Relatos incestuosos entre dioses griegos pero siendo humanos normales pertenecientes a una familia millonaria.
ZEUS Y HERA
Zeus, de 18 años, entró al gimnasio de la mansión familiar, cada mañana se ejercitaba manteniendo en forma su corpulenta figura, a esa hora no había nadie más en el gimnasio, los demás seguían durmiendo, así fue durante semanas hasta que su hermana Hera de 19 también empezó a entrenar temprano.
Hera tenía la piel blanca como porcelana, el cabello largo, rubio y reluciente, un cuerpo atlético, su silueta estaba bien definida y sus atributos eran de tamaño promedio pero firmes.
Zeus la miraba mientras ambos se ejercitaban, al inicio de reojo, luego con menos discreción, luego de forma directa. El cuerpo de su hermana le parecía sensual, adoraba que tuviera una figura escultural como la suya, además, Hera solía ejercitarse con ropa corta y pegada.
No tardó mucho en sentir por ella una atracción indebida que iba en aumento con cada mañana que se ejercitaban juntos.
Una ocasión Zeus decidió ejercitarse en shorts apretados para ver si su hermana tenía una reacción, y así fue, Hera lo miró muchas veces ruborizándose y camuflando su reacción al hacer ejercicio.
Zeus sonrió, repitió esa provocación en diferentes días y cada ocasión su hermana lo miraba sonrojada, atenta y traviesa. Zeus sonrió con orgullo, sintió morbo y a pesar de la inmoralidad de sus pensamientos decidió llevarlos a cabo. Uno de los días donde solo iba en shorts se acercó a su hermana y se colocó frente a ella.
—¿Qué quieres Zeus? —preguntó Hera, la cara con rubor por el ejercicio y la excitación.
Zeus le sonrió de forma pícara y la agarró de la cintura.
—Te quiero a ti Hera.
Ella se sonrojó de forma notable pero trato de apartarse.
—Deja de decir tonterías y suéltame.
—No es una tontería, y sé que tú también me deseas.
—Claro que no.
—¿No? ¿Entonces por qué me miras tanto y te pones roja, como ahora?
—Es solo que, ya déjame —se quejó Hera con voz agitada.
Zeus la siguió agarrando pero con una mano, con la otra la tocó pasando sus dedos por el vientre marcado de ella, por su cintura fina, sus glúteos carnosos, su espalda detallada y por último, sus pechos redondos, suaves y en forma. Hera suspiró ruborizándose más y respirando agitada.
—¿De verdad quieres que te suelte? —preguntó Zeus de forma burlona.
—Eres mi hermano, sentir esto entre nosotros está mal —respondió Hera—. Aunque lo queramos... no podemos.
—¿Por qué no?
—Ya lo sabes, está prohibido, es inmoral, es...
—Morboso y excitante —dijo Zeus.
Rodeó la cintura de su hermana apegándola más y besándola en la boca sin darle oportunidad de replicar. Hera cerró los ojos y se dejó llevar por la excitación que sentía. Zeus probó los labios de su hermana de forma lujuriosa como nunca había hecho con otras chicas y tuvo una erección potente. Hera se pegó más a él besándolo con lengua e intercambiando sus salivas. Zeus detuvo el beso.
—No me has contestado, ¿quieres que pare?
Hera lo miró frunciendo el ceño y sonrojándose de forma evidente.
—Eres un tonto Zeus, no puedo creer que mi hermano menor sea un gran tonto —hizo una pausa llevando la mano de Zeus a su pecho y haciendo que le apretara su busto firme, cálido y suave—. Y no puedo creer que me excite tanto un gran tonto como tú.
Zeus sonrió apretándole el pecho de forma juguetona y continuando el beso con pasión. Hera movió sus caderas frotando su pelvis contra la masculina, provocando más excitación en ambos. La erección de Zeus creció tanto que salió de sus shorts. Hera la miró atenta, hipnotizada y morbosa.
—Tócala si tanto te gusta —dijo Zeus.
Hera frunció el ceño con vergüenza pero bajó la prenda de su hermano, dejándolo desnudo y admirando mejor su erección.
—Joder hermanito, ¿cómo es que la tienes tan grande?
Dijo Hera hincándose ante Zeus y llevándose la verga a su boca. Zeus suspiró cuando su hermana succionó su glande mostrando habilidad. Hera presionó sus labios alrededor de la verga de Zeus chupándola y saboreándola de forma obscena.
—Joder hermana —jadeó Zeus—. Lo haces como toda una experta.
Hera lo miró frunciendo más su ceño y chupando con más ganas toda la verga. Zeus le agarró el cabello rubio en una cola de caballo para que no estorbara y siguiera la felación. Hera succionó toda la verga estimulándola con sus labios y cubriéndola de su saliva. Zeus meneó sus caderas metiendo más profundo su verga en la boca de su hermana. Hera siguió demostrando habilidad, sensualidad y pasión. Zeus le folló la boca de forma exaltada. Hera chupó toda comenzando a desnudarse poco a poco y apartándose cuando se quitó toda la ropa, dejando la verga escurriendo con su saliva.
—A ver si tú también muestras habilidad hermanito —provocó Hera acostándose sobre un tapete de ejercicios, mostrando sus pechos perfectos y su coño rosáceo, humedecido, y de vello recortado.
Zeus terminó de quitarse los shorts y se colocó encima de su hermana presionando sus cuerpos y guiando su verga a esa entrada morbosa. Hera abrió sus piernas mostrando flexibilidad y dando más acceso a su coño. Zeus la penetró con brío, haciéndola rebotar y llegando profundo. Hera gimió de forma obscena, meneando sus caderas y apretándose los pechos.
—¿Te gusta sentir la verga de tu hermano? —preguntó Zeus.
—Sí, ah, aahhh, me encanta la verga de mi hermano —respondió Hera gimiendo y sacudiéndose de forma placentera.
Zeus la embistió con fuerza repetidas veces, arqueándose y chupándole los pechos, mordiéndole los pezones. Hera se abrazó a la espalda de su hermano sin parar de gemir con fuerza, placer y morbo. Zeus siguió embistiendo el coño de su hermana sintiendo como chupaba su verga de forma depravada.
—Aahhh, aaahhhh, Zeus, siento tu verga golpeando mi útero... quiero... quiero que lo llenes con tu corrida...
—¿En serio hermana? —preguntó Zeus excitándose más y aumentando el ímpetu de sus embestidas.
El cuerpo de Hera se sacudió con cada penetración. La verga de Zeus entraba con presteza, desenfreno y rudeza en el coño mojado, caliente y apretado. Hera gimió alto, esparciendo sus gemidos por el gimnasio y sudando por la actividad física tan intensa.
Zeus se arqueó empujando toda su verga en el coño de su hermana y corriéndose de forma abundante. Hera gimió haciendo gestos morbosos y chorreándose por el regocijo experimentado. Sus cuerpos quedaron así de unidos por un momento indecente, delicioso y salvaje.
—Joder hermana —dijo Zeus apartándose y acostándose también en el tapete—. Este ejercicio ha sido maravilloso.
—¿Ahora yo seré tu rutina de ejercicio? —preguntó Hera, provocándolo.
—Pero claro, es más, dame unos minutos y tenemos el segundo round —contestó Zeus seguro, aun excitado y enérgico.
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