Hola amigos! Hoy les cuento como siguen las cosas con su profe de pádel, no tengo tiempo para redactar como siguieron las cosas con los chicos del kiosco, pero luego tratare de hacerlo.
Pato sigue yendo a sus clases de padel, ahora con mas ganas que antes, paso a relatarles lo que sucedió luego de que ellos se vieran en privado.
Les pido perdón pero no creo poder agregar muchos gifs, ya se darán cuenta que el relato no lo amerita.
Desde su último encuentro en la oficina del club, Pato y el profesor mantenían una tensión casi palpable. Cada clase era un ir y venir de miradas y sonrisas cómplices, donde cada palabra contenía más de un significado. Un día,mientras preparaban la siguiente clase, el profesor rompió el silencio con una propuesta inesperada.
—Este viernes a las 22 hs tengo un partido con unos amigos, —dijo, su tono sugerente—. Nos falta una jugadora, y pensé que podrías completar el equipo.
Pato lo miró, con una sonrisa que dejaba entrever su curiosidad. "Es un equipo especial entonces?" preguntó, eligiendo cada palabra con intención.
—Podría decirse que sí, —respondió el profesor, sin apartar la vista—.Además de mí, estarán Javier y Ricardo. Estoy seguro de que harán que te sientas en buena compañía.
Pato sintió un cosquilleo en su estómago, para ser más franco, lo sintió en su concha que empezaba a palpitar, dejándose envolver por la intriga. "Son buenos jugadores? Porque me gusta que me exijan, bueno vos lo sabes, las clases son intensas?"
—No dudo de que lo harán —dijo él con una sonrisa maliciosa—. Son hombres de experiencia, saben cuándo y cómo moverse.
Ella sonrió, ya anticipando lo que podía ser una noche fuera de lo común."Entonces, esperan que yo siga su tipo de juego, o o se van a adaptar a una inexperta como yo?"
—Creo que podríamos turnarnos… —contestó el profesor—. De inexperta tienes poco ya. Quizás al principio ellos te sigan a vos, pero en algún momento, quien sabe, tal vez quieras dejarlos tomar el control.
El día del encuentro llegó, y Pato se vistió con un conjunto que sabía que no pasaría desapercibido: una remera realzaba sus tetas, junto a un copiño deportivo muy finito que marcaban apenas sus pezones y unas calzas grises que acentuaban cada movimiento y marcaba su culazo. Estaba pícara y atrevida, y sabía que ese look haría subir la temperatura entre los presentes.
Al llegar a lclub, encontró al profesor junto a sus amigos, dos hombres que inmediatamente mostraron una mezcla de curiosidad al verla y hasta cierta libidinosidad.
Después de la presentación y saludos de rigor, se dirigieron hacia la cancha, “que empiece el juego, vamos cambiando las parejas cada 3 games” dijo el profe.
El juego comenzó, y cada movimiento de Pato atraía las miradas de los tres hombres. A cada punto que ganaba, uno de ellos le lanzaba algún comentario o broma, creando un ambiente cada vez más cargado. La forma en que se agachaba a buscar la pelotita, dejando expuesto su culo y como se le marcaba la tanga hacían que hicieran comentarios entre ellos.
Durante una pausa, Javier le ofreció una botella de agua y lanzó una sonrisa calculadora.
—Así que, Pato, siempre eres tan... competitiva? —preguntó, sus ojos brillando con una curiosidad que iba más allá del juego.
Ella le devolvió la mirada, disfrutando de la atención. "Solo cuando hay algo interesante en juego," respondió, alzando la botella para beber con un toque de provocación.
Ricardo se acercó, sumándose a la conversación. —Y no te da miedo perder?—inquirió, como si buscara desentrañar algo más allá de sus palabras.
"Digamos que disfruto el riesgo," respondió Pato, sosteniendo sumirada sin pestañear. "A veces, perder puede ser tan divertido como ganar si estás con la compañía correcta, lo importante es pasarla bien."
El profesor, que observaba desde un lado, intervino con una sonrisa. —¿Y qué dice tu marido sobre tus riesgos?
Pato rio suavemente. “Mi marido sabe que soy una mujer curiosa. Le gusta cuando descubro cosas nuevas… aunque, claro, no siempre sabe todos los detalles.” Insinuando mucho mas que lo que decía y el profe ya sabía. Yo creo que ya todos sabían, yel profe le había comentados a sus amigos del encuentro anterior, y de alguna manera, esto estaba planeado totalmente.
Javier levantó una ceja, mirándola con un aire intrigado. —Así que le das sorpresas de vez en cuando?
"Depende no siempre sabe lo que me espera en cada “partido”,"contestó Pato, insinuante.
Cuando terminaron el partido, el profesor sugirió ir a tomar unas cervezas. Pato suponía que lo harian en el mismo club, pero el profe los invito a su casa ap ocos metros del lugar. Momento en que podría haber aprovechado Pato para escibirme o avisarme, pero que no hizo. El ambiente estaba denso de energía cuando llegaron, y cada palabra parecía una excusa para que la tensión subier aun poco más.
—Entonces, Pato… sueles aceptar este tipo de invitaciones? —preguntó Ricardo, mientras se acomodaban en el salón.
Ella lo miró, sonriendo con picardía. "Depende de la invitación, si es interesante, por qué no?"
—Y esta lo es? —inquirió Javier, con un aire cómplice.
Pato lo miró fijamente, con una chispa en los ojos. "Definitivamente, algo me dice que aquí no faltará nada esta noche."
El profesor, que había estado escuchando en silencio, tomó la palabra. —Aquí no hay reglas, Pato, solo… libertad para pasarla bien y jugar.
Pato se acomodó en el sillón, lanzando una mirada curiosa hacia los dos amigos del profesor. Javier y Ricardo, cada uno con un atractivo particular,parecían llevar el paso del tiempo como un punto de distinción. La experiencia,se decía Pato, puede ser tan seductora como el mismo deseo, y estos dos hombres parecían conocer cada matiz de ambos mundos.
Javier, con sus casi 60 años, era un hombre alto y robusto, de esos que llenan la habitación apenas entran. Su cuerpo, aún fuerte y bien cuidado,hablaba de alguien que no había dejado de hacer ejercicios. Los ojos de Javier, profundos y oscuros, parecían leer cada reacción de Pato, y su sonrisa, amplia y confiada, mostraba un magnetismo que a ella le hacía mojar su conchita.
Por otro lado, estaba Ricardo, más delgado y algo más relajado en su porte,con elegancia que complementaba perfectamente la energía de su amigo. Ricardo tenía una piel bronceada y unas manos grandes, era como si todo en él fuera un juego de control y calma. Su expresión era siempre tranquila, pero había un brillo travieso en su mirada que se intensificaba cuando la observaba, casi como si estuviera esperando a que ella hiciera el siguiente movimiento. Pato notaba que, cada vez que hablaba, lo hacía con una voz suave y profunda que resonaba en el ambiente, manteniéndola cachonda.
Juntos, el profesor, Javier y Ricardo parecían formar un equipo perfecto,complementándose como partes de un mismo juego seductor. La intensidad de Javier, con su cuerpo sólido y su mirada inquisitiva, se combinaba con la calma de Ricardo, que parecía disfrutar más del efecto de sus palabras y sonrisas, y el profe, con esos momentos de dominio de la situación, un tanto firme y seductor hacían como si entendieran el arte de llevar a su invitada al límite de la curiosidad, la intriga y sobretodo el morbo y la calentura.
Ella dijo, dejando que sus ojos recorrieran al grupo. "Me gustan las reglas flexibles… siempre y cuando todos sepan cuándo romperlas."
Javier se inclinó un poco hacia ella. —Entonces, ¿prefieres un juego…intenso o algo más… tranqui?
Pato rió suavemente, dejando que sus palabras cayeran con intención."Depende del día. Hoy estoy abierta a probar diferentes ritmos."
Ricardo, tomando su cerveza, dijo: —Entonces… ¿eres una jugadora versátil?
"Se podría decir que sí," contestó, sin perder la oportunidad."Me adapto rápido y me gusta sorprender." Todo se estaba yendo a la mierda. Ya no ocultaban que las intenciones de los tres, bueno de los 4, eran ver hasta donde podían llegar.
Javier, observándola de cerca, sonrió. —Entonces, te consideras una jugadora... experimentada?
"Digamos que sé cómo... mantener el marcador a mi favor," dijo Pato, sin romper el contacto visual.
El profesor la miró, como si la desafiara. —Y qué tan bien manejas la presión? Porque este equipo tiene altas expectativas.
Pato levantó una ceja y sonrió con un aire travieso. "Creo que puedo manejar la presión siempre y cuando haya una buena recompensa al final."
—Y qué consideras una buena recompensa? —preguntó Javier, su voz llena de curiosidad.
Pato tomó un sorbo de su cerveza, pensando un instante antes de responder."Algo… que me deje satisfecha. Que valga… la pena."
Ricardo se unió, mirándola con interés. —Entonces, si tuvieras que elegir,Pato, jugar en equipo o individualmente?
"Hoy me inclino por el equipo" dijo ella, haciendo que sus palabras fluyeran en un tono lleno de insinuación y como anticipando que esta noche todos podían jugar, no solo el profesor. "Los buenos momentos se disfrutan más cuando se comparten."
Javier, con una sonrisa maliciosa, continuó. —Y qué tal si este equipo necesita motivación extra?
Pato rio suavemente. "Creo que estoy dispuesta a algo extra pero,claro, todo tiene su recompensa."
La conversación se fue tornando más íntima, cada palabra cargada de energía.Pato sentía cómo la atmósfera se llenaba de expectativa mientras mantenía a los tres hombres atrapados en su juego de palabras y miradas.
—Decime, Pato, hay alguna jugada especial que prefieras en la cancha? —preguntó el profesor, observándola con intensidad.
"Prefiero las sorpresas," contestó ella, dejando caer cada palabra como si fueran promesas. "Y las jugadas inesperadas."
Ricardo se inclinó hacia ella. —Entonces, Pato, si esto fuera un partido, cuál sería tu mejor jugada?
Ella lo miró, dejando que el suspenso creciera. "Eso tendrán que descubrirlo."
en un proximo relato les cuento lo que pasó luego. Este se hizo muy largo y no quiero aburrirlos.
saludos hasta el proximo.
alguna fotito mas de Pato.
Pato sigue yendo a sus clases de padel, ahora con mas ganas que antes, paso a relatarles lo que sucedió luego de que ellos se vieran en privado.
Les pido perdón pero no creo poder agregar muchos gifs, ya se darán cuenta que el relato no lo amerita.
Desde su último encuentro en la oficina del club, Pato y el profesor mantenían una tensión casi palpable. Cada clase era un ir y venir de miradas y sonrisas cómplices, donde cada palabra contenía más de un significado. Un día,mientras preparaban la siguiente clase, el profesor rompió el silencio con una propuesta inesperada.
—Este viernes a las 22 hs tengo un partido con unos amigos, —dijo, su tono sugerente—. Nos falta una jugadora, y pensé que podrías completar el equipo.
Pato lo miró, con una sonrisa que dejaba entrever su curiosidad. "Es un equipo especial entonces?" preguntó, eligiendo cada palabra con intención.
—Podría decirse que sí, —respondió el profesor, sin apartar la vista—.Además de mí, estarán Javier y Ricardo. Estoy seguro de que harán que te sientas en buena compañía.
Pato sintió un cosquilleo en su estómago, para ser más franco, lo sintió en su concha que empezaba a palpitar, dejándose envolver por la intriga. "Son buenos jugadores? Porque me gusta que me exijan, bueno vos lo sabes, las clases son intensas?"
—No dudo de que lo harán —dijo él con una sonrisa maliciosa—. Son hombres de experiencia, saben cuándo y cómo moverse.
Ella sonrió, ya anticipando lo que podía ser una noche fuera de lo común."Entonces, esperan que yo siga su tipo de juego, o o se van a adaptar a una inexperta como yo?"
—Creo que podríamos turnarnos… —contestó el profesor—. De inexperta tienes poco ya. Quizás al principio ellos te sigan a vos, pero en algún momento, quien sabe, tal vez quieras dejarlos tomar el control.
El día del encuentro llegó, y Pato se vistió con un conjunto que sabía que no pasaría desapercibido: una remera realzaba sus tetas, junto a un copiño deportivo muy finito que marcaban apenas sus pezones y unas calzas grises que acentuaban cada movimiento y marcaba su culazo. Estaba pícara y atrevida, y sabía que ese look haría subir la temperatura entre los presentes.
Al llegar a lclub, encontró al profesor junto a sus amigos, dos hombres que inmediatamente mostraron una mezcla de curiosidad al verla y hasta cierta libidinosidad.
Después de la presentación y saludos de rigor, se dirigieron hacia la cancha, “que empiece el juego, vamos cambiando las parejas cada 3 games” dijo el profe.
El juego comenzó, y cada movimiento de Pato atraía las miradas de los tres hombres. A cada punto que ganaba, uno de ellos le lanzaba algún comentario o broma, creando un ambiente cada vez más cargado. La forma en que se agachaba a buscar la pelotita, dejando expuesto su culo y como se le marcaba la tanga hacían que hicieran comentarios entre ellos.
Durante una pausa, Javier le ofreció una botella de agua y lanzó una sonrisa calculadora.
—Así que, Pato, siempre eres tan... competitiva? —preguntó, sus ojos brillando con una curiosidad que iba más allá del juego.
Ella le devolvió la mirada, disfrutando de la atención. "Solo cuando hay algo interesante en juego," respondió, alzando la botella para beber con un toque de provocación.
Ricardo se acercó, sumándose a la conversación. —Y no te da miedo perder?—inquirió, como si buscara desentrañar algo más allá de sus palabras.
"Digamos que disfruto el riesgo," respondió Pato, sosteniendo sumirada sin pestañear. "A veces, perder puede ser tan divertido como ganar si estás con la compañía correcta, lo importante es pasarla bien."
El profesor, que observaba desde un lado, intervino con una sonrisa. —¿Y qué dice tu marido sobre tus riesgos?
Pato rio suavemente. “Mi marido sabe que soy una mujer curiosa. Le gusta cuando descubro cosas nuevas… aunque, claro, no siempre sabe todos los detalles.” Insinuando mucho mas que lo que decía y el profe ya sabía. Yo creo que ya todos sabían, yel profe le había comentados a sus amigos del encuentro anterior, y de alguna manera, esto estaba planeado totalmente.
Javier levantó una ceja, mirándola con un aire intrigado. —Así que le das sorpresas de vez en cuando?
"Depende no siempre sabe lo que me espera en cada “partido”,"contestó Pato, insinuante.
Cuando terminaron el partido, el profesor sugirió ir a tomar unas cervezas. Pato suponía que lo harian en el mismo club, pero el profe los invito a su casa ap ocos metros del lugar. Momento en que podría haber aprovechado Pato para escibirme o avisarme, pero que no hizo. El ambiente estaba denso de energía cuando llegaron, y cada palabra parecía una excusa para que la tensión subier aun poco más.
—Entonces, Pato… sueles aceptar este tipo de invitaciones? —preguntó Ricardo, mientras se acomodaban en el salón.
Ella lo miró, sonriendo con picardía. "Depende de la invitación, si es interesante, por qué no?"
—Y esta lo es? —inquirió Javier, con un aire cómplice.
Pato lo miró fijamente, con una chispa en los ojos. "Definitivamente, algo me dice que aquí no faltará nada esta noche."
El profesor, que había estado escuchando en silencio, tomó la palabra. —Aquí no hay reglas, Pato, solo… libertad para pasarla bien y jugar.
Pato se acomodó en el sillón, lanzando una mirada curiosa hacia los dos amigos del profesor. Javier y Ricardo, cada uno con un atractivo particular,parecían llevar el paso del tiempo como un punto de distinción. La experiencia,se decía Pato, puede ser tan seductora como el mismo deseo, y estos dos hombres parecían conocer cada matiz de ambos mundos.
Javier, con sus casi 60 años, era un hombre alto y robusto, de esos que llenan la habitación apenas entran. Su cuerpo, aún fuerte y bien cuidado,hablaba de alguien que no había dejado de hacer ejercicios. Los ojos de Javier, profundos y oscuros, parecían leer cada reacción de Pato, y su sonrisa, amplia y confiada, mostraba un magnetismo que a ella le hacía mojar su conchita.
Por otro lado, estaba Ricardo, más delgado y algo más relajado en su porte,con elegancia que complementaba perfectamente la energía de su amigo. Ricardo tenía una piel bronceada y unas manos grandes, era como si todo en él fuera un juego de control y calma. Su expresión era siempre tranquila, pero había un brillo travieso en su mirada que se intensificaba cuando la observaba, casi como si estuviera esperando a que ella hiciera el siguiente movimiento. Pato notaba que, cada vez que hablaba, lo hacía con una voz suave y profunda que resonaba en el ambiente, manteniéndola cachonda.
Juntos, el profesor, Javier y Ricardo parecían formar un equipo perfecto,complementándose como partes de un mismo juego seductor. La intensidad de Javier, con su cuerpo sólido y su mirada inquisitiva, se combinaba con la calma de Ricardo, que parecía disfrutar más del efecto de sus palabras y sonrisas, y el profe, con esos momentos de dominio de la situación, un tanto firme y seductor hacían como si entendieran el arte de llevar a su invitada al límite de la curiosidad, la intriga y sobretodo el morbo y la calentura.
Ella dijo, dejando que sus ojos recorrieran al grupo. "Me gustan las reglas flexibles… siempre y cuando todos sepan cuándo romperlas."
Javier se inclinó un poco hacia ella. —Entonces, ¿prefieres un juego…intenso o algo más… tranqui?
Pato rió suavemente, dejando que sus palabras cayeran con intención."Depende del día. Hoy estoy abierta a probar diferentes ritmos."
Ricardo, tomando su cerveza, dijo: —Entonces… ¿eres una jugadora versátil?
"Se podría decir que sí," contestó, sin perder la oportunidad."Me adapto rápido y me gusta sorprender." Todo se estaba yendo a la mierda. Ya no ocultaban que las intenciones de los tres, bueno de los 4, eran ver hasta donde podían llegar.
Javier, observándola de cerca, sonrió. —Entonces, te consideras una jugadora... experimentada?
"Digamos que sé cómo... mantener el marcador a mi favor," dijo Pato, sin romper el contacto visual.
El profesor la miró, como si la desafiara. —Y qué tan bien manejas la presión? Porque este equipo tiene altas expectativas.
Pato levantó una ceja y sonrió con un aire travieso. "Creo que puedo manejar la presión siempre y cuando haya una buena recompensa al final."
—Y qué consideras una buena recompensa? —preguntó Javier, su voz llena de curiosidad.
Pato tomó un sorbo de su cerveza, pensando un instante antes de responder."Algo… que me deje satisfecha. Que valga… la pena."
Ricardo se unió, mirándola con interés. —Entonces, si tuvieras que elegir,Pato, jugar en equipo o individualmente?
"Hoy me inclino por el equipo" dijo ella, haciendo que sus palabras fluyeran en un tono lleno de insinuación y como anticipando que esta noche todos podían jugar, no solo el profesor. "Los buenos momentos se disfrutan más cuando se comparten."
Javier, con una sonrisa maliciosa, continuó. —Y qué tal si este equipo necesita motivación extra?
Pato rio suavemente. "Creo que estoy dispuesta a algo extra pero,claro, todo tiene su recompensa."
La conversación se fue tornando más íntima, cada palabra cargada de energía.Pato sentía cómo la atmósfera se llenaba de expectativa mientras mantenía a los tres hombres atrapados en su juego de palabras y miradas.
—Decime, Pato, hay alguna jugada especial que prefieras en la cancha? —preguntó el profesor, observándola con intensidad.
"Prefiero las sorpresas," contestó ella, dejando caer cada palabra como si fueran promesas. "Y las jugadas inesperadas."
Ricardo se inclinó hacia ella. —Entonces, Pato, si esto fuera un partido, cuál sería tu mejor jugada?
Ella lo miró, dejando que el suspenso creciera. "Eso tendrán que descubrirlo."
en un proximo relato les cuento lo que pasó luego. Este se hizo muy largo y no quiero aburrirlos.
saludos hasta el proximo.
alguna fotito mas de Pato.
5 comentarios - Pato y el profe de padel. Cont del kiosco. part5
Me gustan los doble sentudos Pato una diosa y tremenda putita.