Ricardo era amigo añejo de mi padre desde niñez; después de 10 años de volvieron a encontrar. Desde entonces iba los fines de semana para reunirse en casa para recordar viejos tiempos; práctica entente era como de la familia
Yo tenía 9 años cuando lo vi por primera vez. Recuerdo que cuando mis padres tenían que salir urgentemente lo llamaban para que me cuide. Me decían pórtate bien que tu “tío” Ricardo te va a cuidar.
No poníamos a jugar, ver televisión. Me sentaba en su pierna, lo llenaba de besos y caricias, lo que festejaba devolviéndome los mismos. Esto hizo que naciera un sentimiento especial por él.
En diversas ocasiones y sin que mis padres se dieran cuenta, veía, tenía 12 años, como ambos follaba en su cuarto. Mi padre echado con su enorme verga parada; mi madre abriendo las piernas y cogiéndola, hacia lo posible para metérselo a su vulva y ponerse a cabalgar lanzando gritos de placer que se hacían más sonoros cuando ambos movían su pelvis y de pronto ella se desprendía del mazo y cayendo sobre la cama observaba como el esperma bañaba su vientre.
Me entraba la curiosidad de saber que sentía mi madre cuando era cogida. En ese instante se me venía a la mente el rostro de Ricardo de quien me había enamorado increíblemente y lo peor es que se había dado cuenta.
Cuando cumplí 14 años, mi amor platónico me regalo un peluche grande, pero antes me abrazo y de modo involuntario me beso en la boca. Mi piel se erizo y un tanto avergonzado lo abrace y bese.
Fue un flechazo y señal para iniciar a escondidas una relación amorosa. Estando solos en casa, buscábamos un lugar donde podamos intercambiar besos y abrazos. Así fue el inicio durante un mes; pero yo quería algo mas; quería agarrar, sobar su pene; él se resistía. Me dijo que aquí no podíamos hacer eso; entonces, pregunte; ¿Donde? En el cine, respondió; fue motivo para pedirle que me lleve al cine, porque ellos no podían hacerlo debido a su trabajo.
Ya lo tenía pensado, estando en el cine, me llevo a la última fila. Cuando apagaron las luces, se apresto a besarme, sus labios calientes sobre los míos y luego su lengua dura y humedad que entraba a mi boca terminaron por sofocarme y excitarme. No pude evitarlo y le bajé rápidamente el cierre y su pene duro y venoso descansaba en mi mano; lo acariciaba lentamente, desde abajo hacia arriba, metí mi mano y mis dedos chocaron con sus huevos y se enredaba es sus vellos. Se la corrí rápidamente temiendo que se encendieran las luce y nos descubrieran. Un rico pajazo hizo que eyaculará a borbotones mojando mi mano y parte del suelo. Mi vagina esta mojadita.
Para ser la primera vez nos gustó a ambos la experiencia y prometimos repetirla con mucho cuidado sin que nadie se enterará. Yo deseaba que me penetrará; sentir como su pene se mueve dentro de mí. Le dije que lo hiciera y se negó rotundamente porque pensó que debido a la confianza que les dio a mis padres considero que no era la persona indicada para que me arrancara la virginidad.
No se me quito las ganas y seguí insistiendo sin resultado favorables. Ricardo tenía su auto y nos fuimos una noche, con el pretexto de pasearme, a un parque solitario. Nos pusimos en los asientos traseros, mis besos cada vez eran más firme, aprendí a besar su cuerpo y hacerlo excitar.
Esa noche, estábamos desnudos, nuestros cuerpos se rozaban, nuestras bocas buscaban las zonas más ardientes. Nunca lo había hecho, pero recordé ese pasaje donde mis padres follaban en casa; entonces, agarré su pene, lo lamia, chupaba y mamaba hasta hacer que temblara de placer.
En una de esas me senté sobre su pene, sobé mi vagina hasta venirme. Estaba mojada, lubricada; me atreví a coger su verga y nuevamente acariciaba con mis labios su glande con el propósito que me lo hundiera. Mientras besaba mi boca y lamia mis pezones, sus dedos frotaba mi clítoris. Estaba excitadísima, decidida lo agarre fuerte y cuando ya estaba todo listo para entrar, dio un movimiento brusco que me puso boca abajo. En esa posición sus besos colmaron mi espalda y mis nalgas; su lengua entraba a mi concha mojada, sus dedos agitados terminaron nuevamente por venirme otra vez.
Luego entendí, que nunca me lo iba a meter por consideración a mis padres. Me sentí frustrada, pero me dije dentro que era lo mejor que no hubiera ocurrido. Pero, fue inolvidable el tiempo que ambos pasamos. Una mañana nos comunicó que viajaría al extranjero por motivos de trabajo; mis padres alegres le dijeron que la harían un despedida- La noche anterior yo le hice la despedida y le hice de todo; hicimos todas las poses si necesidad de que me penetrará; fue especial esa tarde, nuestros cuerpos sudaron después del intenso trajín. Nos bañamos y bajo el agua nos dejamos llevar por el instinto, por el deseo; fui feliz esa tarde.
Había pasado dos años y Ricardo nos conto que se quedaba y casaba en España. Nunca olvidare las reuniones de amor y sexo que tuve con el amigo de mi padre.
Yo tenía 9 años cuando lo vi por primera vez. Recuerdo que cuando mis padres tenían que salir urgentemente lo llamaban para que me cuide. Me decían pórtate bien que tu “tío” Ricardo te va a cuidar.
No poníamos a jugar, ver televisión. Me sentaba en su pierna, lo llenaba de besos y caricias, lo que festejaba devolviéndome los mismos. Esto hizo que naciera un sentimiento especial por él.
En diversas ocasiones y sin que mis padres se dieran cuenta, veía, tenía 12 años, como ambos follaba en su cuarto. Mi padre echado con su enorme verga parada; mi madre abriendo las piernas y cogiéndola, hacia lo posible para metérselo a su vulva y ponerse a cabalgar lanzando gritos de placer que se hacían más sonoros cuando ambos movían su pelvis y de pronto ella se desprendía del mazo y cayendo sobre la cama observaba como el esperma bañaba su vientre.
Me entraba la curiosidad de saber que sentía mi madre cuando era cogida. En ese instante se me venía a la mente el rostro de Ricardo de quien me había enamorado increíblemente y lo peor es que se había dado cuenta.
Cuando cumplí 14 años, mi amor platónico me regalo un peluche grande, pero antes me abrazo y de modo involuntario me beso en la boca. Mi piel se erizo y un tanto avergonzado lo abrace y bese.
Fue un flechazo y señal para iniciar a escondidas una relación amorosa. Estando solos en casa, buscábamos un lugar donde podamos intercambiar besos y abrazos. Así fue el inicio durante un mes; pero yo quería algo mas; quería agarrar, sobar su pene; él se resistía. Me dijo que aquí no podíamos hacer eso; entonces, pregunte; ¿Donde? En el cine, respondió; fue motivo para pedirle que me lleve al cine, porque ellos no podían hacerlo debido a su trabajo.
Ya lo tenía pensado, estando en el cine, me llevo a la última fila. Cuando apagaron las luces, se apresto a besarme, sus labios calientes sobre los míos y luego su lengua dura y humedad que entraba a mi boca terminaron por sofocarme y excitarme. No pude evitarlo y le bajé rápidamente el cierre y su pene duro y venoso descansaba en mi mano; lo acariciaba lentamente, desde abajo hacia arriba, metí mi mano y mis dedos chocaron con sus huevos y se enredaba es sus vellos. Se la corrí rápidamente temiendo que se encendieran las luce y nos descubrieran. Un rico pajazo hizo que eyaculará a borbotones mojando mi mano y parte del suelo. Mi vagina esta mojadita.
Para ser la primera vez nos gustó a ambos la experiencia y prometimos repetirla con mucho cuidado sin que nadie se enterará. Yo deseaba que me penetrará; sentir como su pene se mueve dentro de mí. Le dije que lo hiciera y se negó rotundamente porque pensó que debido a la confianza que les dio a mis padres considero que no era la persona indicada para que me arrancara la virginidad.
No se me quito las ganas y seguí insistiendo sin resultado favorables. Ricardo tenía su auto y nos fuimos una noche, con el pretexto de pasearme, a un parque solitario. Nos pusimos en los asientos traseros, mis besos cada vez eran más firme, aprendí a besar su cuerpo y hacerlo excitar.
Esa noche, estábamos desnudos, nuestros cuerpos se rozaban, nuestras bocas buscaban las zonas más ardientes. Nunca lo había hecho, pero recordé ese pasaje donde mis padres follaban en casa; entonces, agarré su pene, lo lamia, chupaba y mamaba hasta hacer que temblara de placer.
En una de esas me senté sobre su pene, sobé mi vagina hasta venirme. Estaba mojada, lubricada; me atreví a coger su verga y nuevamente acariciaba con mis labios su glande con el propósito que me lo hundiera. Mientras besaba mi boca y lamia mis pezones, sus dedos frotaba mi clítoris. Estaba excitadísima, decidida lo agarre fuerte y cuando ya estaba todo listo para entrar, dio un movimiento brusco que me puso boca abajo. En esa posición sus besos colmaron mi espalda y mis nalgas; su lengua entraba a mi concha mojada, sus dedos agitados terminaron nuevamente por venirme otra vez.
Luego entendí, que nunca me lo iba a meter por consideración a mis padres. Me sentí frustrada, pero me dije dentro que era lo mejor que no hubiera ocurrido. Pero, fue inolvidable el tiempo que ambos pasamos. Una mañana nos comunicó que viajaría al extranjero por motivos de trabajo; mis padres alegres le dijeron que la harían un despedida- La noche anterior yo le hice la despedida y le hice de todo; hicimos todas las poses si necesidad de que me penetrará; fue especial esa tarde, nuestros cuerpos sudaron después del intenso trajín. Nos bañamos y bajo el agua nos dejamos llevar por el instinto, por el deseo; fui feliz esa tarde.
Había pasado dos años y Ricardo nos conto que se quedaba y casaba en España. Nunca olvidare las reuniones de amor y sexo que tuve con el amigo de mi padre.
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