¿Papá? —preguntó mi hija, mientras me devolvía las llaves del coche.
—¿Puedo hacerte una pregunta?
—Por supuesto.
—Es un poco vergonzoso —dijo.
—Hija, sabés que podés preguntarme lo que quieras. ¿Qué querés saber?
—Le pregunté a mis amigas Melany y Kiara, pero se rieron de mí. No sé a quién más preguntar —respondió.
—Entonces preguntame. Si sé la respuesta, te la diré. Si no la sé, investigaremos un poco para averiguarlo —dije.
—¿Me prometes que no te vas a reir de mí?
—¿Por qué me reiría? Si no sabes algo, una de las mejores formas de averiguarlo es preguntar. ¿Cuál es tu pregunta?
Respiró profundamente, como si estuviera reuniendo coraje. —Bueno, ¿Por qué a veces siento un hormigueo en mi... mi... um... mi vagina? ¿Por qué a veces se moja y se vuelve resbaladiza?”
Oh, mierda. ¿Y ahora qué?
Ser viudo siempre ha sido difícil, mis amigos me habían dicho que lidiar con una adolescente sería una tarea ardua.
Mi hija es una buena chica.
Parece tener muchos amigos y sé que le he permitido salir con alguien durante un tiempo, pero por alguna razón, no parece que le ha preguntado mucho.
Como resultado, asumí que era bastante inocente sexualmente.
Me di cuenta de que no habíamos hablado de las señales que su cuerpo le daría sobre sus deseos sexuales.
Ahora me pregunta por qué su concha se moja y le hormiguea. ¡Oh, esto podría volverse incómodo!
“¿Cuándo te pasa esto, cariño?”, pregunté.
“No lo sé. Supongo que cuando veo a un chico lindo, o cuando veo a gente besándose y esas cosas en la televisión.
Fue bastante fea la semana pasada en la piscina cuando Brayan y Mateo estaban pasando el rato conmigo.
Mi vagina hormigueaba tanto que no sabía qué hacer.
Tenía ganas de frotarme, pero pensé que no debía hacerlo delante de la gente”.
“Fue una buena idea, cariño.
Es como cuando se te introduce el calzón caminando por la calle, jaja. Encontrás un lugar privado para arreglarte la ropa interior para no tener esa sensación”.
“¿Está mal querer frotarme?”, preguntó mi hija.
“No, para nada. Pero es algo que debes hacer en privado”, respondí.
“Pero, ¿Por qué se moja y se vuelve resbaladiza?”, preguntó.
“Bueno, cariño, tu vagina produce un tipo de humedad que actúa como lubricante”.
“¿Te refieres a aceite o grasa?”
“Sí, exactamente”.
“¿Por qué?”
Maldita sea. Supongo que debería haber sabido que este día llegaría. ¿Qué digo?
“Los tejidos dentro de tu vagina son muy delicados. Se irritarían si no tuvieras ese lubricante”.
“Oh”, dijo mi hija.
Recé para que la conversación terminara cuando se quedó en silencio. Mi plegaria no fue respondida.
“Pero ¿Qué podría irritarlos? ¿Eso no ocurre cuando algo te roza?”, preguntó.
“Sí”.
“¿Entonces qué podría rozar el interior de mi vagina?
Ah, espera, ya sé. Un pene”.!!
“Sí, un pene, o cualquier otra cosa que pueda entrar ahí”. Tan pronto como las palabras salieron de mi boca, supe que ese comentario me traería más problemas y más preguntas.
“¿Qué más puede entrar ahí, papá?”
“Um, bueno... Cariño, ¿Alguna vez escuchaste la palabra 'masturbación'?”
“¿No es eso lo que hace un hombre cuando juega con su pene?”
“Sí”.
“¿Por qué lo hacen?”
“Porque se siente bien”.
“¿Vos lo haces?”, preguntó.
Sabía que tener una relación tan honesta con mi hija tarde o temprano sería contraproducente. “Sí, cariño, a veces lo hago”.
“¿Cómo juegas con... él?”
“Lo acaricio y lo froto con mi mano”.
“¿Y se siente bien?”
“Bueno, sí. De lo contrario, no lo haría”.
“¿Tienes una erección? He visto dibujos de eso en clase”.
“Um, sí... sí la tengo”.
“¿Eyaculas?”, preguntó mi hija.
“Sí”.
“¿Me enseñarás cómo lo haces?”
“¡Hija! ¡Cariño! ¡No, no puedo hacer eso!” Casi grité.
¿Por qué no?”
“¡Porque es algo muy privado!”
“Ir al baño es privado, y lo hemos hecho frente el uno al otro”.
“Eso es diferente.
A veces estás en la bañera y yo necesito usar el baño, o me estoy afeitando y tú necesitas orinar.
Solo tenemos un baño y somos familia, así que simplemente lo hacemos”.
“Sí, y entonces has visto mi vagina y yo he visto tu pene.
Entonces, ¿Por qué no me mostrás cómo jugás con él?”
“Porque es sexual, y eso sería malo”.
“Pero papá, me dijiste que el sexo era algo hermoso”.
“Sí, pero es para personas que se aman”.
“NOSOTROS nos amamos.
Yo te amo y vos me amás, así que eso debería hacerlo hermoso, ¿no?”
“El sexo está mal cuando involucra a la familia, cariño.
Eso se llama incesto, y está mal y es contra la ley”.
“No tienes sentido.
Cuando vos y mamá se casaron, eso los convirtió en una familia, ¿no?
Tuviste sexo con mamá.
Así es como llegué aquí.
Así es como todos los niños llegan aquí. Tener hijos no es ilegal”.
“No cariño, no lo es.
Es algo maravilloso.
Pero tener bebés y tener sexo es para adultos, para hombres y mujeres”.
¿“Me estás diciendo que soy una mujer joven y adulta”.?
“Lo sos, cariño, pero también sos mi hija.
Los padres no pueden hacer cosas sexuales con sus hijas.
Ahora no hablemos más de esto”.
Ella se quedó allí sentada con una mueca en su boca y gesticulando su rostro, pero no dijo nada.
El silencio era incómodo, pero debí haber proyectado suficiente de mi propia culpa sobre ella como para que dejara el tema.
Su despedida con el beso de buenas noches me pareció un poco más frío que lo habitual.
Esta fue la primera vez que sentí que había decepcionado a mi hija.
—¿Puedo hacerte una pregunta?
—Por supuesto.
—Es un poco vergonzoso —dijo.
—Hija, sabés que podés preguntarme lo que quieras. ¿Qué querés saber?
—Le pregunté a mis amigas Melany y Kiara, pero se rieron de mí. No sé a quién más preguntar —respondió.
—Entonces preguntame. Si sé la respuesta, te la diré. Si no la sé, investigaremos un poco para averiguarlo —dije.
—¿Me prometes que no te vas a reir de mí?
—¿Por qué me reiría? Si no sabes algo, una de las mejores formas de averiguarlo es preguntar. ¿Cuál es tu pregunta?
Respiró profundamente, como si estuviera reuniendo coraje. —Bueno, ¿Por qué a veces siento un hormigueo en mi... mi... um... mi vagina? ¿Por qué a veces se moja y se vuelve resbaladiza?”
Oh, mierda. ¿Y ahora qué?
Ser viudo siempre ha sido difícil, mis amigos me habían dicho que lidiar con una adolescente sería una tarea ardua.
Mi hija es una buena chica.
Parece tener muchos amigos y sé que le he permitido salir con alguien durante un tiempo, pero por alguna razón, no parece que le ha preguntado mucho.
Como resultado, asumí que era bastante inocente sexualmente.
Me di cuenta de que no habíamos hablado de las señales que su cuerpo le daría sobre sus deseos sexuales.
Ahora me pregunta por qué su concha se moja y le hormiguea. ¡Oh, esto podría volverse incómodo!
“¿Cuándo te pasa esto, cariño?”, pregunté.
“No lo sé. Supongo que cuando veo a un chico lindo, o cuando veo a gente besándose y esas cosas en la televisión.
Fue bastante fea la semana pasada en la piscina cuando Brayan y Mateo estaban pasando el rato conmigo.
Mi vagina hormigueaba tanto que no sabía qué hacer.
Tenía ganas de frotarme, pero pensé que no debía hacerlo delante de la gente”.
“Fue una buena idea, cariño.
Es como cuando se te introduce el calzón caminando por la calle, jaja. Encontrás un lugar privado para arreglarte la ropa interior para no tener esa sensación”.
“¿Está mal querer frotarme?”, preguntó mi hija.
“No, para nada. Pero es algo que debes hacer en privado”, respondí.
“Pero, ¿Por qué se moja y se vuelve resbaladiza?”, preguntó.
“Bueno, cariño, tu vagina produce un tipo de humedad que actúa como lubricante”.
“¿Te refieres a aceite o grasa?”
“Sí, exactamente”.
“¿Por qué?”
Maldita sea. Supongo que debería haber sabido que este día llegaría. ¿Qué digo?
“Los tejidos dentro de tu vagina son muy delicados. Se irritarían si no tuvieras ese lubricante”.
“Oh”, dijo mi hija.
Recé para que la conversación terminara cuando se quedó en silencio. Mi plegaria no fue respondida.
“Pero ¿Qué podría irritarlos? ¿Eso no ocurre cuando algo te roza?”, preguntó.
“Sí”.
“¿Entonces qué podría rozar el interior de mi vagina?
Ah, espera, ya sé. Un pene”.!!
“Sí, un pene, o cualquier otra cosa que pueda entrar ahí”. Tan pronto como las palabras salieron de mi boca, supe que ese comentario me traería más problemas y más preguntas.
“¿Qué más puede entrar ahí, papá?”
“Um, bueno... Cariño, ¿Alguna vez escuchaste la palabra 'masturbación'?”
“¿No es eso lo que hace un hombre cuando juega con su pene?”
“Sí”.
“¿Por qué lo hacen?”
“Porque se siente bien”.
“¿Vos lo haces?”, preguntó.
Sabía que tener una relación tan honesta con mi hija tarde o temprano sería contraproducente. “Sí, cariño, a veces lo hago”.
“¿Cómo juegas con... él?”
“Lo acaricio y lo froto con mi mano”.
“¿Y se siente bien?”
“Bueno, sí. De lo contrario, no lo haría”.
“¿Tienes una erección? He visto dibujos de eso en clase”.
“Um, sí... sí la tengo”.
“¿Eyaculas?”, preguntó mi hija.
“Sí”.
“¿Me enseñarás cómo lo haces?”
“¡Hija! ¡Cariño! ¡No, no puedo hacer eso!” Casi grité.
¿Por qué no?”
“¡Porque es algo muy privado!”
“Ir al baño es privado, y lo hemos hecho frente el uno al otro”.
“Eso es diferente.
A veces estás en la bañera y yo necesito usar el baño, o me estoy afeitando y tú necesitas orinar.
Solo tenemos un baño y somos familia, así que simplemente lo hacemos”.
“Sí, y entonces has visto mi vagina y yo he visto tu pene.
Entonces, ¿Por qué no me mostrás cómo jugás con él?”
“Porque es sexual, y eso sería malo”.
“Pero papá, me dijiste que el sexo era algo hermoso”.
“Sí, pero es para personas que se aman”.
“NOSOTROS nos amamos.
Yo te amo y vos me amás, así que eso debería hacerlo hermoso, ¿no?”
“El sexo está mal cuando involucra a la familia, cariño.
Eso se llama incesto, y está mal y es contra la ley”.
“No tienes sentido.
Cuando vos y mamá se casaron, eso los convirtió en una familia, ¿no?
Tuviste sexo con mamá.
Así es como llegué aquí.
Así es como todos los niños llegan aquí. Tener hijos no es ilegal”.
“No cariño, no lo es.
Es algo maravilloso.
Pero tener bebés y tener sexo es para adultos, para hombres y mujeres”.
¿“Me estás diciendo que soy una mujer joven y adulta”.?
“Lo sos, cariño, pero también sos mi hija.
Los padres no pueden hacer cosas sexuales con sus hijas.
Ahora no hablemos más de esto”.
Ella se quedó allí sentada con una mueca en su boca y gesticulando su rostro, pero no dijo nada.
El silencio era incómodo, pero debí haber proyectado suficiente de mi propia culpa sobre ella como para que dejara el tema.
Su despedida con el beso de buenas noches me pareció un poco más frío que lo habitual.
Esta fue la primera vez que sentí que había decepcionado a mi hija.
1 comentarios - Mi hija casta, en celo (Episodio 1)