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Las duchas en el vestuario de damas estaban clausuradas

Las duchas en el vestuario de damas estaban clausuradas y no quería viajar así transpirada hasta mi casa.
Tomé una toalla y decidí probar suerte en el vestuario de caballeros.
Era tarde y estaba segura de que allí ya no habría ningún caballero.
Estaba en lo cierto; pero, antes de entrar a las duchas, tuve que ir al baño.
Eso era un desastre, mucha mugre, un horrendo olor a macho sudoroso…
Elegí una cabina que se me antojó más limpia que las restantes.
Me senté sobre la tabla, cerré los ojos y relajé mi cuerpo.
Un leve ruido interrumpió mi momento de gloria.
Miré hacia la derecha y allí encontré un agujero en el mamparo.
Había otro similar sobre el lado izquierdo. Pensé que sería el famoso “glory hole”, pero eso debería estar en un baño de mujeres, no de hombres…
Presté atención a los ruidos y entonces pude oír unos suaves gemidos.
No me atreví a espiar por ese agujero; pero pronto, mis dudas se disiparon.
Ahí apareció, asomándose en todo su esplendor; era algo enorme, carnoso.
Quedé sorprendida; pero enseguida lo tomé entre mis dedos.
Comencé a trabajar en eso, acariciando la gruesa cabeza y el duro tallo.
Una voz suspiró del otro lado: “… con tu boca, no seas mala…”
Dejé escapar una carcajada y seguí trabajando con mis dedos…
Sentí que eso se hinchaba más y supe que mis dedos se mancharían.
Un jadeo final me indicó que estaba a punto de estallar y así fue…
Me limpié los dedos y salí lo más rápido que pude de esa cabina.
No me interesaba averiguar quién había sido el atrevido…


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