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Me hago la dormida mientras mi tío me coge

Hacia demasiado calor y, para variar, se había ido la electricidad. Por mas que tenia la ventana abierta de par en par, mi cuerpo transpiraba como si estuviese en el desierto. Me desnude completamente, pero aun así moría de calor. Estaba totalmente inquieta, pero los pasos en el corredor me pusieron en alerta. Se dirigían hacia mi habitación. No podía ser mas que mi tío Carlos, ya que ese fin de semana se quedaba “cuidándome”, debido a que mis padres viajaron por una urgencia familiar. Al parecer, a pesar detener dieciocho años ellos creen que necesito que me cuiden. Por suerte la relación con mi tío siempre fue muy buena. El tiene cuarenta años, es soltero y nunca le conocí pareja, a pesar de ser un hombre de buen cuerpo, lindo rostro y… algo que me enteré recién esa noche.
Entró en mi habitación y me llamó en susurros. No respondí. Yo estaba recostada de costado, mirando hacia el lado de la pared, con los ojos cerrados y totalmente desnuda. Lo sentí acercarse a la cama mientras mi corazón se aceleraba. Apoyó una mano en mi culo. Primero lo acarició despacio, pero luego lo apretó con ganas. En mi mente solamente estaba la idea de que se acostara conmigo. Al parecer, por suerte, pudo escuchar mis pensamientos. Sentí como algo duro se apoyaba en mi culo. Se sentía grande. Seme hacía agua la boca. Se recostó detrás de mi mientras apoyaba una mano en mi cintura. Su pija muy dura se me clavaba en el culo y me fascinaba. Comenzó a acariciarme. Cintura, espalda, vientre. Luego aferró una de sus fuertes manos en mis tetas. Las apretaba, como si no le importara despertarme. Sutilmente moví mi cuerpo, como invitándolo a penetrarme. Me preguntó que si estaba despierta. Le respondí que no. De inmediato empezó a besarme el cuello y a recorrer mi cuerpo entero con sus manos. 
No dábamos mas de la calentura. En susurros, le pedí que me cogiera. Sin responder, metió su tremenda pija adentro de mi concha. No pude evitar soltar un gemido de placer. Eso pareció encenderlo, porque empezó acogerme cada vez con más fuerza. Lo hacia como un animal en celo. Sus gemidos eran fuertes y hermosos. Sus manos me apretaban fuerte la cintura y me atraían cada vez más hacia él. Acabé en el mismo momento en el que me llenaba la conchade leche. A pesar de eso, su pija seguía muy dura. Luego de unos minutos de silencio, en el que solo se oían nuestras respiraciones agitadas, comenzó a moverse nuevamente, para luego de varios minutos, volver a acabar adentro mío. Estábamos totalmente empapados de transpiración. Nuestros cuerpos parecían hervir de lo calientes que estábamos. Se levantó un poco, giró mi cara hacia él y me besó en la boca. Nuestras lenguas se encontraron en un beso húmedo y caliente. Sin decir palabra, se levantó de la cama y salió de mi habitación.
Ese fue nuestro primer encuentro. Durante los días siguientes la cosa se fue poniendo cada vez más caliente, pero eso se los contaré en un siguiente relato.
 
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