Suelen ser vueltas interesantes no creen? Vueltas que uno no se lo espera y sucede. Esta historia pasó hace un mes aproximadamente, primeros calores y la humedad abunda, un combo demasiado pegajoso. Caminando por el centro veo venir una mujer imponente, vestido corto verde, pegado al cuerpo, zapatos con tacos altos, mostrando sus dos largas piernas, castaña, lentes oscuros y una belleza al caminar. Al lado un gordo, barba, buen vestir, llevaba unas bolsas (creo que eran compras de ella). Paso al costado, me quedo mirando y cuando pasó, siento un “Hola Rodri, ¿ya no saludas más?” Me doy vuelta un tanto extrañado y era ella, la mujer con la que había debutado a mis 18 años (sí, algo tarde). Vecina de toda la vida y ahora con 34 la volvía a ver. Habíamos pasado un muy buen momento, sobre todo todo cuando se separó (por mi culpa), el marido nos encontró en su habitación y se armó flor de quilombo en el barrio. Se había operado, tenía más tetas de las que recordaba y si yo tenía 34, ella ya estaba en los 65 más o menos. El pasado la habíamos pasado muy bien, yo la espiaba y ella se dio cuenta una tarde de sol, el mismo que al interponerme hacía sombra y así se dio cuenta. Ella tomaba sol desnuda y bueno del otro lado había un pajero que soñaba con tenerla, hasta que pude concretar ese sueño. Me enseñó todo, en el arte de coger y a ella le gustaba enseñar. No tenía hijos pero de vez en cuando la visitaba un sobrino, digamos que era sobrino. Así y todo, me la cogía muy seguido. Volvía del colegio y ni llegaba a casa, me iba a su casa, me cocinaba y cogíamos. Hasta que una tarde, el marido nos encontró y ella se fue del barrio y no la volvía a ver más.
Con el cobró del divorcio se había operado, me dijo luego de saludarme y estaba con un novio, el gordo que les nombré. El gordo tenía mucho dinero para gastar y ella la pasaba bien. El gordo tenía más o menos su edad y pelos blancos y negros por todos lados. Los dos amablemente me invitaron a su casa, acepté ya que no estaba haciendo nada, solo fui a dar un paseo y a tomar un poco de aire. Fuimos al estacionamiento, nos subimos a una camioneta. En el recorrido estábamos charlando un poco de la vida, yo les contaba que estaba de novio, trabajando, estable se podría decir. El gordo comenzó a hablar de sus negocios y ella lo miraba sonriente. En un momento con la camioneta detenida por un semáforo, se da vuelta y me toma sus tetas “¿te gustan?” Claro, respondí. Son enormes, agregué, sonriendo. Da vuelta al frente, lo mira al novio, “y a vos, ¿te gustan?” El gordo con las dos manos, abrió el vestido, las tetas saltaron, el gordo como pudo se agachó y comenzó a besarlas. “Me encantan” respondió y aceleró cuando dio verde. Dije entre mis pensamientos, no cambió nada esta mina.
Llegamos a la casa de ambos, a las afueras de la ciudad, me senté en un sillón al ingresar y el gordo se sentó al lado mio. Tomó dos vasos que estaban guardado debajo de una mesa ratona y sacó un wiskey. “¿Te gusta?” Si, a veces tomo, respondí yo. “No, boludo, Luciana, ¿te gusta?” Si, es muy linda. ¿Te la cogerías? El gordo preguntaba mientras servía la bebida. Dudo en responder. “Respondé tranquilo”. Si, me encantaría. El gordo, terminó de servir, levantó el vaso, hizo un movimiento como de brindis y nos acomodamos en el sillón mientras tomabamos. No nos dijimos ni una palabra hasta que él terminó el vaso y me dice “si me la chupas es tuya”. Yo me reí, pensé que era un chiste. “¿Te la queres coger si o no? Si te la queres coger, me la tenes que chupar”. No, gracias le digo ya un poco molesto con la situación. Se sienta al lado mio nuevamente, saca el celular. “Mirá, ¿en serio no te la queres coger?” Me muestra unas fotos de Luciana en bolas y saca la pija y empieza a pajearse. “Es hermosa, mira esas tetas, son tremendas” el gordo estaba re caliente y yo comenzaba a calentarme también, mientras pasaba las fotos mi verga se ponía cada vez más dura. Pasaron unos cinco minutos y sin previo aviso, me agaché y se la empecé a chupar, nunca había chupado una verga así que no sabía si estaba bien o mal, lo hacía mientras el gordo murmuraba y emitía algunos gemidos. “Vas bien, putito” es lo único que decía y repetía y yo más se la chupaba. El gordo empezó a tocarme. “Desnudate” me paré, me desnudé y me arrodillé ante el sillón para seguir chupándosela, lo masturbaba y el gordo disfrutaba. Se para, me levanta y me pone contra la pared del living más cercana. Se agacha y me empieza a comer el culo mientras me masturbaba. Pasaron algunos minutos u horas, ya no lo sabía de la excitación que yo tenía. El gordo saca un preservativo de su pantalón, se lo pone y empieza a cogerme. Yo trataba de no hacer ruido para que Luciana que todavía seguía en la habitación de arriba no se enterara. Pero eso no duró mucho tiempo, cuando comenzó a poner su verga bien adentro, no tuve opción y comencé a gemir. “Si, putito” me decía, “la queres toda”. Y yo respondía que sí. Volvimos al sillón, patitas al hombro y me seguía cogiendo. En un momento veo su cara con una mueca. Saca la verga, se saca el preservativo y me larga la leche en el pecho.
Los dos bajamos los decibeles, el gordo se sentó a mis pies y en eso baja Luciana. “Nunca pensé ver esto” fueron las únicas palabras que dijo.
Con el cobró del divorcio se había operado, me dijo luego de saludarme y estaba con un novio, el gordo que les nombré. El gordo tenía mucho dinero para gastar y ella la pasaba bien. El gordo tenía más o menos su edad y pelos blancos y negros por todos lados. Los dos amablemente me invitaron a su casa, acepté ya que no estaba haciendo nada, solo fui a dar un paseo y a tomar un poco de aire. Fuimos al estacionamiento, nos subimos a una camioneta. En el recorrido estábamos charlando un poco de la vida, yo les contaba que estaba de novio, trabajando, estable se podría decir. El gordo comenzó a hablar de sus negocios y ella lo miraba sonriente. En un momento con la camioneta detenida por un semáforo, se da vuelta y me toma sus tetas “¿te gustan?” Claro, respondí. Son enormes, agregué, sonriendo. Da vuelta al frente, lo mira al novio, “y a vos, ¿te gustan?” El gordo con las dos manos, abrió el vestido, las tetas saltaron, el gordo como pudo se agachó y comenzó a besarlas. “Me encantan” respondió y aceleró cuando dio verde. Dije entre mis pensamientos, no cambió nada esta mina.
Llegamos a la casa de ambos, a las afueras de la ciudad, me senté en un sillón al ingresar y el gordo se sentó al lado mio. Tomó dos vasos que estaban guardado debajo de una mesa ratona y sacó un wiskey. “¿Te gusta?” Si, a veces tomo, respondí yo. “No, boludo, Luciana, ¿te gusta?” Si, es muy linda. ¿Te la cogerías? El gordo preguntaba mientras servía la bebida. Dudo en responder. “Respondé tranquilo”. Si, me encantaría. El gordo, terminó de servir, levantó el vaso, hizo un movimiento como de brindis y nos acomodamos en el sillón mientras tomabamos. No nos dijimos ni una palabra hasta que él terminó el vaso y me dice “si me la chupas es tuya”. Yo me reí, pensé que era un chiste. “¿Te la queres coger si o no? Si te la queres coger, me la tenes que chupar”. No, gracias le digo ya un poco molesto con la situación. Se sienta al lado mio nuevamente, saca el celular. “Mirá, ¿en serio no te la queres coger?” Me muestra unas fotos de Luciana en bolas y saca la pija y empieza a pajearse. “Es hermosa, mira esas tetas, son tremendas” el gordo estaba re caliente y yo comenzaba a calentarme también, mientras pasaba las fotos mi verga se ponía cada vez más dura. Pasaron unos cinco minutos y sin previo aviso, me agaché y se la empecé a chupar, nunca había chupado una verga así que no sabía si estaba bien o mal, lo hacía mientras el gordo murmuraba y emitía algunos gemidos. “Vas bien, putito” es lo único que decía y repetía y yo más se la chupaba. El gordo empezó a tocarme. “Desnudate” me paré, me desnudé y me arrodillé ante el sillón para seguir chupándosela, lo masturbaba y el gordo disfrutaba. Se para, me levanta y me pone contra la pared del living más cercana. Se agacha y me empieza a comer el culo mientras me masturbaba. Pasaron algunos minutos u horas, ya no lo sabía de la excitación que yo tenía. El gordo saca un preservativo de su pantalón, se lo pone y empieza a cogerme. Yo trataba de no hacer ruido para que Luciana que todavía seguía en la habitación de arriba no se enterara. Pero eso no duró mucho tiempo, cuando comenzó a poner su verga bien adentro, no tuve opción y comencé a gemir. “Si, putito” me decía, “la queres toda”. Y yo respondía que sí. Volvimos al sillón, patitas al hombro y me seguía cogiendo. En un momento veo su cara con una mueca. Saca la verga, se saca el preservativo y me larga la leche en el pecho.
Los dos bajamos los decibeles, el gordo se sentó a mis pies y en eso baja Luciana. “Nunca pensé ver esto” fueron las únicas palabras que dijo.
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