla y finalmente decirles que no, que gracias. Si Luciana hubiese existido todo éste tiempo, quizás hubiera estado encantada de la chance de conocer a alguien y empezar una linda relación. Pero Luciana ya era Clark Kent y Blondie era Superman. Si Luciana empezaba a salir con alguno iba a ser una mentira. Una mentira imposible de llevar y que iba a terminar con el pibe sintiéndose totalmente forreado, lo cual nunca quise hacer porque yo detestaba que me forréen a mi. Luciana tenía fecha de vencimiento a fin de mes, solo que nadie lo sabía, nadie más que yo.

Cuando retomé el trabajo ya me sentía renovada y descansada mentalmente. El viaje a Mar del Plata y ese mes que me tomé como Luciana me habían hecho realmente bien a la cabeza. Estaba lista para arrancar y enfrentar el nuevo año que se venía. Lo que no sabía era todo lo que me iba a pasar ese año…

Recuerdo que mi primer cliente del nuevo año fue un político, un funcionario. De la provincia de Buenos Aires. Yo no era de investigar mucho a mis clientes previamente y con él tampoco lo hice. Ellos querían mis servicios, yo tenía un precio y lo arreglabamos. Para mi llegaba hasta ahí. Lo que hicieran y lo que fueran me tenía bastante sin cuidado. Pero cuando se lo comenté a las chicas me pusieron una cara medio de sorpresa, ya que ellas reconocieron el nombre enseguida. A mi no me pareció famoso su nombre, ni lo ubicaba… ni que fuera el Presidente, o un Senador o algo así. Pero aparentemente el nombre del tipo era conocido.

Yo me movía más en ambientes de profesionales y empresarios. No mucho, casi nada, en la política. No era por cuestiones personales, para nada, sencillamente no era el tipo de networking que yo había cultivado. Pero los mundos empresariales y políticos coexisten y se mezclan bastante. Era cuestión de tiempo que un cliente de mi mundillo me recomendara a algún amigo o conocido del otro lado. Y eso fue lo que pasó, con éste funcionario me puse en contacto gracias a un cliente mio empresario que lo conocía.

No fue muy agradable estar con éste tipo. Tampoco fue desagradable. Fue absoluta y deprimentemente normal estar con él. Era una persona promedio. Promedio de facha, para su edad, promedio de personalidad, promedio de sexo… lo único remarcable del tipo era su bolsillo. Y aparentemente su nombre. Cuando estuvimos juntos no me trató ni bien ni mal. Fue insulso, casi. El sexo con el era como fideos sin salsa. Él quedó satisfecho y me lo dijo. Todo bien. Me gusta cuando los clientes quedan así, pero a mi no me provocó absolutamente nada. Ni siquiera me dieron ganas de quedarme en contacto con él, para que me recomiende a otros de su ambiente. Me quedó su número en el teléfono y nada más.

Varios años después me reía sola cuando me enteré que el tipo quedó pegado en un escándalo bastante público con otra chica, también trabajadora. Pensé que el tipo iba a ser más hábil que eso, pero me equivoque. Y agradecí que fuera con esa otra chica y no conmigo. A mi me interesaba que me conozcan clientes, no el público en general.

Fue para esa época más o menos que yo iba ya a cumplir ya mis tres años en la profesión. Y como esas cosas que tiene la vida y las casualidades, casi para la misma fecha, con unos pocos días de diferencia, tres años después recibí un día un mensaje así de la nada. Un mensaje que cuando lo vi me enterneció un montón.

Era un mensaje de Michael, el que había sido mi primer cliente por accidente. Por tres años ni me había mensajeado, ni una sola vez, y ahora me saludaba cariñosamente, preguntando si me acordaba de él… como me lo podría olvidar?

Chateamos un poquito y me dijo que estaba de vuelta en el país, que había llegado ayer por trabajo y se iba a quedar unos días, que le encantaría verme de nuevo si estaba disponible. Yo le escribí con una sonrisa que él no vio que por supuesto estaba, si me quería ver. Me preguntó si había cambiado mucho en este tiempo y yo le mandé una foto que me saque ahí mismo, en casa, sin maquillarme ni arreglarme para ver que decía.

Me llenó el chat de caritas y me dijo que estaba igual que lo que me recordaba. Charlamos un montón esa tarde, la charla se estiro porque él estaba ocupado con cosas y atendía su celu cuando podía. Al final combinamos para vernos un par de días después y me dijo que había venido con su jefe esta vez. Que le había hablado mucho de mi y que él me quería conocer también, que su jefe también era de los mismos gustos que él. Le dije que por supuesto, que me encantaría verlos a los dos y estar con ellos.

Quedamos para ir a cenar a una parrilla en Puerto Madero un viernes a la noche, que nos encontrábamos ahí, cenabamos y si todo iba bien nos íbamos al hotel donde ellos estaban hospedados. Michael me había pedido por favor otra foto para su jefe. Yo sabía lo que le gustaba a Michael y si su jefe tenía los mismos gustos… me arregle de nuevo un rato para volver a mi look mas de nena y le mande una linda foto que me saqué en mi cama, para que él la compartiera.



Blondie de noche - Parte 8

Michael me llenó el chat de nuevo de caritas.

Cuando llegué al lugar ya me estaban esperando en la puerta. Michael se sonrió al verme llegar y se quedó un poquito embobado de lo linda y arreglada que estaba. Nos dimos un largo abrazo y un beso, yo le dejé una miradita larga en los ojos diciéndole lo bueno que era verlo de nuevo después de tanto tiempo. Ahí me llevó unos pasos y me presentó a su jefe, que estaba esperando paciente y sonreía al ver nuestro reencuentro.

Era un tipo realmente imponente. Era norteamericano pero hijo de árabes y tenía una pinta de árabe también que mataba, con una barba negra y bastante importante, pero impecablemente cuidada y formada. Parecía un Asirio, ese tipo de barba llevaba. Tenía una piel marrón oscura que estaba muy cerca directamente de ser de raza negra. También se lo veía fortachón e impecablemente vestido con una linda camisa que le apretaba bastante el cuerpo. Me sonrió y me dio un beso en la mejilla, también lo noté que me fichaba de arriba a abajo al verme en persona. Se llamaba Ahmed.

En la cena la pasamos genial. Michael y Ahmed se peleaban para ver quien era más caballero conmigo y yo me reía diciéndoles que no hacía falta. Charlamos de todo y comimos unos buenos cortes de carne que les encantaron, sobre todo a Ahmed que no había venido nunca al país. Ahmed me dijo durante la charla que claro que era hijo de árabes, que su padre había emigrado de los Emiratos Árabes Unidos hacía tiempo y que él ya había nacido en Estados Unidos, que su madre era de Siria y su padre la conoció al llegar a Estados Unidos. Tenía 38 años, era unos años mayor que Michael.

Yo les pedía perdón a cada rato por como hablaba inglés pero ellos se reían y amablemente me decían que estaba perfecto, que me entendían lo mas bien. Tuvimos una re linda cena y estuvimos mucho charlando los tres, de todo. A Ahmed lo noté especialmente interesado en mí cuando yo hablaba, como que me miraba un poco más allá de mi apariencia y de las cosas que decía, estudiandome mientras comía y bebía.

Terminamos la cena y nos tomamos un taxi para el hotel, el mismo que Michael había usado en su primera visita. Al llegar fue Ahmed quien aceitó las cosas en la recepción mientras yo me quedé charlando con Michael en el lobby. Cuando Ahmed se nos unió y dijo que ya estaba todo bien y arreglado con la gente del hotel, Michael se sonrió y nos dijo que por que no subíamos nosotros primero y él iría después. Quería tomarse un trago en el bar y darnos tiempo para que nos conociéramos.

Al llegar a la habitación, que era más amplia y distinta que la que yo había estado con Michael aquella vez, me senté en la cama y me empecé a desvestir, pero muy lentamente y aparentandole a Ahmed como que estaba nerviosa. Había ya empezado el juego que intuía que ellos querían, sin haberle dicho nada a él. Si su jefe tenía los mismos gustos pedófilos que Michael, yo ya sabía cómo llevar la noche que íbamos a tener. Ahmed salió del baño y se sentó al lado mio, sonriéndome y acariciándome el hombro.

“Estas bien?”, me dijo
“Si… si… no es nada…”, le dije tímidamente mientras muy lentamente me sacaba un zapato
“Que pasa?”
Le puse un tono bien, pero bien de nena y lo miré tímidamente, “Es que… siempre estuve con mi papá Mike… no con vos…”
“Ah, entiendo”, dijo sonriendo, “Es un problema?”
“No… pero estoy nerviosa…”, lo miré
“Por que, hermosa?”, me preguntó y me acarició la carita
“Porque mi papá… yo lo quiero mucho… pero…”, le aparté la mirada
“Escucha, me podes contar si hay algún problema… yo lo puedo hablar con él….”, me dijo con un tono confiado y suave, “Que pasa con Mike?”
“No se si… no se si te lo puedo contar, tío Ahmed…”, la nena le dijo sin quererlo mirar, avergonzada mirando al piso, dejando que el pelo largo le cubriera la cara..
“Hey…”, dijo y me hizo mirarlo suavemente, girándome la carita, “Me podes contar cualquier cosa, sabes? No quiero que estes asi… decime que pasa…”, me decía mientras sus dedos me acariciaban.

La nena lo miró a Ahmed por un momento con sus ojitos dulces, “Mi papá… mi papá me dice siempre que si yo lo quiero a él… que él quiere un hijito… que yo lo tenga… con el…”
“Ah… wow… entiendo”, dijo Ahmed y se sonrió un poco, sus dedos recorriendo mi carita y un poco mi cuello, “Y vos no queres?”
“No es que no quiera… yo lo quiero complacer… pero…”, me hice la que tragaba saliva antes de decírselo, “... muchas veces con papá hacemos cosas…”
“Seguro. Pero eso es porque el te quiere mucho, hermosa…”, se sonrió, “No te gustan esas cosas?”
“Si, claro que me gustan.”, le dije con una sonrisita, “Se que el me quiere y a mi me gusta hacerlo sentir bien… es mi papá….”
“Por supuesto…”, se sonrió.
“Tío Ahmed… vos vas a querer… también….?”, le pregunté tímidamente.

Ahmed me acercó la cara y me dejó un beso suave en los labios, que yo se lo contesté tímidamente, mi manito acariciando su pierna mientras él todavía me besaba y me acariciaba.
“Tendría que estar loco para no quererlo, sos muy bella…”, me dijo dejándome la cara ahí cerca.
“Un… un hijito? También con vos?”, le pregunté.
Él suspiró y me empezó a besar un poco más fuerte, “Me haría muy, muy feliz. Sos tan hermosa… tan suave… “
Cerré los ojos y empecé a aceptar el placer que me estaba dando con los labios y sus dedos, le dije suavemente, “Pero papá… se enojaría…”
“De tu papá me ocupo yo, bella.”, me susurró, “Vos no te preocupes de nada…”
“No se van a pelear?”
“No. Se exactamente que decirle…”, me dijo mientras me empezó a disfrutar el cuello y yo le regalé un suspiro suave que lo entusiasmó.
“Que le vas a decir?”
“Que él no es el único que puede quererte”, me dijo mientras su mano me empezó a recorrer el cuerpo, “Que si él ama a su hijita está bien, pero yo también quiero amar a mi sobrina…”
Me hice un poco la sorprendida y lo miré, “Tío Ahmed vos… vos me amas también?”
El se sonrió, “Claro que te amo, mi hermosa… sos bellísima y quiero darte placer como te lo da tu papá…”
“Pero.. yo soy muy chica….”
El se sonrió, “No para mi. Para mi sos perfecta…”

Yo le sonreí dulcemente y nos besamos largo y profundo. La barba tupida de Ahmed me impresionó un poco al sentirla contra mi cara, pero pronto me acostumbré y seguí besándolo mientras sentí sus brazos rodeando mi cuerpito. Ahmed era un tipo alto y corpulento. No era gordo pero tenía una buena musculatura natural. Nada marcado ni trabajado en el gimnasio, para nada. Era un tipo naturalmente fuerte y de músculos grandes. Su abrazo se sintió increíble. Le deslicé una manito para sentirle el bulto mientras nos besábamos y enseguida me di cuenta que Ahmed tenía una pija enorme. La sentía tensarse bajo mi mano y la tela por mis besos y mis caricias, y le gemí un suave placer en la boca.

“Parece que vos me queres también…”, se sonrió entre sus besos.
“Yo…. yo siempre te miraba, tio… desde que era muy chiquita…”, le sonreí
“Nunca me dijiste nada…”
“No quería que papá se enoje y se ponga celoso…”, Ahmed sonrió y nos seguimos besando y acariciando más fuerte, “Puedo contarte algo, tio?”
“Por supuesto, hermosa… lo que vos quieras…”
La nena se le apartó un poco de la cara, apenitas, para que Ahmed viera la sonrisa pícara que tenía, que enseguida lo hizo sonreír y que la verga le de un tironcito bajo el pantalón.
“No se lo cuentes a nadie, si? Ni a mi papá…”, le sonreí
“Claro que no…”
“No se… me da mucha vergüenza… “, le reí finito mirándolo
El se sonrió, “Dale, animate… confia en mí. Yo sé guardar secretos.”
Dudé un ratito y le hablé en un susurro, solo para nosotros dos, “Cuando yo era mas chiquita… y te veía… no te decía nada, pero me iba a mi habitación.”
“Y que hacias?”
“Me… me tocaba entre mis piernitas, porque estaba sola… y … y me imaginaba ver tu pija…”, le largué una risita avergonzada. El se sonrió y me besó, apretando un poco su abrazo.
“Y en qué pensabas, hermosa?”
“En que me la dejabas ver… y tocar.. Y besar….”, le sonreí.
“Ahora estamos solos… la queres ver?”, me preguntó suavemente
“Puedo?”

Ahmed sonrió y se paró delante mío. Lentamente se desabrochó el pantalón ante la nena que lo miraba azorada y finalmente sacó su verga, poniéndola cerca enfrente de mi cara. Todavía no estaba completamente erecta… pero era enorme. Enorme y tan oscura como el resto de su piel. Era gruesa, larga y hermosa. Cuando la tomé en mis deditos se sentía pesada y maciza, no pude evitar morder mi labio y mirarlo así a él hacia arriba. Él se sonreía y me acariciaba el pelo.

“Te la imaginabas así?”, me pregunto.
“No… no tan grande, tio…”, le sonreí y la empecé a acariciar. Primero suave pero después con más fuerza, mis deditos rodeándola y pajeandolo muy suavemente. Era increíble tener esa cosa en mi mano.
“Probala…”, me dijo bajito.

Yo la miré y despacito la empecé a besar, a sentir el aroma y el gusto con mis lamidas. Me encantaba, era una de las mejores y más lindas pijas de mi carrera. Nunca había tenido una tan oscura y realmente muy pocas de las mismas dimensiones. Sin dejar de mirarlo por fin me la llevé a la boca, gimiendo suavemente mi placer.

Que pija hermosa que tenía… enorme, oscura y con un gusto que no había sentido nunca, me encantaba. Yo sentía como se le puso más dura enseguida en mi boca y le creció aún más, pero Ahmed solo me miraba y me acariciaba el pelo, como extasiado en silencio de ver a esa nena rubia preciosa complaciendo tanto su pija negra. Y de escuchar como la nena lo disfrutaba. Con mis deditos le empecé a acariciar las dos ciruelas hermosas que tenía de huevos, y también me las llevé a la boca, lamiéndolas y amándolas suavemente.

Pero fue cuando volví a su pija y me la enterré sola, profundo en mi boca, que le lancé un gemidito orgásmico de nena que por fin lo quebró. Largó un profundo soplido de placer y comenzó a gemir fuerte él también, mientras mi lengua se volvía loca en mi boca, tratando de enredarse alrededor de su verga como una hiedra alrededor del tronco de un árbol.

“Aaahhh… ahhhh.. Que hermosa… “, me acariciaba el pelo. Yo lo miraba fijo, ya con fuego en mis ojitos, disfrutando de ese pijón oscuro maravilloso en mi boca, “Acostate….”, finalmente me dijo y me tomó él, sin ningún esfuerzo levantándome y depositándome en la cama. Abrí mis piernitas para él, mirándolo deseosa a los ojos mientras él se me subió encima, haciéndome sentir el peso de su cuerpazo encima del mío. Ya me estaba volviendo loca a mi, entre la belleza de su verga y el cuerpo macizo del tipo. No necesitaba mucho acting para hablarle suave, pasada de deseo.


“Tio… tio… no… “, le dije
“No quieres? Te deseo mucho….”, me dijo, haciéndome sentir la punta ancha de su pija entre mis labios vaginales, ya pasaditos de mi humedad.
“Es que… mi papá…”
“Ya te dije que de él me ocupo yo”, me sonrió mientras seguía frotándome la pija, “Quiero amarte mucho, niña…”

Yo ya estaba que volaba de placer, solo quería que ese macho impresionante me cogiera ya mismo, pero también quería seguir el juego y hacerlo calentar aun mas de lo que estaba. Le sujeté los brazos con mis manitos, sintiéndolo ahí también y cerré los ojos, retorciendo mi cuerpito un poco debajo del suyo, haciéndole notar lo deseosa que estaba.

“Tio… por favor no… tio, es muy grande….”, le supliqué con mis ojitos cerrados
“No te voy a hacer doler….”
“Tio… tio… no… puedo quedar embarazada… y papá…. Se enojaría mucho conmigo….”
Me miró ya con fuego en sus ojos oscuros, su verga ya la sentía durísima y muriéndose por entrarme.
“Te amo mucho, mi niña… hermosa… te necesito… queres… queres darle un hijito también al tío Ahmed?”, me sonrió.

Yo me detuve para mirarlo profundo a los ojos, quedándome ahí con él un momento, entre mis jadeos suaves de nena le aferré un poco más con mis deditos en sus brazos. Con el tono más de nenita y de putita deseosa que pude lograr en ese momento le dije suavemente, “Te… te amo, tío Ahmed…”

Ahmed nada mas sonrió y gruñó fuerte, empujándome con sus caderas suavemente y por fin entrándome en la conchita. La sensación fue increíble, para los dos. Los dos gemimos fuertísimo nuestro placer, yo en mi vocecita de nena repleta de pija negra, y el ronco y profundo, sintiendo todo el calor y la humedad de mi interior alrededor de todo su grosor.

La cogida que me dio Ahmed, y que yo le di a él, fue inolvidable. Mis grititos de nena lo ponían más y más caliente, enterrándome esa verga increíble más y más en mi conchita. Me sacaba el aire, me sentía tan llena y ensanchada, como casi nunca antes lo había sentido. Me hacía doler ese dolor dulce y hermoso, de hembrita tomada, de hembrita cogida, de caderas que se me desarmaban en tan sublimes punzadas de dolor y placer. Y mi conchita de nena lo hacía volar de placer. Si mi viejo me viera… su hijita rubia siendo disfrutada y usada tan rico por ese tipo hermoso de piel oscura, y ella gozando tanto… se le habría volado la tapa de los sesos sola.

No duramos mucho los dos, era imposible que pudiéramos durar. Sentí que sus brazos me aferraron y estrujaron fuerte alrededor de mi cuerpito y me la mandó hasta el fondo de mi conchita. Sentí la punta de su pija rozarme la entrada a mi útero y me perdí. Me perdí ahí mismo en un orgasmo increíble, mi cuerpito convulsionando de placer y de éxtasis de mujer, mientras mi cabeza volaba por cualquier otro lado. Y ahí fue cuando lo escuché protestar y gemir fuerte, y de un fuerte empellón esa pija que tenía como un tronco casi de ébano me llenó la conchita con toda su leche, y todo su amor y su deseo. Bien, pero bien a mi fondo, a mi lugar más íntimo de mujer.

Cuando nos recuperamos los dos, ambos jadeando y sonriendo, cubiertos de nuestro sudor, llevé tímidamente mis manitos alrededor de su cuello y las colgué ahí, acariciándolo suavemente. Lo miré a los ojos y le susurré, solo para él.
“Te amo, tío Ahmed…”

El sonrió y se inclinó para darme un besazo profundo, mientras aun seguía soplando su respiración por la nariz, dulcemente sobre mi carita, “Eres hermosa… increíble… que dulce niña… yo te amo tambien”
Yo le sonreí suavemente, “Voy… voy a tener tu hijito ahora?”
Él me acarició suavemente una mejilla, “Ahora no, mi dulce. En unos meses, ya vas a ver…”
“Siempre quise tenerte así… desde que era chiquita… te quiero mucho, tío…”, le sonreí.

Ahmed se salió de mi y suspiré suavemente, sintiendo como su leche se me empezaba a escurrir despacito hacia afuera. Quise limpiarme pero él me detuvo, me dijo que me quedara así, que a él le gustaba. Se recostó y yo lo abrace a su costado, así nos quedamos dándonos besitos y diciéndonos dulces cositas entre tio y sobrina en nuestro jueguito. Mi mano acariciaba todo su cuerpo y en especial su pija hermosa. Solo quería sentirla en mi mano, no quería que vuelva a la vida todavía.



jovencita

El me dio vuelta y me abrazó de atrás dulcemente, pegando su cuerpo contra el mio mientras me acariciaba y me besaba el cuello. Cerré mis ojos y sonreía, era lo mismo que me hacía mi narco, que me encantaba. Estuvimos un lindo rato así, calmados, él disfrutando de mi cuerpito con sus manos y sus besos, hasta que de pronto escuché la puerta de la habitación que se destrababa y se abría.

Inmediatamente me hice la asustada y sorprendida, lanzando un chillido de nena, “Es papá! Es mi papá!!!!”, dije mientras agarré la sábana y me cubrí toda, hasta la cara, subiendome el borde por encima de mi nariz y dejando solo mis ojitos asustados afuera. Ahmed se reía y me seguía acariciando por debajo de la sabana.
“Tranquila, mi amor…”
“Se va a enojar muchísimo!!!”, sollocé
“Ya, tranquila hermosa, dejame a mi…”, se sonrió y esperamos así a que Michael apareciera.
Cuando apareció y nos vió se sonrió feliz, mirándonos a mi tapada hasta la nariz y a Ahmed mas desnudo pegado a mi espalda, “Wow… y ésto qué es?”, dijo
“Papi….”, yo susurré por debajo de la sábana, mirándolo asustada.
“Me van a explicar que han estado haciendo?”, dijo Michael, parado y mirando.
Ahmed sonrió, “No eres el único que puede amar a Blondie, hermano… yo también amo a tu hijita, sabes?”
“Si, ya veo…”, dijo Michael
“Además ella me dijo que me quiere. Y también que quiere darme un hijito, como a vos…”
Yo cerré fuerte los ojitos de vergüenza y le di un suave codazo por debajo de la sabana a Ahmed, “Tiiiiioooo…. Era un secretooooo….”, dije bajito por debajo de la sabana. Los dos se sonrieron.


Michael se hizo el enojado, frunciendo las cejas y mirándome, “Blondie, no puedo creerlo, hijita. Es cierto eso?”
Yo dudé unos segundos y le asentí varias veces con mi cabecita tapada hasta la nariz.
“No lo creo. Pensé que me querías, niña…”, me dijo.
“Creelo o no”, dijo Ahmed, “Y si necesitas pruebas….”, Ahmed agarró la sábana y me la sacó, desnudándome completamente. Me tomó por debajo de una de mis rodillas y me hizo abrir de piernas, mostrándole a Michael el enchastre que todavía tenía en mi conchita, y lo abiertos que todavía me habían quedado los labios vaginales. Yo me tapé la carita de vergüenza con las manos.
“Tiiiioooo……”, protesté suave.
“Wow… increíble”, dijo Michael admirando la vista
“Ya lo ves… tu hijita rubia va a llevar a mi bebé árabe en su vientre…”, se sonrió Ahmed, “Ella me lo pidió, porque me ama… y yo a ella…”
“Blondie! Es cierto eso?”, me preguntó Michael enojado.
“Si… si papi… perdoname por favor…”, le contesté tímidamente.
“Que pasa, ya no me querés? Ya no querés a tu papi?”, me preguntó.
“Si te quiero, papi… mucho…”, le dije dulcemente, “Pero… pero también amo al tío Ahmed…”
Michael se cruzó de brazos, enojado y me levantó la voz, “Vení acá. Vení acá ya mismo! Estoy muy enojado…”
Yo me levanté despacito y tímidamente caminé hasta Michael, mirándolo un poco asustada.
“Sos una niña mala… y muy desobediente…”, me miró y me acarició la carita
“Perdona papi… por favor…”, le supliqué.
“No. No te perdono. Voy a tener que castigarte…”, dijo Michael y se sentó en uno de los sillones, llevándome con él.
“No… no papi… por favor eso no….”, le sollocé
“Silencio. No quiero escucharte después de lo que hiciste. Desobediente. Desagradecida…”, me dijo y me dobló encima de él, con mi cola para arriba, listo para empezar a pegarme ahí.
“Papi por favor no! Me duele! No me gusta!”, le chillé.

Michael empezó a darme chirlitos en la cola, mientras Ahmed se sonreía y frotaba su verga, mirándonos desde la cama. Con cada chirlito de Michael yo le chillaba y le pedía por favor que pare, y él se aseguraba de sentirme bien cada nalga un rato largo después de cada golpecito.
“Que pasa? Ya no querés a papi? Querés el hijito de otro?”, me preguntaba entre cada chirlo.
“Te quiero papi! AY!... pero no me pegues… AAAAAY!!!!”
“Me vas a tener que demostrar que aun me querés…”, dijo y se desabrochó el pantalón, sacando su pija que ya estaba más que dura.
“Papi, no! Está el tio, me da vergüenza!”

Michael se sonrió y dejó de darme chirlitos, me hizo arrodillar frente a él y empezar a mamarlo, suave y profundo. Empezó a gemir suavemente y a mi me encantó sentir su pija en la boca de nuevo, como aquella vez.
“Eso… así… dale placer a tu papi… luego que lo trataste tan mal…”, gemía.
“Perdona papi… yo te quiero mucho….”, le decía yo entre mis mamaditas amorosas.
“Pero no queres el hijito de papá… querés el hijito de otro, si?”, me preguntó mientras yo me ocupaba la boca.
“Tambien… tambien quiero el tuyo, papi… si te hace feliz… a mi también…”, le sonreí y volví a chupársela más fuerte y más profundo, con más amor y gimiendo.
“Eso quería oír… mmmh… oír a mi dulce niña de nuevo… no a la niña desobediente…”, se sonrió y cerró los ojos del placer que mi boca y mi lengua le estaban dando.
“No te enojes conmigo, papi… te quiero mucho… y tampoco con el tío Ahmed…”, le dije entre mamadas. Yo no podía verlo pero escuchaba a Ahmed desde la cama, gimiendo y respirando un poco agitado, seguramente se estaría masturbando con la escena.
Michael suspiró, “No puedo enojarme con vos, Blondie… mi niña hermosa y dulce…”
Yo lo miré y le sonreí dulcemente, dándole mi tono de nena linda, “Quiero tu hijito también, papi… te amo…”

Michael me tomó y me hizo subirme al sillón con el. Nos besamos y manoseamos apasionadamente un rato, diciéndonos cuanto nos queríamos hasta que ahí mismo en el sillón me dio vuelta y me empezó a coger la conchita desde atrás. Sentir la pija de Michael de nuevo me encantó, me trajo muchos recuerdos de aquella primera noche juntos. Por supuesto que lo complací a Michael como el quería también, regalándole un largo y dulce orgasmo de nena que salió de mi boca para alentarlo a llenarme el también.



prostituta


Cuando abrí los ojos lo vi a Ahmed masturbandose fuerte, de costado en la cama, viendo como Michael me cogía tan hermoso y cuanto yo estaba gozando. Lo vi gemir y tensarse, acabando a chorrazos de semen que le saltaron por el aire y aterrizaron en las sabanas. Michael pronto tampoco pudo aguantar mas y me llenó dulcemente de su leche, acariciando y besando a su nena mientras la amaba y le dejaba todo su amor dentro de ella.

La pasamos increíble los tres esa noche. Y terminaron muy contentos cuando Blondie pudo solucionar el problema entre ellos, diciéndoles que los amaba a los dos y cuanto quería tener los hijitos de los dos, que por favor los dos le dejaran todo su semen en su conchita, que siempre iba a ser la nena de los dos.

Cuando terminó nuestro juego el sol casi iba a salir, faltaría media hora. Yo estaba destruida físicamente, pero tan feliz. Y ellos, ni les cuento. Decidimos bajar a desayunar al bar del hotel, los dos me invitaron pidiéndome por favor que aceptara, y seguimos charlando amigablemente de todo. Me encantaba estar con ellos y adoré ver de nuevo a Michael, después de tanto tiempo.

Michael se excusó un momento mientras desayunábamos y volvió con mi pago en un sobre, que me entregó con una sonrisa. Me dijo que, como siempre, yo era un placer increíble y me agradeció mucho lo bien que la había pasado. Dijo que había quedado muy cansado y que se iba a su habitación a dormir algo, ya que lo esperaba un largo dia. Nos dimos un abrazo largo y amoroso entre los dos, de despedida. Michael era un amor, yo lo adoraba y él a mi. Con un besito cariñoso de despedida me saludó y lo vi irse, prometiéndome que me iba a contactar si volvía al país.

Yo me quedé con Ahmed terminando el desayuno y charlando. Me dijo que él también había quedado encantado y me empezó a hacer unas preguntas que generalmente los clientes no me hacían. Nada puntual y nada que quisiera compartir, pero… inusuales. Sobre mi trabajo, como me gustaba trabajar a mi ya que había quedado impresionado por el acting y lo bien que se la había hecho pasar. También sobre mí, algunas cosas más personales, pero siempre sin pasar el límite de lo apropiado. Era una sana curiosidad, o al menos eso me pareció a mi en ese momento. Nos quedamos charlando como media hora más donde lo noté interesado en escuchar todo lo que yo le decía.

De pronto sacó la billetera. Yo pensé que era para darme una propina o algo así, y le dije que no hacía falta, pero me miró y se sonrió. Me extendió una tarjeta. Pensé que era su contacto, pero no. Tenía un sello en una esquinita que yo no reconocí, un nombre árabe que no era el de él, y solamente un número de teléfono y whatsapp. Le pregunté qué era y me dijo que era de un conocido de él, del servicio diplomático de los Emiratos en Buenos Aires. Me preguntó si quería trabajar de nuevo ésta semana y si era así que me contactara con esa persona y que me iban a dar más instrucciones. Que iba a haber un evento diplomático que estaba seguro que me iba a interesar, y que él le iba a dar a éste tipo una excelente referencia de mi. Que el resto lo maneje con ésta persona.

Yo le sonreí y le agradecí, pero era todo tan vago y yo estaba tan cansada que no pensé mucho de eso en ese momento. Pero cuando me dijo que si todo estaba okey y decidían llamarme me iban a pagar muy bien, ahí me picó el interés.

Me despedí amorosamente de Ahmed, el también encantado de haberme conocido y de la noche que le hice pasar. Yo lo corregí… le dije que de la noche que los dos nos hicimos pasar. Se sonrió y asintió. Me pidió de quedar en contacto al igual que Michael y le dije que por supuesto, que me encantaría y que adoré haberlo conocido.

Me fui del hotel con el sol ya brillando… y con la tarjeta que me había dado en mi cartera. Me dio mucha curiosidad.

0 comentarios - Blondie de noche - Parte 8