No se ni como comenzó, pero fue un impulso de introducir cosas en mi ano. En mi preadolecencia comencé con cepillos, tampones y cualquier objeto pequeño que encontrara en casa.
Los objetos cada vez eran más grandes.
Mis 4 hermanos menores eran bien juguetones y precoces. Una vez bañándonos comenzamos a jugar a los espadachines y al darme me tiré al suelo bocabajo, levante mi trasero desnudo y eso provocó la curiosidad del más chico. Él comenzó a jugar con mi ano y se reía.
Los demás se unieron al juego y comenzaron a meter juguetes. Yo gritaba y decía nooooo. Haciendo que no me gustaba y pedía auxilio. Ellos tan morbosos lo disfrutaban más. Gozaban escucharme gritar con quejidos, pero en realidad lo estaba disfrutando.
Me sentía tan puta que me vestía de mujer con las cosas de mi madre. Me miraba frente al espejo, me abría el ano y me metía lo que encontrara.
Aveces trataba de meterme 2 objetos a la vez y aunque me doliera lo hacía poco a poco. En esos años gastaba mucho en vaselina. En par de ocasiones me introduje el bastón de mi bisabuelo y la baqueta de la espada de mi abuelo. Me encantaba sentir cosas tan largas dentro de mí. Me sentía una puta bastante realizada, pero aún me faltaba mucho porque mi ano se tornaba cada vez más goloso.
Mis emorroides se empezaron a hinchar y me asusté bastante. Ver como se me salía el ano para fuera fue impresionante. Esos fueron los resultados de meterme todo lo que encontrara por más de 20 años casi todos los días.
Las novias que tuve tuvieron que lidiar con la situación. Les tocaba seguir entrenando mi ano y chupar todo lo que salía de el. A la mayoría les encantaba jugar con toda mi flora intestinal, las ponía muy calientes. Admiraban las virtudes bizarras de mi ano. Cosa que ellas no podían hacer.
Tengo un ano tan goloso que adquirí decenas de consoladores de todos los tamaños. Cuando los compro los pongo a prueba bien rápido. Me lo meto y salgo a la calle a compartir con gente y con todo eso dentro de mí. Me excita aunque la gente no se de cuenta que son parte de mi morbo. He pasado horas con un consolador de 12” adentro visitando familiares, en el trabajo y hasta de compras. Todo hasta que me gana el #2.
Entre sangre y lastimadas hoy soy capaz de introducirme objetos enormes. Mi intestino los recibe y se queda con ellos desapareciéndolos por completo.
Una vez me compré un especulum y me lastimé bastante.
Espero que hayan disfrutado de mis confesiones y que algún día algún lector pueda disfrutar de las habilidades de mi ano.
Los objetos cada vez eran más grandes.
Mis 4 hermanos menores eran bien juguetones y precoces. Una vez bañándonos comenzamos a jugar a los espadachines y al darme me tiré al suelo bocabajo, levante mi trasero desnudo y eso provocó la curiosidad del más chico. Él comenzó a jugar con mi ano y se reía.
Los demás se unieron al juego y comenzaron a meter juguetes. Yo gritaba y decía nooooo. Haciendo que no me gustaba y pedía auxilio. Ellos tan morbosos lo disfrutaban más. Gozaban escucharme gritar con quejidos, pero en realidad lo estaba disfrutando.
Me sentía tan puta que me vestía de mujer con las cosas de mi madre. Me miraba frente al espejo, me abría el ano y me metía lo que encontrara.
Aveces trataba de meterme 2 objetos a la vez y aunque me doliera lo hacía poco a poco. En esos años gastaba mucho en vaselina. En par de ocasiones me introduje el bastón de mi bisabuelo y la baqueta de la espada de mi abuelo. Me encantaba sentir cosas tan largas dentro de mí. Me sentía una puta bastante realizada, pero aún me faltaba mucho porque mi ano se tornaba cada vez más goloso.
Mis emorroides se empezaron a hinchar y me asusté bastante. Ver como se me salía el ano para fuera fue impresionante. Esos fueron los resultados de meterme todo lo que encontrara por más de 20 años casi todos los días.
Las novias que tuve tuvieron que lidiar con la situación. Les tocaba seguir entrenando mi ano y chupar todo lo que salía de el. A la mayoría les encantaba jugar con toda mi flora intestinal, las ponía muy calientes. Admiraban las virtudes bizarras de mi ano. Cosa que ellas no podían hacer.
Tengo un ano tan goloso que adquirí decenas de consoladores de todos los tamaños. Cuando los compro los pongo a prueba bien rápido. Me lo meto y salgo a la calle a compartir con gente y con todo eso dentro de mí. Me excita aunque la gente no se de cuenta que son parte de mi morbo. He pasado horas con un consolador de 12” adentro visitando familiares, en el trabajo y hasta de compras. Todo hasta que me gana el #2.
Entre sangre y lastimadas hoy soy capaz de introducirme objetos enormes. Mi intestino los recibe y se queda con ellos desapareciéndolos por completo.
Una vez me compré un especulum y me lastimé bastante.
Espero que hayan disfrutado de mis confesiones y que algún día algún lector pueda disfrutar de las habilidades de mi ano.
1 comentarios - Evolución anal